1 de enero del 2023: Santa María Madre de Dios
Santa María, Madre de Dios.
María, a principios de año, nos desea la paz invitándonos a vivir a su manera, es decir, con el corazón vuelto hacia Dios.
(Mateo
2, 1-12) A veces me sucede que soy iluminado desde adentro, un poco como los
magos que siguen su estrella. No saben lo que van a descubrir, pero confían en
que cambiará su vida, los transformará. Con su venida, Jesús viene a iluminarlo
todo, a renovarlo todo, comenzando por mi corazón. Depende de mí mantenerlo
abierto a su presencia todos los días de este Año Nuevo.
Primera lectura
Lectura del libro de los Números (6,22-27):
EL Señor habló a Moisés:
«Di a Aarón y a sus hijos, esta es la fórmula con la que bendeciréis a los
hijos de Israel:
“El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor.
El Señor te muestre tu rostro
y te conceda la paz”.
Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel y yo los bendeciré».
Palabra de Dios
Salmo
Sal 66
R/. Que
Dios tenga piedad y nos bendiga.
V/. Que Dios tenga piedad nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.
V/. Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.
V/. Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
todos los confines de la tierra. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los
Gálatas (4,4-7):
Hermanos:
Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer,
nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que
recibiéramos la adopción filial.
Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que
clama: «¡“Abba”, Padre!». Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres
hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Lucas
(2,16-21):
EN aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a
María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se
les había dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores.
María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que
habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por
nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
Palabra del Señor
María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en
su corazón.
¡Nuestra Octava de Navidad no estaría completa
sin prestar especial atención a la gloriosa Madre de Dios!
María, la
madre de Jesús, la madre del Salvador del mundo es propiamente llamada la
"Madre de Dios". Vale la pena reflexionar sobre este poderoso
título de nuestra Santísima Madre. Y es importante entender que este
título dice tanto sobre Jesús como sobre Su Santísima Madre.
Al llamar a María la "Madre de
Dios", reconocemos especialmente un hecho de la vida humana. Una
madre no es solo la fuente de la carne de uno, no es solo la madre del cuerpo
de sus hijos, es la madre de esa persona. Ser madre no es solo algo
biológico, es algo sagrado y santo y es parte del orden divino de la creación
de Dios. Jesús era su Niño y este Niño es Dios. Por tanto, es lógico
llamar a María la "Madre de Dios".
Es un hecho asombroso en el que pensar. ¡Dios
tiene una madre! Él tiene una persona en particular que lo llevó en su
vientre, lo cuidó, lo crio, le enseñó, lo amó, estuvo allí para Él y reflexionó
sobre quién era Él durante toda su vida. Este último hecho es
especialmente hermoso a la vista.
El pasaje del Evangelio anterior dice: “María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en
su corazón”.
E hizo esto como una madre cariñosa. Su amor por Jesús era
tan único como el amor de cualquier madre. Sin embargo, debe notarse que
ella fue una madre en perfección y lo amaba con un amor perfecto, Él que no
solo era su Hijo, sino que también era Dios y era perfecto en todos los
sentidos. ¿Qué revela esto? ¡Revela que el amor maternal compartido
entre María y Jesús fue profundo, inspirador, misterioso, glorioso y
verdaderamente sagrado! Merece la pena reflexionar a lo largo de nuestra
vida sobre el misterio de su amor, manteniéndolo plenamente vivo en nuestro
corazón. Ella es un ejemplo para toda madre y también es un ejemplo para
todas los que buscamos amar a los demás con un corazón puro y
santo.
Reflexione hoy sobre la santa y cautivadora
relación que María habría compartido con su Divino Hijo. Intente sondear
cómo habría sido este amor. Imagínese la profunda emoción y pasión que
habría llenado su corazón. Imagínese el nivel de compromiso inquebrantable
que habría tenido. Imagínese el vínculo inquebrantable que se forjó como
resultado de su amor. ¡Qué hermosa celebración es esta para concluir esta
octava del día de Navidad!
Querida Madre María, amabas a tu Divino Hijo
con un amor perfecto. Tu corazón ardía con un fuego insaciable de caridad
maternal. Tu vínculo con Jesús fue perfecto en todos los sentidos. Ayúdame
a abrir mi corazón a ese mismo amor que compartes conmigo. Ven, sé mi
madre y cuídame como cuidaste a tu Hijo. Que yo también te ame con el amor
que Jesús tuvo por ti y con el amor que ahora te prodiga en el cielo. Madre
María, Madre de Dios, ruega por nosotros. Jesús, en Ti confío.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por visitar mi blog, Deje sus comentarios que si son hechos con respeto y seriedad, contestaré con mucho gusto. Gracias. Bendiciones