7 de noviembre del 2022: lunes de la trigésima segunda semana del tiempo ordinario
(Tito
1, 1-9) Fue sobre la esperanza en la vida eterna que Pablo basó su
enseñanza y su misma existencia. Esta esperanza hace posible hacer con
alegría todo lo necesario para ser dignos testigos de Cristo.
Primera lectura
Comienzo de la carta
del apóstol san Pablo a Tito (1,1-9):
Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, para promover la fe de los
elegidos de Dios, y el conocimiento de la verdad, según la piedad apoyada en la
esperanza de la vida eterna. Dios, que no miente, había prometido esa vida
desde tiempos inmemoriales; al llegar el momento, la ha manifestado
abiertamente con la predicación que se me ha confiado, según lo dispuso Dios,
nuestro salvador. Querido Tito, verdadero hijo mío en la fe que compartimos; te
deseo la gracia y la paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, salvador nuestro. Mi
intención al dejarte en Creta era que pusieras en regla lo que faltaba y
establecieses presbíteros en cada ciudad, siguiendo las instrucciones que te
di. El candidato, que sea un hombre sin tacha, fiel a su única mujer, con hijos
creyentes, que no sean indóciles ni acusados de mala conducta. Porque el
obispo, siendo administrador de Dios, tiene que ser intachable, no arrogante ni
colérico, no dado al vino ni pendenciero, ni tampoco ávido de ganancias. Al
contrario, ha de ser hospitalario, amigo de lo bueno, prudente, justo, fiel,
dueño de sí. Debe mostrar adhesión a la doctrina cierta, para ser capaz de
predicar una enseñanza sana y de rebatir a los adversarios.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 23,1-2.3-4ab.5-6
R/. Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/.
Lectura del santo
evangelio según san Lucas (17,1-6):
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Es inevitable que sucedan
escándalos; pero ¡ay del que los provoca! Al que escandaliza a uno de estos
pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y
lo arrojasen al mar. Tened cuidado. Si tu hermano te ofende, repréndelo; si se
arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve
a decirte: "Lo siento", lo perdonarás.»
Los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe.»
El Señor contestó: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa
morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar." Y os obedecería.»
Palabra del Señor
Perdonar... siete veces al día
Tened cuidado. Si tu hermano te ofende, repréndelo;
si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces
vuelve a decirte: "Lo siento", lo perdonarás.»
El perdón total puede ser muy
difícil a veces. Este es especialmente el caso cuando la misma persona
peca contra ti “siete veces en un día”, como dice
Jesús.
Pero las palabras de Jesús
deben tomarse en serio. No estaba siendo idealista; más bien, estaba
siendo muy realista. El perdón debe darse, una y otra y otra vez. No
podemos dudar en ofrecerlo, especialmente a los que se arrepienten
sinceramente.
Una de las primeras cosas que
debemos notar en este pasaje es que cuando alguien peca contra nosotros,
debemos reprenderlo. La reprensión no debe ser un acto enfocado en la
venganza; más bien, debe hacerse para invitar al
arrepentimiento. Esta es la única razón para la reprensión de
otro. Si tenemos la sensación de que alguien que peca contra nosotros
puede estar abierto al cambio, entonces debemos ofrecerle una reprensión de
amor. Y cuando lo acepta y busca nuestro perdón, debemos ofrecerlo.
Pero, como se mencionó, esto
puede ser especialmente difícil cuando el pecado se comete una y otra vez. Puede
llegar a ser agotador y desalentador. Y cuando se comete un pecado una y
otra vez, es fácil volverse escéptico sobre el dolor auténtico del que busca el
perdón.
Pero nada de eso debe ser
nuestra preocupación. Nuestra única preocupación debe ser escuchar esas
palabras, "Lo siento". Este es el mandato de Jesús. Cuando alguien
dice estas palabras, debemos perdonar y hacerlo inmediatamente.
Esta Escritura también nos
revela la importancia de expresar nuestro dolor a aquellos a quienes
lastimamos. Es peligroso simplemente suponer que otro perdonará. Hay
un gran poder en decirle a otro: “Por favor, perdóname, lo siento por mi
pecado”. Aunque estas palabras pueden ser difíciles de pronunciar, son
palabras de gran sanación.
Reflexiona, hoy, sobre el acto
de pedir perdón y ofrecerlo a otro. A todos se nos dan numerosas
oportunidades todos los días para perdonar y buscar el perdón. No dudes en
hacerlo y lo agradecerás.
Señor, estoy verdaderamente
arrepentido por los muchos pecados que he cometido contra ti. Por favor perdóname. Cuando
sea obstinado, por favor ofréceme una reprensión de amor. Cuando necesite
pedir perdón a otro, por favor dame el coraje para hacerlo. Jesús, en Ti
confío.
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