sábado, 5 de noviembre de 2022

6 de noviembre del 2022: 32o Domingo ordinario C


Poner toda nuestra confianza en la Resurrección!


Nos hayamos aquí ya en el primer domingo de noviembre. A menudo, se ha asociado este mes con los muertos, con todos los santos y la conmemoración de los fieles difuntos…Si, y ha habido mucho invierno, días muy grises. Pero hoy la liturgia nos propone la vida, una vida capaz de englobar y transformar todas nuestras muertes.
Hoy, como en los tiempos de Jesús, nosotros estamos expuestos, a todo tipo de creencias sobre lo que ocurre después de la muerte. Cristo nos invita a acoger  su audaciosa y exaltante proposición: todos viviremos con Él en Dios.






A guisa de introducción:

1
Vivir, morir y revivir. Cuándo?, cómo? Por qué?



1. Una semilla plantada en la tierra se destruye y vuelve a germinar en una planta.

El bebé  deja el vientre materno, donde tiene calor y seguridad, por entrar en una vida desconocida, sin saber que los brazos y el corazón de mamá lo esperan.

El niño preadolescente que deja la casa por una nueva existencia en la escuela.

Los jóvenes adultos abandonan su vida solitaria por un proyecto en pareja.

La persona enferma acepta la ablación de un órgano para recuperar la salud.

Es necesario pasar por la muerte corporal para vivir mejor el futuro.

Todos los seres vivos, comprendiendo los humanos, sufren el fenómeno del envejecimiento y de la muerte, que los médicos quieren conocer y determinar, todo esto, reconociendo su ignorancia sobre "la vida del más alla o después de la muerte".

Y por lo tanto, lo que más preocupa en exceso  a los vivos es ciertamente lo que va a suceder después de la muerte. Cada quien se sirve de su imaginación para verse en un estado de felicidad; unos se ven en un lugar de bienestar, con todas las cosas buenas al alcance de la mano; los otros se imaginan reencarnados en otro cuerpo terrestre; los más tradicionalistas se ven como "almas en comunión con Dios" con las oraciones de intercesión según las necesidades de purificación; aquellos que conocen más a fondo la Sagrada Escritura (La Biblia) agregan la resurrección de los muertos, tras las huellas de Cristo resucitado.

Aquel que atraviesa la muerte no sabe lo que le espera . En la fe, puede contar con un ser que esté presto a acogerlo?

2. A partir del evangelio de San Lucas, como cristianos, podemos descubrir el verdadero pensamiento de Jesús acerca de los muertos y sobre su destino (lo que les va a pasar)?
(1) Jesús lo afirma "los muertos deben resucitar"; "Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, porque todos viven por Él (gracias a Él tienen la vida)."

Jesús quiere decir que, por la muerte, no somos separados de Dios, sino que entramos en plena comunión con Él;  e igualmente en mejor comunión con Dios, como justos habiendo hecho el bien. Una tal afirmación no es ante todo una explicación; ella es una esperanza de felicidad.

(2) Es una respuesta al "cómo" los muertos van a continuar viviendo? Según el evangelista Lucas, Jesús da a los creyentes una pequeña idea del tipo o clase de vida (la manera de vivir) después de la vida, la muerte:  « los que sean juzgados dignos de entrar en el otro mundo y de resucitar de entre los muertos, ya no toman marido ni esposa. Además ya no pueden morir, sino que son como ángeles."  Según Jesús, nuestra manera de vivir con los otros será diferente, nueva, sin límite. Él no dice más. Aquellos que permanecen en su curiosidad por obtener más detalles sobre la condición de los resucitados se quedan entonces hambrientos, expectantes de explicaciones…

3. Esta plena comunión futura comienza a vivirse desde ahora, por la caridad y la justicia. Como los 7 hermanos del Libro de los Mártires de Israel (o Libro de los Macabeos) los creyentes a veces tienen verdugos, que se ríen de ellos, que son indiferentes a la fe, que no viven más que para el momento presente, sin más. Ante estos verdugos que cada semana cuestionan la fe de los cristianos, qué hace uno? La celebración eucarística ayuda a vivir en comunión con el Señor, con los otros, con los difuntos, para vivir plenamente un día con el Dios de los vivos?



2
Qué es la vida eterna prometida para aquellos que creen en Cristo?

Comencemos por ser claros, diciendo que es imposible hablar de VIDA ETERNA si antes no se ha creído en la existencia de Dios, uno y trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Es imposible creer en la vida eterna si no se asume y valora la Biblia como la carta de amor de Dios para toda la humanidad.

La vida eterna tal como la entiende la Sagrada Escritura es incompatible en la boca de un ateo, es imposible para los que han depositado toda su confianza en la Reencarnación, por ejemplo.

Es imposible aceptar la vida eterna si no se ha creído en la Resurrección de Cristo y no se toma su vida en serio; sino es Él el modelo en el que se juega nuestra existencia, sino es la medida de nuestro amor amar sin medida, al decir de San Agustín.

Sin lugar a dudas, en  nuestro mundo, en nuestra sociedad donde aparentemente hay una gran corriente de desacralización (negación de lo sagrado) y “desacramentalización” (omisión, negligencia de los sacramentos católicos), asumir la vida eterna y creer en ella tal como la presenta la Biblia y Jesús en los evangelios, no es algo evidente para muchos.

La expresión “vida eterna” aparece en el libro de Daniel 12,2, en asociación con el despertar de las personas que duermen “en la región del polvo” y en oposición con el “horror eterno”.
“Muchos de los que duermen en la región del polvo se despertarán, unos para la vida eterna, otros para el horror y la vergüenza eterna.” (Daniel 12,2)

Pero la  expresión “vida eterna”, también la podemos hacer remontar al libro del Génesis, capítulo 3, versículo 22, cuando Dios expulsa al ser humano del jardín del Edén:  “Entonces Yahvé Dios dijo: «Ahora el hombre es como uno de nosotros, pues se ha hecho juez de lo bueno y de lo malo. Que no vaya también a extender su mano y tomar del Árbol de la Vida, pues viviría para siempre.»

En su calidad de Creador, Dios es quien dona la vida; Él es la fuente y el medio de subsistencia. Separado del Creador, el ser humano no se beneficia de sus dones nada más que de manera parcial.
En Mateo 25,46, la Vida eterna es opuesta a la “pena eterna”:
“Y éstos irán a un suplicio eterno, y los buenos a la vida eterna.» (Mateo 25,46).

“No hay reposo, ni de día ni de noche, para los que adoran a la bestia y a su imagen, ni para quienes se dejan marcar con la marca de su nombre. El humo de su tormento se eleva por los siglos de los siglos.
(Apocalipsis 14,11).

El gran problema de nuestros días es relativizar la Palabra de Dios, racionalizarla, pretender explicarla a nuestra conveniencia. De ahí la negación de la existencia del diablo, por ejemplo, creer falsamente que todo el mundo se salvará porque Dios es muy pero muy bueno y que por tanto no espera de nosotros los esfuerzos, el sacrificio, la alabanza en grupo (Iglesia), la penitencia, el cambio de vida…Por eso es que los sacramentos católicos de la Eucaristía y la confesión personal de los pecados son minimizados, por no decir desvalorizados y por lo mismo poco frecuentados (amados).

El mundo corre a su perdición aceleradamente por adoptar una fe, una religión, un catolicismo “lights” (miren el acróstico):

Libres de ser comprendidos, (cada quien los entiende y vive a su manera),
Ignorados por quienes se presentan como sus enemigos,
Ganados o adquiridos sin el menor esfuerzo (“Todo el mundo se salvará”), 
Hacemos lo que nos conviene y cómo lo entendemos, 
Todo se juega acá sobre la tierra, es decir, no hay ningún futuro ni vida eterna, no hay más allá…
Salvarnos de qué? Preguntan los que no creen. Seamos felices, el resto es carreta.


Aproximación psicológica al texto del Evangelio:

La viuda de los 7 maridos:

Además de hablarnos de vida más allá de la muerte, de ser un pasaje donde se discute sobre la fe en la resurrección por creer en el Dios revelado de la Biblia, en este pasaje la cuestión es también de sexo.

Si lo han leído bien, este pasaje nos habla de sexualidad, y sexualidad que es relativizada por Jesús. Veamos.

La sexualidad es una experiencia transitoria, nos dice Jesús, ella pasará. Ella no es un absoluto, no más que el sábado, la LEY, el dinero…

Esto no quiere decir que Jesús relativice la sexualidad o que la presente como algo insignificante y banal, no. No olvidemos que si Jesús dice que la sexualidad pasará, Pablo afirma de igual modo que la FE, la esperanza y los carismas pasarán. ..(Lo que no morirá nunca es el amor, pues en el cielo nos seguiremos amando al lado de Dios).

Al decir que la sexualidad es relativa, Jesús nos deja la responsabilidad de descubrir por qué es ella relativa, a qué va ella asociada.

Los 7 hermanos de quienes se habla acá tenían relaciones sexuales por respetar la LEY (del Levirato). La ley del Levirato decía que si un hombre moría sin dejar descendencia, era obligación del hermano que le seguía tomar a la viuda como esposa para asegurarle descendencia al difunto.

Más cerca de nosotros, el tiempo no ha cambiado tanto o no estamos muy lejos de lo que otra gente, mujeres sobre todo, eran (o son hoy) obligadas a hacer:  tener relaciones por respetar la ley, “por cumplir con su deber conyugal” (se decía)…o bien para concebir y tener hijos… Mientras que esto era así, la actividad sexual del marido estaba ligada, muy a menudo, al fenómeno de estimulación y relajación psicológica.

 Para otros, hoy,  la sexualidad está ligada a una consideración económica, como en el caso de la prostitución.

La lista podría alargarse, porque la sexualidad es susceptible de ser asociada a una multitud de otras realidades como el amor, la seguridad, el chantaje, la seducción, la dulzura o la ternura, la confirmación personal de sí mismo, el placer, la castidad, el descubrimiento, el abandono, la costumbre, la violencia, la reconciliación, la aventura…

Al lanzarnos en la aventura y desafío de evangelizar nuestra sexualidad, acaso nos da Jesús puntos de referencia?

En el evangelio, cuando Jesús relativiza una realidad lo hace siempre para ponerla en relación con la persona humana.  Es el sábado que ha sido hecho para el hombre y no el hombre para el sábado. Uno puede continuar la cadena: es la sexualidad que ha sido hecha para el hombre y no el hombre para la sexualidad. Desde luego, toda experiencia sexual que humaniza verdaderamente a la pareja, es positiva y evangélica y a la inversa.

Esta afirmación permanece y aparece muy general, pero al menos abre hacia una orientación neta: es el crecimiento humano, la liberación de todo el potencial de la persona, que permanece como el criterio último de la actividad sexual. Cuando este criterio es reconocido y puesto en práctica, hay entonces convergencia con el proyecto profundo de Jesús:

Yo he venido para que tengan la Vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10)



REFLEXIÓN CENTRAL

Dios de vivos


Los textos litúrgicos de este domingo nos dirigen un mensaje de esperanza. Nos hablan de la resurrección de los muertos y de la vida en Dios. Este dogma (verdad irrefutable, que no se puede discutir y aceptar por la fe) hace parte de nuestra fe. De igual manera es el dogma más importante porque él nos muestra el objetivo de nuestra vida.

En la primera lectura, encontramos un testimonio de fe extraordinaria. Esto ocurre en una época dramática del pueblo de Israel: los emperadores griegos gobiernan Palestina; ellos quieren imponer su civilización, su cultura y su religión. Ellos encuentran en Israel una resistencia fuerte y de mucha convicción. El texto de este día nos habla de una madre y de sus 7 hijos que han sido arrestados. Se les quiere obligar a adherirse, unirse a la religión pagana. Al decidir permanecer fieles hasta su muerte, ellos testimonian su fe en la resurrección. Ellos comprenden que Dios no puede abandonar sus fieles.

Al escuchar este relato, pensamos en todos los cristianos que hoy son perseguidos a causa de su fe. Tenemos numerosos testimonios en diversos países del mundo, pero también en el nuestro, hasta en nuestras iglesias. Admiramos su fe, pero al mismo tiempo debemos escuchar sus cuestionamientos: "Qué han hecho ustedes de su bautismo?, cesen de instalarse en la indiferencia…Vivimos en un mundo que quiere ignorar la fe de los cristianos. Es ahí que somos enviados para ser los mensajeros de la Buena Noticia del Evangelio.

Como los mártires de Israel y como muchos creyentes de hoy, el apóstol Pablo es confrontado a "gente perversa" que no comparten su fe. Como sus mayores, él se arraiga en la fidelidad de Dios para resistir a sus enemigos. No hay otras armas más que las de la Palabra. Para perseverar con la fuerza de Cristo, él solicita la oración de todos. Él nos recuerda también que esta "carrera" de la Palabra es un asunto de todos y cada uno.

Expresando su confianza en Cristo, alienta o anima a los cristianos a perseverar firmes en la fe. No podemos temer a quienes pueden matar el cuerpo. El más grande peligro viene de aquellos que pueden matar el alma, alejándola de Dios.

La fe en la resurrección está en el centro del evangelio. Y por lo tanto, son muchos aquellos a quienes les cuesta aceptarla, mismo entre los cristianos. El evangelio de este día atestigua que esto no era muy evidente en el judaísmo de la época. Los fariseos la aceptaban. Pero los saduceos más conservadores, siempre la han rechazado porque ella no estaba inscrita en la Ley de Moisés. Ellos llegaban hasta tomar el asunto como un objeto de burla.

Los dos grupos, fariseos y Saduceos interrogan a Jesús para ponerlo a pruebae incomodarlo. En su respuesta, Jesús no hace referencia al libro de los Mártires de Israel o Crónicas, del cual acabamos de escuchar un fragmento. Él sabe que los Saduceos no lo aceptan como Palabra de Dios, pero Él cita el libro del Éxodo: Dios se presenta a Moisés como "el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob". Estos tres patriarcas han muerto hace mucho tiempo. Pero Jesús concluye que Dios no es el Dios de los muertos sino de los vivos.

He aquí la Buena noticia que se nos recuerda este domingo. Tras los pasos de los patriarcas y muchos otros creyentes, todos estamos llamados a esta vida nueva que Jesús llama el Reino de Dios. Este mundo nuevo no es la continuación de aquel en el que vivimos actualmente. Él es todo diferente. Hay una ruptura radical entre la vida actual y la vida del resucitado. Lo importante es confiar en Aquel que ha dicho "yo soy la resurrección y la vida…El que crea en mí vivirá eternamente.

Este tesoro de la resurrección, no podemos ( no debemos) guardarlo para nosotros. Debemos transmitirlo, gritarlo al mundo entero. Más allá de la muerte, viviremos en Dios y con Dios. Esta esperanza debe alimentar nuestra oración, sobre todo en este mes consagrado a los difuntos. No olvidemos nunca al Dios de vivos. Él nos llama a todos a compartir su vida desde ahora.

Señor, te pedimos: que la fe y la esperanza de la Iglesia sean para todos los hombres el anuncio de la vida eterna que quieres compartir con ellos.



2
Vivir para Dios

En la Biblia, la creencia o fe en la resurrección data del siglo II antes de Cristo, y sobre todo debido a la influencia de la filosofía griega en la cultura y pensamiento hebreo judío.

Sin lugar a dudas, la resurrección es de los dogmas que más polémicas y divisiones, opiniones ha suscitado y aun sigue suscitando hoy. Yo recuerdo por ejemplo que estudiando mismo teología en el seminario a principios de los 80s, uno podía percibir una corriente moderna y nueva que se agregaba a la resurrección propia de la fe de carbonero que yo al menos había aprendido personalmente por mi tradición y catecismo católicos durante mi infancia. En efecto, profesores eruditos y sabios sacerdotes infundían el concepto que la resurrección no había que entenderla literalmente como la vuelta a la vida de un cuerpo (o sea el hecho de que un cuerpo-cadáver reviviera), que la resurrección era una especie de alegoría o interpretación que quería decir que las palabras, la obra y la vida de Jesús no podían caer fácilmente en el olvido…que la resurrección se había de entender sobre este mundo presente  y que mejor dicho era fantasioso en pensar que Jesús pudiera en efecto habérsele aparecido realmente a los apóstoles, que más bien eran experiencias místicas, trances, como si se la hubieran fumado…Todo aquello era la influencia de la corriente teológica racionalista y la fuerte presencia de la denominada teología de la liberación…
Y ese error continúa extendiéndose: la pretensión de explicar la resurrección de Cristo, desvinculándola de su cuerpo depositado en el sepulcro. Es decir, según esta teoría, se podría decir que Cristo resucitó, aunque se encontrara su cadáver (¡!). Se trata de un intento de explicar la resurrección de Cristo de forma a histórica y desencarnada; que más bien parece confundir la resurrección con la inmortalidad del alma.
Inclusive durante mi segundo año de teología,  un padre considerado muy sabio y estudiado nos decía irónicamente y de manera hilarante haciéndonos reír: “No se asusten muchachos si un día encuentran los huesitos de Jesús…Eso no le quita nada a la Resurrección”.  Estas teorías son inaceptables desde la fe católica, y tienen su razón de ser en determinados prejuicios antropológicos, imposibles de compaginar con las afirmaciones de la Escritura.
El texto del evangelio de  este domingo nos dice que mismo en el tiempo de Jesús, antes de su muerte y resurrección había diferentes opiniones y facciones con respecto a la vida después de la muerte. Los fariseos creían bien en la resurrección, pero los saduceos no, ellos la consideraban absurda e imposible y por eso vienen hasta Jesús con una historia ridícula que pretende también ridiculizarle a Él ante el pueblo y sus seguidores.

Esta historia de la mujer que se había casado con los 7 hermanos sucesivamente, traía a colación la denominada ley del levirato, instituida por Moisés en el Antiguo Testamento (800 A.C). Si un hombre moría sin haber tenido descendencia, su hermano menor debía casarse con la viuda, su cuñada para darle herederos a su hermano, y este hijo sería reconocido como hijo del difunto (cfr.Deuteronomio 25,5-10). La respuesta de Jesús es neta. No piensen en el otro mundo como la réplica del mundo presente. Los resucitados no se casan y no mueren. Ellos no tienen necesidad de reproducirse como aquí abajo, porque nuestra reproducción es la victoria sobre la muerte. Ellos serán como ángeles, lo que quiere decir que estarán del lado divino de la existencia.

Yo pienso que Jesús diría la misma cosa sobre nuestras discusiones alrededor de la reencarnación y de las transformaciones del alma en diferentes estados (la metempsicosis). Esos son problemas de representación y de imaginación. Uno pierde el tiempo, porque ese género de discusiones conducen a razonamientos absurdos o a una angustia mórbida.

Creer en Dios, depositar, confiar la vida en Él, a veces hasta la muerte. Es tener la convicción que Dios nos acordará la Vida Eterna. Cuál será la manera de vivirse esta vida, nadie lo sabe.

Después de haber rechazado la manera como preguntan sobre la resurrección los saduceos, Jesús dice por qué cree Él en la resurrección.

Moisés habla del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Estos ancestros están muertos.  Si la muerte los ha devorado enteramente, no hay Dios para ellos, porque Dios no es un Dios de muertos. Él es fuerza de vida, el Dios de los vivos (o vivientes). Si Moisés ha podido hablar del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, es precisamente porque Abraham, Isaac y Jacob están vivos, y que Dios los ha arrancado de la muerte.

Jesús creía en la resurrección, porque era impensable para Él que Dios dejara a sus hijos sumidos en el sueño de la muerte. En un plano meramente humano, la vida debería terminarse con la muerte, puesto que es la regla de la vida biológica. El cuerpo se pudre y se disuelve. El espíritu se desvanece. El ser humano es también un animal mortal. Pero Jesús tenía la convicción que el Padre nos había creado a su imagen. La muerte no podía ser la última palabra de nuestra aventura, ni el final del camino.

Jesús ha tenido la convicción que el Padre no lo dejaría muerto. Es en Jesús que la resurrección se realiza, se cumple, y es en Él que poseemos la vida eterna, desde ahora y más allá de la muerte.

Así pues, creer en la resurrección corporal, no es creer en la reanimación de un cadáver. Es creer en la vida de la persona real, y esta persona es un ser encarnado y carnal, cuerpo y alma.

Cuál transformación hay y habrá entre la vida carnal (física) en este mundo y la vida de plenitud en Dios?  Eso, no lo sabemos, y yo pienso por mi parte, que toda suposición en este campo es simple fantasía.

No tenemos sino la promesa de Jesús: «Yo soy la resurrección (y la vida). El que cree en mí, aunque muera, vivirá. El que vive, el que cree en mí, no morirá para siempre.”
En el cielo, según Jesucristo nuestra manera de vivir con los otros será diferente, nueva, sin límites. Él no dice nada más. Aquellos que permanecen o se quedan expectantes y curiosos de detalles sobre la condición de los resucitados quedan entonces insatisfechos, no saciados

Esta plena comunión futura comienza a vivirse desde ahora, por la caridad y la justicia. Como los 7 hermanos del libro de los Macabeos (o Mártires de Israel) citados en la primera lectura, los creyentes tienen a veces verdugos, que ríen de ellos, que son indiferentes a la fe, que no viven sino para el momento presente, sin más. Ante esos verdugos, que cada semana, ponen en duda la fe de los cristianos, que hace uno? La celebración eucarística ayuda a vivir en comunión con el Señor, con los otros, con los difuntos, para vivir plenamente un día con el Dios de quienes están verdaderamente vivos?

Mas para ser considerados dignos de entrar en “ese otro mundo”, donde podremos saciarnos de la presencia de Dios, con recitar el Credo (la profesión de fe) no es suficiente. Es necesario desde ahora vivir para el Señor, siendo fieles a su Palabra, como lo fueron los 7 jóvenes hermanos Macabeos hace más de dos mil años y otros tantos después de ellos, mártires y santos de ayer y hoy.

3

Los muertos se levantarán

 

En cuanto a saber si los muertos resucitan, el mismo Moisés lo dio a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor: Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.

Él no es Dios de muertos, sino de vivos, y todos viven por él.»

 

Lucas 20:37-38

 

 

A medida que nos acercamos al final de este año de la Iglesia, nuestras lecturas comienzan a enfocarse más claramente en las cosas finales por venir. La Palabra de Dios de este domingo nos habla sobre la resurrección de los muertos, sobre la vida después de la muerte.

La tercera y última venida es cuando Jesús regrese a la Tierra en esplendor y gloria. Será “el fin del mundo tal como lo conocemos”. Será un tiempo cuando Su Reino permanente sea establecido. Hay mucho que decir sobre este momento de la historia y, de hecho, es bastante fascinante reflexionar sobre él. 

Si leyera los párrafos 671-680 del Catecismo de la Iglesia Católica, descubriría que casi se lee como una novela de misterio de ciencia ficción futurista profundamente intrigante. 

Resumen

680 Cristo, el Señor, reina ya por la Iglesia, pero todavía no le están sometidas todas las cosas de este mundo. El triunfo del Reino de Cristo no tendrá lugar sin un último asalto de las fuerzas del mal.

681 el día del Juicio, al fin del mundo, Cristo vendrá en la gloria para llevar a cabo el triunfo definitivo del bien sobre el mal que, como el trigo y la cizaña, habrán crecido juntos en el curso de la historia.

682 Cristo glorioso, al venir al final de los tiempos a juzgar a vivos y muertos, revelará la disposición secreta de los corazones y retribuirá a cada hombre según sus obras y según su aceptación o su rechazo de la gracia.

 

La única diferencia es que todo es verdad, todo es glorioso y está más allá de cualquier misterio que podamos comprender hasta que realmente suceda. ¡Y tendrá lugar en un momento definitivo en el tiempo por venir!

Entonces, ¿qué significa todo esto? Significa que Jesús regresará en todo su esplendor y gloria. Regresará físicamente a la Tierra un día radiante y glorioso. Lo veremos, y el mundo como lo conocemos actualmente llegará a su fin. En ese momento Dios establecerá Su Reino permanente y tanto el Cielo como la Tierra se unirán como uno solo. Será “un cielo nuevo y una tierra nueva” ( Apocalipsis 21:1 ). El Cielo y la Tierra anteriores pasarán y se establecerá el nuevo orden.

¡Pero eso no es todo! En ese momento en el tiempo todos los muertos resucitarán. Así es, todas las personas que alguna vez han muerto resucitarán. Esto significa que todos los que han sido “sepultados” en un cementerio o en otro lugar serán devueltos a la vida, se les dará un nuevo cuerpo glorificado, y ese cuerpo se volverá a unir a su alma. 

El Catecismo también afirma:

Cuando venga al final de los tiempos a juzgar a vivos y muertos, el Cristo glorioso revelará la disposición secreta de los corazones y dará a cada uno según sus obras y según su aceptación o rechazo de la gracia. (#682)

Este es un pensamiento fascinante, ¡y también un poco aterrador! Significa que todo lo que está oculto saldrá a la luz. Esto puede ser bueno o malo dependiendo de lo que esté oculto. El pensamiento debe llenarnos con un poco de temor sagrado y también debe llenarnos con un gozo sagrado. El temor santo es en realidad un regalo de Dios para ayudarnos a eliminar cualquier pecado secreto y oculto que tengamos ahora o con el que hayamos luchado en el pasado. Dado que, de hecho, todo saldrá a la luz algún día, es mejor que nos ocupemos de ello ahora para que nuestro pecado ya no exista. Si lo hacemos, incluso nuestro pecado se convierte en virtud y gracia. Y luego, al final de los tiempos, esa gracia y virtud es lo que se manifestará. Esta manifestación de nuestra virtud será motivo de santo gozo no sólo para nosotros, sino también para los demás a quienes se manifieste. 

Seremos juzgados, entonces, en base a lo que hay dentro de nuestra conciencia. Ya no será solo exterior. No seremos capaces de poner buena cara y pretender ser alguien que no somos. La verdad completa saldrá a la luz y se hará manifiesta para que todos la vean de acuerdo con el plan de Dios. 

Otra cosa para tener en cuenta es que en el Juicio Final incluso aquellos que están en el Infierno se levantarán. ¿Por qué? Porque como humanos estamos destinados a estar eternamente unidos con nuestros cuerpos. Somos, en esencia, cuerpo y alma. Entonces incluso los muertos recibirán sus cuerpos de vuelta. Pero, lamentablemente, entonces sufrirán eternamente, no solo espiritualmente sino también físicamente. Lo que esto realmente implica no lo sabemos. Pero será un verdadero dolor de pérdida. Pérdida de Dios y pérdida en la que el cuerpo y el alma no podrán compartir la vida con Dios. Esto puede parecer duro e injusto, pero debemos recordarnos a nosotros mismos que Dios es perfectamente justo y amoroso y, sin importar cómo se viva esta pérdida y este sufrimiento eternos, es correcto y justo.

¿Cómo será esta nueva vida para aquellos que comparten la Resurrección a una nueva vida? Será la vida con Dios, física y espiritualmente, así como la vida con los demás. El Libro del Apocalipsis habla simbólicamente de esta nueva vida como ciudad donde Dios está en el trono en el centro de la ciudad. La luz brilla desde Él, por lo que no hay necesidad del sol ni de la luna. Las calles son de oro. Las puertas llenas de piedras preciosas. Y mucho más. Este lenguaje simbólico no debe tomarse literalmente, sino que debe verse como una imaginería que nos ayuda a comprender la belleza, el esplendor y la magnificencia de la vida que nos espera. Son los nuevos Cielos y la nueva Tierra.

 

Señor, que siempre esté listo para saludarte y acogerte cuando vengas. Te agradezco por Tu perfecta promesa de resucitar a todos de entre los muertos y traer nueva vida. Hazme un instrumento tuyo para reunir a muchos en este Reino futuro y glorioso, amado Señor. Jesús, en Ti confío.



OBJETIVO DE VIDA PARA LA SEMANA:

1.    Yo me pregunto acerca de mi fe en la Resurrección y en la Vida Eterna: soy sincero al proclamarla?

2.    Jesús no se amilanó, ni se echó para atrás cuando fue cuestionado: me muestro atento a mi manera de testimoniar mi fe  y mi vida por Dios.

3.    Oro por las personas difuntas de mi familia.





ORACIÓN-MEDITACIÓN

Tú eres Señor, la Resurrección y la Vida.
De ayer a hoy, el tiempo pasa y nosotros pasamos,
la vida se usa y nos usa.
Tanto va el cántaro al agua hasta que por fin se rompe,
y apenas uno ha aprendido a vivir,
Se debe dejar el lugar a los otros.

Tú eres Señor, la Resurrección y la Vida.
Cada quien piensa que va a transformar el mundo
y que abolirá todas las cadenas de la esclavitud.
Cada quien se siente honesto, puro, leal y verdadero,
pero el mal nos gangrena el corazón,
y al final del camino
la evaluación o examen de lo vivido es insatisfactorio.

Tú eres Señor, la Resurrección y la Vida,
nuestra esperanza está puesta en Ti, solo en Ti,
Tú, nuestro Padre,
creador del tiempo y de la historia.
Tú, nuestro hermano, nuestro compañero de camino,
Tú, Jesucristo y Señor, Hijo Bien Amado del Padre.
Tú nuestro aliento divino y nuestro huésped interior,
Tú, el Espíritu que perdona y hace renacer.
Tú eres, Señor, la Resurrección y la Vida.
Amén.



REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:



- http://vieliturgique.ca

- http://prionseneglise.ca

- http://paroissesaintefamilledevalcourt.org

- Pequeño Misal "Prions en Église", edición Quebequense. Novalis. 2010, 2013.

- HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.

-  http://dimancheprochain.org


- BEAUCHAMP, André. Comprendre la parole, année C. Novalis. 2007.

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