14 de noviembre del 2022: lunes de la trigésima tercera semana del tiempo ordinario

  

(Apocalipsis 1, 1-4; 2, 1-5a) “Bienaventurados los que escuchan.” Vivimos en una sociedad donde oímos mucho ruido, pero donde escuchamos poco. Walkmans, rugido de motores, música de fondo omnipresente, etc. Sí, multitud de sonidos llegan a nuestros oídos. Pero, ¿realmente escuchamos a Dios, y luego a los demás, cuando nos hablan al corazón?

 


Primera lectura

Comienzo del libro del Apocalipsis (1,1-4;2,1-5a):

Revelación de Jesucristo, que Dios le encargó mostrar a sus siervos acerca de lo que tiene que suceder pronto. La dio a conocer enviando su ángel a su siervo Juan, el cual fue testigo de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo de todo cuanto vio. Bienaventurado el que lee, y los que escuchan las palabras de esta profecía, y guardan lo que en ella está escrito, porque el tiempo está cerca.
Juan a las siete iglesias de Asia:
«Gracia y paz a vosotros
de parte del que es, el que era y ha de venir;
de parte de los siete Espíritus que están ante su Trono».
Escuché al Señor que me decía:
Escribe al ángel de la Iglesia en Éfeso:
«Esto dice el que tiene las siete estrellas en su derecha, el que camina en medio de los siete candelabros de oro. Conozco tus obras, tu fatiga, tu perseverancia, que no puedes soportar a los malvados, y que has puesto a prueba a los que se llaman apóstoles, pero no lo son, y has descubierto que son mentirosos. Tienes perseverancia y has sufrido por mi nombre y no has desfallecido. Pero tengo contra ti que has abandonado tu amor primero. Acuérdate, pues, de dónde has caído, conviértete y haz las obras primeras».

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 1,1-2.3.4.6

R/. Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida.

V/. Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.

V/. Será como un árbol,
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.

V/. No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,35-43):

Cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le informaron:
«Pasa Jesús el Nazareno».
Entonces empezó a gritar:
«¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!».
Los que iban delante lo regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte:
«Hijo de David, ten compasión de mí!».
Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.
Cuando estuvo cerca, le preguntó:
«¿Qué quieres que haga por ti?».
Él dijo:
«Señor, que recobre la vista».
Jesús le dijo:
«Recobra la vista, tu fe te ha salvado».
Y enseguida recobró la vista y lo seguía, glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.

Palabra del Señor

 

****************

 

¡Permanecer en el amor!

 

El Apocalipsis es, ante todo, un libro de consuelo y esperanza para los creyentes y que permite perseverar en los momentos de prueba confiando en Jesucristo. El Apocalipsis describe o pinta a Jesús bajo un día diferente al de los evangelios y las cartas del Nuevo Testamento. Jesús es Aquel que ha vencido el mal una primera vez triunfando sobre la muerte. Él la vencerá definitivamente para permitirle a los creyentes el acceso al Reino de Dios en la Nueva Jerusalén (capítulo 21).

El Apocalipsis ha sido fuente de inspiración para muchos autores y artistas, y más recientemente para los realizadores de películas. Con un lenguaje codificado, el Apocalipsis es también imagen de decodificación de muchas obras de arte, de la literatura o del espectáculo.

Los primeros versículos que leemos o escuchamos hoy nos anuncian o muestran de entrada el hilo conductor del libro: La Revelación de Jesucristo aporta la alegría a todo aquel que sabe aprovechar la lectura y escucha del mensaje que Juan anuncia de la parte de Dios.

Después se despliega un mensaje para las 7 Iglesias: Pérgamo, Esmirna, Éfeso, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea.

Hoy escuchamos el inicio del mensaje de la carta dirigida a la Iglesia de Éfeso: y se le reconoce su fuerza que consiste en haberse comportado como le conviene a una Iglesia perteneciente a Cristo, pero ella no ha actuado con buenas razones; ella ya no profesa más el amor apasionado de los primeros días a Cristo, luego, este amor es el que une la Iglesia a Cristo y es este amor que la debe hacer vivir.

¿Examinémonos hoy como creyentes y seguidores de Cristo cómo está ese amor primero por Él, ese amor revelado o manifiesto en nuestro Bautismo…Qué hemos hecho de nuestro bautismo? ¿Hemos sido testigos fieles del amor de Dios a lo largo de nuestra vida, y de acuerdo con nuestra vocación o llamada que nos ha hecho el Señor?

 

 

¡Clamando misericordia!

 

pero él gritaba más fuerte:
«Hijo de David, ten compasión de mí!».

Lucas 18:39c

 

¡Bien por él! Aquí estaba un mendigo ciego que fue maltratado por muchos. Fue tratado como si no fuera bueno, como un pecador. 

Cuando comenzó a clamar por la misericordia de Jesús, los que lo rodeaban le dijeron que se callara. Pero ¿qué hizo el ciego? ¿Cedió ante su opresión y ridículo? Ciertamente no. En cambio, "¡Siguió gritando cada vez más!" Y Jesús se dio cuenta de su fe y lo sanó.

Hay una gran lección de vida de este hombre para todos nosotros. Hay muchas cosas que encontraremos en la vida que nos deprimen, nos desaniman y nos tientan a la desesperación. Hay muchas cosas que son opresivas para nosotros y difíciles de manejar. ¿Entonces, qué debemos hacer? ¿Deberíamos ceder a la lucha y luego retirarnos a un agujero de autocompasión?  

Este ciego nos da el testimonio perfecto de lo que debemos hacer. Cuando nos sintamos oprimidos, desanimados, frustrados, incomprendidos o similares, deberemos usar esto como una oportunidad para volvernos a Jesús con aún mayor pasión y coraje invocando Su misericordia.

Las dificultades en la vida pueden tener uno de dos efectos en nosotros. O nos derrotan o nos hacen más fuertes. 

La forma en que nos hacen más fuertes es fomentando dentro de nuestras almas una confianza y una dependencia aún mayores en la misericordia de Dios.

Reflexiona hoy sobre aquello que más te tienta a desanimarte. ¿Qué es lo que le resulta opresivo y difícil de tratar? Usa esa lucha como una oportunidad para clamar con aún más pasión y celo por la misericordia y la gracia de Dios.

 

Señor, en mi debilidad y lucha, ayúdame a volverme a Ti con aún más pasión. Ayúdame a confiar en ti aún más en momentos de angustia y frustración en la vida. Que la maldad y la dureza de este mundo solo fortalezcan mi resolución de volverme a Ti en todas las cosas. Jesús, en Ti confío.

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