8 de noviembre del 2022: martes de la trigésima segunda semana del tiempo ordinario
(Lucas
17:7-10) En nuestro mundo donde se valora tanto el reconocimiento
social, es bueno que recordemos la profunda satisfacción que proviene del
simple sentimiento de logro. ¡Y cuánto más nos llena de alegría el
servicio a Dios y a su justicia!
Primera lectura
Lectura de la carta
del apóstol san Pablo a Tito (2,1-8.11-14):
Habla de lo que es conforme a la sana doctrina. Di a los ancianos que sean
sobrios, serios y prudentes; que estén robustos en la fe, en el amor y en la
paciencia. A las ancianas, lo mismo: que sean decentes en el porte, que no sean
chismosas ni se envicien con el vino, sino maestras en lo bueno, de modo que
inspiren buenas ideas a las jóvenes, enseñándoles a amar a los maridos y a sus
hijos, a ser moderadas y púdicas, a cuidar de la casa, a ser bondadosas y sumisas
a los maridos, para que no se desacredite la palabra de Dios. A los jóvenes,
exhórtalos también a ser prudentes, presentándote en todo como un modelo de
buena conducta. En la enseñanza sé íntegro y grave, con un hablar sensato e
intachable, para que la parte contraria se abochorne, no pudiendo criticarnos
en nada. Porque ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para
todos los hombres, enseñándonos a renunciar a la impiedad y a los deseos
mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa,
aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y
Salvador nuestro, Jesucristo. Él se entregó por nosotros para rescatarnos de
toda maldad y para prepararse un pueblo purificado, dedicado a las buenas
obras.
Palabra de Dios
Salmo
Sal
36,3-4.18.23.27.29
R/. El Señor es quien salva a los justos
Confía en el Señor y haz el bien,
habita tu tierra y practica la lealtad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón. R/.
El Señor vela por los días de los buenos,
y su herencia durará siempre.
El Señor asegura los pasos del hombre,
se complace en sus caminos. R/.
Apártate del mal y haz el bien,
y siempre tendrás una casa;
pero los justos poseen la tierra,
la habitarán por siempre jamás. R/.
Lectura del santo
evangelio según san Lucas (17,7-10):
En aquel tiempo, dijo el Señor: «Suponed que un criado vuestro trabaja como
labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice:
"En seguida, ¿ven y ponte a la mesa”? ¿No le diréis: "¿Prepárame de
cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”?
¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo
vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres
siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."»
Palabra del Señor
Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid:
"Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."»
Esta es una frase difícil de
decir y es aún más difícil de decir realmente cuando se experimenta en carne
propia y después de un gran esfuerzo y sacrificio.
Imagínese el contexto en el
que debe hablarse y vivirse esta actitud hacia el servicio cristiano. Por
ejemplo, imagine una madre que pasa el día limpiando y luego preparando la
comida familiar. Al final del día, es ciertamente agradable ser reconocida
por su arduo trabajo y que se le agradezca por ello. Por supuesto, cuando
la familia agradece y reconoce este servicio amoroso, esta gratitud es
saludable y no es más que un acto de amor. Es bueno ser agradecido y
expresarlo. Pero este pasaje no se trata tanto del hecho de que debemos
esforzarnos por ser agradecidos por el amor y el servicio de los demás, sino
más bien de nuestra propia motivación para el servicio. ¿Sirves para ser
agradecido? ¿O brindas servicio porque es bueno y correcto servir?
Jesús deja claro que nuestro
servicio cristiano a los demás, ya sea en la familia o en algún otro contexto,
debe estar motivado principalmente por un cierto deber de
servicio. Debemos servir por amor sin importar la receptividad o el
reconocimiento de los demás.
Imagina, entonces, si pasaras
tu día en algún servicio y ese servicio fuera hecho por tu amor a los
demás. Luego imagina que nadie expresó gratitud por tu
trabajo. ¿Debería eso cambiar tu compromiso con el servicio? ¿Debería
la reacción, o la falta de reacción, de otros disuadirte de servir como Dios
quiere que sirvas? Ciertamente no. Debemos servir y cumplir con
nuestro deber cristiano simplemente porque es lo correcto y porque es lo que
Dios quiere de nosotros.
Reflexiona hoy sobre tu
motivación para el servicio amoroso a los demás. Trata de sentir estas
palabras del Evangelio dentro del contexto de tu vida. Puede ser difícil
al principio, pero si puedes servir con la mente de que eres un “siervo inútil”
y que no has hecho nada más que lo que estabas “obligado a hacer”, entonces
encontrarás que tu caridad adquiere toda una nueva profundidad.
Señor, ayúdame a servir
libremente y de todo corazón por amor a ti y a los demás. Ayúdame a dar de
mí mismo sin importar la reacción de los demás y a encontrar satisfacción sólo
en este acto de amor. Jesús, en Ti confío.
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