18 de noviembre del 2022: viernes de la trigésima tercera semana del tiempo ordinario
(Lucas 19, 45-48) Jesús, en su lucha contra todo lo que enajena o quiebra al ser humano, no puede soportar que el Templo se haya convertido en una “cueva de bandidos”. El Señor habita en lo más íntimo de cada persona. Todos nosotros estamos llamados a vivir por la santidad misma de Dios.
Primera lectura
Lectura del libro
del Apocalipsis (10,8-11):
Yo, Juan, escuché la voz del cielo que se puso a hablarme de nuevo diciendo:
«Ve a tomar el librito abierto de la mano del ángel que está de pie sobre el
mar y la tierra».
Me acerqué al ángel y le pedí que me diera el librito. Él me dice:
«Toma y devóralo; te amargará en el vientre, pero en tu boca será dulce como la
miel».
Tomé el librito de mano del ángel y lo devoré; en mi boca sabía dulce como la
miel, pero, cuando lo comí, mi vientre se llenó de amargor.
Y me dicen:
«Es preciso que profetices de nuevo sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y
reinos».
Palabra de Dios
Salmo
Sal
118,14.24.72.103.111.131
R/. ¡Qué dulce al paladar tu promesa, Señor!
V/. Mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas. R/.
V/. Tus preceptos son mi delicia,
tus enseñanzas son mis consejeros. R/.
V/. Más estimo yo la ley de tu boca
que miles de monedas de oro y plata. R/.
V/. ¡Qué dulce al paladar tu promesa:
más que miel en la boca! R/.
V/. Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón. R/.
V/. Abro la boca y respiro,
ansiando tus mandamientos. R/.
Lectura del santo
evangelio según san Lucas (19,45-48):
EN aquel tiempo, Jesús entró en el templo y se puso a echar a los
vendedores, diciéndoles:
«Escrito está: “Mi casa será casa de oración”; pero vosotros la habéis hecho
una “cueva de bandidos”».
Todos los días enseñaba en el templo.
Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo
buscaban acabar con él, pero no sabían qué hacer, porque todo el pueblo estaba
pendiente de él, escuchándolo.
Palabra del Señor
Purificación
Jesús
entró en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles:
«Escrito está: “Mi casa será casa de oración”; pero vosotros la habéis hecho
una “cueva de bandidos”».
Lucas 19: 45-46
Este pasaje no solo revela
algo que Jesús hizo hace mucho tiempo, también revela algo que Él desea hacer
hoy. Además, desea hacer esto de dos maneras: desea desarraigar todo mal
del templo de nuestro mundo y desea desarraigar todo mal del templo de nuestro
corazón.
Con respecto al primer punto,
es claro que la maldad y la ambición de muchos a lo largo de la historia han
calado en nuestra Iglesia y en el mundo. Esto no es nada nuevo. Lo
más probable es que todos hayan encontrado algún tipo de daño por parte de la
Iglesia misma, de la sociedad e incluso de la familia. Jesús no promete la
perfección de aquellos con los que nos encontramos todos los días, pero sí
promete ir enérgicamente tras el mal y desarraigarlo.
En cuanto al segundo y más
importante punto, debemos ver este pasaje como una lección para nuestra propia
alma. Cada alma es un templo que debe ser reservado únicamente para la
gloria de Dios y el cumplimiento de su santa voluntad. Por lo tanto, este
pasaje se cumple hoy si permitimos que nuestro Señor entre y vea la maldad y la
inmundicia dentro de nuestras propias almas. Esto puede no ser fácil de
hacer y requerirá una verdadera humildad y entrega, pero el resultado final
será limpieza y purificación por parte de nuestro Señor.
Reflexiona hoy sobre el hecho
de que Jesús desea llevar a cabo la purificación de muchas maneras. Él
desea purificar a la Iglesia en su conjunto, a cada sociedad y comunidad, a tu
propia familia y especialmente a tu alma. No tengas miedo de dejar que la
santa ira de Jesús obre su poder. Ora por la purificación en todos los
niveles y permite que Jesús cumpla su misión.
Señor, oro por la purificación
de nuestro mundo, nuestra Iglesia, nuestras familias y muy especialmente mi
propia alma. Te invito a que vengas a mí este día para revelarme qué es lo
que más te aflige. Te invito a arrancar de mi corazón todo lo que te
desagrada. Jesús, en Ti confío.
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