25 de noviembre del 2022: viernes de la trigésima cuarta semana del tiempo ordinario

 

(Apocalipsis 20, 1-4.11 — 21, 2) El Apocalipsis utiliza el cielo como una gran pantalla en la que proyecta lo que la fe nos da para ver más allá de las apariencias de nuestra historia. ¿Tengo suficiente esperanza y fe en mí mismo para prever el inevitable advenimiento de un cielo y una tierra nuevos?

 


Primera lectura

Lectura del libro del Apocalipsis (20,1-4.11-15):

Yo, Juan, vi un ángel que bajaba del cielo con la llave del abismo y una cadena grande en la mano. Sujetó al dragón,
la antigua serpiente, o sea, el Diablo o Satanás, y lo encadenó por mil años; lo arrojó al abismo, echó la llave y puso un sello encima, para que no extravíe a las naciones antes que se cumplan los mil años. Después tiene que ser desatado por un poco de tiempo. Vi unos tronos y se sentaron sobre ellos, y se les dio el poder de juzgar; vi también las almas de los decapitados por el testimonio de Jesús y la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen y no habían recibido su marca en la frente ni en la mano. Estos volvieron a la vida y reinaron con Cristo mil años.
Vi un trono blanco y grande, y al que estaba sentado en él. De su presencia huyeron cielo y tierra, y no dejaron rastro. Vi a los muertos, pequeños y grandes, de pie ante el trono. Se abrieron los libros y se abrió otro libro, el de la vida. Los muertos fueron juzgados según sus obras, escritas en los libros. El mar devolvió a sus muertos, Muerte y Abismo devolvieron a sus muertos, y todos fueron juzgados según sus obras. Después, Muerte y Abismo fueron arrojados al lago de fuego —el lago de fuego es la muerte segunda—. Y si alguien no estaba escrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego.
Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios, preparada como una esposa que se ha adornado para su esposo.

Palabra de Dios



Salmo

Sal 83

R/. He aquí la morada de Dios entre los hombres.

V/. Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo. R/.

V/. Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor del universo,
Rey mío y Dios mío. R/.

V/. Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Dichoso el que encuentra en ti su fuerza.
Caminan de baluarte en baluarte. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,29-33):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos una parábola:
«Fijaos en la higuera y en todos los demás árboles: cuando veis que ya echan brotes, conocéis por vosotros mismos que ya está llegando el verano.
Igualmente vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».

Palabra del Señor

 


El Señor es Rey

 

“Sabed que está cerca el reino de Dios”

Lucas 21:31b

 

Oramos por esto cada vez que rezamos la oración del “Padre Nuestro”. Oramos para que “venga tu reino”. ¿Lo dices en serio cuando oras así?

En este pasaje del Evangelio, Jesús afirma que el Reino de Dios está cerca. Está cerca, pero muy a menudo también está muy lejos. Está cerca en un doble sentido. Primero, está cerca porque Jesús regresará en todo su esplendor y gloria y hará nuevas todas las cosas. Así, Su Reino permanente vendrá a establecerse.

En segundo lugar, Su Reino está cerca en el sentido de que está a solo una oración de distancia. Jesús anhela venir a establecer Su Reino dentro de nuestros corazones, si lo dejamos entrar. Desafortunadamente, a menudo no lo dejamos entrar, y así no entramos de lleno en su santa y perfecta voluntad. A menudo dudamos en abrazarlo completamente y permitir que Su Reino se establezca dentro de nosotros.  

¿Te das cuenta de lo cerca que está Su Reino? ¿Te das cuenta de que es sólo una oración y un acto de tu voluntad alejarte? Jesús puede venir a nosotros y hacerse cargo de nuestras vidas si se lo permitimos. Él es el Rey todopoderoso que es capaz de transformarnos en una nueva creación. Él es capaz de traer perfecta paz y armonía a nuestra alma. Él es capaz de hacer cosas grandes y hermosas dentro de nuestros corazones. Sólo tenemos que decir la palabra, y decirla en serio, y Él vendrá.

Reflexiona, hoy, sobre el deseo del corazón de Jesús de venir a ti y establecer Su Reino en tu vida. Él anhela ser tu Gobernante y Rey y gobernar tu alma en perfecta armonía y amor. Deja que Él venga y establezca Su Reino dentro de ti.  

Señor, te invito a que vengas y tomes posesión de mi alma. Te elijo mi Señor y mi Dios. Renuncio al control de mi vida y te elijo libremente como mi Dios y Rey divino. Jesús, en Ti confío.

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