10 de diciembre del 2023: segundo domingo de Adviento- Ciclo B
Despejar el camino
Vicente Leclercq, sacerdote
asuncionista
Primera lectura
«Consolad, consolad a mi pueblo, –dice vuestro Dios–; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle, que se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados.»
Una voz grita: «En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres juntos –ha hablado la boca del Señor–.»
Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión; alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén; álzala, no temas, di a las ciudades de Judá: «Aquí está vuestro Dios. Mirad, el Señor Dios llega con poder, y su brazo manda. Mirad, viene con él su salario, y su recompensa lo precede. Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne, toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres.»
Palabra de Dios
R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.
La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.
El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R/.
No perdáis de vista una cosa: para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no tarda en cumplir su promesa, como creen algunos. Lo que ocurre es que tiene mucha paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan. El día del Señor llegará como un ladrón. Entonces el cielo desaparecerá con gran estrépito; los elementos se desintegrarán abrasados, y la tierra con todas sus obras se consumirá. Si todo este mundo se va a desintegrar de este modo, ¡qué santa y piadosa ha de ser vuestra vida! Esperad y apresurad la venida del Señor, cuando desaparecerán los cielos, consumidos por el fuego, y se derretirán los elementos. Pero nosotros, confiados en la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia. Por tanto, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con él, inmaculados e irreprochables.
Palabra de Dios
Llamados al desierto
Comienza el Evangelio de
Jesucristo, Hijo de Dios.
Está escrito en el profeta
Isaías: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una
voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus
senderos."
Estas, las primeras líneas del
Evangelio de San Marcos, nos presentan a San Juan Bautista.
Juan fue aquel que Isaías
profetizó que vendría antes del Mesías. A Juan se le dio la
responsabilidad y el privilegio de ser el preparador más inmediato para el
Salvador del mundo.
Quizás si a la mayoría de la
gente se le diera la tarea de instruir a Juan sobre la mejor manera de preparar
el camino para el Señor, le dirían que debe acudir a los líderes del pueblo, a
las autoridades civiles, a los influyentes y a los de estatus en la sociedad
para ganarse la vida. ellos primero. Muchos llegarían a la conclusión de
que el Mesías necesitaba contar con el apoyo total de los líderes de ese
momento. Pero obviamente eso no es lo que hizo Juan.
Juan el Bautista, inspirado
por el Espíritu Santo, no fue llevado a los hogares de los más prestigiosos y
ricos, ni a los salones de los gobernadores civiles, ni a las sinagogas o al
Templo. En cambio, Juan fue conducido al desierto. Y en el desierto,
ese lugar seco y desierto, atrajo a muchas personas hacia sí y hacia su mensaje
de arrepentimiento.
Dios continúa llamando a
muchos hoy a seguir los pasos de Juan el Bautista. Aunque Juan fue una
persona real enviada a una misión real en un momento particular, la misión que
cumplió es una que todavía necesita cumplirse de varias maneras hoy en día. Aún
es necesario preparar el “camino del Señor”. El Señor todavía desea venir
a muchos y necesita profetas que preparen el camino para su continua venida por
gracia. ¿Eres una de esas personas?
A decir verdad, cada uno de
nosotros, ricos o pobres, eruditos o ignorantes, jóvenes o viejos, etc., somos
llamados por Dios a preparar el camino para Su venida por gracia todos los
días.
Estamos llamados a preparar el
camino llamando a otros al arrepentimiento sincero y a la conversión de
vida. Esto se hace por el testimonio de nuestras acciones, por nuestras
palabras y por muchas otras formas que Dios llama.
¿Cómo te está llamando Dios a
hacer Su obra? Ciertamente te está llamando. Simplemente necesitas
estar abierto a ese llamado y responder generosamente.
Reflexiona hoy sobre ese
“desierto” al que has sido llamado, para prepararte a ti mismo y a los demás
para la venida de Cristo.
Ese desierto es cualquier
lugar donde hay necesidad y todo lugar donde nuestro Señor no está. Puede
ser tu familia, ambiente de trabajo, comunidad, entre amigos o cualquier lugar
que carezca de la sobreabundancia de la gracia de Dios. Busque entrar en
esos desiertos y estar abierto a ser un canal de la gracia de nuestro Señor
para los necesitados.
Señor, Tú deseas venir a mí y
a todos Tus hijos todos los días. Por favor, úsame no sólo para preparar
mi corazón y mi alma para Tu divina venida, sino también para preparar a otros
para encontrarte contigo. Dame sabiduría y compasión, perspicacia y
fuerza, para que pueda imitar a San Juan Bautista y preparar el camino para Tu
gloriosísima venida por gracia. Jesús, en Ti confío.
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