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2 de diciembre del 2023: sábado de la trigésima cuarta semana del tiempo ordinario

 

¡Levántense, corazones!

 

(Lucas 21, 34-36) “En pie ante el Hijo del Hombre” es como el Señor quiere encontrarnos. No es necesario gozar de perfecta salud para ello. Estar de pie no es principalmente una cuestión de postura física, sino de disposición del corazón. 

¡El cristiano de pie es un cristiano libre, responsable de sus acciones, abierto al diálogo, a la confrontación de los diferentes puntos de vista y siempre animado por el fuego de la caridad! 

Bertrand Lesoing, sacerdote de la comunidad de Saint-Martin

 

(Daniel 7, 15-27) Dominación, poder y realeza: imágenes que quizás nos incomoden a los que favorecemos la democracia, la tolerancia y el respeto. Pero debemos admitir que todos los días se libra una batalla, primero dentro de nosotros, entre el bien y el mal, entre el amor y el egoísmo.

 

(Lucas 21, 34-36) Todavía, el evangelio nos avisa.  No debemos elegir el camino fácil de la indiferencia o del mal. Habremos de rendir cuentas al Hijo del Hombre. Tenemos que vigilar, de tal forma que podamos estar ante él con confianza. Pero nuestra esperanza es grande. Somos un pueblo de esperanza.

 

(Lucas 21, 34-36) "Estad siempre despiertos". He aquí quien nos prepara para entrar en el tiempo del Adviento que comienza mañana. El Adviento recuerda a los fieles que ellos deben estar velando y esperando la Venida del Señor.

 


Primera lectura

Lectura de la profecía de Daniel (7,15-27):

Yo, Daniel, me sentía agitado por dentro, y me turbaban las visiones de mi fantasía. Me acerqué a uno de los que estaban allí en pie y le pedí que me explicase todo aquello.
Él me contestó, explicándome el sentido de la visión: «Esas cuatro fieras gigantescas representan cuatro reinos que surgirán en el mundo. Pero los santos del Altísimo recibirán el Reino y lo poseerán por los siglos de los siglos.»
Yo quise saber lo que significaba la cuarta fiera, diversa de las demás; la fiera terrible, con dientes de hierro y garras de bronce, que devoraba y trituraba y pateaba las sobras con las pezuñas; lo que significaban los diez cuernos de su cabeza, y el otro cuerno que le salía y eliminaba a otros tres, que tenía ojos y una boca que profería insolencias, y era más grande que los otros. Mientras yo seguía mirando, aquel cuerno luchó contra los santos y los derrotó. Hasta que llegó el anciano para hacer justicia a los santos del Altísimo, y empezó el imperio de los santos.
Después me dijo: «La cuarta bestia es un cuarto reino que habrá en la tierra, diverso de todos los demás; devorará toda la tierra, la trillará y triturará. Sus diez cuernos son diez reyes que habrá en aquel reino; después vendrá otro, diverso de los precedentes, que destronará a tres reyes; blasfemará contra el Altísimo e intentará aniquilar a los santos y cambiar el calendario y la ley. Dejarán en su poder a los santos durante un año y otro año y otro año y medio. Pero, cuando se siente el tribunal para juzgar, le quitará el poder, y será destruido y aniquilado totalmente. El poder real y el dominio sobre todos los reinos bajo el cielo serán entregados al pueblo de los santos del Altísimo. Será un reino eterno, al que temerán y se someterán todos los soberanos.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Dn 3,82.83.84.85.86.87

R/. Ensalzadlo con himnos por los siglos

Hijos de los hombres,
bendecid al Señor. R/.

Bendiga Israel al Señor. R/.

Sacerdotes del Señor,
bendecid al Señor. R/.

Siervos del Señor,
bendecid al Señor. R/.

Almas y espíritus justos,
bendecid al Señor. R/.

Santos y humildes de corazón,
bendecid al Señor. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,34-36):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.»

Palabra del Señor

 

 

1

 

Los monstruos en el tapiz

 

En el sueño de Daniel que se nos relata hoy, las tres primeras bestias son destruidas y se les impide perjudicar o hacer daño. Ellas representan los grandes imperios: el león alado es Babilonia, el oso es el imperio de los Medas, y el leopardo es el imperio persa. El cuarto puede hacer alusión al imperio de Alejandro Magno. Los 10 cuernos , son símbolos del poder real, que representarían a los reyes de Siria. El cuerno vencedor y orgulloso simbolizaría a Antiocus IV Epífanes (175-164 A.C) quien ha obligado al pueblo a rendirle culto y ha buscado suprimir la religión judía.

El día después 

Repasando los pasajes del evangelio leídos durante estas últimas semanas uno se da cuenta de cómo Jesús anduvo preocupado por advertir a sus seguidores sobre estar preparados para el fin de los tiempos…Jesús quiere tanto nuestro bienestar, nuestra felicidad y salvación que repite hasta la saciedad sus consejos de prudencia y vigilancia, al igual que los padres de familia que desean de todo corazón que sus hijos sean felices. Cristo teme por nosotros y el uso del tiempo, que aminora el impulso del fervor y nos desliza sin darnos cuenta en la rutina. Nada de nuevo cada día, porque repetimos los mismos gestos, ¡sin apertura al futuro! perdemos de vista el objetivo hacia el cual nuestra existencia debería tender…

 Jesús teme que los placeres inmediatos nos hagan correr el riesgo de ahogarnos en el presente que acapara todas nuestras energías y nos podría quitar toda esperanza en el futuro. Y son bien conocidos todos esos falsos placeres, que danzan alrededor nuestro y amenazan con aturdirnos:  la búsqueda insaciable del dinero, los placeres sexuales desaforados, la droga y el licor, soñando con otra existencia, alienándonos nosotros mismos. Todas estas falsas alegrías desembocan en la decepción y la tristeza, cuando no en el desespero.


Oración

Oh Dios, salvador nuestro:
Hace mucho tiempo enviaste  a tu Hijo Jesús entre nosotros,
pero hemos sido poco  conscientes de su presencia
y además muchas veces le escondemos a otros.
Despiértanos, Señor; haz que le reconozcamos,
que él sea la luz de nuestras vidas
y que nosotros conduzcamos a nuestros hermanos con entusiasmo hacia él.
Que él construya, entre nosotros y con nosotros,
un mundo mejor y un reino de paz y amor
en el que te sirvamos compartiendo los unos a los otros,
mientras caminamos animosos con esperanza
hacia tu hogar de descanso y alegría sin fin.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

 

2

¡Jesús, en Ti confío!

 

dijo Jesús a sus discípulos: «Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.”

 

Lucas 21:36

 

Este es el último día del año litúrgico. 

Mañana comienza el Adviento y es el inicio de un nuevo año eclesiástico. 

En este día, se nos presenta una vez más un pasaje del Evangelio que apunta a la venida final de Cristo. En preparación para ese día, el día en que nos reunimos con nuestro Señor para el juicio, Jesús señala dos graves peligros que harán que nuestros corazones se "adormezcan" y nos dejen desprevenidos. 

 Primero, dice que “el vicio y la bebida” nos dejarán sin preparación. En segundo lugar, dice que “los agobios de la vida” también nos dejarán desprevenidos.

En un nivel literal, el vicio y la bebida, significan que una persona depende del alcohol para su satisfacción en la vida, y lo hace usándolo para vivir una vida animada y algo despreocupada. Vive para el momento y busca satisfacción en la autocomplacencia. Y aunque aquí se menciona específicamente la embriaguez, hay numerosas formas en que la personas intenta vivir de esta manera.

Todo el mundo quiere ser feliz en la vida. No podemos no trabajar para lograr este deseo innato. Nadie elige intencionalmente ser infeliz. Sin embargo, muchas personas eligen con regularidad cosas en la vida que conducen a la infelicidad y al descontento. Pero lo hacen con la falsa convicción de que tal o cual acción les satisfará. Y aunque hay muchas cosas que brindan “felicidad” temporal o superficial, la verdad es que solo hay una cosa que brinda la felicidad y la satisfacción que deseamos. Esa única cosa es la presencia de Dios vivo dentro de nuestras almas.

Los agobios de la vida” también son una gran carga para muchos. Nadie elige intencionalmente estar agobiado. Nadie quiere experimentar esta forma de perturbación interior. Y aunque los agobios pueden provenir de muchas fuentes, físicas, psicológicas y espirituales, una fuente principal de agobios es el estrés que no se trata de manera adecuada. 

El estrés puede provenir de las tensiones en el trabajo, en el hogar o dentro de la propia alma. El estrés generalmente ocurre cuando se enfrenta una dificultad y se reacciona con miedo, confusión, enojo, desesperación y cosas por el estilo. 

Según Jesús, ceder a estos agobios, puede impedirle a una persona estar preparada para el día de su juicio al final de su vida o el fin del mundo. Pero no tiene por qué ser así. El estrés y la tensión, y la ansiedad que resultan de ellos, se cura de la manera más decisiva al dejar la dificultad que uno experimenta y volverse hacia una confianza profunda y total en la providencia de Dios. 

En la Misa, el sacerdote ora después del "Padre Nuestro" para que Dios "nos libre de toda perturbación" y que, en cambio, "esperemos la esperanza bienaventurada y la venida de nuestro Salvador, Jesucristo". 

La fe y la esperanza en Dios y en Su venida final al final de los tiempos es la cura espiritual para los agobios y la angustia que a menudo experimentamos en la vida. 

Confiar en nuestro Señor, con la máxima confianza, nos permitirá lograr esta disposición pacífica y con gozosa esperanza y confianza. 

Reflexiona hoy sobre aquellas cosas que más te impiden estar listo para encontrarte con nuestro Señor. 

Tal vez tengas dificultades con las elecciones continuas que reflejan una vida de "vicio y bebida O tal vez luchas profundamente con la preocupación, la angustia y la ansiedad. Si te sientes así, has de saber que la libertad te aguarda. Ella Te espera si solo puedes abrazar y vivir la oración final de esta reflexión: “Jesús, en Ti confío”.  

Confía en Él. Confíale tus malas decisiones en la vida. Confíale tu pecado. Y confía todas tus preocupaciones y tensiones que hacen inquietar tu corazón. Mientras lo haces, trata de descansar en los brazos consoladores de nuestro Señor para que estés completamente bien preparado para ese glorioso día del juicio de nuestro Señor que te espera.

 

Mi Señor de la Esperanza, Tú y solo Tú eres la respuesta a todas las luchas de la vida. Tú y solo Tú puedes aliviarme de mis cargas y de las malas decisiones que tomo. Ayúdame a confiar en Ti siempre y en toda circunstancia de la vida. Me encomiendo a Ti y elijo convertirte en el único foco de mi vida. ¡Jesús, confío en ti!

 

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