15 de diciembre del 2023: viernes de la segunda semana de Adviento


Unámonos al baile

 

(Mateo 11, 16-19) “Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado » Jesús reacciona ante nuestra indiferencia y nuestra falta de confianza, especialmente cuando nos cuesta acoger la Buena Nueva de la salvación. Nos enseña a dejarnos llevar para escuchar mejor su llamado y entrar en un camino de transformación interior. Durante este Adviento, salir de nuestras dudas, dejar nuestra indiferencia nos permitirá reconocer a aquel cuya llegada celebramos. ■

Jean-Paul Musangania, sacerdote asuncionista


 (Mateo 11, 16-19) Señor, Tú que vienes, Tú serás condenado por tu acogida y tu apertura hacia las personas cuyo comportamiento es diferente al de las demás. ¡Que podamos entender que tu gran amor es la razón por la que creemos en Ti y te seguimos!


Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (48,17-19):

ESTO dice el Señor, tu libertador,
el Santo de Israel:
«Yo, el Señor, tu Dios,
te instruyo por tu bien,
te marco el camino a seguir.
Si hubieras atendido a mis mandatos,
tu bienestar sería como un río,
tu justicia como las olas del mar,
tu descendencia como la arena,
como sus granos, el fruto de tus entrañas;
tu nombre no habría sido aniquilado,
ni eliminado de mi presencia».


Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 1,1-2.3.4.6

R/.
 El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida.

V/. Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.

V/. Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.

V/. No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,16-19):

EN aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«¿A quién compararé esta generación?
Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo: “Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”.
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio”. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”.
Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras».


Palabra del Señor

 

 

 

Danza y luto

 



 dijo Jesús al gentío:
«¿A quién compararé esta generación?
Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo: “Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”.

 

 Mateo 11:16–17

 

¿Qué quiere decir Jesús cuando dice ““Hemos tocado la flauta para vosotros…” y “hemos entonado lamentaciones?” 

Los Padres de la Iglesia identifican claramente esta “flauta” y “endecha” como la palabra de Dios que ha sido predicada por los profetas de la antigüedad. Muchos vinieron antes de Jesús para preparar el camino, pero muchos no escucharon. Juan el Bautista fue el último y más grande profeta, y llamó a la gente al arrepentimiento, pero pocos lo escucharon. Así, Jesús señala esta triste verdad.

En nuestra época, tenemos mucho más que los profetas del Antiguo Testamento. Tenemos el increíble testimonio de los santos, la enseñanza infalible de la Iglesia, el don de los Sacramentos y la vida y enseñanza del propio Hijo de Dios tal como está registrada en el Nuevo Testamento. Sin embargo, lamentablemente, muchos se niegan a escuchar. Muchos no logran “bailar” y “llorar” en respuesta al Evangelio.

Debemos “bailar” en el sentido de que el don de Cristo Jesús, por su vida, muerte y resurrección, debe ser la causa de nuestro regocijo incondicional y adoración eterna. ¡Aquellos que verdaderamente conocen y aman al Hijo de Dios se llenan de gozo! Además, debemos “llorar” por los innumerables pecados en nuestra propia vida y en la vida de quienes nos rodean. El pecado es real y prevaleciente, y un dolor santo es la única respuesta apropiada. La salvación es real. El infierno es real. Y ambas verdades exigen de nuestra parte una respuesta total.

En tu propia vida, ¿hasta qué punto has permitido que el Evangelio te afecte? ¿Cuán atento estás a la voz de Dios tal como se ha expresado a través de las vidas de los santos y de nuestra Iglesia? ¿Estás sintonizado con la voz de Dios mientras Él te habla en lo más profundo de tu conciencia en oración? ¿Estas escuchando? ¿Respondiendo? ¿Siguiendo? ¿Y entregando toda tu vida al servicio de Cristo y Su misión?

Reflexiona hoy sobre las palabras y la presencia claras, inconfundibles, transformadoras y vivificantes del Salvador del mundo. Reflexiona sobre cuán atento has estado en la vida a todo lo que Él ha hablado claramente y a Su misma presencia. Si no te encuentras “bailando” para la gloria de Dios y “lamentándote” por los pecados evidentes de tu vida y de nuestro mundo, entonces vuelve a comprometerte a seguir radicalmente a Cristo. Al final, lo único que importa es la Verdad que Dios ha dicho a través de los siglos y Su santa y divina presencia.

 

Mi glorioso Señor Jesús, reconozco Tu presencia divina en mi vida y en el mundo que me rodea. Ayúdame a estar más atento a las innumerables formas en que Tú me hablas y vienes a mí todos los días. Al descubrirte a Ti y a Tu santa palabra, lléname de alegría. Al ver mi pecado y los pecados del mundo, dame verdadero dolor para que pueda trabajar incansablemente para combatir mi propio pecado y llevar Tu amor y misericordia a los más necesitados. Jesús, en Ti confío.


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