19 de febrero del 2025: miércoles de la sexta semana del tiempo ordinario- año I

 

Aquello que permanece

(Génesis 8, 6-13.20-22)  En efecto, los Padres de la Iglesia interpretaron el diluvio como figura del bautismo, y vieron en el arca la de la Iglesia, destinada a permitir al creyente atravesar las aguas tumultuosas de la vida y de la muerte.

En todo caso, a través de este relato que atribuye a Dios sentimientos humanos, el autor bíblico nos comparte su convicción de fe: la de una alianza inquebrantable entre Dios y la humanidad.

Prueba de ello es la estabilidad del cosmos, que permanece incluso cuando el hombre muere (cf. Ec 1,4).

Sor Emmanuelle Billoteau, ermitaña



(Génesis 8, 6-13.20-22) La tierra no es maldecida por Dios: al contrario, en su amor, nos la da como lugar de plenitud y realización personal con miras al bien, como espacio de alianza con los demás y con Él.


Primera lectura

Lectura del libro del Génesis (8,6-13.20-22):

PASADOS cuarenta días, Noé abrió la claraboya que había hecho en el arca y soltó el cuervo, que estuvo saliendo y retornando hasta que se secó el agua en la tierra.
Después soltó la paloma, para ver si había menguado el agua sobre la superficie del suelo. Pero la paloma no encontró donde posarse y volvió al arca, porque todavía había agua sobre la superficie de toda la tierra. Él alargó su mano, la agarró y la metió consigo en el arca.
Esperó otros siete días y de nuevo soltó la paloma desde el arca. Al atardecer, la paloma volvió con una hoja verde de olivo en el pico.
Noé comprendió que el agua había menguado sobre la tierra. Esperó todavía otros siete días y soltó la paloma, que ya no volvió.
El año seiscientos uno, el día primero del mes primero se secó el agua en la tierra. Noé abrió la claraboya del arca, miró y vio que la superficie del suelo estaba seca.
Noé construyó un altar al Señor, tomó animales y aves de toda especie pura y los ofreció en holocausto sobre el altar.
El Señor olió el aroma que aplaca y se dijo:
«No volveré a maldecir el suelo a causa del hombre, porque la tendencia del corazón humano es mala desde la juventud. No volveré a destruir a los vivientes como acabo de hacerlo. Mientras dure la tierra no han de faltar siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche».

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 115,12-13.14-15.18-19

R/. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza

V/. ¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor. R/.

V/. Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles. R/.

V/. Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (8,22-26):

EN aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida.
Y le trajeron a un ciego pidiéndole que lo tocase.
Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le untó saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó:
«Ves algo?».
Levantando los ojos dijo:
«Veo hombres, me parecen árboles, pero andan».
Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía todo con claridad.
Jesús lo mandó a casa diciéndole que no entrase en la aldea.

Palabra del Señor



Comentarios y homilía


1

En el contexto de la sexta semana del tiempo ordinario, las lecturas nos ofrecen un profundo mensaje de esperanza y restauración, claves para los "peregrinos de la esperanza" que buscamos caminar hacia un futuro lleno de promesas y gracia. 

A continuación, ofrecemos una reflexión sobre las lecturas del día, una homilía a la luz del lema del año jubilar, y una intención orante por los enfermos.

Lecturas del día:

  • Primera lectura (Génesis 8, 6-13. 20-22):
    Después del diluvio, Noé envía una paloma para ver si las aguas han bajado. La paloma regresa con una rama de olivo, señal de que la tierra ya está seca y que la vida comienza nuevamente. Este episodio simboliza un nuevo comienzo, un nuevo pacto de Dios con la humanidad. Dios promete que la tierra no volverá a ser destruida por un diluvio y que siempre habrá las estaciones del año.

  • Salmo 115 (12-13, 14-15, 18-19):
    Este salmo expresa gratitud a Dios por todas las bendiciones recibidas. Nos recuerda que Dios es fiel a sus promesas y que, por su misericordia, podemos confiar en Él. El salmo también señala cómo Dios se preocupa por aquellos que están necesitados, levantando a los humildes y llenándolos de bendiciones.

  • Evangelio (Marcos 8, 22-26):
    Jesús sana a un ciego en Betsaida. La curación no es inmediata; primero, el ciego ve de manera borrosa, y luego, tras la segunda imposición de manos de Jesús, ve con claridad. Este proceso gradual nos recuerda que la sanación espiritual también puede ser un proceso paso a paso, guiado por la paciencia y la fe.

Homilía:

Hoy, las lecturas nos invitan a reflexionar sobre el "camino de esperanza" que Dios nos propone, un camino que puede ser largo y lleno de pruebas, pero que está marcado por la fidelidad de Dios y la constante intervención de Jesús en nuestras vidas.

Génesis: Un nuevo comienzo

En el relato de Noé, el diluvio representa la purificación de la humanidad, pero también la promesa de un nuevo comienzo. Después del sufrimiento y la oscuridad, la paloma trae la rama de olivo, símbolo de la paz y de la restauración. Dios hace un pacto con la humanidad, prometiendo que nunca más la tierra será destruida por un diluvio. En nuestro propio caminar como "peregrinos de la esperanza", podemos ver en esta imagen la certeza de que, aunque a veces pasemos por momentos de dificultad y dolor, siempre habrá un nuevo comienzo, una nueva oportunidad para reconstruirnos y renovar nuestra relación con Dios.

Salmo 115: La fidelidad de Dios

El salmo nos invita a reconocer la fidelidad de Dios a lo largo de la historia. Él es quien nos levanta, quien nos da fuerza cuando nos sentimos débiles y quienes nos cubre con su misericordia. En momentos de desesperanza, cuando sentimos que las fuerzas nos abandonan, este salmo nos recuerda que siempre podemos confiar en Dios, quien nunca nos abandona. Como "peregrinos de la esperanza", debemos aprender a vivir en gratitud, recordando que todo lo que tenemos y todo lo que somos es un don de la misericordia divina.

Evangelio: La sanación gradual

La curación del ciego de Betsaida es un acto poderoso, pero el proceso gradual en la curación nos enseña algo importante. La sanación no siempre es instantánea; a veces, necesitamos más de un toque divino para ver con claridad. Como el ciego, muchas veces nuestra visión espiritual es borrosa, y necesitamos la intervención de Jesús para abrir nuestros ojos poco a poco. Este proceso de sanación gradual es también una invitación a ser pacientes con nosotros mismos y con los demás, confiando en que Dios actúa en nuestras vidas, incluso cuando no podemos ver el cambio inmediato.

Este milagro también nos invita a reflexionar sobre la manera en que Dios trabaja en nuestra vida. La sanación no siempre ocurre de manera inmediata o como nosotros esperaríamos, pero Dios, a través de su Hijo, está siempre dispuesto a darnos la luz necesaria para caminar en este mundo como verdaderos peregrinos de la esperanza.

Intención Orante por los Enfermos:

Hoy, especialmente en el contexto del lema "peregrinos de la esperanza", queremos dirigir una oración por todos los enfermos, aquellos que sufren en cuerpo, mente y espíritu. Pedimos a Dios que les otorgue sanación, consuelo y esperanza en medio de su sufrimiento.

Oración:

"Señor Jesús, tú que curaste al ciego de Betsaida, te pedimos hoy por todos nuestros hermanos y hermanas enfermos. Sabemos que, aunque el proceso de sanación puede ser gradual, tú siempre estás con nosotros, guiándonos paso a paso hacia la luz. Te pedimos que, a través de tu misericordia, les concedas la fuerza necesaria para soportar su sufrimiento y la esperanza para confiar en tu sanación. Que cada uno de ellos se sienta acompañado por tu amor y por la cercanía de quienes les rodean. Señor, haz de nosotros verdaderos instrumentos de esperanza y consuelo para aquellos que más lo necesitan. Te lo pedimos en tu nombre. Amén."

Conclusión:

Hoy, como "peregrinos de la esperanza", estamos llamados a vivir con confianza en la fidelidad de Dios, sabiendo que, incluso en los momentos más oscuros, Él nos acompaña y nos ofrece la posibilidad de un nuevo comienzo. En el camino hacia la sanación, tanto física como espiritual, debemos ser pacientes y confiar en que, al igual que el ciego de Betsaida, un toque divino nos ayudará a ver con claridad y seguir adelante en nuestra peregrinación hacia la luz y la plenitud de la vida.



2

El gran poder de Dios

 

EN aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida.
Y le trajeron a un ciego pidiéndole que lo tocase.
Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano

Marcos 8:22–23

 

Betsaida era uno de los pueblos al norte del Mar de Galilea en el que Jesús predicó. Más adelante en su ministerio público, Jesús condena al pueblo de Betsaida por no haberse convertido. “¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros hechos en medio de ti, hace tiempo que te hubieras arrepentido en cilicio y ceniza” Mateo 11:21 ).

Puede ser por su falta de fe y su vida inmoral que Jesús llevó al ciego fuera de la ciudad antes de curarlo. Y parece que las personas que trajeron al ciego a Jesús no lo trajeron por su profunda fe, sino por curiosidad. Esta también podría ser la razón por la que, una vez que Jesús curó al hombre, lo envió a su casa diciéndole que no entrase en la aldea. Así, Jesús sabía que este milagro no conduciría a una fe sincera de corazón a los que vivían en Betsaida. Entonces, Jesús le ordenó al hombre que no regresara allí.

Dios tiene gran poder y claramente puede hacer lo que quiera, cuando quiera. Y lo que a menudo elige hacer es ejercer su poder omnipotente solo en presencia de aquellos que ya creen, o al menos en presencia de aquellos que aún no lo han rechazado. Cuando Jesús se encuentra con personas que lo han escuchado predicar pero que no han llegado a la fe, se niega a realizar un milagro en su presencia.

Lo que esto nos dice es que la fe debe ser lo primero; entonces, el poder Todopoderoso de Dios fluye libremente. Por supuesto, la gracia de la Palabra de Dios se da siempre a todos. La semilla de la santa Palabra de Dios está siempre disponible para todos. Pero es importante distinguir entre el envío de Su santa Palabra del Evangelio y el envío de Su poder todopoderoso transformador. La única forma de recibir lo último es aceptar primero lo primero. A menos que escuchemos, aceptemos y creamos en Su Palabra, no recibiremos la gracia de Su poder transformador.

Dicho esto, también debe entenderse que el "poder todopoderoso" de Dios no puede reducirse solo a milagros. Todos sabemos que los milagros físicos no son tan frecuentes hoy como lo fueron en el momento en que Jesús caminó sobre la tierra. Pero Su poder todopoderoso todavía está obrando hoy; y de una manera que es aún mayor que cuando Jesús caminó sobre la tierra. Hoy, su poder es el que nos transforma interiormente por la plenitud de la gracia y la dádiva del Espíritu Santo. Ese es el verdadero milagro que siempre debemos buscar y anticipar cuando hemos escuchado la Palabra de Dios y respondido con fe auténtica.

Reflexiona hoy sobre tu fe y tu necesidad del poder transformador de Dios en tu vida. ¿Ves la fe viva dentro de ti? Si es así, seguramente encontrarás el poder de Dios en tu vida y la transformación dada por el Espíritu Santo. Si no ves este poder de gracia y transformación interior en acción, entonces reflexiona sobre la imagen de Jesús que lleva al ciego fuera de la ciudad para ejercer su poder. Busca primero tener fe, porque si la tienes, nuestro Señor podrá permanecer cerca de ti y hará milagros dentro de tu alma.

 

Señor todopoderoso, Tú eliges enviar Tu poder todopoderoso sobre aquellos que han llegado a creer en Ti al recibir el Evangelio que has enviado. Por favor, abre mis oídos para escuchar para que elija convertirme y creer y, así, estar dispuesto a ser transformado por Tu abundante gracia. Jesús, en Ti confío.

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