22 de febrero del 2025: Fiesta de la Cátedra de San Pedro

 

Cátedra de San Pedro Apóstol


La Cátedra de San Pedro recuerda la misión que Cristo encomendó a su Apóstol. La fe de Pedro es la roca sobre la que el Señor construyó su Iglesia.

 


Pastor supremo

(1 Pedro 5:1-4) La primera lectura define claramente el lugar de los ancianos en las comunidades cristianas. Sus palabras sugieren que las disfunciones ya estaban presentes desde los inicios de la Iglesia y que hay una lucha que librar por parte de los pastores y de la comunidad para que no prevalezcan la avaricia, la sed de dominio y el cansancio. Y sobre todo, no olvidemos que el “pastor supremo” es Cristo, modelo, pero también maestro interior que nos llama a unirnos a él.

Sor Emmanuelle Billoteau, ermitaña


(Mateo 16,13-19) ¡Cuántas cosas se dicen de Jesús! Pero yo puedo conocerlo íntimamente a través de la oración, escuchando sus palabras y estando abierto a su gracia. ¿Soy consciente de mi responsabilidad de vivir el Evangelio en mi entorno, a mi alrededor?

 



Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (5,1-4):

A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 22,1-3.4.5.6

R/.
 El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara, mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R/.

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.

Tu bondad y tu misericordia
me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
 R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,13-19):

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

Palabra del Señor

 

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1


Hoy, celebramos la festividad de la Cátedra de San Pedro, un día que nos invita a reflexionar sobre la autoridad del Papa como sucesor de Pedro, y el llamado de todos los cristianos a seguir el ejemplo de fe y servicio del Papa. Este evento se sitúa en el marco del Año Jubilar, cuyo lema es “Peregrinos de la esperanza”, y, en este contexto, las lecturas de hoy nos ofrecen un mensaje de esperanza y unidad, guiados por la autoridad apostólica y acompañados en este sábado por la intercesión maternal de la Virgen María.


Homilía:

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

Hoy, en esta fiesta de la Cátedra de San Pedro, la Iglesia celebra no solo el ministerio del Papa, sino también la misión de todos los cristianos de ser testigos de la fe, de la esperanza y del amor en el mundo. San Pedro, como primer Papa, es el fundamento de la unidad y de la transmisión fiel del mensaje de Cristo. Las lecturas de hoy nos ofrecen una profunda reflexión sobre esta misión, sobre cómo Pedro, como pastor, tiene la responsabilidad de cuidar y guiar a las ovejas del Señor, y cómo todos nosotros, en comunión con él, debemos caminar en la esperanza que nos da Cristo. En el marco de este Año Jubilar, somos llamados a ser "Peregrinos de la esperanza", y ¿qué mejor modelo para esta peregrinación que el Papa y la Virgen María?

1. La primera lectura (1P 5,1-4): El papel del Papa como pastor y guía de la Iglesia

La carta de San Pedro nos presenta a él mismo como un testigo del sufrimiento de Cristo, pero también como un pastor encargado de guiar a las ovejas hacia la vida eterna. Pedro, en su humildad, no se presenta como alguien que busca poder, sino como alguien que busca servir, que quiere ser un ejemplo de amor, de humildad y de dedicación a la Iglesia. La autoridad de Pedro no es para dominar, sino para cuidar, alimentar y proteger al pueblo de Dios.

Esto nos recuerda que, en nuestra peregrinación de esperanza, la autoridad de la Iglesia, representada por el Papa, debe ser vivida con el mismo espíritu de servicio y humildad que Cristo nos enseñó. En este contexto, podemos ver cómo el Papa, como sucesor de Pedro, sigue siendo un pastor que guía a los peregrinos en su camino hacia la esperanza eterna. Al mismo tiempo, nuestra esperanza debe estar anclada en este liderazgo pastoral que, a imagen de Pedro, nos muestra el verdadero rostro del servicio cristiano.

2. El Salmo 23 (22): El Señor es nuestro Pastor

El Salmo que hemos escuchado (Sal 23[22],1-3a.3b-4.5.6) nos recuerda que el Señor es nuestro Pastor y que no nos falta nada. Él nos guía, nos lleva por caminos de justicia y nos da fuerzas para atravesar los valles más oscuros. Esta imagen del Pastor es fundamental para comprender el papel de San Pedro y de todos los pastores que suceden a Pedro: no son los que llevan la carga de la salvación, sino aquellos que, como el Señor, nos acompañan y nos guían hacia las aguas tranquilas de la vida eterna.

Este salmo resuena profundamente en nuestra jornada de esperanza, porque nos recuerda que, incluso en los momentos más difíciles de nuestra peregrinación, el Señor está con nosotros. En la figura de María, la Virgen que camina a nuestro lado, podemos encontrar una guía maternal que, como el Pastor, nos lleva de la mano hacia la esperanza plena.

3. El Evangelio (Mt 16,13-19): La profesión de fe de Pedro y la autoridad de la Iglesia

En el Evangelio de hoy, Jesús pregunta a sus discípulos quién dice la gente que es Él, y luego les pregunta directamente: “¿Y ustedes quién dicen que soy?”. Es Pedro quien, en nombre de los demás, confiesa: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Y Jesús le responde: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Este pasaje es fundamental porque Jesús establece a Pedro como la roca sobre la que se construye la Iglesia. A través de esta afirmación, Jesús confía a Pedro y a sus sucesores una misión que es esencial para la unidad y la fidelidad de la Iglesia: ser los guardianes de la verdad y guiar al pueblo de Dios.

En este pasaje, vemos que la base de nuestra esperanza está en la fe en Cristo, y esa fe debe ser transmitida de generación en generación, preservada y protegida por la Iglesia, cuya misión, especialmente a través del Papa, es mantener la unidad y la fidelidad a Cristo. Y es precisamente en este peregrinaje de esperanza, en este caminar hacia la plenitud de la vida eterna, donde el Papa, como sucesor de Pedro, tiene un papel fundamental como pastor, guía y protector.

4. La figura de María en nuestra peregrinación

En este camino, no estamos solos. La Virgen María, nuestra Madre, también es un faro de esperanza en nuestra peregrinación. Ella, la "Estrella de la Esperanza", como la llamaba San Juan Pablo II, es quien nos guía con su intercesión y nos muestra el camino hacia Cristo. María, al igual que Pedro, nos enseña a caminar en la esperanza, a vivir en la confianza plena en Dios, y a ser fieles a su voluntad. En este Año Jubilar, "Peregrinos de la esperanza", María nos invita a seguir adelante, a mantener la fe viva y a no desmayar, porque ella está con nosotros, como Madre y guía.

Reflexión final:

Hermanos y hermanas, en este Año Jubilar, recordemos que somos peregrinos de la esperanza. La Iglesia, guiada por el Papa como sucesor de Pedro, nos ofrece el camino de la fe, el camino de la esperanza. Sigamos adelante con confianza, como Pedro y como María, con los ojos puestos en Cristo, nuestra verdadera esperanza. Que la intercesión de la Virgen María nos acompañe siempre, guiándonos en cada paso de nuestro peregrinaje, y que el Papa, como pastor, continúe guiando a la Iglesia con sabiduría y amor.

Que esta Cátedra de San Pedro nos fortalezca en nuestra fe y nos impulse a vivir como auténticos peregrinos de la esperanza, con la certeza de que, a pesar de los desafíos del camino, el Señor nunca nos abandona. Amén.


 

La Iglesia siempre prevalecerá



Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»


Mateo 16: 18-19

 

 

Hay varias verdades fundamentales que nos enseña este pasaje . Una de esas verdades es que "el poder del infierno" nunca prevalecerá contra la Iglesia. Hay mucho de qué alegrarse por ese hecho.

 

Piense en las muchas instituciones humanas que han existido a lo largo de los siglos. Los gobiernos más poderosos han ido y venido. Varios movimientos han ido y venido. Innumerables organizaciones han ido y venido. Pero la Iglesia Católica aún permanece y permanecerá hasta el fin de los tiempos. Esa es una de las promesas de nuestro Señor que celebramos hoy.

 

La Iglesia no ha permanecido simplemente por un buen liderazgo todos estos años. De hecho, la corrupción y los graves conflictos internos han sido evidentes dentro de la Iglesia desde el principio. Los papas han vivido vidas inmorales. Los cardenales y obispos han vivido como príncipes. Algunos sacerdotes han pecado gravemente. Y muchas órdenes religiosas han luchado con serias divisiones internas. Pero la Iglesia misma, esta Esposa resplandeciente de Cristo, esta institución infalible aún permanece y seguirá siendo porque Jesús la garantizó.

 

Con los medios de comunicación modernos de hoy en día, mediante los cuales cada pecado de cada miembro de la Iglesia puede ser transmitido instantánea y universalmente al mundo, puede existir la tentación de menospreciar a la Iglesia. El escándalo, la división, la controversia y cosas por el estilo pueden sacudirnos hasta la médula, a veces, y hacer que algunos cuestionen su participación continua en la Iglesia Católica Romana. Pero la verdad es que cada debilidad de sus miembros debería ser motivo para renovar y profundizar nuestra fe en la Iglesia misma. Jesús no prometió que todo líder de la Iglesia sería un santo, pero sí prometió que “el poder del infierno” no prevalecería contra Ella.

 

Reflexione hoy sobre su propia visión de la Iglesia. Si los escándalos y las divisiones han debilitado su fe, entonces vuelva sus ojos a nuestro Señor y a Su santa y divina promesa. “El poder del infierno no prevalecerá contra la Iglesia”. Ese es un hecho prometido por nuestro Señor mismo. Créalo y regocíjese en esa gloriosa verdad.

 

Mi glorioso Esposo, Tú has instituido la Iglesia sobre el fundamento de roca de la fe de Pedro. Pedro y todos sus sucesores son Tu precioso regalo para todos nosotros. Ayúdame a ver más allá de los pecados de los demás, los escándalos y las divisiones, y verte a Ti, mi Señor, llevando a todas las personas a la salvación a través de Tu esposa la Iglesia. Renuevo mi fe, este día, en el don de esta Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica. Jesús, en Ti confío.



 

22 de febrero: Cátedra de San Pedro, Apóstol—Fiesta

 

Cita:


«¡Dichoso tú, Simón, ¡hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

Mateo 16:17–19

 


Reflexión: 

En la Basílica de San Pedro en Roma, a los visitantes les llama inmediatamente la atención la gran ventana de alabastro en la pared trasera del ábside que representa al Espíritu Santo en forma de paloma. Debajo de la ventana hay una antigua silla de madera, que se cree que fue utilizada por San Pedro. 

En el siglo XVII, el famoso artista Bernini recubrió esa antigua silla en bronce y luego la colocó sobre el altar del ábside. Alrededor de la silla hay estatuas de cuatro de los primeros Doctores de la Iglesia. Dos de ellos representan a la Iglesia Oriental: San Juan Crisóstomo y San Atanasio. Dos de ellos representan a la Iglesia occidental: San Ambrosio y San Agustín. Estos grandes santos representan la universalidad de la Iglesia, tanto de Oriente como de Occidente, así como la unidad de su enseñanza teológica con la autoridad del Obispo de Roma. Sobre la silla hay dos ángeles que sostienen conjuntamente la tiara de triple corona utilizada por el obispo de Roma, que simboliza que es padre de reyes, gobernador del mundo y Vicario de Cristo. En la otra mano, cada ángel sostiene una llave, que simboliza la autoridad del obispo de Roma en cuestiones de fe y moral.

La fiesta de hoy celebra no sólo esa silla como preciosa reliquia de la época de San Pedro, sino que también celebra todo lo que esta silla representa. Esta fiesta se celebraba formalmente en Roma ya en el siglo IV, pero el honor a la supremacía de San Pedro y sus sucesores se celebró desde el momento en que Jesús le confió a Pedro su misión única.

En el Evangelio de Mateo 16:13–20 , tenemos el discurso entre Jesús y sus discípulos, que es la base de la fiesta de hoy y nuestra creencia en la autoridad única y universal de San Pedro y sus sucesores. Jesús preguntó a los discípulos: “¿Quién decís que soy yo?” Simón respondió: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”. Con esa profesión de fe, Jesús cambió el nombre de Simón por el de Pedro, diciéndole: “Y yo te digo que tú eres Pedro ( Petros ), y sobre esta roca ( petra ) edificaré mi iglesia”. "Pedro" en griego es petros , que significa una sola piedra móvil. La palabra griega petra significa formación rocosa sólida, fija, inamovible y duradera. Por lo tanto, Jesús optó por transformar a Pedro de una sola piedra en un fundamento de roca sólido, fijo e inamovible sobre el cual se construiría la Iglesia y perduraría hasta el fin de los tiempos. Jesús continuó diciéndole a Pedro que le daría las llaves del Reino de los Cielos y que todo lo que atara y desatara en la tierra sería atado y desatado en el Cielo.

Es interesante notar que inmediatamente después de este discurso entre Jesús y Pedro, Jesús reprende a Pedro por ceder al miedo después de que Jesús habló sobre su muerte inminente. Mientras estaba en el Huerto de Getsemaní, en vísperas de la Pasión salvadora de Jesús, Pedro elige dormir en lugar de permanecer despierto y orar con Jesús. Luego, después de que arrestaron a Jesús, Pedro niega tres veces que siquiera conoce a Jesús. Dios eligió a un hombre de debilidad y temor para que fuera el fundamento de la Iglesia. Esto muestra que el poder de Dios no está limitado por los instrumentos a quienes Él confía su poder.

Después de la ascensión de Jesús al cielo, Pedro y los demás son llenos del Espíritu Santo en Pentecostés. Después de este regalo, Pedro está más preparado para su misión. Él es el primero en salir con valentía a predicar la Palabra de Dios al pueblo de Jerusalén. Resolvió los conflictos dentro de la Iglesia cuando surgieron. Se convirtió en el primer obispo de la recién evangelizada ciudad de Antioquía y luego decidió ir a Roma, convirtiéndose en el primer obispo de Roma, donde moriría mártir. Sin embargo, la muerte de San Pedro no fue la muerte de su autoridad y misión singular. Le siguió San Lino como segundo obispo de Roma, y ​​luego San Cleto, San Clemente, y así hasta hoy.

De la autoridad del Papa, los Concilios Vaticanos I y II afirmaron que cuando el Papa habla Ex Cathedra , es decir, “Desde la Cátedra”, habla con la autoridad de San Pedro, a quien se le confió la autoridad plena, suprema y universal para enseñar y gobernar. . Su enseñanza se extiende a todos los asuntos de fe y moral, y su gobierno abarca el mundo entero. ( Lumen Gentium , #22).

Mientras reflexionamos sobre la autoridad y la infalibilidad de quien se sienta en la Cátedra de San Pedro, tratemos de ver este poder sagrado, otorgado a un hombre débil y pecador tras otro, como un acto del amor de Cristo por Su Iglesia. Es el poder de Cristo y su amor divino lo que hace posible que estos hombres pastoreen la Iglesia, brindándole estabilidad, longevidad, certeza y esperanza. Cuando los papas también son santos, somos doblemente bendecidos. Cuando no lo son, nuestro Señor todavía obra a través de ellos, proporcionando a la Iglesia el cimiento de roca continuo que necesita para soportar todas las cosas hasta el fin de los tiempos. 

Ora por el Papa hoy. Promete obedecerle cuando hable Ex Cathedra , y debes saber que tu unidad con él asegura tu unidad con Cristo, que gobierna a través de él.

 

Oración

San Pedro, eras un hombre débil y pecador, pero Dios te confió una gran responsabilidad, a pesar de tu indignidad. Por favor, ora por mí, para que, a pesar de mi indignidad, pueda estar abierto a todo lo que Dios me confía y pueda utilizar esos dones para su gloria y la salvación de las almas. San Pedro y todos tus sucesores en el Cielo, rueguen por mí. Jesús, en Ti confío.

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