27 de febrero del 2025: jueves de la séptima semana del tiempo ordinario- año I
La Paz, fuente de alegría
Marcos 9, 41-50
“Vivan en paz unos con otros”, nos
exhorta Jesús.
La paz es fruto de un
compromiso constante, que implica reconocer nuestros errores y buscar la reconciliación.
Esta experiencia, una vez
vivida, se transforma en fuente de alegría, que podemos compartir a nuestro
alrededor.
¿Es mi encuentro con los demás
una oportunidad para construir esta paz a la que nos llama Jesús?
Jean-Paul Musangania,
sacerdote asuncionista
Primera lectura
Sir 5,1-10
No
tardes en convertirte al Señor
Lectura del libro del Eclesiástico.
NO confíes en tus riquezas, ni digas: «Con esto me basta». No sigas tu
instinto y tu fuerza, secundando las pasiones de tu corazón. Y no digas:
«¿Quién puede dominarme?», o bien: «¿Quién logrará someterme por lo que he
hecho?», porque el Señor ciertamente te castigará. No digas: «He pecado, y
¿qué me ha pasado?», porque el Señor sabe esperar. Del perdón no te sientas
tan seguro, mientras acumulas pecado tras pecado. Y no digas: «Es grande su
compasión, me perdonará mis muchos pecados»,
porque él tiene compasión y cólera, y su ira recae sobre los malvados. No
tardes en convertirte al Señor ni lo dejes de un día para otro, porque de
repente la ira del Señor se enciende, y el día del castigo perecerás. No
confíes en riquezas injustas,
porque de nada te servirán el día de la desgracia.
Palabra de Dios.
Salmo
Sal 1,1-2.3.4 y 6 (R. Sal 40[39],5a)
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
V. Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R.
V. Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto a su tiempo
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R.
V. No así los impíos, no así
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R.
Aclamación
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Acojan
la palabra de Dios, no como palabra humana, sino, cual es en verdad, como
palabra de Dios. R.
Evangelio
Mc 9,41-50
Más
te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos a la
"gehenna"
Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
EN
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que les dé a beber un vaso de
agua porque son de Cristo, en verdad les digo que no se quedará sin recompensa.
El que escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le
encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te
induce a pecar, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las
dos manos a la "gehenna", al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te
induce a pecar, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado
con los dos pies a la "gehenna". Y, si tu ojo te induce a pecar,
sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los
dos ojos a la "gehenna", donde el gusano no muere y el fuego no se
apaga.
Todos serán salados a fuego. Buena es la sal; pero si la sal se vuelve sosa,
¿con qué la salarán? Tengan sal entre ustedes y vivan en paz unos con
otros».
Palabra del Señor.
Homilía
para el jueves de la VII semana del Tiempo Ordinario - Año I
Intención: Oración por las vocaciones en la Iglesia
Año Jubilar: "Peregrinos de la Esperanza"
Queridos hermanos y hermanas
en Cristo,
Hoy nos reunimos en esta
celebración litúrgica con un propósito especial: orar por las vocaciones en la
Iglesia dentro del marco del Año Jubilar, cuyo lema es "Peregrinos de la
Esperanza".
La esperanza es una virtud
fundamental en la vida cristiana y, en particular, en el camino vocacional.
En un mundo que muchas veces
parece dominado por la incertidumbre, el miedo y la desesperanza, Dios sigue
llamando a hombres y mujeres a seguirle de manera radical en el sacerdocio, la
vida consagrada y el laicado comprometido.
1. La Vocación: Un Llamado a
la Confianza en Dios
El pasaje del libro del
Eclesiástico que hemos escuchado hoy nos exhorta a no confiar en las riquezas
ni en las seguridades del mundo. ¡Cuán importante es este mensaje en el
discernimiento vocacional! Muchas veces, las personas sienten el llamado de
Dios, pero lo rechazan por miedo a la incertidumbre, por la búsqueda de
seguridades materiales o por la presión de la sociedad.
La vocación requiere confianza
en Dios y en su Providencia.
Pensemos en Abraham, quien fue
llamado a salir de su tierra sin saber a dónde iba, confiando solamente en la
promesa de Dios. O en la Virgen María, que aceptó el plan divino con un sí
incondicional.
Hoy, el Señor sigue llamando a
muchos jóvenes a dejarlo todo y seguirle, pero necesitan nuestro apoyo y
oración para superar sus miedos y dar el paso con fe.
2. Ser Testigos de la
Esperanza en un Mundo Herido
El Evangelio de hoy nos
presenta palabras muy fuertes de Jesús: "Si tu mano te hace caer,
córtala... si tu ojo te hace caer, sácatelo". No se trata de una
exhortación literal a la mutilación física, sino de una llamada a la
radicalidad en la vida cristiana.
¿Cuántas veces el apego a las
comodidades, al materialismo o al pecado nos impide responder con generosidad a
Dios?
Para responder a la vocación,
es necesario dejar atrás todo lo que nos aparta de Dios. Esto es
particularmente desafiante en una cultura que valora el individualismo y la
autosuficiencia. Pero, precisamente en este contexto, la vocación se convierte
en un signo profético de esperanza: un sacerdote que se entrega por entero a su
comunidad, un religioso que consagra su vida a la oración y al servicio, un
laico que vive su fe con coherencia en el mundo.
La Iglesia necesita testigos
valientes que, con su vida, proclamen que Dios es suficiente y que el
seguimiento de Cristo es el camino de la verdadera felicidad.
3. Las Vocaciones: Un Regalo
de Esperanza para la Iglesia
En este Año Jubilar, se nos
invita a vivir como "Peregrinos de la Esperanza". Y ¿qué son las
vocaciones sino caminos de esperanza para la Iglesia y el mundo?
Cada vocación es una respuesta
concreta al amor de Dios y un signo de que el Espíritu Santo sigue actuando en
la historia.
Un sacerdote es un instrumento
de esperanza porque administra los sacramentos, especialmente la Eucaristía y
la Reconciliación, que son fuentes de vida y renovación espiritual. Un
consagrado es un signo de esperanza porque con su vida proclama que Dios es el
bien supremo. Un matrimonio cristiano es esperanza porque muestra que el amor
fiel y fecundo es posible. Un laico comprometido es esperanza porque lleva el
Evangelio a los ambientes donde la Iglesia no siempre puede llegar.
Por eso, hoy debemos pedir al
Señor que suscite nuevas vocaciones en la Iglesia y que fortalezca a quienes ya
han respondido a su llamado.
4. Nuestra Misión: Fomentar y
Acompañar las Vocaciones
La vocación no nace en el
vacío, sino en un contexto de fe, comunidad y oración. Cada uno de nosotros
tiene la responsabilidad de crear un ambiente donde las vocaciones puedan
florecer.
En primer lugar, los padres y
las familias tienen un papel fundamental. Cuando un niño crece en un hogar
donde se vive la fe con autenticidad, donde se reza y se participa en la vida
de la Iglesia, es más fácil que pueda escuchar la llamada de Dios.
Las comunidades parroquiales
también deben ser lugares donde los jóvenes encuentren apoyo en su
discernimiento. Muchas vocaciones han surgido gracias a un sacerdote cercano, a
un grupo juvenil comprometido o a una experiencia de voluntariado.
Por último, la oración es el
medio más poderoso para pedir por las vocaciones. Como dijo San Juan Pablo II:
"Las vocaciones nacen en la oración y de la oración pueden perseverar y
dar fruto". Hoy, pidamos con fervor al Dueño de la mies que envíe
obreros a su campo.
Conclusión: Peregrinos de la
Esperanza
Queridos hermanos, este Año
Jubilar nos recuerda que somos "Peregrinos de la Esperanza". Caminar
en la esperanza significa confiar en que Dios sigue actuando en el mundo y en
su Iglesia. Aunque vivimos tiempos de desafío, la promesa de Cristo sigue
vigente: "Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del
mundo" (Mt 28,20).
Oremos con fe para que muchas
personas descubran su vocación y respondan con generosidad.
Que María, Madre de la
Esperanza y Estrella de la Evangelización, interceda por nosotros y por toda la
Iglesia, para que sigamos siendo testigos fieles del amor de Dios en el mundo.
Amén.
Misericordia
para los débiles
El que
escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le encajasen
en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar.
San Beda, uno de los primeros
Padres de la Iglesia, afirma que “el que es grande, por mucho que sufra, no se
aparta de la fe; en cambio, el que es pequeño y débil de espíritu busca las
ocasiones de tropiezo”. En otras palabras, los “pequeños” aquí podrían entenderse
como aquellos que son débiles en la fe y están constantemente buscando razones
para apartarse de la fe.
Piense en quién podría luchar
con esta tendencia en su propia vida. Tal vez haya un miembro de la familia que
continuamente cuestiona la práctica de la fe, tal vez alguien que usted conoce
se considera un “católico alejado”. Según San Beda, estos son los “pequeños” de
los que habla Jesús.
Cuando tratamos con alguien
que parece carecer de fe, expresa dudas y desacuerdos, está atrapado en una vida
de pecado manifiesto o ha comenzado a alejarse de la práctica de la fe, puede
haber una tentación de criticar, discutir o condenar. Si esta es una tentación
con la que luchas, entonces escucha atentamente las palabras de Jesús:
“Cualquiera que haga pecar a uno de estos pequeños que creen en mí…” Hacemos
que los que son débiles en la fe pequen cuando no mostramos una abundancia de
virtud hacia ellos durante sus luchas. En el fondo, la mayoría de las personas
que luchan con una vida de pecado o una fe débil, de hecho, tienen algo de fe.
Creen en Dios. Pero su fe a menudo se tambalea fácilmente, y pueden ser
fácilmente alejadas de Dios si no ejercitamos las virtudes necesarias de
paciencia, compasión y misericordia que necesitan.
Dicho esto, también hay que evitar
ofrecer una “compasión” que no esté fundada en la verdad. Sobre este punto, san
Gregorio afirma: “Si se pone un escándalo ante los hombres en lo que se refiere
a la verdad, es mejor dejar que surja el escándalo que abandonar la verdad”. En
otras palabras, no es compasión ni misericordia mostrar apoyo a otro en su
error para hacerle sentir bien. La verdad del Evangelio nunca debe abandonarse;
en cambio, esa verdad debe ofrecerse siempre con la mayor caridad,
especialmente hacia los “pequeños” que son débiles en la fe.
Reflexionemos hoy sobre el
importante equilibrio que es necesario en la vida apostólica. “Equilibrio” no
significa compromiso. Más bien, significa que buscamos continuamente hacer
surgir la verdad plena del Evangelio mientras también procuramos ejercitar la
plenitud de cada virtud en el proceso. No nos convirtamos en piedra de tropiezo
para otros en la fe. Procuremos, en cambio, derramar la gracia y la
misericordia de Dios sobre aquellos en nuestra vida que más lo necesitan. Si lo
hacemos, entonces muchos de esos pequeños un día se volverán verdaderamente
fuertes en la gracia y la verdad de nuestro Dios amoroso.
Señor misericordioso, Tú deseas que todos Tus hijos lleguen a la revelación plena de Tu verdad y misericordia. Por favor, úsame como Tú elijas para ayudar a aquellos que tienen dificultades con su fe y necesitan ser tratados con el máximo cuidado. Que yo nunca sea un obstáculo para ellos, sino que siempre sea un puente hacia Ti y Tu abundancia de gracia. Jesús, confío en Ti.
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