Somos
Llamados y Enviados
Si nuestra fe es verdaderamente parte
integral de nuestras vidas, tendríamos que ser muy conscientes de su riqueza,
que no podemos guardar solo para nosotros. Lo que vemos con ella, lo que
vivimos con ella, queremos compartirlo con otros. Si la fe nos hace sentirnos
felices y seguros en Dios, nos damos cuenta de que la hemos recibido no
para nosotros solos. Hagamos a los otros felices y ricos en la fe: ésa es la
vocación de todo cristiano. Pidamos al Señor aquí en la eucaristía que sepamos
revelarle y llevarle a otros, al menos por medio de nuestra conducta
auténticamente cristiana.
Primera
lectura
Lectura
del libro de Isaías (6,1-2a.3-8):
EL año de la muerte del rey Ozías, vi al
Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el
templo.
Junto a él estaban los serafines, y se gritaban uno a otro diciendo:
«¡Santo, santo, santo es el Señor del universo, llena está la tierra de su
gloria!».
Temblaban las jambas y los umbrales al clamor de su voz, y el templo estaba
lleno de humo.
Yo dije:
«Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de
gente de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey, Señor del universo».
Uno de los seres de fuego voló hacia mí con un ascua en la mano, que había
tomado de! altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo:
«Al tocar esto tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado».
Entonces escuché la voz del Señor, que decía:
«A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?».
Contesté:
«Aquí estoy, mándame».
Palabra de Dios
Salmo
Sal
137
R/. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
V/. Te doy gracias, Señor, de todo
corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti;
me postraré hacia tu santuario. R/.
V/. Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R/.
V/. Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande. R/.
V/. Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R/.
Segunda
lectura
Lectura
de la primera carta de san Pablo a los Corintios (15,1-11):
Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que
os anuncié y que vosotros aceptasteis, en el que además estáis fundados,
y que os está salvando, si os mantenéis en la palabra que os anunciamos; de lo
contrario, creísteis en vano.
Porque yo os transmití en primer lugar, lo que también yo recibí: que Cristo
murió por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue sepultado y que
resucitó al tercer día, según las Escrituras; y que se apareció a Cefas y más
tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la
mayoría de los cuales vive todavía, otros han muerto; después se apareció a
Santiago, más tarde a todos los apóstoles; por último, como a un aborto, se me
apareció también a mí.
Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de ser llamado apóstol,
porque he perseguido a la Iglesia de Dios.
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no se ha
frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he
sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien; tanto yo como ellos
predicamos así, y así lo creísteis vosotros.
Palabra de Dios
EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS 5, 1-11
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la
Palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret; y vio dos barcas
que estaban junto a la orilla: los pescadores habían desembarcado y estaban
lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que le
apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
-- Rema mar adentro y echad las redes para pescar.
Simón contestó:
-- Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada;
pero, por tu palabra, echaré las redes.
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces grande, que reventaba
la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a
echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se
hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo:
-- Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.
Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con
él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo pasaba a Santiago y
Juan, hijos del Zebedeo, que eran compañeros de Simón:
-- No temas: desde ahora, serás pescador de hombres
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor
A guisa de introducción:
Vocación, llamado…qué es eso?
Siempre se ha entendido erróneamente la palabra VOCACIÓN como un llamado
exclusivamente a ser sacerdote, monja o a consagrarse en la vida religiosa,
monástica o mística… Pocas veces se entiende que la VOCACIÓN es el llamado que
Dios creador hace a su creatura (hombre-mujer), ¿a todo ser humano a SER
FELIZ…y cómo ser feliz? Acatando, escuchando su Palabra, haciendo su
Voluntad.
Las tres lecturas de este domingo nos sugieren esta invitación que Dios
hace a todos los seres humanos y a través de la confrontación ante lo divino,
su experiencia particular de Isaías (primera lectura), Pablo (segunda lectura) y
Pedro (evangelio) …vemos como cada quien responde y o reacciona de manera
diferente. Isaías en primer lugar se siente maravillado, como encandilado y por
tanto se siente indigno de ser testigo de tal prodigio divino presente a través
de la visión que Dios le permite ver.
Pablo en la segunda lectura también se siente indigno, al tomar
conciencia de su condición en el pasado de perseguidor y asesino de cristianos,
pero siente también a través de su experiencia de fe y de apóstol que la gracia
de Dios es suficiente, basta para cambiar cualquier perjuicio, pesimismo o
parálisis ante el pecado.
Misma o parecida experiencia es la que vive Pedro en el evangelio: ante
la pesca milagrosa suscitada por Jesús, ante el prodigio y poder de este
predicador, él se siente pequeño, la grandeza de Dios lo hace sentir
insignificante, indigno y pecador…Es la experiencia a la que debe acceder todo
ser humano para acercarse con humildad a Dios.
Así pues la misericordia (primera lectura), el perdón (experimentado por
Pablo) y la grandeza de Dios (presente en el milagro del evangelio) nos
deben empujar hacia la confianza en Dios.
Nuestro mundo, nuestra sociedad necesita hoy más que nunca mostrarse
confiados en Dios, en su Palabra y en todo lo que puede hacer por sus criaturas
predilectas, por los seres humanos, nosotros sus hijos.
Dios ama a todos, nos llama a todos, nos invita a comunicar su amor, a
compartir la alegría de seguirle, de servirle, de amarle…por ello mismo nuestro
pecado, nuestra debilidad, nuestros defectos no pueden hacernos apartar de su
amor, ni renunciar a su Gracia, a su misericordia, a su perdón que Él nos
ofrece a cada instante. Esta misma condición pecadora presente en todos no
puede enceguecernos o llevarnos a rechazar lo que Él siempre nos quiere
ofrecer.
Que esta semana al ser conscientes de nuestra miseria, de nuestra
distancia y lejanía en lo referente a la Palabra de Dios, ello nos empuje, por
el contrario, a comprometernos más con Dios, con su mensaje, con la misión de
amor y de compasión a la cual nos invita a todos por los sacramentos, la
liturgia y los signos fraternales de todos los días.
Aproximación psicológica del evangelio:
Tiempo de sacudidas:
No es preciso pensar que Lucas nos habla hoy del primer encuentro entre
Jesús y aquellos quienes llegarían a ser sus discípulos. Pero una cosa es
segura, esta relación está en sus comienzos, y Pedro y sus compañeros saben aún
muy poco sobre Jesús.
En efecto, ¿Qué saben ellos de Jesús? Que es galileo como ellos, que es
contemporáneo de ellos (tiene su misma edad), que es carpintero de profesión y
aprendiz de profeta itinerante por aspiración. En efecto, este hombre habla a
las multitudes y les habla de las cosas de Dios.
Hasta aquí, nada hay que comprometa a Simón, nada hay de peligroso
si él acepta que Jesús entre y se siente en su barca para observar y llegar
mejor por su palabra a la multitud agolpada al bordo del lago. Mientras que
Jesús hable a los demás y les hable de la religión, Simón no corre ningún
riesgo. Él es pescador, él tiene trabajo, él tiene una función, una identidad a
diferencia de todos esos ociosos que no tienen nada mejor que hacer sino
escuchar un profeta ambulante quien les expone sus teorías sobre Dios.
Hasta aquí el universo mental de Simón conserva su coherencia: "Jesús
tiene su competencia, su vocación, quizás yo también, yo tengo la mía; él
tiene sus asuntos y yo tengo los míos. Con la condición que respetemos nuestros
campos de competencia respectivos, podemos coexistir bien, hacer buena
convivencia y por lo mismo prestarnos mutuamente servicio ocasionalmente, como
lo estoy haciendo en este momento de prestarle mi barca cuando yo no la
utilizo…"
Pero he aquí que Jesús no respeta las reglas del juego. Y todo se altera
cuando Él decide intervenir plenamente en el campo de competencia de Simón. Que
un ex carpintero decida comenzar a interesarse por la religión, vaya y venga.
Pero que un carpintero que ha llegado a ser aprendiz de profeta se ponga a
hablar de pescar y explicar a un profesional como lo es él de la pesca y
decirle cómo hacer, entonces se entiende porque se forma un hueco en el
universo mental de Simón, hasta acá coherente y firme. Es
decir, Simón se siente desconcertado, sacudido, conmocionado. Es el momento
de las sacudidas.
Simón reacciona bien, encaja en lo sugerido
por Jesús. Él podría responder que un aprendiz no
tiene nada que enseñarle a un profesional que ha trabajado toda la
noche, con colegas experimentados y un buen equipo. Él podría decir:
dad a los profetas lo que es de los profetas, y dejad a los pescadores lo que
les pertenece… Pero él obedece de buena gracia-al menos que no sea con la
secreta esperanza de poner a Jesús ante la realidad: cuando no se
puede no se puede.
Pero he aquí que es Jesús quien tiene la razón,
y el universo mental de Simón continúa desmoronándose. Un poco
como sus redes, él no está hecho para soportar un tal peso (o tal
carga) y se hunde, tiene necesidad de ayuda, pues se encuentra sin equilibrio
ante este hombre que interviene en su vida sin avisar.
Hay en toda vocación o llamado a la fe sacudidas y o
conmociones y maduraciones. Con seguridad, ha sido una sacudida la que ha
vivido Simón aquel día, y que sin duda tendrá consecuencias para su
vida de acá en adelante.
Este pasaje puede abrir otra pista
de reflexión como prolongación de la que le precede.
Estamos puestos en presencia de un hombre que vive un bloqueo, un fracaso. Acá,
es en su vida profesional, pero también podría ser en su
vida conyugal, en su búsqueda de sentido o dentro de toda otra
experiencia que le preocupe.
Para desbloquear esta situación, Jesús invita a avanzar,
a aventurarse en aguas profundas. El agua profunda, es todo aquello que puede
engullirnos, es todo aquello que nos provoca angustia. Pero es al mismo tiempo
el lugar de tesoros escondidos, de riquezas infinitas que no se pueden acabar y
que nosotros no tenemos todavía como prospecto. Jesús parece decirle
a Simón, «la salvación está en lo profundo, déjate llevar, tus
recursos y o posibilidades son infinitas, no dejes al desánimo o pesimismo
relanzarte sobre los altos fondos estériles, afronta la angustia de lo
desconocido y encontrarás. Tu equipaje o equipo es frágil y tu
quizás necesitarás ayuda, pero tu soportarás y saldrás de
tu esterilidad…"
REFLEXIÓN CENTRAL:
1
"Confiando en tu Palabra echaré las redes"
Conocemos muy bien este relato de la pesca milagrosa. Los evangelios nos
presentan dos versiones. Hoy nos es proclamada la versión de Lucas,
cuando el suceso se produce al comienzo de la
vida pública de Jesús y donde el papel de Pedro es confirmado:
«en adelante tú serás pescador de hombres». El otro relato se encuentra en el
evangelio de Juan (Jn 21,1-19) y se ubica después de la resurrección. Juan
pone en evidencia también el rol de Pedro, pero Jesús no le
dice que él llegará a ser pescador de hombres y lo invita
preferiblemente a ser el pastor de sus ovejas.
A veces tenemos la impresión de que Dios es mudo y que Él no
se comunica con nosotros. Una mujer decía: «El buen Dios es como
mi marido, Él es sordo y no escucha nunca lo que yo le digo. Es más, Él es
mudo como mi psicólogo, Él no habla nunca y me deja contar mis historias».
De hecho, Dios nos escucha y nos habla. Él nos invita constantemente a
poner en práctica su Palabra.
El evangelio de la pesca milagrosa empieza por
una constatación de fracaso. Desanimado, Pedro se da cuenta que él y
sus compañeros han trabajado en vano: «Maestro hemos
trabajado toda la noche y no hemos pescado nada».
Nosotros conocemos bien este tipo de experiencias en nuestra vida:
fracasos en nuestro matrimonio, en la educación de los hijos, en
nuestra vida profesional, en las resoluciones o decisiones que tomamos y no
realizamos…nadie está exento de estos fracasos penosos y humillantes.
Es la misma situación que se presenta en nuestra Iglesia que vive
momentos de crisis y de reveses muy fuertes. Esta el escándalo de los
sacerdotes pedófilos, la desaparición y venta de iglesias y o templos en
Europa y América del Norte, la insuficiencia de sacerdotes y el envejecimiento
de los que quedan, el alejamiento de los niños y jóvenes que no
frecuentan más los sacramentos, los adultos que no practican más la
religión y no asisten a la celebración litúrgica de la comunidad,
etc.
A menudo, nos sentimos desanimados ante el poco entusiasmo de los
cristianos para ofrecer los servicios comunitarios esenciales. Se tiene
necesidad de benévolos, de personas que asesoren los sacerdotes en la
administración eclesial, de catequistas y muy pocas personas responden a este
llamado. Ante esta realidad, nos vemos tentados a desertar, a renunciar, a
bajar los brazos.
La Palabra de Jesús hoy es una invitación a la confianza: «avanzad
en aguas profundas y lanzad las redes …» Es ahora, en plena crisis,
en medio de la tempestad, cuando Jesús nos invita junto con Pedro a
avanzar en aguas profundas y a retomar el trabajo. Es el centro de
nuestra página del evangelio. Fatigado, desalentado, sabiendo que uno
no pesca mientras la luz de día esté presente, Pedro con todo confía en el
Señor y acepta lanzar sus redes: «Maestro nos hemos fatigado toda la
noche sin pescar nada, pero en tu Palabra echaré las redes ».
Evidentemente, el relato de la pesca milagrosa no es un relato sobre la
pesca sino más bien un relato sobre el poder de Cristo y de la fe.
El verdadero milagro no es que las redes se llenaran de pescados, sino
que por la Palabra de Cristo Pedro haya aceptado confiar, avanzar en aguas
profundas y recomenzar la pesca.
La pesca milagrosa es un suceso-signo que le permite a Simón Pedro reconocer
a Jesús y entrar en la fe.
La pesca milagrosa no es una situación permanente…En el mundo
de hoy sabemos que las pescas milagrosas son raras (exceptuando las mal
llamadas «pescas milagrosas» protagonizadas por la guerrilla colombiana en las
rutas de mi país, cuando al azar deciden tomar prisioneros y o secuestrar
personas que viajan). Las pescas milagrosas son raras porque las aguas están
contaminadas, hay abuso en la pesca y los grandes bancos de peces están en vía
de extinción…muchos que se dedican a la pesca destruyen los hábitats marinos
con un desprecio trágico de la permanencia de la fuente o recurso.
La degradación de los medios marinos es unas de las tragedias de nuestro
tiempo, y quizás haría falta que domingo a domingo hagamos una oración por la
protección de los recursos marinos. En nuestro mundo, la cuestión ecológica
esta siempre en el horizonte.
¿Acaso es diferente para la pesca de hombres (yo prefiero decir de seres
humanos) en el sentido del evangelio? Los primeros apóstoles,
ciertamente han conocido pescas milagrosas que el libro de los Hechos de los
Apóstoles embellecen un poco. Pero Pablo, recordemos, fracasó en
Atenas. Hará falta el largo trabajo de Justino y de los Padres Apologistas para
penetrar las culturas griega y romana. Siglos de trabajo.
Nosotros estamos de nuevo en el tiempo de las pescas no milagrosas. La
cultura ha cambiado. La sociedad de consumo ha mundializado el mercado y nos ha
reducido a nuestro rol económico, saltando u omitiendo los valores de nuestra
vida. Los Medios de comunicación atacan por todos lados la herencia cristiana y
disuelven la fe cristiana en un magma de ciencia y de gnosis. Lo que confirma
que la FE es despreciada y que aquello que la destruye o disminuye es exaltado.
Sera necesario por ello maldecir el mundo en el cual vivimos?
Por supuesto que no, por nada del mundo. No es el tiempo de la amargura
y del resentimiento. No estamos en el tiempo de las pescas milagrosas, es
verdad, lejos de eso, tampoco podemos hacernos la ilusión de pensar que Cristo
nos ha prometido épocas o periodos siempre festivos. Es quizás y de manera
preferible, el tiempo de la paciencia, el tiempo del hundimiento, el tiempo de
la reconstrucción de los stocks, el tiempo de la esperanza, el tiempo de
retomar las redes y de comprender mejor el origen de la fuente.
La simbología de la pesca corre el riesgo de ser despreciable si se
considera a los seres humanos como peces o pescados que se capturan. Toda
simbología tiene sus límites. En la tradición bíblica, el mar es un lugar peligroso,
y sacar a los hombres del mar es donarles la vida, la libertad, la
esperanza. No se trata de engatusar y atrapar los hombres y las mujeres de
hoy en cualquier red. Se trata al contrario de ofrecerles una tabla
de salvación.
Simón-Pedro, Andrés, Santiago, Juan y los otros han hecho bien su trabajo.
Hoy nos toca a nosotros hacer bien el nuestro, y no es tan simple ni tan
sencillo como el de ellos.
2
Llamados y enviados
El domingo pasado, escuchamos el relato de la vocación de Jeremías. Hoy
se nos proponen otros dos relatos de vocación: la de Isaías (primera lectura) y
la del apóstol Pedro en el Evangelio de Lucas.
Por un lado, Dios se presenta como el Dios tres veces santo, y por el
otro, es Jesús quien se sube de manera simple y sencilla en la barca de Pedro donde
se manifestará como el amo de la creación.
Tanto Isaías como Pedro reaccionan de la misma manera: ellos se llenan
de miedo, temen ante la cercanía de Dios, del cual reconocen la santidad. Pedro
ve en Jesús a alguien que no pertenece a su mundo y lo llama “Señor”. Y es así
como se acostumbra llamar en su tiempo al Dios de Israel. Pero Jesús les
transmite seguridad a estos pescadores y los invita a seguirle. Así es como
estos hombres dejan todo y se disponen a seguirlo…Ellos depositan su confianza
en Jesús.
Este Evangelio nos toca a nosotros hoy, nos interpela, pues Cristo se
sube a la barca de cada uno de nosotros. Él se hace el invitado a mi lugar de
trabajo, a mi casa, allí donde yo vivo. Él está presente en el centro, en el
corazón de nuestras vidas y experiencias. Él cuenta con nuestra acogida y
nuestra respuesta.
Este encuentro con Él podemos tenerlo en la oración, pero también
gracias a un encuentro, a un testimonio que nos ha interpelado. Dios se las
arregla siempre para poner en nuestro camino a las personas que nos ayudarán a
avanzar.
En el Evangelio de este domingo, vemos a Pedro que se ha fatigado con
sus compañeros toda la noche sin pescar nada. Como él, cada uno de nosotros
tenemos la experiencia de esas noches tristes, llenas de pena, de esos días
difíciles…Ante el fracaso, corremos el riesgo de desanimarnos. Pero el Señor
está siempre ahí, y no cesa de decirnos: “rema
mar adentro”, “avanza hacia lo profundo” …ve, camina, marcha hacia aquel
que está solo, enfermo o triste. “Avanza
en aguas profundas!” Estas aguas profundas es el abismo del accidente, de
la enfermedad, de la discapacidad. Ve hacia las “periferias”, hacia aquellos
que están marginados, que no cuentan a los ojos del mundo. Es urgente hacerles
ver y saber que ellos ocupan el primer lugar en el corazón de Dios.
Hermanos, para esta misión, Jesús no llama a los más inteligentes y o
superdotados ni a los más merecedores. Es lo que vemos con Isaías, Pedro,
Santiago, Juan, pero también Pablo. Unos y otros reconocen el gran abismo, o
diferencia entre lo que ellos son y la misión que se les ha confiado. Ellos se
reconocen indignos de hablar de Dios y en su nombre. Pero Dios les revela, les
dice que ellos son amados, perdonados y enviados. El apóstol Pablo reconoce que
el éxito de su misión no le viene de sí mismo sino de la Gracia de Dios.
Hoy, todos aquellos que son llamados a anunciar el Evangelio hacen o
tienen la misma experiencia que todos estos personajes, una experiencia de indignidad
y de miedo; y así es mucho mejor; lo contrario sería peligroso. No podemos
creer hermanos, que es nuestra propia palabra la que realiza la obra de
conversión. Nosotros somos enviados para decir y testimoniar, pero el principal
trabajo lo hace Dios en el corazón de los hombres y mujeres que pone en nuestro
camino. La fe de la cual damos testimonio se transmite y se expande sin que nos
demos cuenta: ello es obra del Espíritu Santo.
Un último punto sobre el Evangelio: Pedro y sus compañeros han
respondido al llamado de Jesús que los invitaba a remar mar adentro. El
resultado ha sido tan extraordinario que ellos han debido llamar a sus
compañeros. Sin eso, la pesca milagrosa se habría perdido. Es importante que
aquellos que han sido llamados a ser “pescadores de hombres”, comprendan esto.
Nosotros somos enviados juntos. Toda Evangelización debe ser comunitaria. San
Pablo lo expresa bien fuerte y claro cuando se declara en plena comunión con
los otros apóstoles.
Henos aquí entonces, llamados a ser discípulos y misioneros, a seguir a
Cristo y anunciarlo al mundo. Es unidos, juntos que hemos de lanzar las redes.
Pero no debemos ni podemos olvidar que, sin Jesús, estas redes se quedarán
vacías. Si abandonamos la oración y los sacramentos, nuestros esfuerzos serán
vanos; vamos a cansarnos día a día por nada. Cristo nos invita a apegarnos a Él
y a acoger el alimento que Él nos propone para alimentar nuestra fe, nuestra
esperanza y nuestro amor. Él mismo nos asegura su presencia todos los días de
nuestra vida.
Que la SVM, Madre de Jesús y Madre Nuestra, ella que fue la primera
discípula misionera, nos inspire y nos siga acompañando en este caminar …que nosotros
respondamos con generosidad al llamado que Cristo nos hace, sintiéndonos
siempre perdonados y amados por Él y así
ser los pescadores de hombres que el mundo de hoy necesita urgentemente…Que
seamos pastores y evangelizadores según el corazón de Dios.
Amén!
OBJETIVO-VIDA PARA LA SEMANA
- - Recuerdo
un momento de encuentro con Dios en el cual sentí su presencia y doy
gracias.
- - Profundizaré
en un elemento de mi profesión de fe (Dios,
Jesucristo, Espíritu Santo, resurrección, Iglesia, etc).
Oración-contemplación
Señor, Tú llamas a quien quieres a seguirte
para anunciar la Buena Nueva de salvación
y hacer más bella a la humanidad.
Envíanos y tu alegría será nuestra alegría.
Tú pasas cuando quieres por nuestra vida
por tu Espíritu que hace nuevas todas las cosas;
que Él nos queme desde el interior para que nosotros seamos
apóstoles y adoradores según tu corazón.
Tú nos conduces donde quieres y Tú nos invitas
a soltar nuestras redes,
a confiar en Ti, día y
noche, en buen tiempo, en mal tiempo;
que el agua de tu misericordia inunde nuestra miseria.
Tú despliegas tu fuerza en el centro de nuestra debilidad,
sobre todo, cuando estamos en aguas profundas;
libéranos de los miedos que paralizan
y que nos impiden avanzar.
Te damos gracias por tu presencia,
Tú estás siempre adelante,
gracias por liberar en nuestras profundidades
un océano de amor y de paz.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
Pequeño
misal « Prions en Église », edición quebequense, Novalis, 2013.
HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.
BEAUCHAMP,
André. Comprendre la Parole. Homilias para el año C.
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