6 de febrero del 2022: 5º Domingo Ordinario del Ciclo C


Somos Llamados y Enviados

Si nuestra fe es verdaderamente parte integral de nuestras vidas, tendríamos que ser muy conscientes de su riqueza, que no podemos guardar solo para nosotros. Lo que vemos con ella, lo que vivimos con ella, queremos compartirlo con otros. Si la fe nos hace sentirnos felices y seguros en Dios, nos damos cuenta de que la hemos recibido no para nosotros solos. Hagamos a los otros felices y ricos en la fe: ésa es la vocación de todo cristiano. Pidamos al Señor aquí en la eucaristía que sepamos revelarle y llevarle a otros, al menos por medio de nuestra conducta auténticamente cristiana.





Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (6,1-2a.3-8):

EL año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo.
Junto a él estaban los serafines, y se gritaban uno a otro diciendo:
«¡Santo, santo, santo es el Señor del universo, llena está la tierra de su gloria!».
Temblaban las jambas y los umbrales al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo.
Yo dije:
«Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de gente de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey, Señor del universo».
Uno de los seres de fuego voló hacia mí con un ascua en la mano, que había tomado de! altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo:
«Al tocar esto tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado».
Entonces escuché la voz del Señor, que decía:
«A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?».
Contesté:
«Aquí estoy, mándame».

Palabra de Dios




Salmo

Sal 137

R/. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.


V/. Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti;
me postraré hacia tu santuario. R/.

V/. Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R/.

V/. Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande. R/.

V/. Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R/.




Segunda lectura

Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios (15,1-11):

Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié y que vosotros aceptasteis, en el que además estáis fundados,
y que os está salvando, si os mantenéis en la palabra que os anunciamos; de lo contrario, creísteis en vano.
Porque yo os transmití en primer lugar, lo que también yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; y que se apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales vive todavía, otros han muerto; después se apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí.
Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de ser llamado apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios.
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien; tanto yo como ellos predicamos así, y así lo creísteis vosotros.

Palabra de Dios





EVANGELIO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 5, 1-11

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la Palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret; y vio dos barcas que estaban junto a la orilla: los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que le apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
-- Rema mar adentro y echad las redes para pescar.
Simón contestó:
-- Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces grande, que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo:
-- Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.
Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo pasaba a Santiago y Juan, hijos del Zebedeo, que eran compañeros de Simón:
-- No temas: desde ahora, serás pescador de hombres
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor




A guisa de introducción:

Vocación, llamado…qué es eso?

Siempre se ha entendido erróneamente la palabra VOCACIÓN como un llamado exclusivamente a ser sacerdote, monja o a consagrarse en la vida religiosa, monástica o mística… Pocas veces se entiende que la VOCACIÓN es el llamado que Dios creador hace a su creatura (hombre-mujer), ¿a todo ser humano a SER FELIZ…y cómo ser feliz? Acatando, escuchando su Palabra, haciendo su Voluntad. 

Las tres lecturas de este domingo nos sugieren esta invitación que Dios hace a todos los seres humanos y a través de la confrontación ante lo divino, su experiencia particular de Isaías (primera lectura), Pablo (segunda lectura) y Pedro (evangelio) …vemos como cada quien responde y o reacciona de manera diferente. Isaías en primer lugar se siente maravillado, como encandilado y por tanto se siente indigno de ser testigo de tal prodigio divino presente a través de la visión que Dios le permite ver.

Pablo en la segunda lectura también se siente indigno, al tomar conciencia de su condición en el pasado de perseguidor y asesino de cristianos, pero siente también a través de su experiencia de fe y de apóstol que la gracia de Dios es suficiente, basta para cambiar cualquier perjuicio, pesimismo o parálisis ante el pecado.

Misma o parecida experiencia es la que vive Pedro en el evangelio: ante la pesca milagrosa suscitada por Jesús, ante el prodigio y poder de este predicador, él se siente pequeño, la grandeza de Dios lo hace sentir insignificante, indigno y pecador…Es la experiencia a la que debe acceder todo ser humano para acercarse con humildad a Dios.

Así pues la misericordia (primera lectura), el perdón (experimentado por Pablo) y la grandeza de Dios (presente en el milagro del evangelio) nos deben empujar hacia la confianza en Dios.

Nuestro mundo, nuestra sociedad necesita hoy más que nunca mostrarse confiados en Dios, en su Palabra y en todo lo que puede hacer por sus criaturas predilectas, por los seres humanos, nosotros sus hijos.

Dios ama a todos, nos llama a todos, nos invita a comunicar su amor, a compartir la alegría de seguirle, de servirle, de amarle…por ello mismo nuestro pecado, nuestra debilidad, nuestros defectos no pueden hacernos apartar de su amor, ni renunciar a su Gracia, a su misericordia, a su perdón que Él nos ofrece a cada instante. Esta misma condición pecadora presente en todos no puede enceguecernos o llevarnos a rechazar lo que Él siempre nos quiere ofrecer.

Que esta semana al ser conscientes de nuestra miseria, de nuestra distancia y lejanía en lo referente a la Palabra de Dios, ello nos empuje, por el contrario, a comprometernos más con Dios, con su mensaje, con la misión de amor y de compasión a la cual nos invita a todos por los sacramentos, la liturgia y los signos fraternales de todos los días.




Aproximación psicológica del evangelio:

Tiempo de sacudidas:


No es preciso pensar que Lucas nos habla hoy del primer encuentro entre Jesús y aquellos quienes llegarían a ser sus discípulos. Pero una cosa es segura, esta relación está en sus comienzos, y Pedro y sus compañeros saben aún muy poco sobre Jesús.

En efecto, ¿Qué saben ellos de Jesús? Que es galileo como ellos, que es contemporáneo de ellos (tiene su misma edad), que es carpintero de profesión y aprendiz de profeta itinerante por aspiración. En efecto, este hombre habla a las multitudes y les habla de las cosas de Dios.

Hasta aquí, nada hay que comprometa a Simón, nada hay de peligroso si él acepta que Jesús entre y se siente en su barca para observar y llegar mejor por su palabra a la multitud agolpada al bordo del lago. Mientras que Jesús hable a los demás y les hable de la religión, Simón no corre ningún riesgo. Él es pescador, él tiene trabajo, él tiene una función, una identidad a diferencia de todos esos ociosos que no tienen nada mejor que hacer sino escuchar un profeta ambulante quien les expone sus teorías sobre Dios.

Hasta aquí el universo mental de Simón conserva su coherencia: "Jesús tiene su competencia, su vocación, quizás yo también, yo tengo la mía; él tiene sus asuntos y yo tengo los míos. Con la condición que respetemos nuestros campos de competencia respectivos, podemos coexistir bien, hacer buena convivencia y por lo mismo prestarnos mutuamente servicio ocasionalmente, como lo estoy haciendo en este momento de prestarle mi barca cuando yo no la utilizo…"

Pero he aquí que Jesús no respeta las reglas del juego. Y todo se altera cuando Él decide intervenir plenamente en el campo de competencia de Simón. Que un ex carpintero decida comenzar a interesarse por la religión, vaya y venga. Pero que un carpintero que ha llegado a ser aprendiz de profeta se ponga a hablar de pescar y explicar a un profesional como lo es él de la pesca y decirle cómo hacer, entonces se entiende porque se forma un hueco en el universo mental de Simón, hasta acá coherente y firme. Es decir, Simón se siente desconcertado, sacudido, conmocionado. Es el momento de las sacudidas.

Simón reacciona bien, encaja en lo sugerido por Jesús.  Él podría responder que un aprendiz no tiene nada que enseñarle a un profesional que ha trabajado toda la noche, con colegas experimentados y un buen equipo. Él podría decir: dad a los profetas lo que es de los profetas, y dejad a los pescadores lo que les pertenece… Pero él obedece de buena gracia-al menos que no sea con la secreta esperanza de poner a Jesús ante la realidad: cuando no se puede no se puede.

Pero he aquí que es Jesús quien tiene la razón, y el universo mental de Simón continúa desmoronándose. Un poco como sus redes, él no está hecho para soportar un tal peso (o tal carga) y se hunde, tiene necesidad de ayuda, pues se encuentra sin equilibrio ante este hombre que interviene en su vida sin avisar.

Hay en toda vocación o llamado a la fe sacudidas y o conmociones y maduraciones. Con seguridad, ha sido una sacudida la que ha vivido Simón aquel día, y que sin duda tendrá consecuencias para su vida de acá en adelante.

Este pasaje puede abrir otra pista de reflexión como prolongación de la que le precede. Estamos puestos en presencia de un hombre que vive un bloqueo, un fracaso. Acá, es en su vida profesional, pero también podría ser en su vida conyugal, en su búsqueda de sentido o dentro de toda otra experiencia que le preocupe.

Para desbloquear esta situación, Jesús invita a avanzar, a aventurarse en aguas profundas. El agua profunda, es todo aquello que puede engullirnos, es todo aquello que nos provoca angustia. Pero es al mismo tiempo el lugar de tesoros escondidos, de riquezas infinitas que no se pueden acabar y que nosotros no tenemos todavía como prospecto. Jesús parece decirle a Simón, «la salvación está en lo profundo, déjate llevar, tus recursos y o posibilidades son infinitas, no dejes al desánimo o pesimismo relanzarte sobre los altos fondos estériles, afronta la angustia de lo desconocido y encontrarás. Tu equipaje o equipo es frágil y tu quizás necesitarás ayuda, pero tu soportarás y saldrás de tu esterilidad…"




REFLEXIÓN CENTRAL:

1

"Confiando en tu Palabra echaré las redes"

Conocemos muy bien este relato de la pesca milagrosa. Los evangelios nos presentan dos versiones. Hoy nos es proclamada la versión de Lucas, cuando el suceso se produce al comienzo de la vida pública de Jesús y donde el papel de Pedro es confirmado: «en adelante tú serás pescador de hombres». El otro relato se encuentra en el evangelio de Juan (Jn 21,1-19) y se ubica después de la resurrección. Juan pone en evidencia también el rol de Pedro, pero Jesús no le dice que él llegará a ser pescador de hombres y lo invita preferiblemente a ser el pastor de sus ovejas.

A veces tenemos la impresión de que Dios es mudo y que Él no se comunica con nosotros. Una mujer decía: «El buen Dios es como mi marido, Él es sordo y no escucha nunca lo que yo le digo. Es más, Él es mudo como mi psicólogo, Él no habla nunca y me deja contar mis historias».

De hecho, Dios nos escucha y nos habla. Él nos invita constantemente a poner en práctica su Palabra.

El evangelio de la pesca milagrosa empieza por una constatación de fracaso. Desanimado, Pedro se da cuenta que él y sus compañeros han trabajado en vano: «Maestro hemos trabajado toda la noche y no hemos pescado nada».

Nosotros conocemos bien este tipo de experiencias en nuestra vida: fracasos en nuestro matrimonio, en la educación de los hijos, en nuestra vida profesional, en las resoluciones o decisiones que tomamos y no realizamos…nadie está exento de estos fracasos penosos y humillantes.

Es la misma situación que se presenta en nuestra Iglesia que vive momentos de crisis y de reveses muy fuertes. Esta el escándalo de los sacerdotes pedófilos, la desaparición y venta de iglesias y o templos en Europa y América del Norte, la insuficiencia de sacerdotes y el envejecimiento de los que quedan, el alejamiento de los niños y jóvenes que no frecuentan más los sacramentos, los adultos que no practican más la religión y no asisten a la celebración litúrgica de la comunidad, etc.

A menudo, nos sentimos desanimados ante el poco entusiasmo de los cristianos para ofrecer los servicios comunitarios esenciales. Se tiene necesidad de benévolos, de personas que asesoren los sacerdotes en la administración eclesial, de catequistas y muy pocas personas responden a este llamado. Ante esta realidad, nos vemos tentados a desertar, a renunciar, a bajar los brazos.

La Palabra de Jesús hoy es una invitación a la confianza: «avanzad en aguas profundas y lanzad las redes …» Es ahora, en plena crisis, en medio de la tempestad, cuando Jesús nos invita junto con Pedro a avanzar en aguas profundas y a retomar el trabajo. Es el centro de nuestra página del evangelio. Fatigado, desalentado, sabiendo que uno no pesca mientras la luz de día esté presente, Pedro con todo confía en el Señor y acepta lanzar sus redes: «Maestro nos hemos fatigado toda la noche sin pescar nada, pero en tu Palabra echaré las redes ».

Evidentemente, el relato de la pesca milagrosa no es un relato sobre la pesca sino más bien un relato sobre el poder de Cristo y de la fe.

El verdadero milagro no es que las redes se llenaran de pescados, sino que por la Palabra de Cristo Pedro haya aceptado confiar, avanzar en aguas profundas y recomenzar la pesca.

La pesca milagrosa es un suceso-signo que le permite a Simón Pedro reconocer a Jesús y entrar en la fe.

La pesca milagrosa no es una situación permanente…En el mundo de hoy sabemos que las pescas milagrosas son raras (exceptuando las mal llamadas «pescas milagrosas» protagonizadas por la guerrilla colombiana en las rutas de mi país, cuando al azar deciden tomar prisioneros y o secuestrar personas que viajan). Las pescas milagrosas son raras porque las aguas están contaminadas, hay abuso en la pesca y los grandes bancos de peces están en vía de extinción…muchos que se dedican a la pesca destruyen los hábitats marinos con un desprecio trágico de la permanencia de la fuente o recurso. 

La degradación de los medios marinos es unas de las tragedias de nuestro tiempo, y quizás haría falta que domingo a domingo hagamos una oración por la protección de los recursos marinos. En nuestro mundo, la cuestión ecológica esta siempre en el horizonte.

¿Acaso es diferente para la pesca de hombres (yo prefiero decir de seres humanos) en el sentido del evangelio?  Los primeros apóstoles, ciertamente han conocido pescas milagrosas que el libro de los Hechos de los Apóstoles embellecen un poco.  Pero Pablo, recordemos, fracasó en Atenas. Hará falta el largo trabajo de Justino y de los Padres Apologistas para penetrar las culturas griega y romana. Siglos de trabajo.

Nosotros estamos de nuevo en el tiempo de las pescas no milagrosas. La cultura ha cambiado. La sociedad de consumo ha mundializado el mercado y nos ha reducido a nuestro rol económico, saltando u omitiendo los valores de nuestra vida. Los Medios de comunicación atacan por todos lados la herencia cristiana y disuelven la fe cristiana en un magma de ciencia y de gnosis. Lo que confirma que la FE es despreciada y que aquello que la destruye o disminuye es exaltado.

Sera necesario por ello maldecir el mundo en el cual vivimos?
Por supuesto que no, por nada del mundo. No es el tiempo de la amargura y del resentimiento. No estamos en el tiempo de las pescas milagrosas, es verdad, lejos de eso, tampoco podemos hacernos la ilusión de pensar que Cristo nos ha prometido épocas o periodos siempre festivos. Es quizás y de manera preferible, el tiempo de la paciencia, el tiempo del hundimiento, el tiempo de la reconstrucción de los stocks, el tiempo de la esperanza, el tiempo de retomar las redes y de comprender mejor el origen de la fuente.

La simbología de la pesca corre el riesgo de ser despreciable si se considera a los seres humanos como peces o pescados que se capturan. Toda simbología tiene sus límites. En la tradición bíblica, el mar es un lugar peligroso, y sacar a los hombres del mar es donarles la vida, la libertad, la esperanza. No se trata de engatusar y atrapar los hombres y las mujeres de hoy en cualquier red. Se trata al contrario de ofrecerles una tabla de salvación.

Simón-Pedro, Andrés, Santiago, Juan y los otros han hecho bien su trabajo. Hoy nos toca a nosotros hacer bien el nuestro, y no es tan simple ni tan sencillo como el de ellos.



2

Llamados y enviados


El domingo pasado, escuchamos el relato de la vocación de Jeremías. Hoy se nos proponen otros dos relatos de vocación: la de Isaías (primera lectura) y la del apóstol Pedro en el Evangelio de Lucas.

Por un lado, Dios se presenta como el Dios tres veces santo, y por el otro, es Jesús quien se sube de manera simple y sencilla en la barca de Pedro donde se manifestará como el amo de la creación.

Tanto Isaías como Pedro reaccionan de la misma manera: ellos se llenan de miedo, temen ante la cercanía de Dios, del cual reconocen la santidad. Pedro ve en Jesús a alguien que no pertenece a su mundo y lo llama “Señor”. Y es así como se acostumbra llamar en su tiempo al Dios de Israel. Pero Jesús les transmite seguridad a estos pescadores y los invita a seguirle. Así es como estos hombres dejan todo y se disponen a seguirlo…Ellos depositan su confianza en Jesús.

Este Evangelio nos toca a nosotros hoy, nos interpela, pues Cristo se sube a la barca de cada uno de nosotros. Él se hace el invitado a mi lugar de trabajo, a mi casa, allí donde yo vivo. Él está presente en el centro, en el corazón de nuestras vidas y experiencias. Él cuenta con nuestra acogida y nuestra respuesta.

Este encuentro con Él podemos tenerlo en la oración, pero también gracias a un encuentro, a un testimonio que nos ha interpelado. Dios se las arregla siempre para poner en nuestro camino a las personas que nos ayudarán a avanzar.

En el Evangelio de este domingo, vemos a Pedro que se ha fatigado con sus compañeros toda la noche sin pescar nada. Como él, cada uno de nosotros tenemos la experiencia de esas noches tristes, llenas de pena, de esos días difíciles…Ante el fracaso, corremos el riesgo de desanimarnos. Pero el Señor está siempre ahí, y no cesa de decirnos: “rema mar adentro”, “avanza hacia lo profundo” …ve, camina, marcha hacia aquel que está solo, enfermo o triste. “Avanza en aguas profundas!” Estas aguas profundas es el abismo del accidente, de la enfermedad, de la discapacidad. Ve hacia las “periferias”, hacia aquellos que están marginados, que no cuentan a los ojos del mundo. Es urgente hacerles ver y saber que ellos ocupan el primer lugar en el corazón de Dios.

Hermanos, para esta misión, Jesús no llama a los más inteligentes y o superdotados ni a los más merecedores. Es lo que vemos con Isaías, Pedro, Santiago, Juan, pero también Pablo. Unos y otros reconocen el gran abismo, o diferencia entre lo que ellos son y la misión que se les ha confiado. Ellos se reconocen indignos de hablar de Dios y en su nombre. Pero Dios les revela, les dice que ellos son amados, perdonados y enviados. El apóstol Pablo reconoce que el éxito de su misión no le viene de sí mismo sino de la Gracia de Dios.

Hoy, todos aquellos que son llamados a anunciar el Evangelio hacen o tienen la misma experiencia que todos estos personajes, una experiencia de indignidad y de miedo; y así es mucho mejor; lo contrario sería peligroso. No podemos creer hermanos, que es nuestra propia palabra la que realiza la obra de conversión. Nosotros somos enviados para decir y testimoniar, pero el principal trabajo lo hace Dios en el corazón de los hombres y mujeres que pone en nuestro camino. La fe de la cual damos testimonio se transmite y se expande sin que nos demos cuenta: ello es obra del Espíritu Santo.

Un último punto sobre el Evangelio: Pedro y sus compañeros han respondido al llamado de Jesús que los invitaba a remar mar adentro. El resultado ha sido tan extraordinario que ellos han debido llamar a sus compañeros. Sin eso, la pesca milagrosa se habría perdido. Es importante que aquellos que han sido llamados a ser “pescadores de hombres”, comprendan esto. Nosotros somos enviados juntos. Toda Evangelización debe ser comunitaria. San Pablo lo expresa bien fuerte y claro cuando se declara en plena comunión con los otros apóstoles.

Henos aquí entonces, llamados a ser discípulos y misioneros, a seguir a Cristo y anunciarlo al mundo. Es unidos, juntos que hemos de lanzar las redes. Pero no debemos ni podemos olvidar que, sin Jesús, estas redes se quedarán vacías. Si abandonamos la oración y los sacramentos, nuestros esfuerzos serán vanos; vamos a cansarnos día a día por nada. Cristo nos invita a apegarnos a Él y a acoger el alimento que Él nos propone para alimentar nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor. Él mismo nos asegura su presencia todos los días de nuestra vida.

Que la SVM, Madre de Jesús y Madre Nuestra, ella que fue la primera discípula misionera, nos inspire y nos siga acompañando en este caminar …que nosotros respondamos con generosidad al llamado que Cristo nos hace, sintiéndonos siempre perdonados y amados  por Él y así ser los pescadores de hombres que el mundo de hoy necesita urgentemente…Que seamos pastores y evangelizadores según el corazón de Dios.

Amén!



OBJETIVO-VIDA PARA LA SEMANA

-      - Recuerdo un momento de encuentro con Dios en el cual sentí su presencia y doy gracias.

- - Profundizaré en un elemento de mi profesión de fe (Dios, Jesucristo, Espíritu Santo, resurrección, Iglesia, etc).



Oración-contemplación

 

Señor, Tú llamas a quien quieres a seguirte

para anunciar la Buena Nueva de salvación

y hacer más bella a la humanidad.

Envíanos y tu alegría será nuestra alegría.

 

Tú pasas cuando quieres por nuestra vida

por tu Espíritu que hace nuevas todas las cosas;

que Él nos queme desde el interior para que nosotros seamos

apóstoles y adoradores según tu corazón.

 

Tú nos conduces donde quieres y Tú nos invitas

a soltar nuestras redes,

 a confiar en Ti, día y noche, en buen tiempo, en mal tiempo;

que el agua de tu misericordia inunde nuestra miseria.

 

Tú despliegas tu fuerza en el centro de nuestra debilidad,

sobre todo, cuando estamos en aguas profundas;

libéranos de los miedos que paralizan

y que nos impiden avanzar.

 

Te damos gracias por tu presencia,

Tú estás siempre adelante,

gracias por liberar en nuestras profundidades

un océano de amor y de paz.








REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:





Pequeño misal « Prions en Église », edición quebequense, Novalis, 2013.

HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.

BEAUCHAMP, André. Comprendre la Parole. Homilias para el año C.


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