Dios
está siempre trabajando
Dios
reúne a todas las naciones a su alrededor, pero cada persona debe hacer el
esfuerzo de pasar por la puerta estrecha si quiere seguir en verdad a Cristo.
Dios se compromete con nosotros a la manera de un padre para que nosotros
produzcamos “un fruto de paz y de justicia” (segunda lectura).
****
Jesús nos invita a cambiar
nuestra manera de ver a Dios y al mundo, así, podremos entrar con Él por la
puerta estrecha de la confianza y de la vida.
Primera
lectura
Lectura
del libro de Isaías (66,18-21):
Esto dice el Señor:
«Yo, conociendo sus obras y sus pensamientos,
vendré para reunir
las naciones de toda lengua;
vendrán para ver mi gloria.
Les daré una señal, y de entre ellos
enviaré supervivientes a las naciones:
a Tarsis, Libia y Lidia (tiradores de arco),
Túbal y Grecia, a las costas lejanas
que nunca oyeron mi fama ni vieron mi gloria.
Ellos anunciarán mi gloria a las naciones.
Y de todas las naciones, como ofrenda al Señor,
traerán a todos vuestros hermanos,
a caballo y en carros y en literas,
en mulos y dromedarios,
hasta mi santa montaña de Jerusalén
—dice el Señor—,
así como los hijos de Israel traen ofrendas,
en vasos purificados, al templo del Señor.
También de entre ellos escogeré
sacerdotes y levitas —dice el Señor—».
Palabra de Dios
Salmo
Sal
116,1.2
R/. Id al
mundo entero y proclamad el Evangelio
V/. Alabad al Señor todas las naciones,
aclamadlo todos los pueblos. R/.
V/. Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre. R/.
Segunda
lectura
Lectura
de la carta a los Hebreos (12,5-7.11-13):
Hermanos:
Habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron:
«Hijo mío, no rechaces la corrección del
Señor,
ni te desanimes por su reprensión;
porque el Señor reprende a los que ama
y castiga a sus hijos preferidos».
Soportáis la prueba para vuestra corrección, porque Dios os trata como a hijos,
pues ¿qué padre no corrige a sus hijos?
Ninguna corrección resulta agradable, en el momento, sino que duele; pero luego
produce fruto apacible de justicia a los ejercitados en ella.
Por eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y
caminad por una senda llana: así el pie cojo, no se retuerce, sino que se cura.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Lucas
(13,22-30):
En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén,
recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: «Señor, ¿serán pocos los
que se salven?»
Jesús les
dijo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos
intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la
puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor,
ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois." Entonces
comenzaréis a decir. "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en
nuestras plazas." Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos
de mí, malvados." Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando
veáis a Abrahán, lsaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y
vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y
del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que
serán primeros, y primeros que serán últimos.»
A guisa de introducción:
Ocuparse de sí mismo con una conciencia recta.
Aquel que pospone
el perdón para más tarde nos hace pensar en aquel que se dice un año tras otro:
“voy a reparar mi casa el año que viene”. Y a un momento dado, se despierta, y
es casi demasiado tarde; todo está para reconstruir y esto cuesta enormemente.
Aquel que es negligente y no se preocupa por
el buen entendimiento en familia, repitiéndose “todo va ir mejor más tarde” sin hacer nada bueno: , descubre de un momento a otro que el ambiente se ha
deteriorado mucho y que no es posible ya estar juntos.
Aquel que dice que va educar bien sus hijos y
que les deja hacer lo que quieran todo el tiempo, un buen día se da cuenta que
ya no es posible mostrarles dónde está el bien.
El joven que quiere preparar su futuro y que
se deja siempre retrasar, descubre al envejecer, que ya no puede tomar más del todo sus responsabilidades, pues nunca se acostumbró a tomarlas.
Es ahora que nosotros preparamos nuestro
futuro. Es ahora que debemos formarnos en la capacidad de tomar
responsabilidades, en todos los campos, comprendido aquel de la FE. La fe está
lejos de ser una huida de lo real.
El más allá no se prepara huyendo de la realidad,
sino implicándose …Al tomar nuestra vida en mano, al asumirla de manera responsable, preparamos mejor el futuro.
2.
Qué significa tomar
nuestra vida en serio, asumir las responsabilidades? , ¿hacer el bien, en qué
consiste?
Tomemos 5 personas.
Tres actúan de tal manera, y según ellas,
hacen bien, según su consciencia.
Otras 2 personas, actúan de modo distinto, y
según ellas, hacen el bien, según su conciencia.
Y por lo tanto las actitudes y acciones de
todas estas personas son contradictorias. La manera de ver el bien y el mal
varía según la conciencia de las personas.
Algunas personas tienen una conciencia laxa,
larga, amplia, otras la tienen menos larga, más estrecha.
¿Nuestra conciencia es recta, sincera,
verdadera, leal, iluminada, de buena voluntad?
La fe, la palabra de Dios, la oración son
medios para afinar la conciencia. El buen sentido humano (común) dulcifica,
atenúa la conciencia. Dios está presto a salvar las personas que se esfuerzan
por vivir según su recta conciencia.
Aproximación psicológica del evangelio
Yo no veo que ustedes se comprometan conmigo
Se juzga al árbol por sus frutos, dice Jesús (Mateo 12,33) y Juan
Bautista espera que
los judíos “produzcan frutos que testifiquen, demuestren su
conversión” (Lucas 3,8), dicho de otro modo, que cambien sus prácticas
sociales. (cfr. Lucas 3,10-14).
Uno no puede practicar la injusticia social y pretenderse convertido,
aceptar sacar provecho de un sistema basado en la injusticia social y creerse o
decirse discípulo de Juan o de Jesús, enriquecerse haciendo negocios con una
empresa, una multinacional o régimen que favorezca u organice la tortura, y
creer que Dios cierra los ojos.
Ustedes serán negativamente sorprendidos, dice Jesús, porque “hay
primeros (en los movimientos religiosos, en las organizaciones de beneficencia,
en las asambleas cristianas) que serán últimos, y hay últimos (en los
movimientos “ateos”, en las organizaciones mal vistas por las personas y entes
religiosos) que serán primeros.”
Ellos vendrán de todas partes (v.29) estos
militantes “que hacen el bien” (cfr. v.27), que tienen una práctica social
evangélica, y vendrán a sentarse al lado de “todos los profetas” (v.28)
quienes, como ellos, habrán combatido sin cansarse la injusticia social.
Entonces, ustedes los buenos católicos, intentarán defenderse: “nosotros hemos
comido y bebido ante ti” (en nuestras asambleas o cultos litúrgicos), “fue en
nuestras plazas que Tú enseñaste” (nosotros pusimos al orden del día tu
doctrina en nuestros congresos, en nuestras sesiones, nosotros hablamos a
menudo de Ti en nuestras parroquias, nuestros periódicos, y demás publicaciones
en Internet, tuiteamos o "trinamos" y blogueamos en tu nombre, te hicimos presente en
nuestros movimientos)…Pero yo les responderé: “Yo no los conozco, no sé de
dónde vienen”, yo no veo sus prácticas sociales, no veo que ustedes critiquen
al “ statu quo”, el medio y ambiente donde viven, no alcanzo a identificar los
objetivos y modalidades de su inserción social; no, “yo no los conozco”, yo no
discierno nada en su seudocompromiso con lo que yo podría identificarme ,
“aléjense de mí”, yo no percibo, no siento ninguna afinidad entre los combates
de liberación que yo he sostenido y sus ceremonias y sus enseñanzas.
REFLEXIÓN CENTRAL:
Esto no funciona sin Salvador
Los textos bíblicos
de este vigésimo primer domingo, nos revelan un Dios que quiere congregar a
todos los hombres. Él es el “Dios para todos”. Este es el mensaje que
encontramos en la primera lectura del libro de Isaías:
«Yo vendré para reunir a las naciones
de toda lengua…”. Esta buena noticia se dirige a creyentes que habían venido
del destierro donde habían vivido una experiencia muy difícil. Pero Dios no los
abandona. Él quiere congregar a todos y hacerlos felices.
Nosotros, cristianos de hoy, tenemos la
impresión de ser también un montón de desterrados en un mundo que va mal. Pero
Dios está ahí, y Él no puede resignarse a vernos en tal situación. A este mundo
que va mal Dios lo ama y quiere salvarlo. Es lo que nos hace entender el
mensaje de Isaías: “Los mensajeros del Señor anunciarán mi gloria entre todas
las naciones”. Estos mensajeros eran los supervivientes de Israel; hoy somos
nosotros todos. El Señor nos invita a seguirle y a escucharle. Después Él nos
envía como misioneros para testimoniar con nuestras palabras y con nuestros
gestos, en fin, toda nuestra vida, que Él es un Dios de amor, Dios de perdón y
de paz. Él cuenta con nosotros.
Para el autor del texto a los
Hebreos, el amor apasionado de Dios es un fuego que no puede extinguirse. Nunca
debemos dudar de eso, sino que hay que confiar de igual modo cuando todo va
mal. Nuestro Dios se comporta como un padre que ama a todos y a cada uno de sus
hijos; Él siempre está presto a aconsejarlos y animarlos. A veces, también se
enoja, pero después que los hijos comprenden los efectos benéficos de las rabias
o iras de sus padres. Esto todavía aun es más cierto para Dios. Él no soporta
vernos caminando hacia la perdición. Lo importante es nunca olvidar que Dios
nos ama a todos infinitamente, hasta aquel que ha hecho lo peor. Él está
siempre ahí para levantarnos. Su gran proyecto, es reunirnos todos en su Reino.
Esta es pues la Buena Noticia que hemos de anunciar al mundo entero.
Por su parte el Evangelio nos indica
las condiciones necesarias para entrar en esta gran asamblea: “esfuércense por
entrar por la puerta estrecha”, nos dice Jesús. Vale la pena detenernos por un
momento para comprender lo que Él espera de nosotros. No es suficiente con
haber comido y bebido con Él. Ir a la misa todos los domingos, está bien, pero
no es suficiente.
Lo que el Señor espera de cada uno,
es una verdadera conversión de corazón. Para poder pasar por la puerta angosta,
debemos liberarnos de los privilegios, de los honores, de las pretensiones
orgullosas que invaden nuestra vida. Todas las riquezas que habremos acumulado,
hemos de dejarlas atrás. Para ir a Jesús, es necesario hacerse pequeño; no
podemos estar imbuidos de nuestro orgullo y de nuestras certezas. En
definitiva, esta puerta estrecha es la de la misericordia. No se entra por ella
sin estar preparado, sin estar unido a Dios por la justicia y el compartir.
Una vez más, el verdadero Dios es un “Dios
para todos”. Su rostro no tiene nada que ver con lo que nos propone el
fanatismo. Mismo si las palabras de Jesús nos parecen incómodas, debemos
comprender que son palabras de amor. Es lo que el apóstol Pedro ha comprendido
después del discurso del Pan de Vida: “Tu Cristo, tienes palabras de vida
eterna…”Al igual que aquel quien se dirigía a Jesús, nosotros nos hacemos la
pregunta: ¿serán pocos los que se salven?». Es normal la inquietud.
Pero si reflexionamos bien, comprendemos que aquello que es estrecho o angosto no
es la puerta, es nuestro corazón. Pero el llamado del Señor está siempre
presente: “Conviértanse y crean en el
Evangelio”.
Esta puerta estrecha es la que el
Señor ha atravesado. Muriendo sobre la cruz y resucitando, nos ha abierto el
camino hacia la Vida Eterna. Un día Él había dicho: “yo soy la puerta de las
ovejas. Aquel que escucha mi voz será salvado”. Nuestra entrada en el Reino
dependerá entonces de la respuesta que hayamos dado a Cristo en nuestra vida.
La Salvación es ofrecida a todos, pero nada es posible sin nuestra acogida, sin
nuestra disponibilidad. Esta salvación es
una calidad de vida en el amor, una relación en la cual uno se beneficia o no.
Querer aparentar no sirve de nada. El amor es verdadero o no lo es.
En este domingo, nos volvemos hacia Ti
Señor.
Te reiteramos nuestro deseo de vivir en Ti y de avanzar contigo.
Muchos
buscarán entrar y no podrán.
Pero contigo, todo es posible.
Ayúdanos a
deshacernos de todo aquello que nos impide
y que retarda nuestra marcha tras de
Ti.
Que tu Palabra despierte nuestra fe.
Entonces podremos marchar hacia Ti
con
la multitud de aquellos que Tú llamas. Amén!
2
La puerta estrecha
En el evangelio de este domingo,
Cristo continúa presentándonos las exigencias del Reino de Dios. La gente
quería saber cuántas personas serian salvadas. Jesús se muestra reacio a
responder esta pregunta y envía a cada uno a su responsabilidad
personal. “Dios quiere que toda la humanidad se salve y llegue al
conocimiento de la verdad”, nos dice Pablo en la carta a Timoteo
capítulo 2, versículo 4, pero la participación en la vida del Reino depende de
nosotros. Somos nosotros que, en el transcurso de la vida, y en el día a día,
decidimos entrar o quedarnos afuera.
“Esfuércense en entrar por la
puerta estrecha” “Luchen para entrar por la puerta estrecha”, nos dice
Jesús. Eviten de vivir una vida cristiana incolora, inodora e insípida…No es
suficiente con estar bautizado, hacer la primera comunión para entrar en la
verdadera vida del Reino. Los enemigos de Jesús se imaginaban que ellos
podían entrar simplemente porque ellos eran “Hijos o hijas de Abraham”, o
todavía más, creían ser salvados porque habían oído a Jesús predicar o porque
habían comido con El…
La puerta está abierta y la entrada
es libre. No es necesario pagar impuestos especiales o regalar botellas de
vinos y cajas de galletas. Sin embargo, la puerta es estrecha y utilizando una
imagen bien conocida en el Medio Oriente: “El camello que tiene mucha
carga no puede atravesarla”.
Para pasar esta puerta estrecha, se
ha de poner en practica la palabra de Dios: “Sean de aquellos que
escuchan la palabra de Dios y que la ponen en práctica” (Santiago
1,22) “Ustedes serán mis amigos si hacen lo que yo les mando” (Juan
15,14).
Mateo en su evangelio nos dice que
durante nuestra vida tenemos la opción, podemos escoger (elegir) entre dos
caminos…el camino del facilismo y el egoísmo y el camino estrecho que conduce a
la vida. El camino angosto se hace presente o es aquel cuando ayudamos a aquel
que está necesitado (parábola del buen samaritano), el camino estrecho se
dibuja cuando no juzgamos a los demás porque el juzgar no nos pertenece (“Que
aquel que este sin pecado que lance la primera piedra”), cuando no
perdonamos 7 veces , más 77 veces siete , cuando somos conscientes del
sufrimiento de los otros (“Yo tenía hambre y me dieron de comer, yo tenía
sed y me dieron de beber, yo estaba desnudo y me vistieron, yo estaba enfermo y
en prisión y ustedes vinieron a visitarme”).
Nosotros sabemos muy bien cuán
difícil es hablar de compromiso serio y somos conscientes de lo que
cuesta…No hay verdadero amor sin la capacidad de sacrificarnos por los demás.
Yo pienso en los padres de familia que tienen un hijo con limitaciones físicas
y mentales en su casa; pienso también en aquel padre de familia que cuida una
madre o un padre muy anciano sufriendo de una enfermedad debilitante; pienso en
el voluntario que consagra horas cada semana para visitar las personas
solitarias; pienso en la pareja joven que quiere construir un amor sólido y
durable. Todo esto demanda abnegación, entrega de sí mismo y muchos
sacrificios innumerables.
Jesucristo es exigente pero EL le da
un sentido nuevo a nuestra vida. “Yo he venido para que ustedes tengan
la vida y que la tengan en ABUNDANCIA” (Juan 10,10).
Nuestra sociedad moderna, actual se
caracteriza por optar (elegir, escoger) lo más fácil. Esto desgraciadamente no
favorece siempre el amor. Las exigencias del Reino de Dios parecen severas y
duras, pero ellas nos garantizan “Una vida en abundancia”.
El evangelio de esta mañana,
habla primero de la puerta estrecha, pero también nos recuerda que esta puerta
no estará abierta indefinidamente. En un determinado momento, ella se cerrará.
La salvación es posible para cada uno de nosotros, pero hemos de actuar ahora y
comprometernos HOY en la construcción del Reino. “Hoy, si ustedes
entienden su voz, no endurezcan su corazón” (Salmo 94,8). La
invitación a entrar es urgente, el tiempo corre y nos apura(o presiona),
mañana será muy tarde…Es desde hoy que debemos aprovechar el tiempo que se nos
ha dado, la vida que se nos ha regalado.
En el momento de cruzar el pórtico de
entrada, ningún título, ningún mérito no nos servirá de CLAVE o de contraseña, tampoco
ninguna afiliación o pertenencia a determinada raza o sociedad podrá
sobornar (o comprar) al portero…Una sola cosa cuenta: NUESTRA MANERA DE VIVIR
HOY.
Hace falta volver a ver las
impresionantes pinturas y esculturas de la Edad Media que representaban el
juicio final: cuántos nobles, religiosos, obispos y mismo, papas se pueden ver
ante la puerta cerrada.
Si, un día, para mí también, el
tiempo se habrá terminado, “será muy tarde”. ¿Cuánto tiempo me quedará?
Hará falta que vivamos cada día, como si fuera el último.
El Señor Jesús nos reenvía a nuestras
responsabilidades: Somos nosotros, desde ahora, por nuestra manera de vivir,
quienes programamos, por así decir, EL JUICIO FINAL. Hoy el sol se ha
levantado y Dios nos ofrece otra jornada. Pero debemos recordar que un día el
sol se levantará por última vez sobre nuestro pequeño mundo
terrestre. Cuando ese día llegue, la puerta se volverá a cerrar.
No se entra en la vida de Dios, así
como así, sin darse cuenta. Se ha de ser consciente de buscarla, Se
le debe querer, desear. Hay que trabajar para llegar a ella: “esfuércense por
entrar por la puerta estrecha”. No es la pertenencia a un grupo, a una
raza, a una familia, ni la práctica de algunos ritos que pueden darnos una
seguridad ilusoria…Es la entrega y el compromiso de todo nuestro ser, de todos
nuestros momentos (instantes) en el seguimiento de Jesús.
En el corredor de la entrada de una
pequeña iglesia italiana, se puede leer la siguiente reflexión:
“si
hoy, ante el tribunal, se te acusara de SER CRISTIANO, es que se encontrarán
suficientes pruebas para condenarte”?
3
LA
PUERTA ESTRECHA
«Esforzaos
en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no
podrán…”
Lucas 13:24
¿Qué nos dice este versículo? Revela
que no podemos entrar al Cielo por nuestra propia voluntad o por nuestro propio
esfuerzo. Además, nos dice que, aunque algunos tratarán de llegar al Cielo
por su propio esfuerzo, este enfoque no funcionará. Al encontrarse con
nuestro Señor, después de la muerte, se sorprenderán de que no sean miembros de
Su Reino.
Esta declaración clara y un
tanto impactante de nuestro Señor debería tener el efecto de hacerte retroceder
y mirar tu vida para examinar con sinceridad y humildad el camino en el que te
encuentras. La franqueza y claridad de Jesús sobre esta experiencia real
que algunos tendrán debería ayudarte a abrir los ojos para examinar
honestamente si Él está hablando de ti.
Se necesita verdadera humildad
para enfrentar la verdad, a veces, y admitir si estamos tratando de confiar más
en nosotros mismos que en Cristo. La “puerta estrecha” es aquella puerta
por la que entran los humildes. El orgullo y la autosuficiencia nos llevan
a intentar hacer nuestro propio camino al Cielo. Pero este camino nunca es
el correcto.
Entrar por la “puerta
estrecha” también significa que escuchamos a Dios. Él, como el Pastor
divino, nos está llamando siempre con dulzura. Sólo cuando estemos atentos
a Su voz sabremos hacia dónde nos conduce. Solo entonces descubriremos el
camino a través de la única puerta estrecha.
Reflexiona, hoy, sobre ese
momento en el que te encuentres cara a cara con nuestro Señor. ¿Cómo será
ese encuentro? ¿Será uno en el que te salude con los brazos abiertos
diciendo: “Bien, buen siervo y fiel, entra en tu recompensa”? ¿O será uno
en el que Él dice: “No os conozco”. Ahora es el momento de afrontar con
honestidad nuestra vida de fe, esforzándonos por confiar únicamente en la
fuerza de nuestro divino Señor.
Señor, deseo entrar por la
puerta estrecha. Elijo seguir Tu dulce voz, que me lleva al
Cielo. Ayúdame a permanecer humilde en la vida, despojándome de todo lo
que me lleva a confiar en mí mismo. Que pueda confiar solo en Ti, amado
Señor, y confiar en Ti en todas las cosas. Jesús, en Ti confío.
OBJETIVO DE
VIDA PARA LA SEMANA
1. Me Doy tiempo de hacer un pequeño examen de
conciencia y me pregunto qué podría hacer para asegurarme de “entrar por la
puerta estrecha” que da acceso al Reino de Dios.
2. Pienso en una remarca o una crítica que se me
haya hecho y que yo he tomado mal. Me pregunto si no debía considerarla como
una “lección”, como una gracia que Dios me otorga para ayudarme a crecer.
3. Participo en un grupo que trabaja en el mejor
bienestar colectivo dentro de una perspectiva evangélica.
ORACIÓN-MEDITACIÓN
Señor, ¿cuál
es mi religión?
Es ella
asunto de obligación y de observación
¿O es ella
preferentemente una invitación a la alegría en el servicio y la entrega?
Es que mi
corazón es acogedor y abierto
¿O se
endurece haciendo juzgamientos y condenaciones?
Tú me dices,
Señor, que tu banquete está abierto a todos
Y que, para
acceder, yo debo aprender a amar;
Que ninguna
proeza no me hará merecedor de la salvación,
Porque ella
es ofrecida, dada sin precio ni condición.
Para acceder
a la mesa de tu banquete fraternal
Lo único que
debo hacer es despojarme de las máscaras que me desfiguran.
Leyes,
decretos, oraciones y sacrificios
No son más
que humo y alimentan mi orgullo,
Sólo el soplo
de tu Espíritu permite a mi vida cantar
¡Y le da a
mis días los colores de una primavera!
Llévame, yo
te pido, a la fuente de tu luz,
Para que yo
me atreva en mi momento,
tenderle la mano a los alejados.
Es fácil para
mí juzgar y condenar
Mismo si en
el fondo de mí mismo, yo conozco mi propio pecado.
Heme aquí
Señor, pobre y desnudo ante Ti.
Lléname de
esperanza, revísteme de humildad.
¡Yo tengo
hambre de tu palabra y sed de tu Reino!
¡Amén!
Referencias:
vieliturgique.ca
ciudadredonda.org
(para el texto del evangelio)
HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus
dimancheprochain.org
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