1 de agosto del 2022: Lunes de la decimo octava semana del tiempo ordinario
Testigo de la
fe
San Alfonso María de Ligorio
Era abogado en
Nápoles, cuando el espectáculo de intrigas e injusticias lo empujó a dedicarse
de lleno a la evangelización. Se hizo sacerdote en 1726 y predicó misiones
en círculos populares. Los discípulos se unieron a él para formar una
asociación de sacerdotes y hermanos conocida hoy como los Redentoristas.
(Mateo 14, 22-36) Cristo da a sus discípulos un
primer sabor de lo que será la Iglesia bajo el gobierno de Pedro. Ella podrá
dominar las aguas agitadas del mal mientras que mantenga su confianza en Cristo
victorioso de la muerte.
Primera lectura
Lectura del libro de Jeremías (28,1-17):
Al principio del reinado de Sedecías en Judá, el mes quinto, Ananías, hijo de Azur, profeta natural de Gabaón, me dijo en el templo, en presencia de los sacerdotes y de toda la gente: «Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: "Rompo el yugo del rey de Babilonia. Antes de dos años devolveré a este lugar todo el ajuar del templo que Nabucodonosor, rey de Babilonia, cogió y se llevó a Babilonia. A Jeconías, hijo de Joaquín, rey de Judá, y a todos los judíos desterrados en Babilonia yo los haré volver a este lugar –oráculo del Señor–, porque romperé el yugo del rey de Babilonia."»
El profeta Jeremías respondió al profeta Ananías, en presencia de los sacerdotes y del pueblo que estaba en el templo; el profeta Jeremías dijo: «Amén, así lo haga el Señor. Que el Señor cumpla tu profecía, trayendo de Babilonia a este lugar todo el ajuar del templo y a todos los desterrados. Pero escucha lo que yo te digo a ti y a todo el pueblo: "Los profetas que nos precedieron, a ti y a mi, desde tiempo inmemorial, profetizaron guerras, calamidades y epidemias a muchos países y a reinos dilatados. Cuando un profeta predecía prosperidad, sólo al cumplirse su profecía era reconocido como profeta enviado realmente por el Señor."»
Entonces Ananías le quitó el yugo del cuello al profeta Jeremías y lo rompió, diciendo en presencia de todo el pueblo: «Así dice el Señor: "Así es como romperé el yugo del rey de Babilonia, que llevan al cuello tantas naciones, antes de dos años."»
El profeta Jeremías se marchó por su camino. Después que el profeta Ananías rompió el yugo del cuello del profeta Jeremías, vino la palabra del Señor a Jeremías: «Ve y dile a Ananías: "Así dice el Señor: Tú has roto un yugo de madera, yo haré un yugo de hierro. Porque así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: Pondré yugo de hierro al cuello de todas estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia; y se le someterán, y hasta las bestias del campo le entregaré."»
El profeta Jeremías dijo a Ananías profeta: «Escúchame, Ananías; el Señor no te ha enviado, y tú has inducido a este pueblo a una falsa confianza. Por eso, así dice el Señor: "Mira: yo te echaré de la superficie de la tierra; este año morirás, porque has predicado rebelión contra el Señor."»
Y el profeta Ananías murió aquel mismo año, el séptimo mes.
Palabra de Dios
Al principio del reinado de Sedecías en Judá, el mes quinto, Ananías, hijo de Azur, profeta natural de Gabaón, me dijo en el templo, en presencia de los sacerdotes y de toda la gente: «Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: "Rompo el yugo del rey de Babilonia. Antes de dos años devolveré a este lugar todo el ajuar del templo que Nabucodonosor, rey de Babilonia, cogió y se llevó a Babilonia. A Jeconías, hijo de Joaquín, rey de Judá, y a todos los judíos desterrados en Babilonia yo los haré volver a este lugar –oráculo del Señor–, porque romperé el yugo del rey de Babilonia."»
El profeta Jeremías respondió al profeta Ananías, en presencia de los sacerdotes y del pueblo que estaba en el templo; el profeta Jeremías dijo: «Amén, así lo haga el Señor. Que el Señor cumpla tu profecía, trayendo de Babilonia a este lugar todo el ajuar del templo y a todos los desterrados. Pero escucha lo que yo te digo a ti y a todo el pueblo: "Los profetas que nos precedieron, a ti y a mi, desde tiempo inmemorial, profetizaron guerras, calamidades y epidemias a muchos países y a reinos dilatados. Cuando un profeta predecía prosperidad, sólo al cumplirse su profecía era reconocido como profeta enviado realmente por el Señor."»
Entonces Ananías le quitó el yugo del cuello al profeta Jeremías y lo rompió, diciendo en presencia de todo el pueblo: «Así dice el Señor: "Así es como romperé el yugo del rey de Babilonia, que llevan al cuello tantas naciones, antes de dos años."»
El profeta Jeremías se marchó por su camino. Después que el profeta Ananías rompió el yugo del cuello del profeta Jeremías, vino la palabra del Señor a Jeremías: «Ve y dile a Ananías: "Así dice el Señor: Tú has roto un yugo de madera, yo haré un yugo de hierro. Porque así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: Pondré yugo de hierro al cuello de todas estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia; y se le someterán, y hasta las bestias del campo le entregaré."»
El profeta Jeremías dijo a Ananías profeta: «Escúchame, Ananías; el Señor no te ha enviado, y tú has inducido a este pueblo a una falsa confianza. Por eso, así dice el Señor: "Mira: yo te echaré de la superficie de la tierra; este año morirás, porque has predicado rebelión contra el Señor."»
Y el profeta Ananías murió aquel mismo año, el séptimo mes.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 118,29.43.79.80.95.102
R/. Instrúyeme, Señor, en tus leyes
Apártame del camino falso,
y dame la gracia de tu voluntad. R/.
No quites de mi boca las palabras sinceras,
porque yo espero en tus mandamientos. R/.
Vuelvan a mi tus fieles
que hacen caso de tus preceptos. R/.
Sea mi corazón perfecto en tus leyes,
así no quedaré avergonzado. R/.
Los malvados me esperaban para perderme,
pero yo meditaba tus preceptos. R/.
No me aparto de tus mandamientos,
porque tú me has instruido. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (14,22-36):
Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma.
Jesús les dijo en seguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!»
Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua.»
Él le dijo: «Ven.»
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame.»
En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?» En cuanto subieron a la barca, amainó el viento.
Los de la barca se postraron ante él, diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios.»
Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar, apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la orla de su manto, y cuantos la tocaron quedaron curados.
Palabra del Señor
Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma.
Jesús les dijo en seguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!»
Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua.»
Él le dijo: «Ven.»
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame.»
En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?» En cuanto subieron a la barca, amainó el viento.
Los de la barca se postraron ante él, diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios.»
Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar, apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la orla de su manto, y cuantos la tocaron quedaron curados.
Palabra del Señor
1
En la primera lectura se nos
quiere decir que un profeta, es particularmente necesario en momentos de agitación
social y política. Su papel entonces, es denunciar las desgracias de las cuales
son víctimas las personas más vulnerables.
El profeta pone en evidencia los disfuncionamientos de la sociedad e
interpela a las autoridades. Un verdadero profeta se distingue por su lucidez,
su fuerza de convicción, su coraje.
Entre los “Profetas de hoy”
algunos actúan impulsados por su fe en Dios. Todos son puestos en movimiento
por su convicción de que nosotros podemos hacer el mundo un poco mejor.
En el Evangelio, Jesús
comunica seguridad nuevamente a sus discípulos, quienes le toman por un “fantasma”.
“No tengan miedo”, se dice a menudo en la Biblia cuando Dios se
manifiesta. Cuando uno fija su mirada en Jesús, uno avanza, pero desde el
momento en que uno se paraliza ante las dificultades, ¡uno se hunde!
Los discípulos no logran tener
totalmente confianza, pero por primera vez, ellos reconocen que Jesús es el
Hijo de Dios.
Que hoy cuando recordamos a San Alfonso de Ligorio, imitemos su fervorosa entrega y dedicación a la oración, en la cual nos enseña a dirigirnos a Dios en todas las situaciones de la vida y que nos dice que no se puede dejar de orar, especialmente en los momentos de prueba y dificultad. Siempre debemos llamar con confianza a la puerta del Señor, sabiendo que él cuida de sus hijos, de nosotros, en todo. Él está muy lejos y a la vez muy cerca de nosotros … Por esto, por la intercesión de San Alfonso, que hoy no tengamos miedo de recurrir a nuestro Dios y presentémosle con confianza nuestras peticiones, con la certeza de que obtendremos lo que necesitamos.
2
Cuando la fe vacila
Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando
sobre el agua.»
¡Qué maravillosa
expresión de fe!
San Pedro, atrapado en
condiciones de tormenta en el mar, expresó su total confianza, creyendo que, si
Jesús lo llamaba a salir de la barca para caminar sobre el agua, sucedería. Por lo tanto, Jesús lo llama, y San Pedro
comienza a caminar sobre el agua. Por supuesto que sabemos lo que sucedió
después. Pedro se llenó de miedo y comenzó a hundirse. Afortunadamente, Jesús
lo rescató y todo estuvo bien.
Curiosamente, esta
historia nos revela mucho sobre nuestras propias vidas de fe y mucho más sobre
la bondad de Jesús. Muy a menudo comenzamos con una fe en nuestra cabeza y
tenemos toda la intención de vivir esa fe. Al igual que Pedro, a menudo tomamos
resoluciones firmes para confiar en Jesús y para "caminar sobre el
agua" a sus órdenes. Sin embargo, con demasiada frecuencia experimentamos
lo mismo que hizo Pedro. Comenzamos a vivir la confianza que expresamos en
Jesús, solo para vacilar repentinamente y ceder al miedo en medio de nuestras
dificultades. Comenzamos a hundirnos y tenemos que pedir ayuda.
De alguna manera, el
ideal habría sido que Pedro expresara su fe en Jesús y luego caminara hacia Él
sin vacilar. Pero, de todas formas, esta es la historia real no ideal, ya que
revela la profundidad de la misericordia y la compasión de Jesús. Revela que
Jesús nos rescatará y nos sacará de nuestras dudas y temores cuando nuestra fe
ceda.
Esta historia trata más sobre la compasión de
Jesús y el alcance de su ayuda que sobre la falta de fe de Pedro.
Reflexiona, hoy, sobre
cualquier momento o manera en que hayas tenido grandes intenciones de confiar
en Jesús, y comenzaste por ese camino y luego caíste. Debes saber que Jesús está lleno de compasión
y te rescatará en medio de tu debilidad tal como lo hizo con Pedro. Permite que
Jesús tome tu mano y fortalezca tu falta de fe con su abundancia de amor y
misericordia.
Señor, yo creo.
Ayúdame cuando vacile. Ayúdame a recurrir siempre a ti cuando las tormentas y
los desafíos de la vida parezcan abrumarme. Que pueda creer en esos momentos
más que nunca, que estás allí extendiendo tu mano de gracia. Jesús, confío en
ti.
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