28 de agosto del 2022: 22o Domingo del Tiempo Ordinario (C)
ESTAR EN SU LUGAR
La Palabra de Dios pone ante nosotros dos caminos: LA
HUMILDAD y La dulzura o bien el orgullo y la maldad.
Cristo, por su Palabra y
su ejemplo, nos invita a seguirle por el camino del servicio.
Hacia quién
iremos nosotros? Nos
salvaremos del orgullo y "los verdaderos osos" que pueden aniquilar
nuestra vida?
Primera
lectura
Lectura del libro del Eclesiástico
(3,17-18.20.28-29):
Hijo, actúa con humildad en tus quehaceres,
y te querrán más que al hombre generoso.
Cuanto más grande seas, más debes humillarte,
y así alcanzarás el favor del Señor.
«Muchos son los altivos e ilustres,
pero él revela sus secretos a los mansos».
Porque grande es el poder del Señor
y es glorificado por los humildes.
La desgracia del orgulloso no tiene remedio,
pues la planta del mal ha echado en él sus raíces.
Un corazón prudente medita los proverbios,
un oído atento es el deseo del sabio.
Palabra de Dios
Hijo, actúa con humildad en tus quehaceres,
y te querrán más que al hombre generoso.
Cuanto más grande seas, más debes humillarte,
y así alcanzarás el favor del Señor.
«Muchos son los altivos e ilustres,
pero él revela sus secretos a los mansos».
Porque grande es el poder del Señor
y es glorificado por los humildes.
La desgracia del orgulloso no tiene remedio,
pues la planta del mal ha echado en él sus raíces.
Un corazón prudente medita los proverbios,
un oído atento es el deseo del sabio.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 67,4-5ac.6-7ab.10-11
R/. Tu bondad, oh, Dios, preparó una casa para los pobres.
V/. Los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad a su nombre;
su nombre es el Señor. R/.
V/. Padre de huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece. R/.
V/. Derramaste en tu heredad,
oh, Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, oh, Dios,
preparó para los pobre. R/.
R/. Tu bondad, oh, Dios, preparó una casa para los pobres.
V/. Los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad a su nombre;
su nombre es el Señor. R/.
V/. Padre de huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece. R/.
V/. Derramaste en tu heredad,
oh, Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, oh, Dios,
preparó para los pobre. R/.
Segunda
lectura
Lectura de la carta a los Hebreos
(12,18-19.22-24a):
Hermanos:
No os habéis acercado a un fuego tangible y encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni al estruendo de las palabras, oído el cual, ellos rogaron que no continuase hablando.
Vosotros, os habéis acercado al monte Sion, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a las miríadas de ángeles, a la asamblea festiva de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos; a las almas de los justos que han llegado a la perfección, y al Mediador de la nueva alianza, Jesús.
Palabra de Dios
Hermanos:
No os habéis acercado a un fuego tangible y encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni al estruendo de las palabras, oído el cual, ellos rogaron que no continuase hablando.
Vosotros, os habéis acercado al monte Sion, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a las miríadas de ángeles, a la asamblea festiva de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos; a las almas de los justos que han llegado a la perfección, y al Mediador de la nueva alianza, Jesús.
Palabra de Dios
LECTURA
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 14, 1.7-14
Un sábado entro Jesús en casa de uno de los principales fariseos
para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían
los primeros puestos, les propuso este ejemplo:
-- Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto
principal no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá
el que os convidó a ti y al otro, y te dirá: "Cede el puesto a éste."
Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te
conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que cuando venga el que te
convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Porque todo el que se
enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
Y dijo al que le había invitado:
-- Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos ni
a tus hermanos ni a tus parientes ni a los vecinos ricos; porque corresponderán
invitándote y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a los pobres,
lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán
cuando resuciten a los justos.
Palabra
del Señor
A guisa
de introducción:
La
verdadera grandeza!
Ocurrió en 1986.
Cursaba el grado 10º (5º de bachillerato), junto a otros 24 compañeros
del ciclo que no académico sino pedagógico en La Normal (centro educativo para
la formación de profesores) de mi pueblo... En el grupo éramos 16 chicas y 8
chicos. Y ya cerca de terminar el año, dos meses antes, si mal no recuerdo,
junto a mis 7 camaradas, fuimos invitados para un importante evento en el
que se inauguraba un gran proyecto de la empresa que administraba y dotaba el
agua en el municipio. Nos dijeron que debíamos llegar muy bien vestidos dos
horas antes de empezar el festejo. Todos, naturalmente nos sentimos muy
honrados y hasta “creídos”, típico del orgullo adolescente porque se nos había
tenido en cuenta y creíamos se nos posibilitaba hacer parte de la gran fiesta,
compartiendo con otros muy “grandes”, sentados a la mesa, comiendo y bebiendo
al lado de ellos…cuán grande sería nuestra sorpresa cuando al llegar nos
dijeron que se nos había convocado para hacer parte del grupo de meseros y o
servidores benévolos y atender a los ilustres invitados que se
esperaban: funcionarios públicos, políticos, gente importante del departamento
y del municipio. Aquella fue una de las ocasiones en que personalmente vi
rápido y de entrada herido mi orgullo, pues se me invitaba a la humildad, a la
disponibilidad y el servicio… Yo no sé si mis otros 7 compañeros recuerdan ese
suceso; o a lo mejor fui yo quien desde el principio habría entendido
mal…o bien ellos me hicieron una broma…o verdaderamente a todos nos cogieron de
improvisto, de “marranos”…si, porque no hubo paga, y aparte de eso fue un
domingo…Al menos al otro día nos dieron día de descanso (pero quizás porque era
puente, ya existía la ley Emiliani). Pero con todo, fue una experiencia
inolvidable que me ayudó a prepararme para muchos momentos todavía más
difíciles y fuertes en mi existencia donde sería puesto a prueba mi ego.
Nunca olvidaré el día
que aprendí que la palabra HUMILDAD viene de “humus” y que este es el principal
componente de la tierra, justamente el que posibilita la fertilidad, el
crecimiento…
Humilde, Proviene del
latín humilis, que denotaba conceptos como ‘bajo’, ‘de corta
estatura’, ‘rastrero’, ‘que tiene sentimientos bajos’, ‘descorazonado’,
‘mezquino’.
Con
el advenimiento del cristianismo, la humildad empezó a ser apreciada como
‘virtud moral’ --una categoría ligeramente inferior a las virtudes teologales y
cardinales del cristianismo-- y adquirió una connotación más positiva de la que
había tenido para los romanos.
Humilis se formó a partir
de humus ‘humus’*, ‘tierra’, ‘suelo’, palabra que subsiste en
nuestra lengua en geología como denominación de la capa superficial del suelo,
en la que abundan los productos de la descomposición de animales y de vegetales.
La humildad es grande y
por eso humilde es Dios.
Las buenas maneras de
Dios?
“Uno no habla con la
boca llena”, “uno no pone los codos sobre la mesa”. “Uno comienza a comer
cuando se le ha servido a todo el mundo”, “En la mesa no se eructa”, “no es
bueno hacer ruido con la boca mientras se come o se bebe” (no sorber,
decían mis padres y abuelos).
Cuántas veces nos
habrán dicho eso nuestros padres, abuelos y demás mayores que nos guardaban y
protegían, para hacernos aprender “la buena educación”, “las reglas de
urbanidad (De carreño)” “las buenas maneras”, y meternos bien todo eso en
la cabeza.
Puesto que había mucho
más que sopa, arroz, fríjoles, papas y carne (si se tenía la suerte de tenerla)
en las comidas: había además toda una educación, un arte de vivir, una
transmisión de valores.
Los evangelios nos
describen varias comidas que Jesús compartió a veces con sus amigos, en otras
ocasiones con personas importantes, y muy frecuentemente con personas de dudosa
reputación. No sabemos cuál era el menú de esas comidas, ni sabemos mucho,
sobre las reglas de etiqueta que se observaban. Pero muy a menudo Jesús
aprovechaba para invitar a las “buenas maneras” o “buenos hábitos” de Dios!
Son maneras o hábitos
que sacuden nuestras costumbres, ponen al revés nuestra escala de valores,
rompen nuestras ideas preconcebidas de juicio, puesto que Jesús nos invita a
acoger todo el mundo, sin distinción de clases o de razas. Él nos previene
contra el orgullo que desprecia y divide, contra la ambición que envenena las
relaciones humanas.
Al observar “las buenas
maneras” de Dios, nosotros podemos transformar todas nuestras comidas en
comidas de bodas donde se casan (contraen matrimonio) se unen nuestras
diferencias y donde se saborean el respeto y la acogida.
Hace falta algo más que
un curso de etiqueta para aprender las “maneras de Dios”! Es necesario la
fuerza del Espíritu, la paciencia de nuestro Padre y una buena dosis de
docilidad de nuestra parte.
Aproximación
psicológica al texto del evangelio:
El último lugar
Si se trata acá de una
parábola, como Lucas nos lo precisa al principio, es necesario ver en este
pasaje más que una regla de etiqueta, o peor todavía, un truco hábil para
recibir una promoción “delante todos aquellos que están a la mesa” (v.10).
Jesús emplea sus
parábolas para hablarnos de Dios y de su Reino (su proyecto, la alternativa de
nueva sociedad, de un nuevo mundo), y debería ser así acá también. Los
invitados “escogen los primeros lugares”, mas ellos se exponen a que se les
exija de “ceder el lugar” a otros. De manera inversa, el anfitrión se ubica
delante aquellos que se encuentran en lo bajo de la escala e interviene para
mejorar su posición (su suerte).
Nosotros así, somos
reenviados directamente a otro pasaje del evangelio de Lucas, que aparece como
un muy buen comentario de nuestra parábola: “El Todopoderoso desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios
de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los
humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las
manos vacías” (Lucas 1,49-53).
De
cara a la escala o niveles sociales, las opciones de Dios son claras: “Él
derriba a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma
de bienes y a los ricos los despide vacíos”. Es decir, envía a los
poderosos a lo bajo de la escala y se ocupa de la promoción de los pequeños y
de los hambrientos. Así, la preferencia por “el último lugar” a la cual
Jesús invita (v.10), es la solidaridad con los pobres y los despojados, porque
es ahí que llega la salvación: todo hombre que se ensalza será
humillado (“Él derribó a los poderosos de su trono”), y el que
se humilla será ensalzado (“Él ha enaltecido a los humildes”).
A la
luz del Cántico de María como se llama este pasaje de Lucas 1, 46-55, uno
podría parafrasear así la advertencia de Jesús: cuando se trata de
escogerte un lugar en la sociedad, de decidir de qué lado tu estarás, no te
pongas del lado de los ricos, no visiones lo alto de la escala social. Por el
contrario, escoge tu estilo de vida en función de los que menos tienen,
establece y haz solidaridades con ellos, y entonces tú estarás del lado de
Dios. Y en la gran comida (banquete) de la vida, no trates de darte a ti mismo
tu propio valor, no trates de forzar a los otros para que te reconozcan
haciendo tretas para avanzar a costillas de los demás y llegar a lo alto de la
escala. Aprende a vivir con aquellos que están en lo bajo, y un día, el
reconocimiento de tu valor, lo recibirás de alguien más.
Lucas
14,12-14:
Después
dijo al que lo había invitado: "Cuando des un almuerzo o una cena, no
invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos
ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los
pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz
eres tú, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y
así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!".
Esto
es todo un despropósito en nuestros días. Es seguro que muy pocos o casi nadie
cumple al pie de la letra esta sugerencia de Jesús. Mismo en las culturas y los
medios más pobres que la clase media occidental esto es una utopía (hablo por
ejemplo en etnias africanas), pues siempre en las fiestas convocamos a la
familia, los amigos, vecinos cercanos, de buena reputación o que tienen algo
para darnos a cambio. Seguramente que ustedes como yo, cuando hemos sido
anfitriones o nos han invitado a una prestigiosa fiesta hemos recordado este
pasaje y nos hemos sentido interpelados, cuestionados y bastante
incómodos…pero la ventaja es que la preocupación pasa rápido en cuanto se pega
la primera mordida al suculento pernil de pollo puesto sobre nuestro plato.
Lo que
quiere decir en el fondo Jesús es que así seamos invitados a comer en un
ambiente de ricos, de aristócratas y bien acomodados, no podemos dejarnos
influir por las ideas injustas, egoístas (y con las cuales se asocia por
tradición bíblica a los ricos. Por ejemplo el mensaje del profeta Oseas de cara
a los ricos y a la riqueza es que toda riqueza es injusta, y que esta es
amasada muchas veces a costa del sufrimiento y explotación de los pobres).
Jesús
que estuvo sentado en la misma mesa con Nicodemo, Zaqueo, Simón el fariseo, y
con el “patrón o anfitrión” al cual se alude en este pasaje…no se dejó
influenciar ni moldear por ellos…Jesús asume su contacto con los ricos
(encuentros, comidas, discusiones) sin dejarse contaminar por su visión de las
cosas, sino al contrario permaneciendo en situación de ruptura ética con ellos.
El
presente pasaje aparece como una magnifica ilustración de este fenómeno. Jesús
está presto, listo a dejarse invitar, pero no a dejarse “embaucar” o
comprometer” e ir en contra de sus principios. Si entra en cualquier parte, por
más impresionantes que sean los lugares en cuanto al lujo y la brillantez y el
prestigio de quienes lo acogen, Él no deja sus convicciones en la puerta. De
una manera que aparece, con todo, civilizada, Jesús llega cuestionar en
el antro del establishment (grupo dominante, élite visible que
ostenta la autoridad) como aquí (Él está acá “En
casa de uno de los jefes de los fariseos”!- v.1
Ciertas
promociones, y es triste reconocerlo!, son al mismo tiempo llamados a
apoyar el pedal suave en las convicciones personales y las solidaridades
sociales. Para avanzar, muy a menudo, es necesario consentir que se
vuelva simple la sal de mis convicciones, y poner bajo el celemín algunos
de mis valores. Pero Jesús, por el contrario, no recula ni un ápice en eso que
Él evalúa como sus solidaridades esenciales: los pobres, los estropeados, los
cojos, los ciegos. Es como si Él dijera a su anfitrión: si tú me invitas,
prepárate a invitarlos a ellos: yo no avanzo sin ellos!
Hay
entonces aquí algo más que una exhortación moral al compartir. Tenemos el
testimonio de un hombre que permanece siendo fiel a Él mismo en medio de
personas que no piensan como Él, y que critica (se opone) claramente a ciertas
prácticas de compartir egoísta en nombre de sus solidaridades primeras.
El cristiano no es
aquel que privilegia vagamente ciertos valores teóricos, sino que es Aquel que
permanece de pie- muy a menudo, solo – en medio de personas que no ven
las cosas como Él.
REFLEXIÓN
CENTRAL
Conservar
su rango
Es
delicado abordar el tema de la humildad. Es como caminar sobre un campo minado.
Se corre el riesgo de ser señalado por orgullo, por vanidad. Y todo esto puede
ocurrir porque la humildad enseñada por Dios, por la Biblia y por el maestro de
Nazaret hoy es incomprendida, cosa de locos, es anacrónica.
La
humildad como virtud esencia de Dios en una persona, hoy es una perla rara.
A la
humildad no es raro confundírsele con “bobería”, “sumisión o resignación
ciega”, “simpleza absoluta”, “pobreza con visos de miseria”, la “humildad”
propia de los clasificados en la escala baja mal vestidos porque no tienen
plata o recursos.
Nada
más alejado de todo esto que la humildad, la verdadera humildad es la virtud
que sucede al amor. Al Santo cura de Ars, un día uno de sus hermanos en el
sacerdocio le demandaba cuáles eran las 3 cosas esenciales para la santidad y
éste le dijo: 1º la humildad, y luego la humildad y finalmente la humildad.
Jesús
ha aprovechado la invitación a una comida para hablar de sus convicciones,
expresar su pensamiento y de paso orientar a sus seguidores tanto de ayer como
de hoy. Antes que nada, debemos tener en cuenta que Jesús ha sido invitado por
un jefe de los fariseos como persona de honor, honorable, reconocida. No es
cualquier cosa. Para Jesús ciertamente se trata de un honor importante.
Bien
sabemos que las comidas o banquetes son la ocasión para el encuentro de amigos
o nuevos conocidos, para hablar de diversos temas, es la ocasión de confidencias,
de discusiones íntimas. Uno percibe los gustos de las personas, sus
modales, sus maneras de comer, su conocimiento o ignorancia de las reglas de
etiqueta. Y después con la ayuda del licor espiritoso (el vino o la cerveza) se
hace hablar a la gente, se sondean las opiniones políticas. Se habla del
trabajo, de los hobbies, de los amores, de las pasiones.
Los
fariseos tienen miedo de Jesús, ellos están intrigados por Él y le buscan la
caída. Pero Jesús lo sabe y anda prevenido, vigilante, atento en su espíritu…
Después
de la comida se puede pensar que Jesús ha sido invitado a hablar, a exponer sus
pensamientos, sus sentimientos, que dejan transparentar el querer y el espíritu
de Dios. Jesús invita a reflexionar sobre los lugares que la gente ha escogido
al acercarse a la mesa. En un banquete, ninguno de entre nosotros se va a la
mesa de honor, puesto que los integrantes de la tabla de honor llegan en
procesión animados por los aplausos de la asamblea. En el tiempo de Jesús,
seguro que algo semejante ocurría, pero me imagino que a pesar de todo, algunos
trataban de colarse en esa privilegiada mesa.
Quién
está verdaderamente satisfecho de su rol (de su papel?) En la jerarquía social,
a cada quien le gustaría ganar dos o tres rangos. Es desde todo punto de vista
natural, diríamos.
Y de
hecho, esto es muy biológico. Entre un gran número de especies animales, la
jerarquía es muy importante. Tiren por ejemplo varios pedazos de pan ante
un grupo de patos o de gaviotas. Un ave dominante va instalarse de
primero, ésta espantará las demás con picotazos y se comerá todo defendiendo su
bien, sin preocuparse por el hambre de las otras aves. Lo mismo ocurre con el
mapache donde el macho en presencia de su familia satisface su hambre antes de
dejar a la hembra y a los pequeños acercarse. Las vacas que se siguen
unas a otras en un sendero lo hacen siempre en el mismo orden y ay de quien ose
transgredir el orden! En el mundo biológico, las jerarquías son muy estrictas.
Es por ello que es contraindicado que el perro coma antes que el amo. Y si así
fuera, esto es como decirle al canino que él es el amo!
Las
jerarquías son igualmente importantes en el mundo de los humanos. Vivimos en un
mundo muy democrático, donde se está cerca del “no importa quién puede
hacer no importa qué”. Esto era impensable en mis tiempos de infancia. En
presencia de una visita, el niño se sentaba en la sala y escuchaba. Si se le
hacían preguntas él podía responder. De otra manera, él se callaba. Dentro de
una sociedad jerarquizada, era importante mantenerse en su lugar (en su lugar,
conservar el puesto, mantenerse en su sitio). Mantener (guardar) su lugar,
significa a la vez, defenderse contra aquellos que quieren ocupar nuestro
lugar, pero también es mostrarse a la altura de su rango y asumir entonces sus
responsabilidades y saber salvar la cara o el honor si llegaba una
desgracia…Defender su rango, es algo extraordinariamente profundo. Pero a la
larga, esto puede llegar a ser ridículo si eso impide vivir. Es por ello que la
sabiduría ha reflexionado sobre el orgullo y sobre la humildad, sobre la
ambición y la simplicidad.
Uno se
ha dado cuenta que los grandes tienen las mismas desgracias y los mismos vicios
que los pequeños, que los pequeños tienen las mismas alegrías y las mismas
cualidades que los grandes, y que a la larga, con frecuencia los unos y los
otros son intercambiables. De ahí el porqué de una reflexión sabia sobre la
vanidad que hay al querer ocupar el primer lugar y la grandeza que puede haber
al escogerse el último lugar. Para ello, es suficiente con remplazar las
palabras PODER y DOMINIO, que nos sugiere la biología, y cambiarlas por las
palabras AMOR y SERVICIO, sugeridas por nuestra común humanidad.
Es lo
que dice Jesús al ver los pretenciosos tratando de acapararse los primeros
lugares y hacerse enseguida “echar para atrás”,(retrogradarse), ir al último
lugar. Por qué el último? Porque las otras plazas estarán ya ocupadas y el
anfitrión o jefe no tendrá tiempo de redistribuir todo el mundo. Como dice el
proverbio, quien escoge toma lo peor.
Cuando
se lee el texto de Lucas en nuestro contexto cultural, se suele creer que Jesús
ha insultado a su anfitrión y a sus convidados al hacerle estas remarcas. En
realidad estos reparos son correctos. Sin duda, Jesús les ha hecho reír (no
olvidemos que humor tiene la misma raíz de humildad) porque ya había en el
libro de los Proverbios (Antiguo Testamento) un dicho que iba en el
sentido de sus observaciones:
No te
alabes delante del rey, Ni estés en el lugar de los grandes:
Porque
mejor es que se te diga, Sube acá,
Que no
que seas humillado delante del príncipe Que miraron tus ojos.
(Proverbios
25,6-7, traducción de la Reina Valera).
En el
fondo, la reflexión de Jesús se inscribía muy bien en su cultura. Repito la
gente se ha debido reír, mordiéndose los dientes, pero era la buena guerra. Él
estaba a tono.
Pero
Jesús continúa dirigiéndose a su anfitrión, y le da otra lección: “cuando
ofrezcas una comida o hagas una fiesta, no invites a tus amigos, ni a tus
hermanos ni a tus parientes “(Lucas 14,12), Jesús sugiere mejor: “Cuando
hagas una fiesta, invita a los pobres, los estropeados, los ciegos, y serás
feliz, pues ellos no tienen nada para
retribuirte:
eso te será retribuido en la resurrección de los justos” (Lucas
14,13-14).
Aquí
es evidente que no se habla de la misma cosa. Acá no se habla más de una comida
ordinaria entre amigos, se habla de otra cosa, de una fiesta abierta a los
pobres. Es la fiesta de Dios. Todas nuestras comidas pasan entre nosotros. Uno
invita a veces un pariente enfermo, un vecino más o menos avispado, un conocido
que está sobre el camino de la rehabilitación. En la Edad Media, se guardaba un
lugar en la mesa para el visitante desconocido que simbolizaba a Jesús. Está
bien. Pero nadie entre nosotros no pone su mesa abierta y de manera incondicional
a todo el mundo. Aquel que lo haga se arruinaría al mismo tiempo que lo dice.
Esta generosidad no es propia que de Dios (sólo le pertenece a Él).
Qué
hace Jesús? Por una parte, critica a su anfitrión y le reprocha vivir en un
mundo cerrado, un mundo de puros, donde los pecadores no tienen acceso, un
mundo de snobs donde las personas simples no caben, un mundo de ricos donde los
pobres son excluidos. Jesús quiere más apertura. Pero al evocar el festín
mesiánico que sólo Dios puede ofrecer, Jesús critica igualmente la perspectiva
religiosa de los fariseos. Ellos predican una religión estricta, exclusiva,
donde sólo algunos son salvados (salvos). Jesús anuncia un Reino abierto a
todos, y en prioridad a los más pobres.
En el
banquete o comida elitista al cual Jesús ha sido invitado, los fariseos han
ganado y Él ha perdido. Jesús no ha sido capaz de esconder su juego. Él ha
dicho lo profundo de su pensamiento y ha obligado a los fariseos a tomar
conciencia de ellos mismos. En adelante, ellos quieren su muerte. Jesús es un
adversario, un pensador peligroso.
Por
otra parte, podernos preguntarnos por qué Lucas nos cuenta estas cosas. Él
habría podido callarlas. Yo pienso que nos las ha contado a causa de la Iglesia
a la cual él se dirigía. La gente de su Iglesia se reunía los domingos para
orar, escuchar la Palabra, recordar la muerte y la resurrección de Jesús. En
esta Iglesia, ha habido rápido una jerarquía. Ha habido intrigas, gente muy
ambiciosa que quería hacerse ver, otros más sabios que se mantenían en su lugar
(en su rango). Entonces Lucas les cuenta la parábola de los lugares en la mesa.
Esta parábola es siempre actual y nunca tendrá fin. Ella tiene su punto de
anclaje en nuestra biología, en la testosterona, y no puede ser superada sino
por una inmensa sabiduría que es trabajo (obra) de toda una vida.
Es
necesario recordar que Jesús ha ocupado el último lugar y que ésta es la
vía del amor.
En la
Iglesia donde Lucas vivía, también se puede pensar que había ricos y pobres,
gente arriba y gente abajo según la escala social. Es por ello que nos cuenta la
historia de la elección de los invitados. En nuestras casas, nosotros invitamos
a quien queremos. En su casa, Dios invita a quien Él quiera, y no son siempre
aquellos los que deseamos que Él invite.
Es por
eso que el evangelio de hoy no es simplemente una historia del pasado. Es una
historia del presente, de nuestro ambiente, de nuestra Iglesia. El fariseo
somos nosotros, y Jesús no cesa de cuestionar nuestras actitudes y nuestras
prácticas para hacernos comprender las exigencias de la FIESTA DE DIOS.
OBJETIVO
DE VIDA PARA LA SEMANA
1. De qué modo o manera concreta podría ir hacia Dios y
hacia Jesús, el mediador de la alianza nueva y eterna?
2. Miro cuál es mi comportamiento o modo de conducirme en
la mesa, con quién comparto mi mesa? Mis comidas son guiadas por las “maneras
de Dios” (la etiqueta divina) o las maneras demasiado humanas?
3. Y si esta semana invitara a comer a alguien que no
pudiera devolverme la invitación?
4. Pido al Dios viviente de iluminarme con el Espíritu
Santo para que yo sepa escoger (elegir) el camino que conduce a la felicidad
que sólo Cristo puede procurar.
ORACIÓN-MEDITACIÓN
Tú
conoces Señor,
Esa
necesidad que tengo de sentirme importante, único y de hacerme valer.
Yo
olvido que es a Ti quien te corresponde determinar mi lugar y mi verdadera
grandeza.
Personas
que me rodean, a través de sus palabras y de sus gestos,
Me
ayudan a tomar conciencia de mi valor.
Todo
lo que yo soy, es a Ti que yo lo debo. Gracias!
Cuando
yo me veo tentado a creerme alguien importante,
O al
contrario, creerme menos y contarme por nada,
Recuérdame
el verdadero sentido de la humildad.
Abre
mi corazón a los otros pobres como yo,
Sobre
todo a los pobres de amistad y de esperanza,
A
todos los heridos y que sufren en la vida,
Que
portan consigo las cicatrices de su pasado doloroso.
Enséñame
a acoger al extranjero, a levantar al despreciado,
A ver
en cada persona un bien amado por Tí.
Condúceme
a través de la ruta que Tú has tomado, Señor,
Aquella
del abandono y de la confianza en el PADRE.
Es la
vía (el camino) que me permitirá realizarme
Y
ocupar un lugar elegido para estar cerca de Tí.
Concédeme
que yo te siga, Señor!
REFERENCIAS:
Pequeño Misal
"Prions en Église", edición quebequense, Novalis 2010,2013.
HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.
BEAUCHAMP, André. Comprendre la parole. Novalis.
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