14 de agosto del 2022: 20o domingo del tiempo ordinario (ciclo C)
Creer es también protestar
(reaccionar!)
Sostenidos o
contradichos en su fe, el hombre y la mujer creyentes, sumergidos en la muerte y
resurrección de Cristo y animados por el Espíritu Santo, están llamados a ser
testigos de su esperanza a veces atacada, denigrada en el mundo de hoy.
***
Jesús
ha anunciado la venida de un Reino de justicia y de paz para el bienestar y
alegría de la humanidad.
Celebremos
al Señor, al reconocernos unidos en Él, por Él y con Él, gracias a nuestro
Bautismo y nuestra confianza en Dios Padre.
Primera
lectura
Lectura del libro de Jeremías (38,4-6.8-10):
EN aquellos días, los dignatarios dijeron al rey:
«Hay que condenar a muerte a ese Jeremías, pues, con semejantes discursos, está desmoralizando a los soldados que quedan en la ciudad y al resto de la gente. Ese hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia».
Respondió el rey Sedecías:
«Ahí lo tenéis, en vuestras manos. Nada puedo hacer yo contra vosotros».
Ellos se apoderaron de Jeremías y lo metieron en el aljibe de Malquías, príncipe real, en el patio de la guardia, descolgándolo con sogas. Jeremías se hundió en el lodo del fondo, pues el aljibe no tenía agua.
Ebedmélec abandonó el palacio, fue al rey y le dijo:
«Mi rey y señor, esos hombres han tratado injustamente al profeta Jeremías al arrojarlo al aljibe, donde sin duda morirá de hambre, pues no queda pan en la ciudad».
Entonces el rey ordenó a Ebedmélec el cusita:
«Toma tres hombres a tu mando y sacad al profeta Jeremías del aljibe antes de que muera».
Palabra de Dios
EN aquellos días, los dignatarios dijeron al rey:
«Hay que condenar a muerte a ese Jeremías, pues, con semejantes discursos, está desmoralizando a los soldados que quedan en la ciudad y al resto de la gente. Ese hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia».
Respondió el rey Sedecías:
«Ahí lo tenéis, en vuestras manos. Nada puedo hacer yo contra vosotros».
Ellos se apoderaron de Jeremías y lo metieron en el aljibe de Malquías, príncipe real, en el patio de la guardia, descolgándolo con sogas. Jeremías se hundió en el lodo del fondo, pues el aljibe no tenía agua.
Ebedmélec abandonó el palacio, fue al rey y le dijo:
«Mi rey y señor, esos hombres han tratado injustamente al profeta Jeremías al arrojarlo al aljibe, donde sin duda morirá de hambre, pues no queda pan en la ciudad».
Entonces el rey ordenó a Ebedmélec el cusita:
«Toma tres hombres a tu mando y sacad al profeta Jeremías del aljibe antes de que muera».
Palabra de Dios
Salmo
Sal 39,2.3;4.18
R/. Señor, date prisa en socorrerme.
V/. Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito. R/.
V/. Me levantó de la fosa fatal,
de la charca fangosa;
afianzó mis pies sobre roca,
y aseguró mis pasos. R/.
V/. Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.
Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos
y confiaron en el Señor. R/.
V/. Yo soy pobre y desgraciado,
pero el Señor se cuida de mí;
tú eres mi auxilio y mi liberación:
Dios mío, no tardes. R/.
R/. Señor, date prisa en socorrerme.
V/. Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito. R/.
V/. Me levantó de la fosa fatal,
de la charca fangosa;
afianzó mis pies sobre roca,
y aseguró mis pasos. R/.
V/. Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.
Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos
y confiaron en el Señor. R/.
V/. Yo soy pobre y desgraciado,
pero el Señor se cuida de mí;
tú eres mi auxilio y mi liberación:
Dios mío, no tardes. R/.
Segunda
lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (12,1-4):
Hermanos:
Teniendo una nube tan ingente de testigos, corramos, con constancia, en la carrera que nos toca, renunciando a todo lo que nos estorba y al pecado que nos asedia, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús, quien, en lugar del gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.
Recordad al que soportó tal oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo.
Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado.
Palabra de Dios
Hermanos:
Teniendo una nube tan ingente de testigos, corramos, con constancia, en la carrera que nos toca, renunciando a todo lo que nos estorba y al pecado que nos asedia, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús, quien, en lugar del gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.
Recordad al que soportó tal oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo.
Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado.
Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas
(12,49-53):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!
¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división. Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».
Palabra del Señor
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!
¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división. Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».
Palabra del Señor
A guisa de
introducción:
Jesucristo,
el nombre y el hombre del FUEGO
El fuego ha
sido uno de los grandes descubrimientos de la humanidad. Tanto ha sido su
influencia que él ayudó a la socialización (en forma de hoguera para
abrigarse y departir alrededor), contribuyó a la mejor salud del hombre
primitivo (cocción de alimentos), le sirvió para defenderse de las bestias
salvajes (lobos, coyotes y demás bestias) además de ser elemento auxiliar y muy
útil a la hora de la caza. Su dominio o el poder manejarlo quizás le diera
mayor autoconfianza al ser humano (ya que antes era algo que consideraba
misterioso, inexplicable, amenazador…).
Los
llamados filósofos o sabios presocráticos griegos, aducían que el mundo tenía
su base y explicación en los famosos 4 elementos: Tierra, Aire, Agua y
Fuego…Unos hablaron de un 5º elemento como el apeiron, otros más
románticos y cineastas lo identificaron con el amor, como el gran catalizador y
el que dona la armonía perfecta al universo.
Cuando
Lucas pone en boca de Jesús estas palabras: He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! nos hace descubrir que Jesús sabía de
la enorme importancia que tenía el elemento fuego para sus contemporáneos y
para los hombres pensadores y sabios ancestrales.
Después de
haberles compartido a sus discípulos las exigencias de la misión que Él les
confía, ahora les comparte sus convicciones profundas. Lucas es el único
evangelista en reportarnos esta confidencia.
Un fuego
Jesús ve su
misión como la irrupción de un fuego. De qué fuego se trata? Con toda
seguridad, es una imagen. Poco tiempo antes, Jesús ante la sugerencia de los
discípulos heridos en su orgullo, se había negado a hacer caer fuego del cielo
sobre un pueblo de samaritanos (Lucas 9,54-55). En el contexto del evangelio de
este domingo, la palabra de Jesús recuerda aquella de Juan Bautista cuando él
presenta al Mesías como “Aquel que bautizará en el Espíritu Santo y el
fuego” (Lucas 3,16). El fuego evoca a veces el juicio (el infierno
para los malos), pero para Lucas es sobre todo el símbolo del amor que hace a
los corazones abrasadores, quemadores. Para llevar al culmen su misión, un
bautismo de un nuevo tipo espera a Jesús: la inmersión en la muerte y el
surgimiento a la vida nueva. Él no dará un paso atrás ante el don último de su
vida que marcará el pasaje del fin de su misión terrestre hacia la venida del
Espíritu Santo, bajo la figura de lenguas de fuego, según Los Hechos de los
Apóstoles 2,3. Jesús no quiere aportar otro fuego distinto al del Espíritu
Santo y del amor.
El fuego
que arde en el corazón de Jesús y que comunica, es aquel que destruye el
egoísmo y el orgullo de los humanos, es un fuego que les purifica, los libera,
los hace más lúcidos y les hace capaces de acoger los otros y de ayudarles
(miren las utilidades primeras del fuego primitivo).
Este
fuego, iniciado (encendido) por Jesús parece moribundo y mismo
apagado alrededor de nosotros y dentro de nosotros. Ahora, mismo si lo
consideramos muerto, extinguido, este pervive bajo las cenizas. Recuerden aquel
dicho popular: "Donde hubo fuego, cenizas quedan". Es
suficiente con que se eleve el imprevisible viento del Espíritu Santo para que
surjan pequeñas llamas. Poniendo pedacitos de papel seco, pequeños pedazos de
madera, un gran fuego surgirá de nuevo y nadie podrá apagarlo.
En la
sociedad y la Iglesia, el fuego del amor puede parecernos débil y en ocasiones
apagado. No olvidemos que es Jesús quien lo ha encendido en otro tiempo
(en el pasado) y que Él siempre está volviéndolo a encender.
No lo
apaguemos; al contrario, hagamos todo lo posible por conservarlo y
propagarlo.
He aquí
nuestra misión.
Aproximación
psicológica al texto del evangelio:
Cuando la
amenaza aparece en el horizonte:
Un general
del ejército tenía la costumbre de decir a sus tropas en los momentos
críticos: “armémonos y…partamos!” Esta frase que quizás no es
histórica- expresa bien la situación de aquel que espera que los suyos
enfrenten los riesgos que él mismo no quiere enfrentar o asumir.
En
contraste con esta actitud, la actitud de Jesús se destaca claramente. Él no
inventa un bautismo para los otros, él no se exime ni evita las exigencias
éticas y espirituales que se desprenden de su FE. Si Él pregona que sus
discípulos habrán de seguirle, lo hace justamente porque Él pasará antes que
ellos, pagando las consecuencias con su vida para abrir el camino.
Si Jesús
dice a sus discípulos: “ustedes serán bautizados con el bautismo que yo
seré bautizado” (Marcos 10,39), quiere decir que Él es plenamente
consciente del bautismo que debe recibir, y que no tiene ninguna intención de
descomprometerse, desentenderse…de claudicar, porque si el discípulo no es más
grande que su maestro (Mateo 10,24)también es cierto que el maestro tampoco ha
venido para ser más grande que sus discípulos (Marcos 10,45). De cara a la
soledad como al sufrimiento, todos los hombres se encuentran en la misma
situación fundamental, a pesar mismo de los privilegios de clase que
puedan atenuar un cierto sufrimiento físico y moral.
De
cualquier manera, ningún privilegio ha podido atenuar el sufrimiento de Jesús,
y aquí le vemos probar la angustia del sufrimiento anticipado, (no olvidemos
que se dirige hacia Jerusalén donde sufrirá su pasión y muerte) y por lo mismo
aparece consciente de su fragilidad al punto tal de expresar la ilusión de
querer evitar milagrosamente tanto sufrimiento. Jesús sabe bien que “el
espíritu está pronto (listo, dispuesto) pero la carne es débil” (Mateo
26,41). Él ha conocido la tentación y sabe que la conocerá todavía, Él no se
siente exento o libre de caer, y sabe muy bien que “aquel que ha
puesto la mano en el arado” puede “mirar hacia atrás” (Lucas
9,62), cuando el horizonte se torna demasiado amenazador.
Con
demasiada frecuencia nosotros negamos la realidad exterior que se anuncia y o
aparece claramente ante nosotros, como Pedro: “eso no sucederá” (cfr.
Mateo 16,22). Muy a menudo también, nosotros negamos nuestros miedos y escondemos
nuestras propias fragilidades, o, por el contrario, exageramos nuestra
debilidad y nos negamos a movilizarnos para el combate.
Por su
parte, Jesús encuentra su camino entre todos sus obstáculos o peligros y evita
a la vez la falsa seguridad de los fanáticos y la falsa humildad de aquellos
que se auto apiadan o se auto compadecen por su suerte. Si Él aparece fuerte,
es por la fuerza de aquellos que aceptan situarse desnudos totalmente de cara a
la verdad de su destino.
Combates
interiores y combates sociales:
Para muchos
de nosotros, la expresión “combatir contra el pecado”, evoca primero y
ante todo un desgarramiento interior (un sacrificio o acción que produce
dolor). Espontáneamente nos imaginamos a alguien tentado a realizar una acción
que va contra sus convicciones, y por ello, en lucha consigo mismo.
Esta
representación o imagen espontánea del pecado como una lucha interior de la
cual se sale airoso o vencedor como en un fracaso personal, se aproxima mucho a
la idea de Pablo: “no hago el bien que
quiero, sino que obro el mal que no quiero” (Romanos 7,19).
Para Pablo el pecado es una realidad interior, al menos en este pasaje (“el
pecado habita en mí”- v.20). Se desprende de todo esto que las verdaderas
apuestas o todo lo que se juega en el campo de la FE se sitúa en el interior
del creyente.
Sin
embargo, esta manera de ver el pecado no es la única en la Biblia. En la tradición
profética, el pecado no aparece solo como una realidad interior (una cosa que
no se debe o puede hacer), sino como una realidad exterior, una cosa ya hecha y
que está ahí ante mí. Los profetas no se limitan a llamar la atención de sus
contemporáneos a propósito de sus conflictos íntimos, internos que los afectan.
Ellos denuncian sobre todo situaciones de hecho: la explotación de los pobres
por los ricos, las prácticas comerciales deshonestas, la inconsciencia social
de quienes detentan el poder.
Para los
profetas, combatir el pecado no se limita sólo a luchar contra la tentación
interior. Esto significa tomar el riesgo de denunciar y atacar abiertamente las
situaciones sociales de pecado, esto con riesgo de conflicto o de rechazo.
Es dentro
de esta perspectiva profética que las lecturas de la misa de este domingo
interpretan los conflictos de los cuales habla Jesús. En efecto, el evangelio
nos muestra en este pasaje la reflexión siguiente sobre Jesús y sobre aquellos
que quieren convertirse en sus discípulos: “Jesús, renunciando a la
alegría que se merecía, soportó la vergüenza de morir clavado en una cruz (…)
si, Piensen en el ejemplo de Jesús. Mucha
gente pecadora lo odió y lo hizo sufrir, pero él siguió adelante. Por eso,
ustedes no deben rendirse ni desanimarse, pues en su lucha contra el
pecado todavía no han tenido que morir como Él (Hechos 12,2-4).
Si el pecado está nada más que en mí, mi combate será nada más que un
combate personal e interno y no traerá como consecuencia ninguna división
social. Pero el pecado también está ante mí, puesto que Jesús “ha combatido
contra el pecado”, y es lo que le ha llevado a “renunciar” a su confort y
asumir “las oposiciones contra Él”. Y es en la misma vía que el texto de
Hebreos invita a sus discípulos a comprometerse.
Una paz dudosa
Jesús evoca acá experiencias de conflicto que sus discípulos habrán de
vivir con sus cercanos. Dentro de un estilo un poco apocalíptico que se place
en acentuar los contornos de las realidades descritas, él nos dice que esos
conflictos afectarán implacablemente los discípulos en sus solidaridades las
más naturales.
Es evidente que Jesús habla acá de los conflictos creados por el hecho
mismo del compromiso con el evangelio vivido de un modo significativo, y no de
los conflictos de personalidad o de interés. Sigue luego una serie de
conclusiones inquietantes.
Uno puede intentar procesos o marchas de reconciliación con su hermano
(Mateo 5,23-24) sin que ello haga desaparecer el conflicto. Uno puede estar
presto a perdonar “setenta veces siete” (Mateo 18,21-22) sin que el conflicto
no desaparezca. Uno puede “amar sus enemigos” (Lucas 6,23) sin que el conflicto
no se arregle.
Si bien es cierto, hay conflictos que surgen y que duran, pero no porque
no se viva de acuerdo al evangelio, sino justamente porque se toma en evangelio
en serio. Y no es necesario limitarse aquí a casos excepcionales donde es la fe
católica en relación a otra fe que es la fuente de un conflicto familiar (como
en el caso donde dos personas de fe diferente se oponen a pesar de la oposición
de sus familias respectivas).
El cometido principal del presente pasaje es dramatizar el efecto
negativo de la opción de la fe en el entorno del creyente, mas desde la
época del evangelio, se pueden encontrar ejemplos de confrontación que
encuentran su fuente no en la fe del creyente como tal, sino más bien en su
compromiso social. Y es así que Juan Bautista será ejecutado no solo por el
hecho de ser creyente, sino porque su fe le llevaba a cuestionar al jefe
político de aquel tiempo con respecto “a todos
los delitos que había cometido” (Lucas
3,19).
Cuando un ambiente o grupo de hombres se encuentra en situación de ruptura
profunda de cara a un creyente, en la mayoría de los casos no es a causa de la
adhesión interior de este último a algunos dogmas, sino que la razón es porque
su fe se ha vuelto dinámica, que él ha tomado color y suscitado su compromiso
social. De tal modo que si las divisiones previstas por Jesús no se producen
jamás, debe ser que en alguna parte, el proceso ha sido puesto en corto
circuito, la razón es que la sal ha sido contaminada por las ideologías
dominantes y que la fe ha sido puesta al abrigo o bajo la protección disimulada
de justificaciones pseudo-teológicas (“es necesario cambiar el corazón, no
las estructuras”, “la sensibilidad social es un asunto de vocación
personal”…)
Jesús pregunta: “piensan
ustedes que esto sea (un género o tipo) de paz (construido sobre tales
racionalizaciones) que yo he venido establecer en la tierra?” (v.51).
REFLEXIÓN
CENTRAL
EL FUEGO QUE DES-FANATIZA LA RELIGIÓN,
QUE DEPURA
LA POLÍTICA Y
QUE DIGNIFICA LA SEXUALIDAD
Dice el
teólogo y psicólogo canadiense Jean-Luc Hétu, de quien he tomado constantes
referencias en mis comentarios del evangelio dominicales, lo siguiente:
“Se suele
admitir que uno pueda intervenir indirectamente en la vida de alguien para
ayudarle en su crecimiento personal, prestándole un servicio ocasional, o yendo
a los extremos, sacándole del barro, del lodo si ha caído. Pero uno es menos
dado a pensar que se pueda intervenir directamente en la vida de alguien.
Tocamos acá una paradoja que es quizás típicamente norteamericana y o europea.
Nuestra civilización valora mucho la propiedad privada y la libertad de
pensamiento y de movimiento…Y en consecuencia no es raro que nos sintamos
siempre culpables si se nos ocurre hacer cuestionarse alguien en lo que dice y
en lo que hace. Y, por tanto, es paradójico, existe en nuestras sociedades una
muy fuerte presión a favor de la conformidad social. Es como si se dijera: ¡usted
es libre, pero sea como todo el mundo y haga como yo! Cada día, a cada
instante, gracias a la publicidad, decenas de desconocidos me dicen qué comer,
cuál carro comprar, cuál compu o celular adquirir o qué plan de comunicaciones
tomar, o a dónde ir de vacaciones. Pero es raro que alguien se atreviera a
cuestionarme o invitarme a tomar conciencia de mis compromisos adquiridos (cfr.
bautismo, la fe católica) confrontando mis comportamientos precisos, pero
igualmente respetando mi libertad.
En las
comunidades cristianas primitivas, este tipo de intervención directa y abierta,
al parecer era moneda corriente, algo usual, normal. No solamente uno podía
intervenir en la vida de otro, sino que aun más, uno debía hacerlo. De igual
manera, las prácticas de Jesús, aparecen ricas en confrontación, tanto las
verbales como las no verbales (gestos, prácticas).
Nunca he
estado de acuerdo con aquello de que la fe no puede mezclarse con la política,
que por ejemplo un cura no puede hacer política…Disiento grandemente con
aquellos que dicen que un cristiano, menos un católico no debe ni puede
inmiscuirse en asuntos políticos…Eso es completamente falso. Y es sin duda
alguna, esta una de las razones por las que nuestro mundo y la sociedad andan
divididos, constantemente escindidos, con disputas, con polémicas, opiniones
encontradas en tantos ambientes de encuentro y vida social. Una antigua
frase que leí en la legendaria revista selecciones me la aprendí de memoria
porque constato que es lo más verídico: “si no quiere tener discusiones
O QUEDARSE sólo en una fiesta o reunión social, no hable ni de política,
ni de sexo, ni religión” …lástima, porque son las tres cosas que bien
comprendidas y asumidas, mueven y dinamizan al mundo, le dan sentido, le dan
luz.
El problema
no es hablar de esas dimensiones vitales de la existencia, el problema son las
opiniones diversas, relativizadas, personalizadas, acomodadas, por lo mismo
desacertadas, y según la propia conveniencia y que cada quien tiene de ellas…y
eso sin hablar de la morbosidad que pueda inyectársele a los temas de sexo, al
fanatismo y exclusivo devocionalismo en el que pueden estar inspiradas las
opiniones sobre la religión y la insensibilidad social y sobre la justicia que
puedan animar las discusiones sobre política.
Si se fijan
bien, muy en el fondo, Jesús no hace más que aludir de manera constante y
subrepticiamente en el evangelio, a aquellos temas que para nosotros hoy son
“misteriosamente” o por extrañas circunstancias “tabu”, signo de contradicción.
El fuego de
Jesús lleva implícita la verdad, lo auténtico sobre la política, el sexo y la
religión. El maestro de Nazaret más que nadie sabía que no hay verdadero
ejercicio político si este no se basa en la justicia social, en la compasión y
servicio a los más pobres y desprotegidos…porque si no ésta degenera en
“politiquería”, “lagartismo”, “corrupción”, “nepotismo”…
Que la
auténtica religión no divide la vida en el templo y la vida en la calle. Que la
religión y o la fe verdadera ve también el rostro de Dios en cada ser humano;
que a Dios no se le espera porque ya está acá entre nosotros y nos acompaña en
cada momento de la existencia…Sólo que hay que andar con los ojos muy abiertos
y la sensibilidad a flor de piel para sentirlo, descubrirlo. Que antes de
acercarse con la ofrenda al altar habrá que hacer la paz con el hermano…que eso
de “pecar y rezar es empatar” es de los más clásicos sofismas.
La devoción
es algo bueno, pero cuando la devoción cae en el devocionalismo, las
prácticas religiosas se quedan en el frío ritualismo que no cambia la vida ni
compromete a seguir a Cristo.
La reforma litúrgica, que nos ha permitido el acceso directo a la Palabra de Dios, entendiendo lo que se lee y sabiendo qué es lo que rezamos, nos permite pasar del frío devocionalismo, que no cambia la vida, a un compromiso de vida cristiana.
La reforma litúrgica, que nos ha permitido el acceso directo a la Palabra de Dios, entendiendo lo que se lee y sabiendo qué es lo que rezamos, nos permite pasar del frío devocionalismo, que no cambia la vida, a un compromiso de vida cristiana.
Ahora el
sexo…waoo. Aun no maduramos ni asumimos como debe ser la sexualidad; aun es
confundida con “pasión carnal egoísta ciega”, con “pornografía y prostitución
opresora”; en el sexo como en muchas cosas continuamos siendo dualistas,
materialistas, morbosos…dándole razón a Madonna quien afirmó alguna vez: “todos somos pervertidos”.
Se nos
olvida que el sexo, la sexualidad es sublime, es sagrada…Que si viene es cierto
una de sus funciones es la procreación, Dios también quiere nuestro gozo, la
satisfacción de disfrutar, tanto como lo hacemos al comer, al dormir, al
descansar, pero observando el auténtico querer o designio divino…Nos
equivocamos tremendamente y siempre cuando creemos que sexualidad no rima con
FIDELIDAD y DIGNIDAD (del ser humano, no solo de la mujer), que sexo rima con
seso.
Miren,
miremos y verán que el problema está en nuestras concepciones y asunciones
erróneas de estas dimensiones política, religiosa y sexual…En ellas nos jugamos
la vida, cada instante y nuestra vida se empobrece, se amilana, se apoca, es
pusilánime, fracasada, perdedora cuando nos dejamos llevar por nuestros
criterios erróneos, influidos por falsas ideologías, falsos maestros,
desatinados modelos (vida social, farándula, deporte, religión…).
Jesucristo
es el fuego, el pleno sentido, el espíritu iluminador de todos los aspectos de
nuestra vida. Por eso Jesús nos divide, porque para muchos aun no pasa de ser
un simple maestro, un gurú más, un personaje positivo y como decía un padre en
el seminario “tremendamente impactante” …pero nos dejamos impactar,
sacudir, cambiar nuestra vida por Él? Por su evangelio, por su manera de vivir
y asumir la existencia?
Queda claro
que el evangelio es más que una idea, el evangelio es una persona concreta.
El auténtico
cristiano levantará ampolla, aparecerá subversivo, indeseable, odiado, será
perseguido y criticado cuando asume en serio el querer y el sentir de Jesús de
Nazaret.
La Iglesia
será vista como retrógrada, conservadora mientras pregone y defienda a través
de ciertos personajes, además del Papa, de acá y de allá, los valores
innegociables de la vida (cuando se manifiesta contra el aborto, cuando afirma el matrimonio
según la Biblia y no el mundo, la moda decadente del presente siglo…), será
atacada, vilipendiada mientras quiera hacer pervivir la memoria de Jesús, la
presencia de Dios a través de los sacramentos, en especial, la Eucaristía…
La Iglesia
y los cristianos por el contrario parecerán fuego “extinguido” e
irónicamente incontrolable, violento, (como lo hizo en otrora) cuando
condene sin escuchar, cuando no acoja con misericordia, cuando se amanguale (de
amangualarse: reunirse dos o más personas para planear, o apoyar algo no santo,
no bueno, no justo) con el poder político y corrupto de turno, cuando se calle
y no denuncie por miedo o por parecer retrógrada…cuando se cierre al deseo de
la utópica unidad y al diálogo ecuménico.
Desde hace
tiempo pienso que el fuego del profetismo en nuestra Iglesia es vacilante,
miedoso, a veces alcahuete, cuando se muestra relativa, permisiva, como la
sociedad en la que se halla inserta.
No es un
secreto que es más fácil para nosotros cristianos y católicos vivir una
religiosidad y fe light, cómoda, liviana, dietética, con cero calorías y cero
colesteroles. Ir solo a misa e ignorar a los que sufren, descomprometerme
con los pobres que rodean mi casa y mi iglesia. ¿Para qué predicar o enseñar
los valores del evangelio a mis hijos, a mis amigos… si a ellos no les
interesa? ¿Por qué he de mostrar con mi ejemplo acertado, fiel a Cristo y a MI
Iglesia, que soy cristiano? me verán como “snob”, “ridículo”, “de ideas
trasnochadas”, “loco místico”.
La
violencia y masacres de seres humanos justificados por la falsa religión o los
intereses de algunos pocos muestran que nuestro mundo está ávido de ese fuego
del amor, de la comprensión, del perdón, del dialogo y la tolerancia.
La paz que
se busca actualmente en nuestro país no será posible mientras no se
desenmascaren los intereses personales de quienes detentan el poder y las
intenciones viles de los grupos armados que dicen “negocio ahora, pero
seguiré haciendo de las mías aprovechando el papayazo”, “agito la
bandera blanca” con mi derecha, pero con la izquierda quiero seguir
urdiendo mis negros planes de saqueo, enriquecimiento, a costa de la paz.
La paz será
posible cuando los actores implicados tanto pueblo, gobernantes como grupos
armados en conflicto renuncien a seguir negociando con y a costillas de ella,
erigiéndola como instrumento “engañador” …cuando se convenzan desde lo más íntimo
de su ser que es falso aquello de que la guerra paga y la paz no paga.
La paz será
alcanzable y realizable, cuando asumamos en serio las palabras y gestos de
Jesús que desde hace 2000 años están ahí en los evangelios, en la doctrina de
la Iglesia, en el testimonio de los santos, los mártires de otrora y
contemporáneos, para iluminarnos, calentarnos, cazar las bestias (del
odio, de la violencia, de la muerte) cual fuego que además nos enseña a no
tener miedo al avenir y al conflicto mismo que se desate por esa búsqueda
sincera, auténtica tanto política, como sexual y religiosa…
Bendecida
semana…
OBJETIVO DE
VIDA PARA LA SEMANA
La paz de
Cristo está lejos de dejarnos tranquilos e indiferentes o viviendo un
cristianismo y fe lights. Al contrario, ella suscita el coraje de una caridad
inventiva, creativa; una política transparente amante de la justicia, la
búsqueda y el pregón de una sexualidad sagrada y digna del ser humano.
¡No
esperemos a más tarde! Desde ahora, encontremos gestos y actitudes de amor, de
educación en esas dimensiones de la fe, de la política, de la sexualidad, cerca
de aquellos que encontramos en nuestros ambientes de vida, de trabajo, de
estudio y de descanso.
ORACIÓN- MEDITACIÓN
Dios, Padre
Nuestro, te damos gracias por Jesucristo tu Hijo,
Quien ha
venido a encender en la tierra el gran fuego del amor
Llama que
está lejos de apagarse, a pesar que aparezca muy a menudo frágil.
Ayúdanos a atizar
este fuego y a extenderlo por todas partes,
aceptando
amar y hacernos cercanos
de los
miembros de nuestra familia
y de
aquellos que nos rodean,
sobre todo
de las personas pobres, enfermas y rechazadas.
Te damos
gracias por tu Hijo Jesús, quien ha venido a sembrar la paz,
y que nos
ha confiado este vasto campo de trabajo.
Que seamos
en todo lado artesanos de paz,
hacedores
de transparente política y defensores de la dignidad de la vida,
en nuestra
sociedad, nuestras familias y también en nuestra Iglesia.
Que el
fuego de tu amor destruya las causas de nuestras divisiones,
nuestras
confundidas ideas sobre la política, la sexualidad y la religión.
Que tu
fuego destruya las causas de nuestras incomprensiones
y de
nuestras ambiciones ciegas y desmesuradas,
para que
una paz valiente, inventiva y creativa
nazca y se establezca
para nuestro bien, en nuestro mundo y en nuestros corazones.
Amén!
REFERENCIAS:
Pequeño Misal “prions en Église”, edición
quebequense. 2013.
HÉTU,
Jean-Luc. Les Options de Jésus.
HÉTU,
Jean-Luc. Quelle foi? Une rencontre entre l¨evangile et la psychologie.
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