El tesoro de la
sabiduría.
En medio de la noche, Dios toma
la iniciativa de un diálogo con el rey Salomón: “Pide lo que debo darte”.
Abre un espacio de
libertad para que Salomón exprese el verdadero deseo de su corazón. ¿Cómo
no maravillarse ante la respuesta de Salomón: “Dale a tu siervo un corazón
atento para que sepa gobernar a tu pueblo y discernir el bien y el mal”?
Oímos cómo el rey se ajusta a la
misión recibida de velar por el bien del pueblo. Salomón no pide nada más
para sí mismo que la sabiduría que es un don de Dios para cumplir la misión que
heredó de su propio padre, David.
Salomón
forma parte de una historia, la del pueblo elegido, y da gracias al Señor por
haber concedido a David “lealtad, justicia y rectitud de corazón” (1 Re
3, 6).
Salomón
se apoya en la relación tejida entre su padre David y el Señor y se compromete
a vivir de ella. Pidiendo discernimiento, el arte de estar atento y de
gobernar, recibe un corazón inteligente y sabio. Prefirió la sabiduría a
los bienes de este mundo para ayudar a los hombres y mujeres de su reino a
vivir según el corazón de Dios escogiendo el bien.
La
parábola del tesoro escondido en el campo resuena con esta sabiduría del rey
Salomón. El hombre que compra el campo se parece a él. No guarda nada
de lo que tiene para poseer el tesoro escondido en el campo.
¿Cuál es este tesoro que trae alegría?
¿He tenido la experiencia de elegir lo que es locura en el mundo y sabiduría a
los ojos de Dios?
¿Recuerdo la alegría que confirmó esta elección? ¿Le estoy pidiendo a Dios
sabiduría para vivir mi trabajo? ■
Anne Da, Xavier
El arte de discernir
Adquirir un corazón
atento, discernir el bien y el mal son las características de una conducta
sabia y lúcida. Llegar a ser discípulo, es saber sacar de su tesoro, lo nuevo y
lo antiguo.
Qué es lo importante en
la vida? Qué es lo que cuenta más para usted y que, por así decirlo, organiza y
estructura su vida? Es la pregunta que la liturgia nos hace hoy.
Primera lectura
Lectura del primer libro de los Reyes
(3,5.7-12):
En aquellos días, el Señor se apareció en
sueños a Salomón y le dijo: «Pideme lo que quieras.»
Respondió Salomón: «Señor, Dios mío, tú has hecho que tu siervo suceda a David,
mi padre, en el trono, aunque yo soy un muchacho y no sé desenvolverme. Tu
siervo se encuentra en medio de tu pueblo, un pueblo inmenso, incontable,
innumerable. Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para
discernir el mal del bien, pues, ¿quién sería capaz de gobernar a este pueblo
tan numeroso?»
Al Señor le agradó que Salomón hubiera pedido aquello, y Dios le dijo: «Por
haber pedido esto y no haber pedido para ti vida larga ni riquezas ni la vida
de tus enemigos, sino que pediste discernimiento para escuchar y gobernar, te
cumplo tu petición: te doy un corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido
antes ni lo habrá después de ti.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 118,57.72.76-77.127-128.129-130
R/. ¡Cuánto
amo tu voluntad, Señor!
Mi porción es el Señor;
he resuelto guardar tus palabras.
Más estimo yo los preceptos de tu boca
que miles de monedas de oro y plata. R/.
Que tu bondad me consuele,
según la promesa hecha a tu siervo;
cuando me alcance tu compasión,
viviré, y mis delicias serán tu voluntad. R/.
Yo amo tus mandatos
más que el oro purísimo;
por eso aprecio tus decretos
y detesto el camino de la mentira. R/.
Tus preceptos son admirables,
por eso los guarda mi alma;
la explicación de tus palabras ilumina,
da inteligencia a los ignorantes. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san
Pablo a los Romanos (8,28-30):
Sabemos que a los que aman a Dios todo
les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio. A los que
había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera
el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que
llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san
Mateo (13,44-52):
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo
encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que
tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un
comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender
todo lo que tiene y la compra. El reino de los cielos se parece también a la
red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la
arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos
los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles,
separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será
el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?»
Ellos le contestaron: «Sí.»
Él les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como
un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»
Palabra del Señor
A guisa de introducción:
Quien quiere un objetivo se vale de
todos los medios
1. Cuando se tiene un objetivo o meta serios en la vida, uno
se vale de todos los medios disponibles para alcanzarlo.
Cuando se tiene un
proyecto importante, uno se organiza para realizarlo.
La familia que desea una casa propia, saca tiempo, invierte
dinero para obtenerla, desde las 5 de la mañana hasta las 11 de la noche!
Esta es la señal o signo de que se es capaz de tomar sus
responsabilidades.
El joven que es dotado para los estudios y que los abandona
porque ha encontrado dificultades durante su año escolar no tiene por qué
renunciar del todo a sus sueños. Es necesario que se arremangue y vuelva a
coger la vida a dos manos; si ha sido capaz de comenzar sus estudios, es capaz
de seguirlos. Ha de seguir adelante con coraje!
En la vida, no son las barreras las que deben detenernos, uno
debe afrontarlas, hacer todo lo posible para superarlas o al menos rodearlas,
si no se puede hacer de otro modo; pero es necesario avanzar!
El joven que ha terminado o ha dejado sus estudios, si quiere
triunfar en la vida, no puede quedarse bien tranquilo en casa, esperando
solamente que lo vengan a buscar para ofrecerle trabajo; es necesario que salga
de la casa; que se ponga a buscar empleo; si no encuentra, no debe dejar de
buscar; continuar, es el signo del deseo de echar para adelante; buscar para
encontrar; si uno no busca, hay muchas oportunidades de no encontrar. Encontrar
sin buscar, es azar; uno no se puede fiar de esto.
2. Una tal reflexión sobre los estudios o el trabajo, vale
para todo.
Cuando un chico ha encontrado la chica ideal a sus ojos o
cuando la chica ha encontrado el chico que será para ella un buen compañero
para la vida, ellos hacen las diligencias necesarias uno hacia el otro, para
atraerse, para mejorarse, para adaptarse…
Cuando alguien ha encontrado a Dios en su vida, Él o ella
hacen de el Señor su meta; quien ha encontrado a Dios se da cuenta que el mundo
es importante en la medida que sirva a Dios; de otra manera él ensaya de darle
esta dirección deseada.
Cuando se tiene un objetivo o una meta seria en la vida, uno
se vale de todos los medios para alcanzarlo.
Cuando se tiene un proyecto importante, uno se organiza para
realizarlo.
Es un tesoro!
Es una perla preciosa!
Aproximación psicológica al texto del
Evangelio
Se le descubre antes…
Las parábolas del tesoro y de la perla permiten situar (o
hallar) la plaza, el lugar de la penitencia en la vida cristiana. Es seguro que
lo primero es el descubrimiento del Reino de Dios y la conversión le sucede (o
viene después como una consecuencia).
Después del descubrimiento de su tesoro, la persona convierte
todos sus bienes muebles e inmuebles en valores negociables y compra el campo.
El mercader que descubre la perla hace la misma cosa.
La reorganización de la billetera (o portafolio) de estos
hombres es radical: se vende todo, todos sus valores los convierte en dinero
contante y sonante. Quizás la operación no esté libre de hesitación (de
miedos), sin una sensación de aprieto de corazón, cuando llega el tiempo de
deshacerse de tal o cual posesión, de dejar ir tal colección de perlas a la
cual uno se ha apegado particularmente.
Pero los sacrificios no cortan o debilitan el sentimiento dominante
de estos hombres, y cuál es este sentimiento? LA ALEGRÍA (v.44). Ellos están
totalmente seguros de hacer un buen negocio, tanto que ellos están listos a
dejar (o renunciar a) todo para llevar esta transacción a término.
Jesús afirma que es la misma dinámica que se activa o trabaja
en el campo de la fe. Un día, alguien cualquiera hace un insight (en
psicología, es el momento privilegiado de toma de conciencia). Por una u otra
razón, él llega a tener la intuición clara de que los valores contenidos en el
Reino de Dios constituyen un tesoro existencial, y que él se sentirá
completamente realizado si encuentra acceso a esos valores.
Desde ese momento, él convierte (transforma) todo su tener,
él reorganiza a fondo completamente todas sus actitudes y sus prioridades para
hallar la manera de poder penetrar en el campo espiritual, pues está convencido
de que si puede prospectar ese campo, y que si puede explorar la dimensión
espiritual de su existencia, encontrará un tesoro.
Tampoco para él, ese proceso no se desarrollará sin
contratiempos. Hay valores, posesiones, hábitos y proyectos que no se dejan
convertir (cambiar, transformar) fácilmente. Pero, la motivación para trabajar
en estos desapegos en estas reorientaciones, en estas penitencias, permanece
fuerte porque el tesoro de la vida, la vida vivida intensamente, está ahí, va
adelante y llama…
Esta es toda la diferencia entre la antigua moral y la
aproximación verdaderamente evangélica de la penitencia. No se hace penitencia
para un día merecer encontrar, para ganar el tesoro del cielo. Sino para
consentir, dar paso a las rupturas y a los desapegos, porque ya se ha
encontrado lo buscado, porque uno ha realizado que el Reino nos ha sido ya
dado, y que uno está determinado (decidido) a acceder a él.
La diferencia no es más que teórica, pues a pesar de las
rupturas y o desapegos, Jesús nos dice que el segundo acercamiento se vive en
la alegría.
Reflexión Central:
Elegir el verdadero
tesoro
La oración colecta o de apertura de la misa de este domingo,
nos introducen magníficamente en la oración del rey Salomón: "Oh Dios, protector de los que en ti
esperan…para que bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los
bienes pasajeros, que podamos adherirnos a los eternos". Hay aquí todo
un programa que es siempre actual. Es también otro estilo de
vida.
El rey Salomón es todavía un hombre joven cuando es escogido
para conducir al pueblo de la alianza. La oración que dirige a Dios no
concierne a sus fuerzas o ventajas personales sino a su nueva responsabilidad: "Da a tu siervo un corazón dócil (atento) para gobernar a tu pueblo, para
discernir el mal del bien". Es así como el nuevo rey pide el don de la
sabiduría y del discernimiento. Esta pregunta se lanza también cada día a los
políticos, pero también a los padres de familia, a los educadores, a los
pastores. Como Salomón, todos estamos invitados a descubrir que nuestro único
tesoro está en Dios.
Es el mismo mensaje que el apóstol Pablo nos transmite en la
segunda lectura. Él se dirige a cristianos que corren el riesgo de desanimarse
a causa de las dificultades que encuentran. Entonces, él los vuelve a llevar a
lo esencial. El les recuerda que ellos están comprometidos y han sido puestos
en el camino por el mismo Dios. Este Dios que no ha dejado jamás de amarnos es
nuestro más bello tesoro. Es Él quien nos llama a un futuro de gloria. Cristo
está ahí para abrirnos el camino. Y más aún, Él mismo es el camino que nos
permite ir al Padre. Sus palabras son palabras de vida
eterna.
El Evangelio nos habla igualmente de tesoros de gran valor;
aquel que es descubierto por azar en un campo y aquel que es encontrado después
de una larga búsqueda. A través de estas 2 parábolas, Jesús quiere revelarnos
que el Reino de Dios es nuestro único tesoro. Uno puede encontrárselo de
improvisto o buscarlo sin cansancio, poco importa: lo que importa es hacer todo
lo posible por darle el primer lugar en nuestra vida.
Es verdaderamente importante porque este tesoro del cual
habla Jesús vale más que todas las otras riquezas. El agricultor y el
comerciante de quienes nos hablan las parábolas del Evangelio renuncian a todos
los otros bienes para adquirirlos. Nuestro tesoro es el Reino de Dios. Aquel
que lo encuentra no duda: siente que es eso lo que buscaba, lo que esperaba.
Cuando uno ha encontrado verdaderamente a Jesús, ya nada puede ser como antes:
uno permanece fascinado, atraído por tanta bondad y tanta verdad. Buscar
a Jesús y encontrarlo eso es nuestro tesoro.
Para darnos cuenta de la grandeza de este tesoro, basta con
leer los testimonios de muchas personas y de numerosos santos. Al leer los
evangelios con el corazón abierto, ellos se sintieron tocados, tanto que se
convirtieron a Él. De igual manera, delincuentes de la peor calaña se han
encontrado con Él. Su vida ha cambiado completamente. Y ahora, ellos
testimonian en las escuelas y mismo en las prisiones. Ellos han comprendido que
este regalo los ha colmado está hecho para ser compartido.
El Papa Francisco nos recomienda leer el Evangelio cada día.
Y si no lo tenemos, es necesario absolutamente, procurarnos uno urgentemente.
Es importante porque el Evangelio nos permite conocer al verdadero Jesús. Al
leerlo cada día, es a Él quien encontraremos: descubriremos este tesoro que
Jesús llama el Reino de Dios. Este Dios no pide más que reinar en nuestras
vidas para colmarnos de su amor. Lo más extraordinario es que Jesús se ha entregado
completamente hasta morir sobre una cruz para liberarnos del poder de las
tinieblas y transportarnos al Reino de la Vida, de la bondad y de la alegría.
Leer el Evangelio es encontrar a Jesús y estar lleno de esta alegría que es un
don del Espíritu Santo.
Cuando se ha encontrado este tesoro del Reino de Dios, esto
se transparenta, se ve; el cristiano no puede guardar su fe escondida, porque
ella aparece en cada palabra, en cada gesto. El amor que Dios nos ha dado a
través de Jesús, se refleja en nuestras vidas. Es esto lo que había comprendido
una niña mirando los vitrales de una iglesia: "Un santo es alguien que
deja pasar la luz". Oremos juntos al Señor por la intercesión de la Virgen
María y de todos los santos, que venga a nosotros este Reino de amor, de
justicia y de paz. Amén!
2
Saber sacar provecho de lo NUEVO y de
LO VIEJO
Las numerosas y variopintas parábolas que los evangelistas
han conservado, demuestran como Jesús de Nazaret era un buen narrador de
cuentos y de historias, estos mini-relatos son el indicio de un hombre que
tenía claro la esencia y poder de la imagen y sabia narrar historias plenas de
sentido y no de mero moralismo. No se trata simplemente de contar una historia,
es necesario que esta historia induzca a pensar, a interrogarse uno mismo e ir
más allá de lo que pretende contar. Así las parábolas del maestro tienen
y o esconden una segunda o tercera significación (o sentido).
Se dice que los orientales aman los cuentos y existen recopilaciones
famosas como “Las Mil y una noches”, que demuestran la importancia de este tipo
de literatura.
Hoy, Mateo nos cuenta la parábola del tesoro contenida en 5 líneas.
Pero parece que Jesús acá citaba un cuento conocido de su tiempo, un cuento
sobre un tesoro escondido que un hombre ha descubierto. En todo caso, es eso lo
que afirma un texto apócrifo que data del siglo IV y que se llama “Evangelio de
Tomas”. Este evangelio contiene 120 parábolas atribuidas a Jesús. El héroe del
cuento es un hombre joven que encuentra un tesoro y lo vuelve a esconder,
compra el terreno donde fue hallado, se hace rico y se casa con la hija del
anterior propietario. Es una bella historia de amor.
Parece ser que en el
tiempo de Jesús, las historias de tesoros abundaban puesto que los bancos y las
cajas fuertes no eran seguros. En un país donde los bandidos pululaban y los soldados
eran voraces y corruptos, lo más simple y frecuente era esconder su tesoro (sus
ahorros, joyas y piedras preciosas) en el campo.
Al evocar el tesoro escondido Jesús utiliza entonces un
elemento bastante familiar en su medio cultural y el auditorio rápidamente
para las orejas. Mas el verdadero tesoro no consiste en unas cuantas monedas
escondidas rápidamente y bajo el influjo del miedo cuando cae la noche. El
verdadero tesoro está ahí en medio de nosotros, a veces al alcance de nuestra
mano, en nuestra puerta.
Nos sucede a menudo que no vemos este tesoro y o lo
ignoramos, y de repente uno lo descubre. Uno percibe su presencia, uno se
da cuenta de su valor. He aquí algunos
ejemplos de tesoros:
El silencio y la
inacción: pues
nuestra cultura ambiente nos hace pensar que no somos nada o somos inútiles si
hacemos oración o hacemos una pausa para recentrarnos en Dios y volver a captar
el sentido de la vida; el tiempo presente humilde y discreto, pero que
casi no lo valoramos por vivir tensos o expectantes hacia un pasado o un
futuro;
la familia, que casi no la disfrutamos por
vivir más hacia afuera, dando la prioridad, el tiempo a las ocupaciones
(trabajo) y gente del exterior…
la tradición de la
fe o el encuentro personal con Cristo,
los sacramentos, celebración de la vida y
los momentos más importantes de la existencia con Dios;
y tantos otros…)
Cuando uno percibe o se da cuenta de la existencia de
estos y otros tesoros uno es iluminado, transformado, encandilado (no
“encandelillado”), una alegría inmensa nos atraviesa. El centro de nuestra vida
se remueve, y en adelante nuestra vida será transformada puesto que la
presencia de Dios nos invade. Como un tesoro escondido así es el Reino de
Dios : ”donde está tu tesoro allí está tu corazón”, dice el evangelio (Mateo
6,21).
Descubrir el Reino de Dios como un tesoro, es ser capaz en
adelante de dedicar su vida a él, en un sentido dejar todo por él y así volver
a encontrar a la luz o en pleno día la alegría de Dios.
Hay en el fondo de su corazón un tesoro ignorado? Hay una
perla tan preciosa que colocada al lado de lo que valoramos lo hace palidecer?
Ha descubierto usted el amor de Dios como la fuente de una
alegría desbordante?
Haga de su vida una verdadera búsqueda del tesoro, entre en
una aventura de la cual uno no sale jamás ileso, indemne o insensible, pues su
corazón será transformado.
Es esto lo que evoca Jesús en 2 pequeñas parábolas del tesoro
y la perla resumidas en algunas líneas. Al final del discurso en parábolas, el
evangelio de Mateo agrega una pequeña frase intrigante:
«Es así como todo
escriba
que llega a ser
discípulo del reino de los cielos
es como un padre de
familia
que va sacando de su
tesoro lo nuevo y lo antiguo.»
(Mateo 13,52
En un principio, los escribas eran simples copistas en un
mundo que no conocía la imprenta y donde cada manuscrito era transcrito a mano.
A fuerza de tanto leer y copiar, un escriba llegaba a ser un sabio, un maestro,
un profesor…Imbuido por la Escritura, él la comentaba en un momento dado. Si
este escriba llega a ser discípulo de Jesús, o como dice el texto, discípulo
del Reino de los Cielos, él sabrá sacar provecho de su tesoro, de lo nuevo y de
lo antiguo. Lo antiguo es la tradición, es el tesoro de la Escritura, la larga
tradición bíblica. Lo nuevo es la aclaración (la luz) de Jesús, su manera
fresca de darle vida a los viejos textos y de darles su verdadera juventud. Lo
nuevo es la manera o modo así tan libre que tiene Jesús de “agarrar” “asir” en
los cuentos e historias de su tiempo para encontrar el material que va ponernos
sobre la pista del verdadero tesoro.
Así pues, toda la vida humana está hecha de (lo)nuevo y de
(lo) viejo.
Hoy nosotros tenemos la pretensión de no tener que “lo
nuevo”, como si “lo viejo” fuera caduco, ahogador, ilusorio. No hay
porvenir sin historia, no hay presente sin memoria, no hay hoy sin ayer, no hay
nietos sino hay abuelos. Un mundo sin abuelos y sin herencia, es una jungla.
Hablar una lengua, es integrar siglos de aprendizaje, de palabras, de acentos,
de fonemas, de frases, de verbos y de adverbios, de tiempos y de verbos, del
pasado anterior al subjuntivo al futuro.
A veces tengo miedo de un mundo de ordenadores y de maquinas
que no pretenden sino estar haciendo “lo nuevo”. Me gusta por eso esta idea del
escriba que se convierte en discípulo que sabe sacar de su tesoro lo nuevo y lo
viejo, que rejuvenece lo viejo, que religa lo nuevo a lo antiguo para
comprender el origen el sentido de todo.
Jesús sacudió y movió completamente la Escritura de su
tradición, aquello que entre otros términos, conocemos como el Antiguo
Testamento. Pero Él no lo rechazó. Él lo asumió, lo integró. Las revoluciones
quieren siempre abolir el orden antiguo e imponer un orden nuevo. La revolución
triunfa, sale adelante cuando asume el legado o la herencia. Cuando no hace más
que negar su antepasado, sus ancestros, sus tradiciones, la revolución deja una
herida que no termina nunca de cicatrizar.
Decimos esto pensando en nuestra Iglesia, en el Concilio vaticano
II y en la cantidad increíble de cuestiones y de debates nuevos que
es necesario afrontar con audacia.
Decimos esto pensando en nuestra sociedad que entra a toda
velocidad en una nueva era de la civilización y que arriesga con atraer la
barbarie si ella mata la memoria.
Con toda seguridad que tenemos necesidad de
escribas, tanto a nivel de la sociedad como a nivel de la Iglesia y del mundo
de la fe…
Necesitamos hoy escribas (periodistas, redactores,
traductores, profesores…) con memoria fuerte y la audacia viva. Es necesario
que lancemos puentes hacia el futuro!
Para la revisión de vida:
Hay en el fondo de su
corazón un tesoro ignorado? Hay una perla tan preciosa que colocada al lado de
lo que usted valora, lo hace palidecer?
Ha descubierto usted el
amor de Dios como la fuente de una alegría desbordante?
Oración-contemplación
Jesús, abre nuestros corazones al
mensaje que tu nos comunicas en parábolas,
ayúdanos a comprender el sentido
profundo de las palabras
que Tú nos haces descubrir en
imágenes.
Cuando Tú nos hablas del Reino de los
Cielos
Tú quieres hacernos comprender que su
valor es incomparable,
y que vale la pena invertir
todo lo que uno tiene
y todo lo que uno es para tomar
posesión de él.
Haz que tomemos conciencia de la
oportunidad y suerte que tenemos
de adquirir un tesoro escondido como
este o una perla de gran valor,
como lo es el Reino de los Cielos que
se realiza y se completa contigo.
Jesús Tu no ignoras hasta qué punto
amamos nuestros bienes y posesiones.
El hombre que encontró el tesoro en
el campo y el negociante
no dudaron en vender todo lo que
poseían,
con tal de poner la mano sobre
el tesoro y sobre la perla.
Al mirar nuestra vida en este
momento,
podemos darnos cuenta de todo aquello
que nos impide confiarnos en Ti,
de todo aquello que pone peros a
nuestra decisión de elegirte.
Danos la fuerza de despojarnos de
nuestras falsas seguridades,
de nuestros orgullos desmedidos,
de nuestros egoísmos estériles
y de nuestras suficiencias
tranquilas.
Jesús, aviva nuestro deseo de ser
todos tuyos y para este menester,
enséñanos lo que puede significar
“renunciar a todo”.
Danos la capacidad un día de
despojarnos de nuestro amor propio,
de nuestras reticencias a
abandonarnos confiadamente entre tus manos.
Haz que nos demos cuenta hasta qué
punto, es una suerte única escogerte
Y de pagar el precio.
Permítenos gustar, saborear la
alegría que se siente al preferirte a todo.
Amén.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
http://vieliturgique.ca
http://prionseneglise.ca
Pequeño misal "Prions
en Église", edición quebequense 2011.
HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.
http://dimancheprochain.org
BEAUCHAMP, André. Comprendre La
Parole, cycle A. Novalis, 2007.
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