20 de julio de 2023: jueves de la decimoquinta semana del tiempo ordinario (I)

 

(Mateo 11, 28-30) Las palabras de Jesús son un bálsamo para todos aquellos “que se fatigan bajo el peso de la carga”, es decir, cada uno de nosotros durante nuestra vida sembrada de obstáculos. No puedo dejar de ver al Hijo del Hombre camino del Calvario, inclinado bajo el madero de la Cruz. Desde los días de su Pasión, ningún ser humano está solo en su dolor, el Cordero de Dios lo acompaña con la discreta delicadeza de un corazón manso y humilde. ■

Benito de la Cruz, Cisterciense


(Mateo 11, 28-30) Hay días en que la vida nos pesa, cuando nos hace inclinar la espalda. ¿Cómo, entonces, resistir la llamada de quien quiere aliviar a todos los que se afanan "bajo el peso de la carga"? ¡Sí, la palabra de Jesús nos libera y nos levanta!




Primera lectura

Lectura del libro del Éxodo (3,13-20):

En aquellos días, Moisés, después de oír la voz del Señor desde la zarza ardiendo, le replicó: «Mira, yo iré a los israelitas y les diré: "El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros." Si ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les respondo?»
Dios dijo a Moisés: «"Soy el que soy"; esto dirás a los israelitas: "Yo-soy me envía a vosotros."»
Dios añadió: «Esto dirás a los israelitas: "Yahvé (Él-es), Dios de vuestros padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Este es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación." Vete, reúne a los ancianos de Israel y diles: "El Señor, Dios de vuestros padres, de Abrahán, de Isaac y de Jacob, se me ha aparecido y me ha dicho: 'Os tengo presentes y veo cómo os tratan los egipcios. He decidido sacaros de la opresión egipcia y llevaros al país de los cananeos, hititas, amorreos, fereceos, heveos y jebuseos, a una tierra que mana leche y miel'." Ellos te harán caso, y tú, con los ancianos de Israel, te presentarás al rey de Egipto y le diréis: "El Señor Dios de los hebreos nos ha encontrado, y nosotros tenemos que hacer un viaje de tres jornadas por el desierto para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios." Yo sé que el rey de Egipto no os dejará marchar si no es a la fuerza; pero yo extenderé la mano, heriré a Egipto con prodigios que haré en el país, y entonces os dejará marchar.»

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 104,1.5.8-9.24-25.26-27

R/.
 El Señor se acuerda de su alianza eternamente

Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Recordad las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca. R/.

Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac. R/.

Dios hizo a su pueblo muy fecundo,
más poderoso que sus enemigos.
A éstos les cambió el corazón
para que odiasen a su pueblo,
y usaran malas artes con sus siervos. R/.

Pero envió a Moisés, su siervo,
y a Aarón, su escogido,
que hicieron contra ellos sus signos,
prodigios en la tierra de Cam. R
/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,28-30):

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

Palabra del Señor

 

****************


El yugo de Cristo



" Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

Mateo 11: 29–30

 

 

Para aquellos primeros seguidores de Jesús, un "yugo" era un término familiar. Muchos habrían trabajado con bueyes y otros animales de forma regular para arar sus campos. Para ello, colocaban un yugo de madera sobre los bueyes, que era una especie de arnés que también se sujetaba al arado (hileras), lo que facilitaba a los bueyes la labranza de la tierra. Estar atado con un yugo era un indicio de servidumbre, ya que ese era el papel de los bueyes.

 

Al comentar este pasaje, San Agustín (en el Sermón 126) comparó el yugo de Cristo con las alas de un pájaro. Las alas de un pájaro son grandes en comparación con su cuerpo. Como resultado, si alguien llegara a la conclusión de que quitarle las alas a un pájaro le facilitaría la vida para deshacerse de ese exceso de peso, tal acción tendría el efecto de mantenerlo unido a la tierra. Pero devuélvales sus alas y ese "yugo" les permitirá volar por los cielos.

 

Así es con el yugo de nuestro Señor. Si aceptamos la invitación a ser siervos de Dios y asumimos el yugo de Cristo para el cumplimiento de nuestra misión de servicio, descubriremos que el acto de servir nos aligera, refresca, vigoriza y energiza. El servicio de Dios es para lo que estamos hechos, así como un pájaro está hecho para tener alas. Y como el pájaro, si quitamos el yugo del servicio a Dios de nuestras vidas, entonces estaremos abrumados y no podremos lograr el bien que estamos destinados a hacer.

 

También se nos dice en este pasaje que no debemos llevar nuestro yugo; más bien, estamos destinados a llevar el yugo de Cristo. “Cargad con mi yugo…”, dijo Jesús. Llevar el yugo de Jesús significa que estamos llamados a vivir nuestras vidas con Él y en Él. Vino a servir y a dar su vida por los demás. Es nuestro deber hacer lo mismo permitiéndole que lo haga dentro de nosotros. Es Cristo y su servidumbre lo que debe ser la motivación y el fundamento de nuestra vida.


Reflexione hoy sobre su llamado a ser un siervo en Cristo. ¿Cómo lo está llamando Dios a servir? ¿A quién lo está llamando Dios a servir? Y al responder esa pregunta, ¿cómo ve su acto de servicio? ¿Le parece pesado el servicio? ¿O entiende que es para lo que está hecho usted? Si ve el servicio humilde como una carga, entonces quizás sea porque en realidad no ha tratado de servir con y en Cristo mismo. Trate de meditar sobre Jesús colocando Su yugo sobre sus hombros. Diga "Sí" a ese acto y a la misión de humilde servicio que está llamado a cumplir. Hacerlo de todo corazón no solo lo refrescará, sino que también le dará sentido y propósito a su vida.

 

Mi amable Señor, viniste a nosotros para servir y dar tu vida por amor. Dame la gracia que necesito para aceptar Tu acto de servicio hacia mí y también para imitar y participar en el servicio al que estoy llamado. Que pueda tomar tu yugo sobre mí, querido Señor, para que pueda cumplir la misión que me has confiado. Jesús, en Ti confío.

 

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