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4 de julio del 2023: martes de la decimotercera semana del tiempo ordinario (año I)


(Mateo 8, 23-27) Barco de la Iglesia, barco de nuestro corazón agitado en todas direcciones, lo que hace decir a San Agustín: “Habéis sido insultados, es el viento que os azota. Te enojaste, es la marea creciente. Surge la tentación, sopla el viento. Tu alma está turbada, las olas se levantan… Despierta a Cristo, que te hable” (Sermón 63). La confianza, que no es temeridad ni inconsciencia, ¿no se forja en la confrontación entre nuestros sentimientos en el juicio y la palabra de Dios? ■

Emmanuelle Billoteau, ermitaña


El Señor me ofrece todas las oportunidades para cambiar mi corazón. Él no necesita sino mi confianza y mi apertura. Yo me doy cuenta que también Él se sirve de las personas que me rodean para tocarme. Hoy me tomo el tiempo para nombrarlas y dar gracias por el papel que ellas han jugado en mi vida.



Primera lectura
Lectura del libro del Génesis (19,15-29):

En aquellos días, los ángeles urgieron a Lot: «Anda, toma a tu mujer y a esas dos hijas tuyas, para que no perezcan por culpa de Sodoma.»
Y, como no se decidía, los agarraron de la mano, a él, a su mujer y a las dos hijas, a quienes el Señor perdonaba; los sacaron y los guiaron fuera de la ciudad.
Una vez fuera, le dijeron: «Ponte a salvo; no mires atrás. No te detengas en la vega; ponte a salvo en los montes, para no perecer.»
Lot les respondió: «No. Vuestro siervo goza de vuestro favor, pues me habéis salvado la vida, tratándome con gran misericordia; yo no puedo ponerme a salvo en los montes, el desastre me alcanzará y moriré. Mira, ahí cerca hay una ciudad pequeña donde puedo refugiarme y escapar del peligro. Como la ciudad es pequeña, salvaré allí la vida.»
Le contestó: «Accedo a lo que pides: no arrasaré esa ciudad que dices. Aprisa, ponte a salvo allí, pues no puedo hacer nada hasta que llegues.»
Por eso la ciudad se llama La Pequeña. Cuando Lot llegó a La Pequeña, salía el sol. El Señor, desde el cielo, hizo llover azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra. Arrasó aquellas ciudades y toda la vega con los habitantes de las ciudades y la hierba del campo. La mujer de Lot miró atrás y se convirtió en estatua de sal. Abrahán madrugó y se dirigió al sitio donde había estado con el Señor. Miró en dirección de Sodoma y Gomorra, toda la extensión de la vega, y vio humo que subía del suelo, como el humo de un horno. Así, cuando Dios destruyó las ciudades de la vega, arrasando las ciudades donde había vivido Lot, se acordó de Abrahán y libró a Lot de la catástrofe.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 25,2-3.9-10.11-12

R/. Tengo ante los ojos, Señor, tu bondad

Escrútame, Señor, ponme a prueba,
sondea mis entrañas y mi corazón,
porque tengo ante los ojos tu bondad,
y camino en tu verdad. R/.

No arrebates mi alma con los pecadores,
ni mi vida con los sanguinarios,
que en su izquierda llevan infamias,
y su derecha está llena de sobornos. R/.

Yo, en cambio, camino en la integridad;
sálvame, ten misericordia de mí.
Mi pie se mantiene en el camino llano;
en la asamblea bendeciré al Señor. R/.


Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,23-27):

En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. De pronto, se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; él dormía.
Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole: «¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!»
Él les dijo: «¡Cobardes! ¡Qué poca fe!»
Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma.
Ellos se preguntaban admirados: «¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!»

Palabra del Señor
                                           
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Qué vio la mujer de Lot?

Durante los últimos días escuchamos en la primera lectura los relatos de la historia de vida y vocación de Abraham, nuestro padre en la fe.

Márius Lleget, (1917-1988), fue un escritor español y difusor de temas de ovnis y asuntos extraterrestres . En 1976, este señor escribió un libro llamado "Qué vio la mujer de Lot?" que fascinó a muchos lectores no cristianos ni católicos (entre ellos, profesores que instruyeron a mi generación), pues dicho ufólogo proponía la tesis de la destrucción de las milenarias y bíblicas Sodoma y Gomorra como consecuencia de una explosión nuclear. Mas la biblia es parca en detalles, sólo dice que la mujer de Lot miró hacia atrás y se convirtió en estatua de sal. Por medios de sus ángeles mensajeros, Dios les había dicho previamente a la catástrofe a Lot, su esposa y sus dos hijas cumplir 3 instrucciones: salir de allí, apostarse en la ciudad (denominada pequeña) y no detenerse. 

Teólogos y predicadores protestantes entienden "mirar atrás" como no renunciar al pasado, no desapegarse de los bienes, no creer en la Palabra de Dios. Así entonces a Edith (que es como se llama la mujer de Lot) la mató fue su incredulidad, su falta de confianza en el Señor, "salió de Sodoma, pero Sodoma no salió de ella". Así la vida de su esposo Lot e hijas fue salvada pero ella por su apego y falta de fe, al detenerse en el camino,  pereció alcanzada por la lava, el fuego o la radiación nuclear…vaya uno a saber.

Por eso es necesario "saber dar vuelta a la página". Sodoma tenía aires de ser un paraíso, en el momento en que Lot se instaló allí (Génesis 13,10). Sodoma pudo haber sido muy bonita a la vista, con fertilidad, con bellos paisajes, pero al interior de la ciudad, la moral era decadente, era un infierno. Lot y su familia entonces, deben salir, han de irse hacia lo desconocido, para vivir a pesar de las reservas, reticencias y peros que tuvieran a modo personal. Al igual que la mujer de Lot, con frecuencia, uno se ve tentado a mirar hacia atrás. La nostalgia, la ambición personal, el apego, impiden avanzar y paralizan.

En el Evangelio, constatamos la humanidad de Jesús. Como hombre que es también siente cansancio, fatiga y necesita dormir. Sin embargo, casi que en el mismo momento, hace lo que solamente Dios puede hacer : impone su voluntad sobre la naturaleza desenfrenada. Su autoridad sorprende a los discípulos y no comprenden quién es Jesús verdaderamente.

Como vemos las dos lecturas son un llamado a creerle al Señor, confiar en su Palabra y sólo así será probada nuestra fe.

Que por intercesión Santa María Virgen, quien supo también confiar siempre en el Señor, nosotros podamos superar las pruebas y dificultades para no ser tentados nunca de "mirar hacia atrás".


2

¡Sálvanos Señor!


subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. De pronto, se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; él dormía.

 

Mateo 8:23–24

 


Esta experiencia impresionó mucho a los discípulos, lo cual se evidencia por el hecho de que está registrada en los tres evangelios sinópticos. También vemos esto en las palabras finales de la historia después de que Jesús calmó la tormenta: Ellos se preguntaban admirados: «¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!»

Tradicionalmente, esta historia se ha interpretado como una imagen de la Iglesia en su conjunto, así como del alma individual. 

La barca es una imagen de la Iglesia a través de la cual los cristianos navegamos los peligros de esta vida. Debemos permanecer en la Iglesia para sobrevivir. Cada persona dentro de la barca representa a cada uno de nosotros que es miembro de la Iglesia. La tormenta violenta es una imagen de las muchas luchas personales que soportamos en la vida, así como de las persecuciones que la Iglesia ha soportado y seguirá soportando hasta el final de los tiempos.

Cuando la tormenta se apoderó de la barca, Jesús estaba dormido. Pero Él estaba dormido por una razón. Al mirar la historia humana, especialmente la historia de la Iglesia, encontramos muchas ocasiones en las que Dios parecía estar ausente o “dormido” cuando surgieron disturbios, persecución y dificultades. 

Muchas personas, si no todas, han tenido la misma experiencia en un momento u otro de la vida. Mientras los discípulos experimentan esta tormenta, nos ofrecen una forma ideal de orar cuando somos tentados a desesperarnos en la vida. Despiertan a Jesús y dicen: «¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!» Y aunque Jesús los reprende por su falta de fe y su miedo, también responde a sus súplicas y calma la tormenta.

¿Qué deberían haber hecho los discípulos en este caso? ¿Deberían haber confiado y permitido que Jesús permaneciera dormido? Aunque nuestro Señor los reprendió por su falta de fe, esta historia es principalmente una revelación sobre la misericordia de Dios cuando somos tentados a temer. Dios sabe que a veces todos nos sentiremos abrumados y nos encontraremos tentados de esta manera. Él sabe que nuestra fe no es perfecta, y por eso permitió que sus discípulos nos dieran este ejemplo. Por lo tanto, siempre que nos encontremos abrumados y temerosos en la vida, debemos clamar a Él para que nos salve. Él quiere que nos volvamos a Él.

Reflexiona hoy sobre esta oración de los discípulos. Si descubres que te enfrentas a una crisis personal, a una dificultad familiar más amplia que sigue sin resolverse, o si eres cada vez más consciente de otras luchas que afligen a la Iglesia o a la sociedad en su conjunto, trata de imitar esta oración de los discípulos: «¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!»

 Aunque estas palabras, al principio, pueden parecer palabras de desesperación, en realidad son palabras de esperanza y confianza. Nos señalan a Aquel que es la única fuente de la paz que buscamos en nuestras almas, familias, la Iglesia y nuestro mundo. 

Busque las muchas formas en que tú y otros experimentan el sentimiento de “hundirse”, y clama con todo tu corazón a nuestro Señor para que te salve a ti y a todos los que están en necesidad.

 

Poderoso Señor, estoy asombrado de Tu divino poder y habilidad para calmar perfectamente las tormentas que afligen a Tu pueblo. Por favor, lléname de esperanza y humildad para que nunca dude en acudir a Ti en mi necesidad y también en clamarte por Tu continua intervención en la vida de los demás. ¡Despierta, oh Señor, y salva a Tu pueblo, porque verdaderamente pereceremos sin Ti! Jesús, en Ti confío.


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