10 de julio del 2023: lunes de la decimocuarta semana del Tiempo Ordinario

 

(Génesis 28, 10-22a) ¡Qué maravilloso es saber que nuestro Dios está cerca de nosotros como estuvo cerca de Jacob! El lugar de encuentro con el Señor es siempre el corazón humano, un corazón que Él abruma y consuela con su sola presencia.


(Mateo 9, 18-26) Una primera solicitud: un notable cuya hija acaba de morir; Jesús le responde. En el camino, una segunda petición: una mujer que sufre hemorragias; Jesús responde de nuevo. ¿Sería un superhombre al que tendríamos que imitar accediendo a todas las peticiones que se nos hicieran? ¿Y si se tratara, más simplemente, de saber cómo, como él, nos “volvemos” de vez en cuando para estar atentos a los que el Señor ha puesto en nuestro camino? ■

Bertrand Lesoing, sacerdote de la comunidad de Saint-Martin



Primera lectura

Lectura del libro del Génesis (28,10-22a):

En aquellos días, Jacob salió de Berseba en dirección a Jarán. Casualmente llegó a un lugar y se quedó allí a pernoctar, porque ya se había puesto el sol. Cogió de allí mismo una piedra, se la colocó a guisa de almohada y se echó a dormir en aquel lugar. Y tuvo un sueño: Una escalinata apoyada en la tierra con la cima tocaba el cielo. Ángeles de Dios subían y bajaban por ella.
El Señor estaba en pie sobre ella y dijo: «Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abrahán y el Dios de Isaac. La tierra sobre la que estás acostado, te la daré a ti y a tu descendencia. Tu descendencia se multiplicará como el polvo de la tierra, y ocuparás el oriente y el occidente, el norte y el sur; y todas las naciones del mundo se llamarán benditas por causa tuya y de tu descendencia. Yo estoy contigo; yo te guardaré dondequiera que vayas, y te volveré a esta tierra y no te abandonaré hasta que cumpla lo que he prometido.»
Cuando Jacob despertó, dijo: «Realmente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía.»
Y, sobrecogido, añadió: «Qué terrible es este lugar; no es sino la casa de Dios y la puerta del cielo.»
Jacob se levantó de madrugada, tomó la piedra que le había servido de almohada, la levantó como estela y derramó aceite por encima. Y llamó a aquel lugar «Casa de Dios»; antes la ciudad se llamaba Luz.
Jacob hizo un voto, diciendo: «Si Dios está conmigo y me guarda en el camino que estoy haciendo, si me da pan para comer y vestidos para cubrirme, si vuelvo sano y salvo a casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios, y esta piedra que he levantado como estela será una casa de Dios.»


Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 90,1-2.3-4.14-15ab

R/.
 Dios mío, confío en ti

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti.» R/.

Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás. R/.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación.» R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,18-26):

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un personaje que se arrodilló ante él y le dijo: «Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, ponle la mano en la cabeza, y vivirá.»
Jesús lo siguió con sus discípulos. Entretanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto, pensando que con sólo tocarle el manto se curaría.
Jesús se volvió y, al verla, le dijo: «¡Animo, hija! Tu fe te ha curado.»
Y en aquel momento quedó curada la mujer.
Jesús llegó a casa del personaje y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo: «¡Fuera! La niña no está muerta, está dormida.»
Se reían de él. Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la mano, y ella se puso en pie. La noticia se divulgó por toda aquella comarca.


Palabra del Señor

 

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Comentario a la primera lectura


Cielo y tierra Q.A.P

En 1990 apareció una película de cine llamada "Jacob's Ladder" (La escalera de Jacob en España y Alucinaciones del pasado en Hispanoamérica), dirigida por el británico Adrian Lyne y protagonizada por Tim Robins, cuyo argumento nada tiene que ver con el célebre relato del Génesis que leemos hoy. Si la película tiene tintes terroríficos y desesperanzadores, lo contrario pasa con el pasaje del Génesis; que a propósito ha inspirado a muchos artistas plásticos:

“Y tuvo un sueño; soñó con una escalera apoyada en tierra, y cuya cima tocaba los cielos, y he aquí que los ángeles de Dios subían y bajaban por ella.” (Génesis 28:12)

Jacob había salido de la casa parental huyendo de la furia de su hermano Esaú. Y, sentándose para descansar con la cabeza apoyada en una piedra, adormeció y tuvo un sueño extraño.

La escalera de Jacob, la lucha con el ángel toman significados religiosos, morales y muy a menudo simbólicos. De acuerdo con cada visión interpretativa, descubrimos variantes místicas, filosóficas, poéticas. Encontramos este tema en frescos medievales, en la obra de maestros como Rembrandt, en la Biblia ricamente ilustrada de Chagall y en los trabajos de muchos artistas contemporáneos. Las pinturas son, a veces, representaciones iconográficas, otras veces permiten amplios  paralelismos interpretativos. La escalera sugiere la evolución de la vida biológica y espiritual o la vida como una lucha incesante. Los peldaños son emblemáticos: ascensos y descensos (o caídas). En las tradiciones espirituales se acentúan los valores simbólicos de la escalera como modelo de ascensión, progreso, perfeccionamiento.


(Dorel Schor, http://niramartisrael.defesesfinearts.com/2011/06/la-escalera-de-jacob/)

La  visión de la escalinata o escalera, sugiere que la comunicación entre el mundo de los hombres y el mundo de Dios es posible. Y esta es una experiencia interior que cambia la vida de Jacob. Dios confirma, reafirma así la promesa que había hecho al padre (Isaac) y al abuelo (Abraham) de Jacob. La promesa no depende de la actitud ni de los comportamientos de Jacob que ha hecho trampa, ha engañado y se ha fugado. Este es un regalo de Dios que no falta a su palabra, a sus promesas.

 

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Respondiendo a la Voz de Dios



Entretanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto, pensando que con sólo tocarle el manto se curaría.
Jesús se volvió y, al verla, le dijo: «¡Animo, hija! Tu fe te ha curado.»
Y en aquel momento quedó curada la mujer.

Mateo 9: 20–21

 

¡Qué tremenda fe tenía esta mujer! Había sufrido durante muchos años y seguía sufriendo con sus hemorragias. ¿Cómo supo que tocar el manto de Jesús la curaría? La única respuesta a eso es la fe. La fe no es solo ilusiones o esperanzas. La fe es un conocimiento cierto, dado por una gracia especial y una revelación de Dios, mediante el cual una persona asiente libremente a la fe. Dios le habló a su corazón, ella escuchó, respondió y se curó.

 

Algo que es muy inspirador en esta historia del Evangelio es la humildad con la que esta mujer se acercó a Jesús. Ella no sintió la necesidad de molestar a Jesús, hablar con Él o perturbarlo con su problema. En cambio, en su humildad, le presentó su necesidad a Jesús a través de su don de fe, interior y silenciosamente, y la gracia de Dios le fue dada porque Dios ve el corazón y responde a una fe tan humilde y sincera.

 

Imagínese si todos tuvieran esta profundidad de fe en nuestro Señor. Imagínese si todos supiéramos, con la más profunda convicción de certeza, que Dios se ocupará de cada necesidad que tenemos. E imagine si nos volviéramos a nuestro Señor con esta profunda convicción de certeza todos los días con cada necesidad. Si pudiéramos hacer eso, entonces nuestro Señor podría cuidarnos continuamente en todos los sentidos.

 

Un componente clave para la curación de esta mujer es que fue Dios el Padre quien le habló y la invitó a tocar el manto de Su Hijo Jesús. Y fue Jesús quien sintió la curación que ella recibió, ya que estaba en perfecta unión con la voluntad de su Padre. Por lo tanto, tocar el manto de Jesús no fue simplemente un acto mágico mediante el cual se le concedió lo que quería esta mujer. En cambio, fue una respuesta a la invitación interior que le hizo el Padre.

 

En nuestras vidas, debemos trabajar para hacer lo mismo. Con demasiada frecuencia le presentamos nuestras preferencias a Dios y le decimos lo que queremos que haga. Dios no responde a tales solicitudes. En cambio, debemos buscar Su voluntad ... y solo Su voluntad. Esta mujer sabía que sería sanada, porque Dios el Padre le habló en su mente y corazón y la inspiró a tocar el manto de Jesús Su Hijo, y ella respondió, y se llevó a cabo la curación. Dios debe hablar primero, debemos escuchar y responder, y luego se cumple Su voluntad.

 

Reflexione hoy sobre la suave Voz de Dios mientras le habla en lo más profundo de su corazón. ¿Lo escucha? ¿Qué le invita a hacer? ¿Qué sanación le quiere otorgar? Mientras reflexiona sobre la Voz de Dios, trate de responder solo a Él. Deje a un lado todas sus preferencias e ideas de lo que Dios debería hacer y busque solo lo que le está hablando. Dile “Sí”, hágalo con certeza y convicción, y confíe en que todo lo que Él le diga, si tiene fe en lo que Él dice, Él lo hará.

 

Mi amable Señor, me hablas día y noche, llamándome a la curación que necesito. Ayúdame a escuchar Tu Voz y responderte con fe. Que mi fe y mi confianza en ti se fortalezcan y se conviertan en la fuente de tu gloriosa acción en mi vida. Jesús, en Ti confío.

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