10 de septiembre del 2023: Domingo 23o del Tiempo Ordinario (A)



Amor y verdad

Jesús ha dicho: "en esto, todos los reconocerán como mis discípulos: si ustedes se aman los unos a los otros" (Juan 13,35). Vivir juntos representa un verdadero desafío, porque estamos siempre tentados a ser orgullosos, envidiosos, indiferentes. Felizmente, Cristo nos asegura su presencia. Sí, nuestra comunidad es importante; si, el amor entre nosotros es posible.

La Palabra de Dios siempre nos invita a tener en cuenta  dos valores fundamentales en nuestra vida comunitaria: el amor y la verdad.



Primera lectura

Lectura de la profecía de Ezequiel (33,7-9):

Así dice el Señor: «A ti, hijo de Adán, te he puesto de atalaya en la casa de Israel; cuando escuches palabra de mi boca, les darás la alarma de mi parte. Si yo digo al malvado: "¡Malvado, eres reo de muerte!", y tú no hablas, poniendo en guardia al malvado para que cambie de conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre; pero si tú pones en guardia al malvado para que cambie de conducta, si no cambia de conducta, él morirá por su culpa, pero tú has salvado la vida.»

Palabra de Dios



Salmo

Sal 94,1-2.6-7.8-9

R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón»

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R/.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masa en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R/.



Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (13,8-10):

A nadie le debáis nada, más que amor; porque el que ama a su prójimo tiene cumplido el resto de la ley. De hecho, el «no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no envidiarás» y los demás mandamientos que haya, se resumen en esta frase: «Amarás a tu prójimo como a tí mismo.» Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera.


Palabra de Dios



Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,15-20):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»

Palabra del Señor




A guisa de introducción:


La audacia de la comunicación



1. Amigos, si uno de ustedes ve a su hijo de 2 años y medio en plena media calle y ve que un carro se acerca a toda velocidad, sin dudarlo, usted se precipita, corre a coger al niño y a quitarlo de la calle, mismo poniendo en riesgo su propia vida…
Ahora qué podemos pensar de las siguientes situaciones?
- Cuando entre mis parientes, veo que hay una pareja con dificultades conyugales, será necesario que yo intervenga?
- Cuando un hijo de esa misma pareja  está implicado en la droga, el robo?
- Cuando un grupo de trabajadores impide a los otros trabajar, solamente por la preocupación de acumular más dinero?
- Cuando dos personas pelean después de cierto tiempo y terminan dándose golpes?
- Cuando un amigo no le encuentra más sentido a la vida?
- Cómo intervenir delicadamente, discretamente, sin humillar a las personas?
Uno teme perder la amistad, por un falso respeto de la libertad!

Por otro lado, no es adecuado encontrar a alguien para hacerle reproches, cuando uno siente rencor contra él, cuando uno está lleno de sí mismo, cuando uno quiere tener la razón a cualquier precio, cuando uno tiene defectos, errores  más grandes que  los del otro…

"No hay ninguna pareja, ninguna familia, ningún grupo que no pueda sobrevivir, sin amor, sin apertura y sobre todo sin perdón…"

2. "Las buenas relaciones humanas exigen una explicación inmediata, cuando se tiene un malentendido con alguien".
"Para tener buenas relaciones humanas, al encontrar personas agresivas,  es bueno distinguir, diferenciar  entre mala voluntad, la enfermedad y la frustración".
Cuando no se comprenden las actitudes de alguien, es necesario, antes que nada, y sobre todo antes de hablar a quien sea, ir al encuentro de ese alguien en particular y pedirle las explicaciones que falten.
Quizás uno comprenda su manera de actuar? Quizás revisará su posición? De cualquier manera, esto será mucho más ventajoso para todo el mundo!
"Las comunicaciones a veces causan agitaciones, fríos: pero ellas hacen avanzar las personas abiertas y generosas."

"La gente inteligente y abierta acepta siempre reanudar el diálogo en buenas condiciones".
"No te dejes ganar por el resentimiento, eso sería como una carga pesada en tu corazón durante días".

3. "Si se tiene dificultad a comprenderse, entenderse entre dos, quizás eso requiera de una ayuda, de una mano de otras personas fiables y discretas!"
Según el evangelista Mateo, no se puede ser discípulo de Jesús, sin tener en cuenta a los otros y a la comunidad; Él cree que se puede recurrir al otro,  llamar al otro en caso de necesidad.
Sin oración, es posible que no tengamos jamás el coraje y el tacto para encontrar al otro. "Si ustedes se aceptan lo suficiente en sus diferencias, para comenzar a orar, Jesús podría decirles, yo estaré a su lado, cuenten conmigo".



Aproximación psicológica al texto  del evangelio:  

Antes de excomulgar…



Esta palabra sobre el hermano que ha pecado aparece como una aplicación y un desarrollo de la parábola de la oveja perdida que precede inmediatamente este pasaje.
“Si tu hermano te ofende”   (“si una oveja llegara a perderse”); “ve a su encuentro”  (ve en búsqueda de aquella que se ha perdido”); “si él te escucha” (“si él llega a encontrarla”)…

Sin embargo, la parábola no tenía la intención del rechazo de la oveja perdida o impedirle que volviera al rebaño, mientras que aquí se examina en profundidad el caso. “vé y házselo ver” : haz tu mismo la diligencia de ir a su encuentro en su terreno. La psicología animal llama nuestra atención por el hecho que uno es siempre más vulnerable cuando se aventura en el territorio de otro y que a la inversa, aquel que es “visitado” se siente más cómodo (mejor) puesto que él permanece (queda) en posesión de todos sus medios. “Ir al encuentro” del otro, aparece entonces como una diligencia mucho más fraternal que de “esperarlo” en su propia casa, como en otro lugar la expresión popular lo hace bien sentir: (a él, yo le espero, o “a ti, yo te espero”…).
“Vé y házselo ver, a solas entre los dos”: dentro de una atmosfera favorable de intimidad, aborda (contempla) con él precisamente los puntos (aspectos) que causan dificultad.

Quizás entonces, tú descubrirás que lo que te aparecía como un pecado de su parte era preferiblemente un error de percepción, un simple malentendido entre ustedes dos, o un accidente (choque) con responsabilidad compartida. Hay lugar entonces para reconciliarse con toda simplicidad, es decir, ocasión de restablecer la comunicación fraternal y espontanea que un obstáculo impedía.

Pero también existe la posibilidad de que ustedes no logren entenderse, de que tú tengas la impresión con razón o sin razón de que “él (ella) no te escucha”. Podría ser también que sea tu hermano (a) quien esté muy a la defensiva o que quizás seas tú muy rígido, o que el conflicto acaecido entre ustedes dos este muy endurecido.
En los tres casos, lo ideal es que ustedes retomen “todo el asunto” con otros  dos o tres miembros de la comunidad.

Mateo hace  alusión acá a una disposición jurídica sobre la validez del testimonio, pero bajo este pasaje del libro del Deuteronomio (19,15), se distingue el mismo fenómeno psicológico: es posible que sea el acusador y no el acusado quien este en la falla! La presencia de otras personas permite despolarizar o ser imparcial en el conflicto, objetivar la situación, y ayudar así las dos personas a identificar el objeto real del debate.

Así se puede llegar a una percepción común de la realidad implicada (el asunto tratado) y se reintegra entonces la comunión en la alegría (cf. V.13).

Pero también puede ser que la persona interpelada “se resiste a escuchar”, sea porque ella no logra rencontrarse en los valores, los postulados o el funcionamiento de otros miembros del grupo, sea que ella decide persistir en su conducta, mismo si ésta va al encuentro de sus propios valores.

En este caso, será necesario tomar distancia de esta persona, es necesario no ser solidario y mostrarlo abiertamente, con comportamientos que estarían en desacuerdo flagrante con el Evangelio ( v.g: explotación, tortura, chantaje, desprecio de la dignidad del otro…)

Si este recorrido es vivido con honestidad en la fe y en el respeto del otro, se nos dice que la decisión del grupo es la decisión de Dios (v.18), pero ya vemos cuántas condiciones son requeridas antes de llegar a este punto, que diferencia entre lo que se pide acá  y los juicios sumarios unilaterales y sin apelación (a la persona)  que nosotros hacemos tan frecuentemente sobre el otro!



2

Reflexión:

La corrección fraterna



Los textos bíblicos de este domingo quieren ayudarnos a vivir mejor en Iglesia, en comunidad, en familia.  Nos hablan de la corrección fraterna que es un constitutivo,  algo que hace parte de la vida fraternal.

En la primera lectura, leemos que el profeta Ezequiel recibe la misión de ser atalaya para la casa de Israel…Algo así como un observador, un centinela o guardián para el pueblo. Dios no le pide espiar, ni vigilar a sus hermanos. Él le pide simplemente estar atento. El verdadero observador cuida a los otros, en particular aquellos que corren el riesgo de orientarse hacia caminos de perdición. La misión de la Iglesia, nuestra misión, no es desentenderse, "salvarse" en el sentido negativo,  sino de salvar el mundo.

En su Carta a los Romanos, San Pablo nos aporta una luz nueva; él nos habla de la deuda del amor mutuo: "el amor no hace mal al prójimo". El amor  debe estar en el centro de nuestras relaciones humanas, sea en la iglesia o en la sociedad o en la familia, en la escuela, el lugar de trabajo…Al decirnos esto, Pablo sabe de qué está hablando: en un primer momento, recordemos, él había tenido una actitud rígida y severa con los otros; había llegado a ser perseguidor encarnizados de los cristianos. Lo que lo salvó fue el descubrimiento del amor misericordioso de Cristo Salvador. Entre más grande es un amor, más se ve aquello que lo ofende.

En su Evangelio, San Mateo nos habla de la corrección fraterna al interior de la comunidad de los creyentes. Nos dice qué es aquello que debemos hacer cuando un cristiano ha actuado mal. Jesús nos enseña que si mi hermano comete una falta contra mí, si él me ofende, yo debo hacer prueba  de caridad hacia él. Yo debo hablar con él personalmente y explicarle que lo que ha hecho no está nada bien. No se trata de corregirlo ni darle cátedras de moral. El Señor nos envía hacia él para testimoniar el amor que está en Dios. Nuestra misión no es espiar al pecador sino mostrarle el camino que puede salvarlo.

Y si él no me escucha, Jesús sugiere una intervención progresiva. Primero dos o tres personas, después la comunidad de la Iglesia. "Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano."

No se trata de una condenación final que excluye al pecador. Es el mismo quien se saca solo, se autoexcluye. Pero la comunidad hará todo lo posible por portarlo en su oración y volverlo a traer a Dios.

Todos conocemos la parábola de la oveja perdida, cierto? El Evangelio nos dice que el pastor, su dueño hace todo lo posible para recuperarla. Nuestra misión es participar activamente en esta obra del Señor.

Todo esto supone una actitud de delicadeza, de prudencia, de humildad y de atención ante aquel que ha pecado. Debemos evitar las palabras que pueden matar o herir a nuestro hermano. Cuando yo hablo mal, cuando hago una crítica injusta, cuando denigro o menosprecio a mi hermano con mi lengua, esto quiere decir que yo puedo matar la reputación del otro.  Es verdad, las palabras pueden matar. Debemos hacer todo lo posible por evitar esas cosas, las murmuraciones de la comunidad.

El objetivo es ayudar a la persona a darse cuenta de lo que ha hecho: por su falta, con su falta no solamente ha ofendido a una personas, es  toda la comunidad que se siente afectada por el anti testimonio que ella ha dado. Pero debemos hacer prueba de humildad, recordando que nosotros todos, también somos pecadores. Todos necesitamos ser perdonados. La corrección fraterna es un servicio que podemos prestarnos los unos a los otros. Todos necesitamos de la corrección,  porque nosotros también cometemos a veces errores.

Es por  esta razón que  al inicio de cada Eucaristía, somos invitados a reconocer ante el Señor que somos pecadores. Le decimos con palabras y con gestos: "Señor, ten piedad de nosotros".  No decimos "Ten piedad del que está a mi lado porque él es pecador", sino "ten piedad de mí". Todos somos pecadores y todos necesitamos del perdón del Señor. Y sobre todo no olvidemos estas palabras de San Pablo: Allí donde el pecado ha abundado, la misericordia ha sobreabundado".

Este evangelio se termina con un llamado a unirnos en la oración. Cuando estamos reunidos en su nombre, Jesús está ahí presente. Él está presente hoy en la Eucaristía que nos congrega. Él nos reúne y se nos une para poner su amor en nuestros corazones. Es con Él que podremos rehacer la comunión que se ha roto. Y sobre todo, no olvidemos que para ganar a todos sus hermanos, Jesús se ha dado hasta el final, hasta morir sobre una cruz. Entonces, "hoy no cerremos nuestros corazón sino que escuchemos la voz del Señor". Amén!



3

Recordando a Calixto, P. Gustavo Vélez. mxy (en los 11 años de su Pascua):

De http://tejasarriba.org:


Si nuestro hermano peca


“Si tu hermano peca, repréndelo a solas: Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro, para que el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos”... San Mateo, cap. 18.

Entre los cristianos, hablar de amor, de caridad, de comprensión, es el pan nuestro de cada día. Estos son además los temas de todas nuestras canciones religiosas.

Afirmamos también que vivir abiertos al hermano es la quintaesencia de nuestra religión. Pero si nos descuidamos, toda esta hermosa doctrina se queda solamente en ilusión. Mucha teoría, muchos deseos de amar a todo el mundo, pero en la práctica, ¿se dan hechos concretos?

Convenzámonos: Es muy fácil amar en abstracto y no conduce a nada. Pero al resolvernos a amar a gente concreta, surgen de inmediato los problemas: No nos entienden, nos desconcierta su comportamiento, rechazan nuestras sinceras intenciones. Una perfecta armonía social es imposible. Y con una condición: Para quienes nos aman también nosotros somos un obstáculo. También nuestra conducta los confunde.

En conclusión: Amar: Una empresa difícil. Y el amor de Cristo pretende unir personas muy distintas. Es un trabajo cómo el de quien intenta reconstruir un ánfora rota, cuyos fragmentos no coinciden.

Por eso el Evangelio nos aporta un método sobre el amor fraternal que empieza así: “Si tu hermano peca...”.

Partimos de un presupuesto muy real: El fallo del hermano. Porque todos seguimos siendo pecadores. En la mejor comunidad cristiana se encuentran ovejas negras. ¿Lo seremos nosotros?

Pero el Señor también indica la forma de tratar a quienes fallamos. En primer lugar, el encuentro personal con el hermano: La entrevista, el diálogo en privado: “Repréndelo a solas”.

Esto no es siempre fácil. A todos nos cuesta abordar directamente al otro. Preferimos escribir una circular, regañar en público a justos y pecadores, amenazar, valernos de indirectas que hieren, pero no corrigen. O encerrarnos en un silencio que parece prudencia, pero en el fondo es cobardía.

En la Iglesia, en la familia, en la sociedad, hemos avanzado considerablemente en el respeto a la persona, en el deseo de comprender las ajenas circunstancias, en la búsqueda comunitaria de la verdad.

Pero aún queda mucho camino por delante. A quienes fallamos y a quienes tenemos el oficio de corregir, nos falta aprender a poner la cara y encontrarnos de tú a tú con el otro. Nos falta aprender a decirnos la verdad con cariño y abiertos a la esperanza. Nos falta practicar este nivel de la corrección fraterna. Por algo el Señor nos presenta el amor cómo el primer mandamiento.



4

“Si tu hermano te ofende, ve y haz que se de cuenta  de su pecado, a solas entre los dos”

El capítulo 18 del evangelio de San Mateo contiene el cuarto gran discurso de su obra. Después del discurso sobre el monte (capítulos 5 al 7), el discurso misionero (cap. 10) y el discurso en parábolas (cap.13), tenemos ahora el discurso comunitario (el discurso para la Iglesia, la asamblea de los que creen y le siguen) que habla de las relaciones entre los miembros de dicha comunidad CRISTIANA. Los expertos llaman a estas recomendaciones de Jesús « la enseñanza sobre la vida comunitaria ». Es bueno leer este discurso, meditarlo bajo esta perspectiva comunitaria, ya que nosotros hacemos siempre parte de un grupo, sea el de la familia, de la parroquia, del lugar de trabajo o del de nuestros amigos.

 Esta mañana, Cristo nos dice que la comunidad no puede erigir (levantar) barreras definitivas, ella debe siempre conservar las puertas abiertas y la luz encendida. La comunidad cristiana no se resigna nunca a la pérdida definitiva de un hermano. Ella se muestra siempre con capacidad de acoger, perdonar, de reconciliarse, de permitir el regreso de aquel (lla) que se ha alejado. Y debe haber un ambiente de fiesta cuando el hermano que ha abandonado la familia por irse a vivir lejos reaparece en el horizonte (cfr. historia del retorno del hijo prodigo Lucas 15.

Los sociólogos afirman que el hombre de hoy tiende a un individualismo a toda prueba: “cada quien para si mismo”. En el evangelio, Cristo condena esa actitud y nos recuerda que somos una “raza comunitaria”. Somos responsables los unos de los otros.

En la carta a los Romanos, San Pablo tiene una frase extraordinaria: “No tengan deudas con nadie, sino aquella sola del amor mutuo. Porque aquel que ama a otro, de esta manera ha cumplido la ley” (Rom 13,8).

Siempre habrá tensiones entre las parejas, entre padres e hijos, con nuestros amigos, nuestros vecinos, nuestros colegas de trabajo. Desgraciadamente, en ciertos grupos, en ciertas familias, las rupturas duran y duran años y en ocasiones no desaparecen sino con la muerte de aquellos o aquellas que las han mantenido. Algunos se rehúsan simplemente a reconciliarse. En estas situaciones de conflicto, el cristiano (seguidor de Jesús) nunca debe resignarse a la pérdida de alguien.

Hoy, Jesús nos propone una manera de actuar para tratar de resolver las dificultades de comunicación que aparecen entre nosotros: la corrección fraterna. En nuestra mentalidad moderna, esto resulta insólito, pero al pensarlo bien, es quizás la manera la más eficaz de solucionar los conflictos.

Es necesario un cierto coraje (valentía) para ir al encuentro de alguien y hablarle de sus lagunas, de sus debilidades, cuando nosotros estamos lejos de ser perfectos y no estamos exentos (libres) de cometer errores.  Con frecuencia  hacemos lo contrario de lo que Jesús nos sugiere en el evangelio: en lugar de ir al encuentro de la persona concerniente  y de hablarle discretamente, hacemos insinuaciones malintencionadas a sus espaldas, portamos acusaciones llenas de mal intención e hipocresía, practicamos alegremente la calumnia, destruimos la reputación del otro. Cristo nos dice esta mañana:  Todo esto no es cristiano.

Existen personas que pretenden corregir  los abusos y hacer reinar la justicia, y quienes en una actitud de critica sistemática, se mezclan en todo y están listos siempre para darle una lección a todo mundo. Males irreparables son causados por estos seres vindicativos  (rencorosos) e irreflexivos.

Esto sería desfigurar el pensamiento de Jesús que condenar, afligir los pecadores. Todo el evangelio nos dice precisamente lo contrario y el contexto inmediato del “discurso comunitario “ no habla que de delicadeza y de misericordia con los otros. Justo, antes del pasaje que leemos hoy, Jesús ha contado la parábola de la oveja perdida: “Eviten ustedes de despreciar a alguien…Vuestro Padre no quiere que ninguno de sus pequeños no se pierda” (Mateo 18,14). Y enseguida después de nuestro texto, Jesús va pedirle a Pedro de perdonar “no 7 veces, sino 77 veces 7” (Mateo 18,21).

El objetivo de la corrección fraterna  no es el de  humillar sino el de reconciliar. No se trata de tener razón y   mostrar que  somos mejores que el otro: “si tu hermano te escucha, habrás ganado a tu hermano”. He ahí el objetivo buscado, el premio del rencuentro, la gran recompensa: no el de ganar un argumento, de prevalecer sobre el otro, de humillarlo, sino de “ganar su hermano en tanto que hermano”. No se trata de la satisfacción mezquina, de tener razón, sino de la alegría de constatar que la apertura al otro ha dado fruto.

El objetivo de la corrección fraterna es evitar que el otro no sea humillado y marginalizado. La comunidad que se esfuerza por ponerla en práctica, conoce bien la parábola “de la viga en tu ojo y de la paja en el ojo del vecino” (Mateo 7,1-5) Cuando nos encontramos alguien que ha pecado, Cristo nos dice que hemos de tener la misma actitud que el padre del hijo pródigo que lo recibe con los brazos abiertos, mostrando a todos que él es el hijo bien amado y hace la fiesta por todo el pueblo.

La sociedad actual nos empuja en la dirección de un individualismo anárquico y el bien común viene atrás, lejos. Para Cristo, la coherencia de grupo, el amor al otro es lo más importante que hay.

“Si tu traes tu ofrenda al altar y recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja ahí tu ofrenda, ve primero a reconciliarte con tu hermano, y después volverás a presentar tu ofrenda”  (Mateo 5,23-24).

Es en este clima de reconciliación que Cristo nos invita a la corrección fraterna: Si tu hermano te ofende, ve y házselo ver, a solas entre los dos.  





Oración- contemplación


Señor, Tú nos has dejado
un mandamiento nuevo:
"Amaos los unos a los otros
como yo os he amado".
A veces, la comunión entre nosotros
es frágil o comprometida.
Te damos gracias
porque Tú estás presente en medio de nosotros
y eres para nosotros una grande fuerza de paz.
Te damos gracias por esta Eucaristía
donde has compartido con nosotros tu palabra y tu pan,
nuestro alimento a lo largo del camino
que Tú nos invitas a recorrer juntos.
Y que un día, podamos lograr la perfecta comunión
contigo y entre nosotros.



Referencias bibliográficas:


http://vieliturgique.ca

http://prionseneglise.ca

http://ciudadredonda.org

http://paroissesaintefamilledevalcourt.org

HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus

http://dimancheprochain.org




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