jueves, 7 de septiembre de 2023

8 de septiembre del 2023: Natividad de la Santísima Virgen María

 Testigo de la fe

 Natividad de la Virgen María. 

 

Al celebrar el cumpleaños de María, permitimos que se exprese el respeto y el cariño que tenemos por nuestra propia madre: María es para nosotros la madre de Jesús, que vive y actúa siempre en nosotros, y como tal es nuestra madre.


(Mateo 1, 18-23) Dios tiene un proyecto para cada uno de nosotros. Y para ser partícipes de él, se trata como María y José, de dejar nuestros miedos a un lado. Levantémonos, avancemos y perseveremos, mismo en los momentos difíciles, porque el Señor está con nosotros.





Primera lectura

Lectura de la profecía de Miqueas (5,1-4a):

Así dice el Señor: «Pero tú, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel. Su origen es desde lo antiguo, de tiempo inmemorial. Los entrega hasta el tiempo en que la madre dé a luz, y el resto de sus hermanos retornará a los hijos de Israel. En pie, pastoreará con la fuerza del Señor, por el nombre glorioso del Señor, su Dios. Habitarán tranquilos, porque se mostrará grande hasta los confines de la tierra, y éste será nuestra paz.»

Palabra de Dios




Salmo

Sal 12,6ab.6cd

R/. Desbordo de gozo con el Señor

Porque yo confío en tu misericordia:
alegra mi corazón con tu auxilio. R/.

Y cantaré al Señor
por el bien que me ha hecho. R/.



Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,1-16.18-23):

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»

Palabra del Señor






1

El destino de una ciudad

Belén de Efrata es la ciudad natal del rey David. La ciudad está situada a nueve kms al sur de  Jerusalén y su nombre significa "casa del pan". Es aquí donde Dios promete que un jefe, un líder vendrá al mundo para aportar la libertad. Él respetará la justicia y el derecho, y el pueblo podrá vivir en la paz gracias a Él. Los evangelistas Mateo y Juan, verán en Jesús ese liberador nacido en Belén, quien aportará la paz a los hombres.


Jesucristo, el elegido de Dios

Cristo en griego, o Mesías en hebreo, quiere decir "ungido"; ungir a alguien es derramarle aceite sobre la cabeza para mostrarle que él es elegido por Dios, como los reyes y ciertos profetas. En la época de Jesús, los judíos esperaban un Mesías descendiente de David y enviado por Dios para preparar la venida del Reino de Dios sobre la tierra. Algunos han reconocido en Jesús este Mesías esperado.

La genealogía de Jesús,  que escuchamos hoy en el evangelio de Mateo, se confunde con la historia de Israel. Judíos, cristianos y musulmanes reclaman a Abraham como padre de los creyentes. David es el más célebre de los reyes de Israel. Cinco mujeres son mencionadas; algo inhabitual en la época. Rahab y Rut son extranjeras. Tamar y Betzabé madre de Salomón, sufrieron la dominación masculina. Estas historias familiares complicadas hacen parte de la historia de Jesús. María su madre está encinta antes de casarse. José es consiente al contraer nupcias con ella y reconoce a Jesús como su propio hijo, portador de una historia.

Para evitar que María sea acusada injustamente de adulterio, José decide romper su compromiso con ella, pues esta parece ser la única salida. Dios interviene para que José acepte esta paternidad inesperada.

La Biblia, incluyendo las lecturas de hoy, mira a María en función de su Hijo; no se dice nada más en el Evangelio que lo que ilustra y sirve a la misión de Cristo.  Su discreción nos dice mucho sobre su carácter y papel , y al mismo tiempo sobre nuestra misión: testificar silenciosamente la preeminencia de Cristo, servirle, abrirse a su salvación, vivir para los otros.



Oración:

Señor, Dios nuestro
te damos gracias por darnos a María
como madre de nuestro Señor.
En ella nos muestran lo fuerte que es tu gracia
y lo sorprendentemente cerca que estás de tu pueblo.
Danos una fe firme
en las grandes cosas que tú haces por nosotros
y ayúdanos a responder a tus regalos
con alegría y un corazón acogedor.
Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.



2

El Nacimiento de la Madre de Dios



«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»

 

Mateo 1:20–21

 

¡Hoy celebramos uno de los cumpleaños más importantes de la historia del mundo! Ciertamente, el único cumpleaños más importante es el de nuestro divino Señor mismo. Pero hoy honramos a Su madre, y también a la nuestra.

La Santísima Virgen María nació en nuestro mundo sin la mancha del pecado original. Ella fue preservada de experimentar la naturaleza humana caída mediante el don de su Inmaculada Concepción. Así, ella fue la primera en nacer en la perfección de la naturaleza humana después de la caída, y continuó experimentando esta gracia durante toda su vida, respondiendo a Dios con su libre albedrío en cada paso del camino.

Todos disfrutamos celebrando nuestros cumpleaños. A los niños les encanta especialmente, pero casi todos esperan con ansias ese día especial cada año en el que familiares y amigos los honran y celebran de una manera especial. 

Por esa razón, podemos estar seguros de que incluso a nuestra Santísima Madre le encantó su cumpleaños mientras estuvo aquí en la tierra y continúa disfrutando de esta celebración especial en el Cielo. Por supuesto, ella no disfrutó de su cumpleaños porque quería que la mimaran o le dieran una atención especial. Ella, quizás más que nadie aparte de su divino Hijo, se alegró en su cumpleaños por el profundo agradecimiento espiritual que tenía hacia Dios por todo lo que Él hizo en su vida.

Intenta reflexionar sobre el corazón y el alma de nuestra Santísima Madre desde su perspectiva. Habría estado íntimamente unida a cada persona de la Santísima Trinidad a lo largo de su vida. Habría conocido a Dios, habría vivido en su alma y habría estado asombrada por lo que Dios le había hecho. Ella habría reflexionado sobre estas gracias con profunda humildad y gratitud excepcional. Habría visto su alma y su misión desde la perspectiva de Dios, profundamente consciente de todo lo que Él había hecho por ella.

Al honrar el cumpleaños de nuestra Santísima Madre, también es una oportunidad importante para que cada uno de nosotros reflexione sobre las increíbles bendiciones que Dios ha otorgado a cada uno de nosotros. 

No, no somos Inmaculados como lo fue la Madre María. Cada uno de nosotros nacimos en pecado original y hemos pecado a lo largo de nuestra vida. Pero las bendiciones de la gracia, dadas a cada uno de nosotros, son excepcionalmente reales. Sólo necesitamos trabajar para tener ojos para ver estas gracias. 

El bautismo, por ejemplo, confiere al alma una transformación eterna. Aunque nuestro pecado pueda nublar esa transformación a veces, la transformación es eterna. Nuestras almas han cambiado. Somos hechos nuevos. 

La gracia se derrama en nuestros corazones y nos convertimos en hijos de Dios. Y para el alma que es capaz de percibir las innumerables otras formas en que Dios otorga bendiciones, la gratitud es la única respuesta apropiada.

Reflexiona hoy sobre la gloriosa celebración del cumpleaños de la Santísima Virgen María, Madre de Dios. Empieza por intentar disfrutar de tu vida a través de sus ojos. Trata de imaginar lo que ella vio mientras miraba dentro de su propia alma agraciada. A partir de ahí, trata de alegrarte, también, en tu alma. 

Agradece todo lo que Dios ha hecho por ti. Trabaja para tener ojos que vean estas innumerables gracias y permítete regocijarte en las bendiciones de Dios con nuestra Madre Santísima. 

 

Mi querida Madre, ¡feliz cumpleaños! Hoy me regocijo por el increíble regalo que Dios te dio en tu Inmaculada Concepción y nacimiento en nuestro mundo. Ruego poder honrarte de manera adecuada en este día y en especial comprender más claramente la belleza de tu alma agraciada. Ora por mí para que yo también pueda regocijarme por las innumerables gracias que me ha concedido nuestro Dios misericordioso. Te amo, querida Madre. 

Precioso Jesús, por el corazón de la Santísima Virgen María, ¡en Ti confío!

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