1 de octubre del 2023 : 26o Domingo del Tiempo Ordinario A


Nunca es tarde

Nada es definitivo. Siempre hay tiempo para cambiar de camino, de dejarse transformar por Dios y su Palabra y realizar su proyecto de amor.

Convirtamos nuestro corazón para que podamos obrar conformemente al llamado de Dios y en armonía con las enseñanzas de Cristo. Así, nuestra fe será sincera.




Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel (18,25-28):

Así dice el Señor: «Comentáis: "No es justo el proceder del Señor". Escuchad, casa de Israel: ¿es injusto mi proceder?, ¿o no es vuestro proceder el que es injusto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 24,4bc-5.6-7.8-9

R/. Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador,
y todo el día te estoy esperando. R/.

Recuerda, Señor,
que tu ternura y tu misericordia son eternas;
no te acuerdes de los pecados
ni de las maldades de mi juventud;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R/.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (2,1-11):

Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si nos une el mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría: manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por rivalidad ni por ostentación, dejaos guiar por la humildad y considerad siempre superiores a los demás. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás. Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús. Él, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Palabra de Dios



Lectura del santo evangelio según san Mateo (21,28-32):

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña." Él le contestó: "No quiero." Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor." Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?»
Contestaron: «El primero.»
Jesús les dijo: «Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis.»


Palabra del Señor



A guisa de introducción:



"Del dicho al hecho…"



"El hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros (PABLO-VI); cree más en la experiencia que en la doctrina, en la vida y en los hechos que en las teorías... El testimonio evangélico, al que el mundo es más sensible, es el de la atención a las personas y el de la caridad para con los pobres y los pequeños, con los que sufren. La gratuidad de esta actitud y de estas acciones, que contrastan profundamente con el egoísmo presente en el hombre, hace surgir unas preguntas precisas que orientan hacia Dios y el Evangelio"
(Redemptoris Missio, n. 42)

“Perro que ladra no muerde”, 
 “Del dicho al hecho hay mucho trecho”,
“el camino al infierno esta pavimentado (embaldosado) de buenas intenciones”,
“Mucho ruido y pocas nueces”
“Mucho tilín tilín y nada de paletas”…

Una frase de la Redemptoris Missio: "La Misión de Cristo Redentor" (Encíclica de Juan Pablo II) y unos refranes y o dichos que podrían ayudarnos a introducirnos mediante un breve dialogo a la homilía de este domingo. 

Hay una palabra a la  que siempre recurrimos también  muy a menudo: COHERENCIA, es decir la conformidad de la palabra con los hechos; vivir lo que se predica…Ya el mismo Jesús advertía a sus discípulos con respecto al comportamiento de algunos fariseos: “Hagan lo que ellos dicen mas no lo que ellos hacen”.  Cuando somos coherentes: nuestro ser (cuerpo-alma-espíritu) va de la mano con el lenguaje y las emociones (movimientos).

Sin duda alguna que hoy podemos percibir el “abuso” de la palabra (que cae en el vacío), la fatiga de los discursos, corren ríos y ríos de tinta por todos lados, por el internet,  la radio, la tele, en los libros, las fotocopias, las universidades, las bibliotecas…Los Congresos, las Jornadas de encuentro, en el claustro educativo, en el Senado, en la escuela…en la iglesia (Iglesia)…

Y ante tanta palabra bonita, tantos discursos floridos, homilías sentidas o predicaciones llenas de emoción los corazones y espíritus siguen siendo duros, sordos, empecinados en quedarse en el conformismo, la inercia, la negligencia, la no práctica del amor, que finalmente podría hacer nuestro mundo diferente y acelerar así el establecimiento de esa viña del Padre, es decir el Reino de Dios, la sociedad alternativa que tanto deseamos construir.

Bien decía Nietzsche: “La palabra de Dios resuena por todas partes y solo no la escucha quien es voluntariamente sordo”.

Hoy la palabra de Dios nos invita a mirar entonces la coherencia de Jesús, hombre en el cual palabra y gesto iban de la mano, su acción y palabra es el testimonio verdadero y valido para el mundo de hoy…y porque como decía sabiamente el papa Pablo VI   “el mundo contemporáneo cree más en los testigos que en los maestros”. Haciendo la salvedad (me repito) de que el verdadero maestro es también testigo, y si por su testimonio (acción y palabra) no arrastra o convence, solo es un triste instructor.

Y la Madre Teresa de Calcuta decía:
 “Nosotros predicamos un Dios bueno, comprensivo, generoso y compasivo. Pero, ¿lo predicamos también a través de nuestras actitudes? Si queremos ser coherentes con lo que decimos, todos deben poder ver esa bondad, ese perdón y esa comprensión en nosotros”. 




APROXIMACION PSICOLOGICA AL TEXTO DEL EVANGELIO:


“Qué piensan ustedes de esto?”


A Jesús le gustaba  hacer confrontar (hacerles enfrentarse) a sus auditores con ellos mismos, ponerlos cara a cara sus actitudes y o reacciones.
Y con una imagen o una parábola Jesús les muestra un reflejo claro de su comportamiento o de sus actitudes y sin que ellos lo vean venir, sean conscientes (o se den cuenta) la mayoría de las veces. En este evangelio tenemos un buen ejemplo de ello. Jesús asimila el rechazo, seguido de una aceptación de los pecadores que se arrepienten y aceptan su enseñanza. Y de modo parecido, Él asimila la aceptación de los “pecadores”,  seguida de un rechazo de los fariseos que afirman aceptar a Dios pero que en la práctica rechazan a Jesús.

Después de haber llevado a sus auditores a comprometerse respondiendo a su cuestión, les dice: “es exactamente lo que ustedes hacen ; no se sorprendan entonces si ustedes no llegan a ninguna parte!” pero, esta parábola va más allá de  la polémica con los fariseos alrededor de la cuestión crucial de su actitud hacia Jesús.

Es la verdadera reacción de toda persona de cara al compromiso con el evangelio lo que Jesús toca aquí. Parafraseando Mateo 7,21 podríamos escuchar: “no basta con decir “yo iré” para entrar en el Reino de Dios, todavía es necesario ir en efecto! (efectivamente, en realidad!) (“no basta con decirme: “ Señor, Señor!” para entrar en el Reino de Dios, es indispensable también cumplir la Voluntad de mi Padre…” No basta con declararse creyente y pregonar: “yo acepto el evangelio”, sino que aún es necesario comprometerse con hechos e “ir” demostrándolo a través de sus actos, de su oración, de sus combates, de su ternura…

Remarquemos en fin la nota existencialista en estas palabras de Jesús. La vida es abierta. Siempre está sucediendo (acaeciendo) algo. La vida se renueva sin cesar, y ella no se detiene  ni por una palabra ni por un acto: se puede decir SI pero terminar por no hacer, como se puede no hacer y más tarde cambiar de idea y hacer efectivo el SI. Los desclasificados pueden clasificarse y los profesionales pueden fracasar. Los que hacen fraude pueden tomar el camino de la justicia y las personas honestas pasar al costado.

Jesús viene para abrir “nuevos posibles”, triunfar sobre el conservatismo y la injusticia. Encontrar personas que eran presa de ese mismo conservadurismo y la  injusticia, era para Jesús una experiencia frustrante, lo que le daba a veces el gusto de  “dejar a los muertos enterrar a sus muertos” (Mateo 8,22).Pero Él continuaba a llamar y a confrontar con la esperanza de que “quien estaba muerto” volviera a la vida, que sus interlocutores rencontraran en ellos el camino perdido y caminaran hacia una vida liberada (Lucas 15,32).



REFLEXIÓN CENTRAL


"Ve hoy a trabajar en la viña"


Los textos bíblicos de este domingo denuncian las incoherencias que pueden existir en nuestros pensamientos, discursos y juicios. Es lo que pasaba en el tiempo de Ezequiel (1a lectura). El profeta se dirige a un pueblo llevado a la fuerza, lejos de su tierra natal, desterrado, exiliado. La nación judía ha sido dispersada en tierra pagana. Muchos piensan que esto es por causa de las faltas o pecados de las generaciones precedentes…que esto es un castigo y por ello sufren tal catástrofe. El profeta reacciona contra esta mentalidad y le recuerda a cada uno su responsabilidad; esto es igualmente importante para nosotros hoy; nosotros estamos todos llamados a reorientar nuestra vida hacia el Señor y seguirle.

En la segunda lectura, San Pablo nos da precisiones sobre lo que debe ser esta conversión. Nos habla de la vida fraterna, de humildad y mismo de abajamiento. Nuestro modelo debe ser Cristo. Él ha aceptado la muerte por amor a sus hermanos. Es por esta actitud que Él ha triunfado. Y es a este triunfo sobre la muerte y el pecado que Él quiere asociarnos. Tener los mismos sentimientos que Él, es estar orientado hacia la salvación y la vida de los hombres.

Pero, al leer el Evangelio de este día, vemos que no todo está ganado aun, al menos para algunos. Hoy, Jesús se dirige a gente que pretendía ser la mejor: personas que se consideran como la élite del pueblo: es verdad que ellos respetan la Ley hasta en los mínimos detalles. Pero detrás ese pararrayos de escrupulosa perfección, Jesús denuncia una grave infidelidad a lo esencial de la Palabra de Dios: ellos están persuadidos de su calidad religiosa; ellos se han cerrado a los llamados a la conversión de Juan Bautista y de Jesús. Y además, ellos sienten desprecio por los pecadores.  Pero al mismo tiempo existen incrédulos notorios, gente de mala vida, ladrones y tramposos, mujeres que se consideraban ya perdidos: unos y otros eran considerados como irrecuperables. Y de pronto, ellos acogen el llamado de la salvación; se convierten y cambian de vida. Su "no" llega a ser un "si" ya que ellos han creído en el amor de Dios que les abría un futuro nuevo.

Jesús ve lo que hay en el corazón de cada uno: Él acoge al pecador que vuelve a Dios. Los publicanos y las prostitutas han comenzado respondiendo no a este llamado, pero se han convertido. Ellos han acogido a aquel que podía darle un sentido a su existencia. Este reencuentro con Dios ha cambiado completamente su vida. A lo largo de los evangelios y en la historia de la Iglesia, descubrimos que los grandes testigos de la fe son pecadores perdonados.

Más allá de los grandes sacerdotes y de los Ancianos, Jesús se dirige hoy también a cada uno de nosotros y es a nosotros que nos cuestiona: "Cuál de los dos ha hecho la voluntad del Padre?" La respuesta nos concierne pero no podemos olvidar de sacar las consecuencias: nosotros no podemos contentarnos con tener buenos sentimientos, con tener soberbias resoluciones, ardientes oraciones…Todo esto es necesario, seguramente, pero si a esto no le siguen los actos, nosotros no estamos convertidos. Una simple visita a un enfermo necesita algo más que un bello discurso sobre la enfermedad, un perdón que se da tiene más peso que una disertación que se haga sobre la paz.

En este días, escuchamos la palabra del Padre: "Hijo, hoy ve a trabajar a mi viña" Esta viña es el Reino de Dios, Reino de amor, de justicia y de paz. Es ahí donde Dios quiere congregar a todos los hombres, incluidos todos aquellos que están lejos de Él. Esta buena noticia que acogemos cada domingo debe ser proclamada al mundo entero.

Trabajar en la Viña del Señor, es participar en esta obra de congregación, de reunir a toda la humanidad, es testimoniar la fe y la esperanza que nos habitan.

Todos somos enviados a este mundo para ser mensajeros del Evangelio. Y es por nuestro amor que seremos reconocidos como discípulos de Cristo.

Que esta Eucaristía que celebramos hoy juntos, sea para cada uno el lugar y momento de arrepentirse y luego comprometernos más verdaderamente en la Viña del Señor. Así sea!




2

« Cual de los dos hijos ha hecho la voluntad de Dios?”

 Cristo nos recuerda hoy que lo que cuenta en la vida no son las palabras sino los actos (las acciones). Juzgamos a alguien en referencia a lo que hace y no en referencia con sus buenas intenciones. Es el hijo que dijo NO de labios para afuera y va a trabajar en la viña quien hace la voluntad de su padre.

San Pablo decía en su Carta a los Romanos: “No son los que escuchan la Palabra de Dios que son justificados, sino más bien aquellos que ponen esta Palabra en práctica” (Rom 2,13).

Uno de los reproches más graves que se le puede hacer a alguien es decirle que “habla mucho pero hace poco”. El Evangelio nos dice la misma cosa en otros términos: “No son los que dicen Señor, quienes entraran en el Reino de los Cielos, sino aquellos que hacen la Voluntad de mi Padre” (Mt 7,21). “Aquel que se limita a escuchar la palabra y no la pone en práctica, agrega Jesús,  es comparable  a alguien que construye su casa sobre la arena…”(Mat 7,26). Es lo que Cristo reprocha a los fariseos de todos los tiempos : “Ellos predican (dicen) pero no lo hacen (no practican)” (Mt 23,3).

Hace poco, leía la historia de un hombre que después de un accidente de auto, estaba obligado a desplazarse en silla de ruedas. Sus vecinos y sus amigos iban a visitarlo y antes de partir decían:  “Andrés, vamos a orar por ti. Y él les respondía: “SI, eso está  bien, pero en efecto yo puedo hacer muy bien mis propias oraciones. Si ustedes quieren ayudarme de verdad, laven la vajilla que está en el lavaplatos y saquen los desechos y arrójenlos en la caneca que se encuentra afuera al borde del camino”…

Aquel hombre necesitaba ayuda y quería que las oraciones y las bellas palabras de sus amigos estuvieran acompañadas de gestos concretos.

Uno de los dramas de la vida social aparece cuando la palabra dada (comprometida) deja de ser fiable, no se traduce en actos, cuando uno pierde la confianza en lo que dicen los otros. Conocemos  bien ese fenómeno en nuestras sociedades modernas. Ya no creemos más en lo que dicen lo políticos, la publicidad, los periodistas, los jueces. La Palabra dada parece no tener más valor y perdemos la confianza en nuestros representantes, en nuestras instituciones. Mismo en la vida familiar, todo parece frágil y provisorio. Las promesas y los compromisos son de corta duración.

El evangelio de Cristo  y de quienes le siguen es exigente: “Aquel que pierde su vida, es decir que la da por amor a su familia, a sus amigos, a los otros, la salvara” (Mt 16,25). Nuestra fe cristiana debe ser una fe activa que influencie todos los aspectos de nuestra vida: la familia, el trabajo, las diversiones, las relaciones con los demás…

En un mundo que agranda y preconiza el triunfo a cualquier precio, la libertad absoluta, el placer inmediato, el evangelio de Cristo  nos sitúa sobre la ruta de nuestras responsabilidades cotidianas.

No es entonces aquel que dice « Si, yo iré a la viña » y enseguida no va quien hace la voluntad del padre, sino aquel que termina yendo, mismo si había dicho NO al momento de partir.

Este evangelio nos recuerda otra verdad importante para el Señor: en la vida, no todo está  ya  jugado (la suerte no está echada definitivamente). Siempre hay tiempo para reconsiderar las cosas. Cualquiera que sea nuestra historia, y por muchos que  hubieran sido nuestros rechazos o renegaciones precedentes, siempre es posible un cambio (una conversión, un cambio de rumbo). Con Jesús nunca estamos encerrados en el pasado. Con Él  Siempre tenemos una segunda oportunidad (a diferencia con nuestra familia e instituciones). Nunca somos fijados, señalados (estampillados, marcados) por lo que hicimos anteriormente. El FUTURO está siempre abierto.

He leído otra historia de una mujer condenada a varios años de prisión. Ella se había prostituido, sabiendo muy bien que tenía el Sida. Era su necesidad de droga que la había empujado a la prostitución. Ella había recibido una excelente educación y venia por tanto de una buena familia. Ella se arrepentía amargamente de haber arruinado su vida y quería reencontrar el amor y el perdón del Señor. Ella confiesa que fueron esos años pasados en prisión que la habían llevado a salir de una prisión peor que aquella donde ella vivía actualmente: la prisión de la adicción a la droga.

Para Dios, no hay bueno definitivos ni malos definitivos, hay hombres y mujeres en plena evolución que avanzan y que retroceden…Los publicanos y las prostitutas no son mejores que los otros, pero ellos entran en el Reino porque en un determinado momento, ellos han cambiado de dirección (de ruta) ellos se han convertido.

En nuestra vida, no todo está ya jugado (definido o cumplido). Siempre es posible cambiar, partir de cero nuevamente y comprometernos en los caminos de Dios, es decir, para utilizar las palabras del evangelio- siempre es posible cambiar de opinión e ir a trabajar en la Viña del Señor.



Oración-meditación

Si, Señor, yo quiero,
ir contigo hasta el final,
colabora en tus obras,
dejarme interpelar por tus palabras,
andar por tus caminos,
vivir según tu Verdad,
amar con tu mismo amor.

Sí, yo quiero Señor,
cuidar de quien tu cuidas,
sembrar lo que Tú siembras,
dar lo que tu das,
trabajar en tu campo,
aportar alegría al mundo,
darle esperanza y perseverancia.

Sí, yo quiero Señor,
mas, si por algo había dicho alguna vez "no",
perdóname Señor,
y ayúdame a retomar tu camino…
Amén!


                                               

REFERENCIAS:


http://vieliturgique.ca

http://prionseneglise.ca

 HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.

http://dimancheprochain.org






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