20 de septiembre del 2023: miércoles de la vigésima cuarta semana del tiempo ordinario
Santos André Kim, Paul Chong y sus compañeros mártires
Fundada a principios del siglo XVII por unos pocos laicos, la Iglesia coreana experimentó persecución en 1839, 1846 y 1866. Entre los 103 santos mártires se encuentran André Kim Taegon, sacerdote, y Paul Chong Hasang, apóstol laico. Estos santos mártires fueron canonizados por Juan Pablo II durante su visita a Corea en 1984.
Que en este día podamos abrir
nuestros sentidos a la música y al llanto que hoy Dios, quiere hacernos
escuchar.
Hna. María Ferrández Palencia,
OP
Aunque espero ir a verte pronto, te escribo esto por si me retraso; quiero que sepas cómo hay que conducirse en la casa de Dios, es decir, en la asamblea de Dios vivo, columna y base de la verdad. Sin discusión, grande es el misterio que veneramos: Manifestado en la carne, justificado en el Espíritu, contemplado por los ángeles, predicado a los paganos, creído en el mundo, llevado a la gloria.
Palabra de Dios
R/. Grandes son las obras del Señor
Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman. R/.
Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente. R/.
Él da alimento, a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles la heredad de los gentiles. R/.
En aquel tiempo, dijo el Señor: «¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: "Tocarnos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis." Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenla un demonio; viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: "Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de publicanos y pecadores." Sin embargo, los discípulos de la sabiduría le han dado la razón.»
Palabra del Señor
Tú llamas a la Iglesia a ser
como una casa abierta, una comunidad de acogida
en la que la gente puede encontrar a Jesús, tu Hijo.
Que este tu mismo Hijo continúe en nosotros
su lucha a muerte contra todo mal
y cambie el sufrimiento y la muerte
en manantiales de vida y alegría.
Y que así el mundo crea que él vive entre nosotros
y que él es el Señor que vive y reina
por los siglos de los siglos
Un alma bien ordenada
"Tocamos
la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis." Vino Juan el
Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenla un demonio; viene el
Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: "Mirad qué comilón y qué
borracho, amigo de publicanos y pecadores." Sin embargo, los discípulos de
la sabiduría le han dado la razón.»
Eclesiastés 3 es una
lectura muy popular para los funerales. Dice: “Hay un tiempo señalado
para todo, y un tiempo para todo lo que ocurre bajo el cielo. Tiempo de
dar a luz y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar la
planta…Tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de llorar y tiempo de
bailar”.
Esta lectura es consoladora
para quienes están de luto en un funeral porque la vida está llena de muchas
emociones y experiencias diferentes. Cuando quienes asisten a un funeral
piensan en su ser querido, recordarán tanto los buenos como los malos momentos,
las tristezas y las alegrías. Hacerlo les ayuda a recordar que, aunque el
funeral es un momento de tristeza, en el futuro seguirán alegrías. Este es
el ritmo natural de la vida.
En nuestro Evangelio de hoy,
Jesús desafió a quienes no tuvieron la respuesta humana adecuada en el momento
adecuado. “Tocamos la flauta y no bailáis,
cantamos lamentaciones y no lloráis.".
La imagen de tocar una flauta
y cantar una lamentación y el posterior fracaso en bailar y llorar revela una
cierta desconexión que muchas personas tenían con Juan el Bautista y con Jesús
mismo durante sus ministerios.
Al comentar este pasaje, San
Agustín dice que la predicación de Juan Bautista era como un canto fúnebre que
llamaba al pueblo al “llanto” de arrepentimiento. Sin embargo, cuando
predicó, hubo muchos que no respondieron con el arrepentimiento apropiado. Cuando
Jesús vino, predicó y dio testimonio de la nueva vida de gracia que vino a
otorgar. Aunque algunos lo escucharon y respondieron, hubo muchos que no
lo hicieron. El mensaje de Jesús era como la música de la flauta que
inspiraría a la gente a "bailar". Pero muchos no respondieron
con el gozo que fueron invitados a experimentar y vivir Su mensaje
transformador y su gracia.
En verdad, hay un tiempo
señalado para todo y para cada asunto bajo el cielo. La misión que se nos
ha encomendado es estar atentos a lo que Dios nos está hablando en todos y cada
uno de los momentos de nuestra vida. A veces debemos “llorar” al mirar
nuestros pecados con honestidad, experimentar el horror de esos pecados y
rechazarlos apasionadamente.
En otras ocasiones
“bailaremos” cuando Dios nos invita a su gracia consoladora y nos pide que
veamos claramente su amor misericordioso. En esos momentos estamos
invitados a estar profundamente agradecidos y a expresar ese agradecimiento con
toda el alma.
Reflexiona hoy sobre el
llamado que se te ha dado a vivir de manera bien ordenada. Hazlo
considerando qué tan atento estás con las personas que te rodean.
¿La atención de tu caridad te
ayuda a ver el dolor en el corazón de quienes sufren? ¿Estás dispuesto a
ofrecerles un oído compasivo y un corazón misericordioso?
Cuando otros experimentan las
alegrías de la vida, ¿eres capaz de compartir esa alegría con
ellos? ¿Podrás hacerlo plenamente, sin celos ni envidia de ningún
tipo?
Cuando Dios te inspira a algún
acto de conversión y te concede alguna gracia, ¿escuchas y obedeces
prontamente, respondiendo de la manera más adecuada? Nuestras almas deben
volverse sensibles a los impulsos de la gracia y responder en consecuencia.
Señor, Tu alma estaba
perfectamente ordenada, respondiendo siempre con perfección a la voluntad del
Padre. Fuiste firme cuando el amor lo exigió, valiente ante las
dificultades, misericordioso con el pecador arrepentido y gozoso por la
conversión de todos. Por favor ayúdame a estar siempre atento a los
impulsos de Tu gracia y a responderte siempre en la forma en que soy
llamado. Jesús, en Ti confío.
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