3 de septiembre del 2023: vigésimo segundo Domingo del Tiempo Ordinario

Un Mesías sin cruz?

El Mesías según el corazón de Dios conduce su vida a la manera del servidor sufriente: por su muerte y su resurrección, Él asegura la salvación de la humanidad. Como discípulos, estamos llamados a compartir el destino de Cristo: servir y amar hasta el final.


El Padre nos invita a su casa donde quiere revelarnos a su Hijo y su misión mesiánica. Vayamos a Él con sentimientos de alegría y pidámosle prepare nuestros corazones para recibir su Palabra.




Primera lectura:

Lectura del libro de Jeremías (20,7-9):

Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste y me pudiste. Yo era el hazmerreir todo el día, todos se burlaban de mí. Siempre que hablo tengo que gritar: «Violencia», proclamando: «Destrucción.» La palabra del Señor se volvió para mí oprobio y desprecio todo el día. Me dije: «No me acordaré de él, no hablaré más en su nombre»; pero ella era en mis entrañas fuego ardiente, encerrado en los huesos; intentaba contenerlo, y no podía.

Palabra de Dios




Salmo

Sal 62,2.3-4.5-6.8-9

R/. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.R/.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R/.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R/.

Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. R/.



Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (12,1-2):

Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

Palabra de Dios




Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,21-27):

En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.»
Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas corno los hombres, no como Dios.»
Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.»

Palabra del Señor




A guisa de introducción:


Sueño y realidad:



Mismo si con frecuencia se habla de manera bella y romántica de Resurrección, de Vida Futura con un cuerpo transformado; todas estas realidades  no dejan de parecernos lejanas, y difícilmente nos motivan para aceptar las pruebas, los sufrimientos.

Uno escucha decir a menudo : “uno se acerca más de Dios en el sufrimiento”, y esto es verdad para ciertas personas. La mayoría de la gente considera que una prueba es una prueba desde todo punto de vista. La prueba no aceptada conduce a la agresividad, a lo que es contrario de la felicidad.

No es mejor dejarse paralizar por el miedo, el dolor y el mal. Tampoco es mejor disimular o hacer  como si la enfermedad no existiera, como esa mujer que no hablaba de su enfermedad, ni a sus hijos, ni a sus compañeros de trabajo, ni a sus parientes; cuando ella va al hospital, uno no lo sabrá que después de lo peor, indirectamente; pues ella quería esconder todo, se negaba a hablar de ello: lo que constituye para muchos una evasión perfecta.

En nuestros días, la evasión es la gran plaga de la sociedad (por el alcohol, la droga, los medicamentos en exceso, el sueño continuo). Los vendedores de evasión muestran su mercancía como sueños para alcanzar la felicidad; ciertos grupos espirituales presentan la felicidad, accesible por el conocimiento, el pensamiento positivo (la auto-ayuda); el yoga, los affaires de los llamados coachs ("couchs"),  según la gnosis, uno piensa y uno vive como si el mal no existiera bajo todas sus formas, incluyendo a la muerte.

Jesús rechaza la gloria fácil que sueña el apóstol. “Pedro no vengas aquí a ponerle trabas a mi proyecto”, “no intentes detener mi marcha”; “yo he prometido al Padre realizar mi trabajo, como humano, por el camino del amor y de la humillación. Uno sufre por quienes ama. “Yo amo la humanidad hasta el punto de dar mi vida por ella; yo amo a mi Padre, hasta el punto de hacer su Voluntad”.

Nadie, no hay ningún ser humano que haya podido ni pueda  sustraerse a la muerte, ni el mismo Jesús, quien ha perdido su vida de hombre para que se manifieste en Él la vida de Dios.

La fe es todo lo contrario de la evasión, así como de lo real (si se entiende bien el sentido de la fe, si la fe es más que superstición). Se pueden tomar medicamentos para aliviar sus males, pero no para evadirse. Como Jesús, un ser humano responsable mira la realidad de frente; es el realismo y el coraje (la apuesta) por la Fe.

Todos los que sufren son invitados a comprender que Dios los ama hasta el punto de identificarse con ellos, viviendo como ellos los mismos sufrimientos y la misma muerte.

Si miramos la vida de no importa cual santo entre los tantos que tiene el calendario a lo largo del año, en esencia, ellos meditan y viven la Pasión de Cristo. Permítanme centrarme por ejemplo en el santo que celebramos esta semana y de quien se cumplen 158 años de su muerte: San Juan María Vianey más conocido como “EL santo cura de Ars”.  A este cura de pueblo, sencillo, sacrificado, buen predicador le obsesionaba cumplir la Voluntad de Dios y por ello se sometió a la realidad de su época, no ingenuamente, sino de una manera lúcida y libre. Este padrecito no se amilanó ante las burlas de la gente que lo asediaron al principio, supo enfrentar su escasez de recursos tanto de iglesia como de casa de residencia, comía y dormía poco y pasaba más de dos partes de la jornada (18 horas) en el confesionario y o orando ante el Santo Sacramento, testimonio y ejemplo de vida que llevó a la conversión cristiana  a muchas personas no solo del pueblo de Ars sino de otras partes de Francia…San Juan María recibía de Dios todo lo necesario: el poder de consolar, de sanar y de liberar la gente.

Los amigos de Jesús toman su cruz cada día, “un día a la vez”, “cada día con su propio afán”, con valentía, con todas las capacidades humanas y con la Fe puesta en Dios; para ellos el mercader de felicidad  y en quien fijan su voluntad personal, es Aquel que da Salud y Vida: Dios.




Aproximación psicológica al texto del Evangelio:


Controlar todo y al mismo tiempo perder todo


No conozco a nadie que haría del evangelio de este domingo su pasaje favorito, un pasaje que al leerlo regularmente le permitiera decir al mismo tiempo que lo degusta, lo saborea por la fuerza de su sabiduría: “sufrir”, “ser asesinado”, “tomar su cruz”, “perder su vida”, “recibir la recompensa de acuerdo a su conducta”.

Todos los ingredientes están reunidos para hacer revivir un cristianismo que muchos han “vomitado” desde los años 60. A menos de ser masoquista, uno no puede aspirar de nuevo, desear una tal vía o camino.

Y por lo tanto, no será verdad que este pasaje quizás  encierre el secreto para un destino extraordinario, para una verdadera vida dentro de todo lo que ella puede dar? Nuestras imágenes de autoflagelación, de vida disminuida y de pan de miseria no serán totalmente falsas? Los slogans como “es necesario hacer sacrificios” no pasarán de  largo, son irrelevantes con respecto a lo que dice Jesús? Ante todo, qué significa “negarse a sí mismo”, “tomar su cruz”, “perder su vida?”

Me parece que la pista más fecunda para comprender las interpelaciones de Jesús es aquella respecto a nuestra necesidad de controlar, controlar nuestra vida, controlar aquello que nos rodea. Ustedes saben que con las pulsiones sexuales, el control es una de las grandes necesidades que nos habitan. El control está mismo en el origen del progreso de nuestro mundo: lograr controlar las fuerzas hostiles, arribar a controlar nuestras fuentes de subsistencia, lograr controlar lo que será mañana. Uno no apostará mucho por una compañía que no controle sus entradas y sus salidas. Y por lo tanto no hay acá para nuestra humanidad un obstáculo/ un riesgo?

Cada uno podría hacer el ejercicio de nombrar aquello que controla o lo que le gustaría controlar. A quien no le gustaría ejercer un control absoluto en su trabajo, en su empleo. Acaso los sindicatos no surgieron a raíz de esta necesidad? Pero qué sucede cuando esta necesidad de control, sea del lado patronal, del lado sindical, se convierte en un absoluto en sí mismo? No hay ya más evolución, ni novedad, no se escuchan ya más ideas originales, no hay mas adaptación a las nuevas condiciones del mercado, no se cuestiona más las prácticas acostumbradas, no se hace mas llamada a las nuevas capacidades de la gente. El control erigido como absoluto va no solamente matar a la empresa, sino también matar a todo el personal.

En nuestra calidad de padres quisiéramos controlar el destino de nuestros hijos, y esto, aduciendo, querer su bienestar. Como vemos con más amplias perspectivas, como deseamos para ellos un destino fabuloso y sobre todo como no queremos que conozcan las mismas dificultades que nosotros conocimos, tratamos entonces de pavimentarles el camino, proveerles de lo necesario, indicarles la vía a seguir, protegerles de una serie de males. El problema, es cuando ese deseo, bien intencionado en sí, se convierte en ejercicio de control.

Cuando yo pierdo el control de una realidad, yo tengo la impresión de morir. En el mundo político, hay hacedores de imágenes que ejercen un control absoluto sobre lo que se dice y se escribe sobre un personaje.

Por definición, el controlador quiere conservar lo que existe, y de ese modo puede impedir que lleguen realidades nuevas. Hay como una dialéctica entre el control de las cosas y la verdad de las cosas. 

Volvamos a Jesús. La mención del destino trágico que le espera no es más que una manera de decir: “yo quiero permanecer fiel a mi verdad y a la realidad de las cosas, mismo si eso implica que yo pierda el control sobre el destino de mi vida”. Debido a que Él no ha tratado de controlar todo en su caminar, Él ha dejado advenir la vida. Planificar su vida es una cosa, controlarla es otra. Hay como una semilla de muerte en el control. 

El proyecto de mi vida, es aceptar de dejarme “quemar” por las palabras de mis hijos, de mis colegas, de mi conyugue, de los medios, de todo aquello que puede contener una capa de verdad, y eso implica aceptar no controlarlas, eso implica “olvidarse de sí mismo”, de “desprenderse de su vida”. 

He aquí mi meditación actual, he aquí lo que nuestra sociedad y el conjunto de la Iglesia debería meditar. Es la condición para dejar advenir una vida superabundante que uno no se imagina.




Reflexión Central:  

1

Seguir a Cristo hoy


A veces uno se imagina que porque se ha aceptado seguir a Jesús, y se le ha dicho si, todo va a ser color de rosa, pero las cosas no son así.

El Señor nos había prevenido: “El que quiera venirse conmigo, que reniegue de sí mismo, que cargue con su cruz y entonces me siga.”. Pero, lo que es maravilloso, es la continuación del discurso de Jesús: “Si alguno quiere poner a salvo su vida, la perderá; en cambio, el que pierda su vida por causa mía, la pondrá al seguro”. El ejemplo del profeta Jeremías es convincente en ese sentido. La exhortación de Pablo a los Romanos va en la misma dirección.  Y hoy la vida de una gran cantidad de “enviados de Dios”, testimonia siempre esta misma verdad.

Y como cristianos, no somos todos nosotros, en un sentido u otro, “enviados de Dios”?

Proclamar la Palabra y seguir a Jesús, una tarea infatigable

El profeta Jeremías lo ha aprendido a base de esfuerzos. Anunciar el bien, está bien. Pero denunciar el mal, es algo incómodo, cuestiona, esto suscita reacciones que a veces, van demasiado lejos, mismo hasta la muerte. Jeremías un día, se ve en el fondo de una cisterna, sumergido hasta el cuello…muchas veces, desanimado, ha querido abandonar su vocación de profeta. Pero siempre, una voz le decía que él no podía sustraerse de su misión y que el Señor le sostendría hasta el fin.

San Pablo, cuando escribe a los Romanos, sabe de qué está hablando: Él mismo ha sido perseguido una y otra vez: es sino leer los capítulos 11 y 12 de la segunda carta a los Corintios para darse cuenta. Todos los apóstoles, a excepción de Juan, murieron mártires. Y de igual manera, la historia reciente, está llena de esos testigos que han anunciado Jesús hasta el don de su vida. Que se piense en Monseñor Romero en El Salvador, en Girardi, en los obispos colombianos Jesús Emilio Jaramillo e Isaías Duarte, en los monjes de Tiberina (Algeria) (cuya vida fue llevada a la pantalla en la película: “De dioses y hombres” (“Des hommes et des dieux”). Si ustedes reciben el correo internet de la Agencia Zenit,  pueden ver a menudo los anuncios o pequeñas noticias de mártires contemporáneos por causa de la FE.

Jesús mismo nos ha mostrado el camino, su agonía, su camino de la cruz (via-crucis), su muerte, abandonado como un vulgar bandido, (de quien nosotros damos testimonio de la Resurrección)…

El arrojo o valentía para anunciar la Palabra y seguir a Jesús

Es el deber de todo bautizado. La mayor parte del tiempo, no todos los cristianos lo hacen ante la Asamblea Dominical, pero lo hacen de diversas maneras en la vida corriente…

Puesto que dar testimonio del Evangelio de hoy exige con frecuencia coraje,
ese coraje que viene de la fuerza del Espíritu de Jesús.
Coraje de tomar partido por los más marginados de nuestra sociedad.
Coraje de manifestar sin violencia, en contra de los poderes del dinero
y en contra de  las violencias armadas o no armadas,
que se ejercen en  contra de los pueblos impotentes y dominados,
Coraje de manifestarse en contra de los explotadores sin escrúpulos,
en contra de los abusadores de niños…
coraje para afirmar los derechos de quienes no tienen voz,
de los sin documentos, de los sin techo.
Coraje para no hacer trampa, para no cometer fraude,
cuando otros lo hacen sin vergüenza.
Coraje para no blasfemar cuando todos alrededor lo hacen.
Coraje para ser fiel a sus compromisos y responsabilidades en el matrimonio,
cuando otros los desdeñan con facilidad.
Coraje de orar, de detenerse al pasar ante la iglesia,
de ir a la misa del domingo, cuando otros además de no ir también se mofan,
y ridiculizan  a quienes asisten.
Coraje para permanecer de pie, siendo verdadero y justo, cuando los otros trepan.
Coraje de evangelio, coraje de los profetas como Jeremías, como Jesús,
como los apóstoles, como muchos hoy, quienes, a veces, lo pagan mismo con su vida.

Aquellos que siguen a Jesús y toman su cruz no son abandonados por Dios, sino que por el contrario se hacen más cercanos a Él.

Qué es lo que sostiene a estos testigos de Dios y de Cristo? Qué es lo que hace que ellos continúen proclamando la Palabra y viviendo a pesar de las dificultades? Es por su fuerza de carácter?  Acaso por qué tienen la cabeza dura? Acaso son testarudos como mulas? O es por que son muy orgullosos para abandonarlo todo? No, para nada. Es debido a que en primer lugar, ellos son sostenidos por la fuerza del mismísimo Dios. Los testigos de Dios tienen sed de Dios y no pueden evadirlo. Su sed es tan grande que ellos quieren a cualquier precio comunicarla a los otros. Ellos han visto « la fuerza y la gloria » de Dios: ellos han sido encandilados y ellos quieren que los demás sean encandilados como ellos! Y todo esto, a pesar de las dificultades y las persecuciones, « la alegría en los labios, ellos dicen la gloria de Dios ». Ellos creen que el Señor es su « auxilio » y que « la diestra de Dios los sostiene » (Salmo 63).

Por otro lado, ellos se consuelan y se sienten seguros creyendo que el Reino de Dios pertenece a aquellos que son perseguidos a causa del Señor.  Jesús mismo no duda en proclamarlos « bienaventurados » o « felices » (según la traducción) (Mateo 5,10). Y promete: « Aquel que pierde su vida por mí la guardará ».

Entre nosotros, no todos estamos llamados a testimoniar de Jesús como Jeremías o como Pablo. Es probable que la mayoría de nosotros no muramos mártires por el hecho de haber anunciado a Jesús. Pero queda y es evidente, en nuestro mundo impulsado por el dinero, el look, el poder y el placer, que aquellos que se muestran o aparecen como cristianos que siguen a Jesús y el Evangelio,  viven consecuentemente y  deben muy a menudo demostrar el coraje y arrojo evangélico.

Seguir a Jesucristo hoy como siempre, como en todo tiempo, demanda una FE profunda en su persona y su misterio, una esperanza a toda prueba y un gran amor a Dios y a las personas, sobre todo a las más desafortunadas. 

Este coraje se obtiene contemplando a Cristo regularmente en su vida y en sus enseñanzas, en su Eucaristía e igualmente orándole a cada instante.


2

Vocación- Misión- Dar la vida- ganar la eternidad



Seguir a Jesús significa tomar (y o asumir) sus mismos riesgos. Una opción cuando  es fundamental conduce a tomar decisiones y gestos concretos. Y esto puede suscitar la incomprensión, el juzgamiento y…LA CRUZ,  la misma que Jesús enfrentó.

Todos, en algún momento de nuestra vida nos hemos encontrado una o varias veces con nosotros mismos y con esa voz profunda, superior, que está más allá de nosotros mismos…Y que llamamos, La conciencia, Dios, o esa inteligencia que busca entrar en contacto con nosotros…

Y en esa cita o esos encuentros quizás hemos puesto poco de nuestra parte: atención, silencio, reflexión, ORACIÓN…

Muchas veces hemos oído hablar y hablamos de VOCACION, como ese momento clave de la vida cuando nos dimos cuenta que nuestra existencia estaba llamada a algo superior, a algo grande…cuando nos cercioramos que la VIDA es un misterio  y que no es solamente un suceso biológico o accidental…que nuestra vida tiene un sentido, y que ella no debe vivirse con facilidad, por vivirse, desprovista de todo sentido…

Y así los hombres y mujeres creyentes, que creemos tener la fe en potencia, en embrión (porque naturalmente ha de desarrollarse, evolucionar y madurar gradualmente) decimos que Dios nos llama, que estamos invitados a hacer de nuestra vida una aventura de entrega, de amor y de búsqueda de lo esencial todos los días…Y una búsqueda de realización afrontando las dificultades, los obstáculos, el misterioso mal y hacer frente a la violencia de quienes se oponen a los designios  bondadosos y bienaventurados de Dios.

Así yo describiría simplemente eso que llamamos VOCACION CRISTIANA…pues después nos encontraríamos con Jesús y su evangelio y nos sentimos identificados con su vida, su misión y su “aparente final “ que no es más que “el principio de todo”.

El gran problema de todo ser humano es permanecer voluntariamente sordo, ciego e insensible a los llamados y signos de Dios…

Su gran problema es guardarse la semilla o tirarla entre las rocas y las espinas, su gran tragedia es enterrar la moneda (el talento) y esperar con pasividad y negligencia la respuesta o reacción de Dios quien le ha dispensado de la semilla y la moneda.

“TOMAR LA CRUZ”…Cuántas malinterpretaciones ha tenido a lo largo de la historia esta expresión…seamos sinceros la hemos entendido como “ser masoquistas”, “sufrir por sufrir…porque  a Dios le agradan quienes sufren y los lleva al cielo”. “sufrir es necesario para que Dios perdone mis pecados de ahora (de mi juventud)”…El sufrimiento es entonces un borrador, un límpido que me libera de todas las manchas, de las putrefacciones de mi ser…Y no se trata de eso.

La liturgia de hoy centra la atención sobre las consecuencias dolorosas del ministerio profético y del seguimiento de Jesús (Tomar la cruz). Tanto Jeremías como Mateo llaman la atención sobre el conflicto que tienen que afrontar tanto el profeta como Jesús.

Nuestro evangelio toma la continuación de la declaración de Pedro a Jesús:  “Tu eres el Mesias,  el Hijo del Dios vivo”. El texto nos presenta la confrontación de dos mentalidades: Pedro rechaza el sufrimiento y el Señor afirma que no hay verdadero amor sin sacrificio. Y esto es verdad en todas las relaciones de amor y amistad, en la vida de las parejas, en el ejercicio de una profesión o en la realización de una misión.

En el evangelio nos encontramos con un bello esquema catequético «sobre el discipulado como seguimiento de Jesús hasta la cruz». Jesús pone de manifiesto a sus discípulos que el camino de la resurrección está estrechamente vinculado a la experiencia dolorosa de la cruz. El núcleo principal es el primer anuncio de la pasión. Pero aun los discípulos, simbolizados en la persona de Pedro, no han comprendido esta realidad. 

Ellos están convencidos del mesianismo glorioso de Jesús que se enmarca dentro de las expectativas mesiánicas del momento. Jesús rechaza enfáticamente esta propuesta, pues la voluntad del Padre no coincide con la expectativa de Pedro y los discípulos. Por eso Pedro aparece como instrumento de Satanás delante de Jesús para obstaculizar su misión.

El maestro invita al discípulo a continuar su camino detrás de él porque aún no ha alcanzado la madurez del discípulo. Luego Jesús se dirige a todos los discípulos para señalarles que el camino del seguimiento por parte del discípulo también comporta la cruz. No hay verdadero discipulado si no se asume el mismo camino del Maestro. El anuncio del evangelio trae consigo persecución y sufrimiento. Tomar la cruz significa participar en la muerte y resurrección de Jesús. La pérdida de la vida por la Causa de Jesús habilita al discípulo para alcanzarla en plenitud junto a Dios.

En el Bautismo hemos sido consagrados sacerdotes profetas y reyes. Por lo tanto la dimensión profética de nuestra fe es intrínseca a la consagración bautismal. Hoy no podemos prescindir del profetismo en el seguimiento de Jesús. Y sabemos que las consecuencias del profetismo, vinculado estrechamente a la misión evangelizadora, son la oposición, la persecución, el rechazo y el martirio. Muchos hombres y mujeres en distintas partes del mundo se han jugado la vida por la fe y la defensa de los valores evangélicos. Si se quiere seguir a Jesús en fidelidad tendremos que enfrentar muchas contradicciones, caminar a contravía de lo que propone el orden establecido, la cultura imperante y la globalización del mercado -que no es otra cosa que la globalización de la exclusión-.

Quisiéramos vivir un cristianismo cómodo, sin sobresaltos, sin conflictos. Pero Jesús es claro es su invitación: hay que tomar la cruz, hay que arriesgar la vida, hay que perder los privilegios y seguridades que nos ofrece la sociedad si queremos ser fieles al evangelio.

¿Cómo vivimos en la familia y en la comunidad cristiana la dimensión profética de nuestro bautismo? ¿Estamos dispuestos/as a correr los riesgos que implica el seguimiento de Jesús? ¿Conocemos personas que han vivido la experiencia del martirio por el evangelio? ¿Ya no es tiempo para mártires, o lo es para mártires de otra manera?


Oración :

Señor, cuando yo miro a tus apóstoles
que te han seguido con confianza y coraje
y que han muerto mártires, yo me digo que
poner mis pasos sobre tus pasos,
no es una invitación al reposo o a la pereza.
Se ha de pensar dos veces antes de montar en tu barca.

Tú no has mostrado un camino lleno de rosas
a quienes quieren seguirte.
Tú les has prevenido y les has dicho
que como Tú debían llevar la cruz.
Pero con  el mismo aliento y respiro,
Tú les has declarado « felices » y Tú les has prometido
Que ellos estarían contigo por siempre.

Yo he puesto mi confianza en Ti y yo sigo tus pasos.
En los días sombríos, haz que  no me desanime.
Y en los días luminosos,
Permíteme darte gracias.
Amén.


3

Miedo a la cruz

«El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla?

Mateo 16:24–26

Justo antes de que Jesús diera esta enseñanza, predijo a los Doce por primera vez que “sufriría mucho a causa de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y sería asesinado, y resucitaría al tercer día”. 

Pedro, atemorizado, objetó diciendo: “¡Dios no lo permita, Señor! Nunca te sucederá tal cosa”. 

A la declaración de Pedro, Jesús responde con firmeza: “¡Apártate de mí, Satanás! Eres un obstáculo para mí. No estás pensando como Dios, sino como los seres humanos”. ¡Qué difícil debe haber sido escuchar a Jesús!

Jesús estaba listo y dispuesto a sufrir y morir por la salvación del mundo. Sabía que al morir transformaría la muerte misma en el medio mismo de la salvación eterna. Sabía que entregar su vida de esa manera era el mayor acto de amor que podía ofrecer; por lo tanto, Jesús no dudó en absoluto. Él estaba listo y dispuesto a dar su vida humana para que pudiéramos vivir.

Para entender esto debemos darnos cuenta de tres cosas. 

Primero, que al asumir nuestra naturaleza humana, Jesús forjó un vínculo entre Dios y la humanidad. 

Segundo, al compartir nuestra muerte, Él hizo posible que nos aferráramos a Él en nuestra propia muerte. 

En tercer lugar, al resucitar de entre los muertos, Jesús hizo posible que aquellos que se aferran a Él en la muerte también compartieran Su resurrección. 

Aunque sólo entenderemos plenamente este gran misterio de la redención en el Cielo, debemos esforzarnos por comprenderlo lo mejor que podamos aquí en la tierra.

Pedro no entendió esto, al menos no en el momento en que Jesús lo reveló por primera vez. Pedro permitió que el miedo lo tentara a interferir en el glorioso acto de salvación de Jesús. Por eso Jesús lo reprendió con tanta fuerza. Fue una reprimenda amorosa destinada a liberar a Pedro de su miedo y darle valor para abrazar el Sacrificio que Jesús estaba a punto de ofrecer.

El pasaje citado anteriormente sigue la reprimenda de Pedro y es la instrucción de Jesús sobre cómo todos compartiremos su regalo de la salvación. 

Para resucitar con Cristo, debemos morir libremente con Él. Debemos negarnos a nosotros mismos, es decir, todo egoísmo y pecado, e imitar el heroico sacrificio de Jesús de su vida. El resultado será que estemos unidos a Él en Su muerte y en Su Resurrección a una nueva vida.

El miedo puede paralizarnos. Pero el miedo, en este caso, es una respuesta que se basa en un error.

 Aceptamos ese error cuando actuamos por egoísmo. Cada uno de nosotros morirá. Es un hecho. La pregunta es cómo moriremos. Podremos morir egoístamente, viendo nuestra vida terrenal como el centro de todo. O podemos morir de manera abnegada con nuestro Señor uniéndonos a Su acto de amor sacrificial. 

Hacemos esto último, apartando la mirada de nosotros mismos y buscando todas las formas en que podamos imitar la muerte de Jesús. 

Debemos esforzarnos por servir, vivir con sacrificio, anteponer la voluntad de Dios a la voluntad humana, unirnos a Cristo y hacer del amor al prójimo nuestra misión en la vida.

 Esto es lo que hizo Jesús. Cuando hacemos esto, tomamos nuestra cruz, lo seguimos, morimos con Él y estamos preparados para participar en Su resurrección. Este es el único camino a la vida eterna.

Reflexiona hoy sobre las palabras “Toma tu cruz y sígueme”. 

Esta es la instrucción más sagrada de Jesús para todos nosotros sobre cómo debemos vivir y cómo compartiremos su regalo de la vida eterna. 

¿A qué cruz en tu vida tienes miedo? ¿Qué acto de sacrificio evitas? 

El verdadero amor duele en el sentido de que siempre es desinteresado. Debemos morir a nosotros mismos. 

Reflexiona sobre cualquier forma en la que no lo hagas y permite que la reprimenda de Jesús a Pedro también te reprenda a ti para que seas liberado del temor de este santo amor sacrificial que te unirá a nuestro Señor.


Mi Señor sacrificial, Tú no temiste dar Tu vida sagrada por todos nosotros. Abrazaste Tu misión de amor al entrar en la muerte misma para que pudiéramos morir contigo y así compartir Tu Resurrección. Por favor líbrame de todo temor a las cruces en mi vida y ayúdame a abrazar plenamente una vida de amor sacrificial. Jesús, en Ti confío.


 Referencias Bibliográficas:


 http://vieliturgique.ca

http://prionseneglise.ca

http://paroissesaintefamilledevalcourt.org

http://mystereetvie.com

HETU, Jean-Luc. Les Options de Jésus

Comentarios

Entradas populares de este blog

En los 100 años del nacimiento de Dabbs Greer, el reverendo Alden de "La Familia Ingalls"

En los 22 años de la muerte del más célebre enano de Hollywood: Hervé Villechaize

A-Dios Esperanza Acevedo: Vicky (11 noviembre 1947 o 1948? - 15 de marzo 2017)