Un Mesías sin cruz?
El Mesías según el corazón de Dios conduce su vida a la manera del
servidor sufriente: por su muerte y su resurrección, Él asegura la salvación de
la humanidad. Como discípulos, estamos llamados a compartir el destino de
Cristo: servir y amar hasta el final.
El Padre nos invita a su casa donde quiere revelarnos a su Hijo y su
misión mesiánica. Vayamos a Él con sentimientos de alegría y pidámosle prepare
nuestros corazones para recibir su Palabra.
Primera
lectura:
Lectura del libro de Jeremías
(20,7-9):
Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste y me pudiste. Yo era el
hazmerreir todo el día, todos se burlaban de mí. Siempre que hablo tengo que
gritar: «Violencia», proclamando: «Destrucción.» La palabra del Señor se volvió
para mí oprobio y desprecio todo el día. Me dije: «No me acordaré de él, no
hablaré más en su nombre»; pero ella era en mis entrañas fuego ardiente,
encerrado en los huesos; intentaba contenerlo, y no podía.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 62,2.3-4.5-6.8-9
R/. Mi alma está sedienta de ti,
Señor, Dios mío
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti
madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.R/.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R/.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R/.
Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san
Pablo a los Romanos (12,1-2):
Os exhorto, hermanos, por la misericordia
de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios;
éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino
transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es
la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san
Mateo (16,21-27):
En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que
tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos
sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer
día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡No lo permita Dios, Señor!
Eso no puede pasarte.»
Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces
tropezar; tú piensas corno los hombres, no como Dios.»
Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «El que quiera venirse conmigo, que se
niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su
vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve
a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre,
y entonces pagará a cada uno según su conducta.»
Palabra del Señor
A guisa de
introducción:
Sueño y realidad:
Mismo si con
frecuencia se habla de manera bella y romántica de Resurrección, de Vida Futura
con un cuerpo transformado; todas estas realidades no dejan de parecernos
lejanas, y difícilmente nos motivan para aceptar las pruebas, los sufrimientos.
Uno
escucha decir a menudo : “uno se acerca más de Dios en el
sufrimiento”, y esto es verdad para ciertas personas. La mayoría de la gente
considera que una prueba es una prueba desde todo punto de vista. La prueba no
aceptada conduce a la agresividad, a lo que es contrario de la felicidad.
No es mejor dejarse
paralizar por el miedo, el dolor y el mal. Tampoco es mejor disimular o hacer
como si la enfermedad no existiera, como esa mujer que no hablaba de su
enfermedad, ni a sus hijos, ni a sus compañeros de trabajo, ni a sus parientes;
cuando ella va al hospital, uno no lo sabrá que después de lo peor,
indirectamente; pues ella quería esconder todo, se negaba a hablar de ello: lo
que constituye para muchos una evasión perfecta.
En nuestros días, la
evasión es la gran plaga de la sociedad (por el alcohol, la droga, los
medicamentos en exceso, el sueño continuo). Los vendedores de evasión muestran
su mercancía como sueños para alcanzar la felicidad; ciertos grupos
espirituales presentan la felicidad, accesible por el conocimiento, el
pensamiento positivo (la auto-ayuda); el yoga, los affaires de los llamados coachs ("couchs"), según la gnosis, uno piensa y uno vive
como si el mal no existiera bajo todas sus formas, incluyendo a la muerte.
Jesús rechaza la
gloria fácil que sueña el apóstol. “Pedro no vengas aquí a ponerle trabas a mi
proyecto”, “no intentes detener mi marcha”; “yo he prometido al Padre realizar
mi trabajo, como humano, por el camino del amor y de la humillación. Uno sufre
por quienes ama. “Yo amo la humanidad hasta el punto de dar mi vida por ella;
yo amo a mi Padre, hasta el punto de hacer su Voluntad”.
Nadie, no hay ningún
ser humano que haya podido ni pueda sustraerse a la muerte, ni el mismo
Jesús, quien ha perdido su vida de hombre para que se manifieste en Él la vida
de Dios.
La fe es todo lo
contrario de la evasión, así como de lo real (si se entiende bien el sentido de
la fe, si la fe es más que superstición). Se pueden tomar medicamentos para
aliviar sus males, pero no para evadirse. Como Jesús, un ser humano responsable
mira la realidad de frente; es el realismo y el coraje (la apuesta) por la Fe.
Todos los que sufren
son invitados a comprender que Dios los ama hasta el punto de identificarse con
ellos, viviendo como ellos los mismos sufrimientos y la misma muerte.
Si miramos la vida de
no importa cual santo entre los tantos que tiene el calendario a lo largo del
año, en esencia, ellos meditan y viven la Pasión de Cristo. Permítanme
centrarme por ejemplo en el santo que celebramos esta semana y de quien se
cumplen 158 años de su muerte: San Juan María Vianey más conocido como “EL
santo cura de Ars”. A este cura de pueblo, sencillo, sacrificado, buen
predicador le obsesionaba cumplir la Voluntad de Dios y por ello se sometió a
la realidad de su época, no ingenuamente, sino de una manera lúcida y libre.
Este padrecito no se amilanó ante las burlas de la gente que lo asediaron al
principio, supo enfrentar su escasez de recursos tanto de iglesia como de casa
de residencia, comía y dormía poco y pasaba más de dos partes de la jornada (18
horas) en el confesionario y o orando ante el Santo Sacramento, testimonio y
ejemplo de vida que llevó a la conversión cristiana a muchas personas no
solo del pueblo de Ars sino de otras partes de Francia…San Juan María recibía
de Dios todo lo necesario: el poder de consolar, de sanar y de liberar la gente.
Los amigos de Jesús
toman su cruz cada día, “un día a la vez”, “cada día con su propio afán”, con
valentía, con todas las capacidades humanas y con la Fe puesta en Dios; para
ellos el mercader de felicidad y en quien fijan su voluntad personal, es
Aquel que da Salud y Vida: Dios.
Aproximación psicológica al texto del Evangelio:
Controlar todo y al mismo tiempo perder todo
No conozco a nadie
que haría del evangelio de este domingo su pasaje favorito, un pasaje que al
leerlo regularmente le permitiera decir al mismo tiempo que lo degusta, lo
saborea por la fuerza de su sabiduría: “sufrir”, “ser asesinado”, “tomar su
cruz”, “perder su vida”, “recibir la recompensa de acuerdo a su conducta”.
Todos los
ingredientes están reunidos para hacer revivir un cristianismo que muchos han
“vomitado” desde los años 60. A menos de ser masoquista, uno no puede aspirar
de nuevo, desear una tal vía o camino.
Y por lo tanto, no
será verdad que este pasaje quizás encierre el secreto para un destino
extraordinario, para una verdadera vida dentro de todo lo que ella puede dar?
Nuestras imágenes de autoflagelación, de vida disminuida y de pan de miseria no
serán totalmente falsas? Los slogans como “es necesario hacer sacrificios” no
pasarán de largo, son irrelevantes con respecto a lo que dice Jesús? Ante
todo, qué significa “negarse a sí mismo”, “tomar su cruz”, “perder su vida?”
Me parece que la
pista más fecunda para comprender las interpelaciones de Jesús es aquella
respecto a nuestra necesidad de controlar, controlar nuestra vida, controlar
aquello que nos rodea. Ustedes saben que con las pulsiones sexuales, el control
es una de las grandes necesidades que nos habitan. El control está mismo en el
origen del progreso de nuestro mundo: lograr controlar las fuerzas hostiles,
arribar a controlar nuestras fuentes de subsistencia, lograr controlar lo que
será mañana. Uno no apostará mucho por una compañía que no controle sus
entradas y sus salidas. Y por lo tanto no hay acá para nuestra humanidad un
obstáculo/ un riesgo?
Cada uno podría hacer
el ejercicio de nombrar aquello que controla o lo que le gustaría controlar. A
quien no le gustaría ejercer un control absoluto en su trabajo, en su empleo.
Acaso los sindicatos no surgieron a raíz de esta necesidad? Pero qué sucede
cuando esta necesidad de control, sea del lado patronal, del lado sindical, se
convierte en un absoluto en sí mismo? No hay ya más evolución, ni
novedad, no se escuchan ya más ideas originales, no hay mas adaptación a las
nuevas condiciones del mercado, no se cuestiona más las prácticas acostumbradas, no se hace mas llamada a las
nuevas capacidades de la gente. El control erigido como absoluto va no
solamente matar a la empresa, sino
también matar a todo el personal.
En nuestra calidad de
padres quisiéramos controlar el destino de nuestros hijos, y esto, aduciendo, querer su bienestar. Como vemos con más amplias perspectivas, como deseamos para ellos
un destino fabuloso y sobre todo como no queremos que conozcan las mismas
dificultades que nosotros conocimos, tratamos entonces de pavimentarles el
camino, proveerles de lo necesario, indicarles la vía a seguir, protegerles de
una serie de males. El problema, es cuando ese deseo, bien intencionado en sí,
se convierte en ejercicio de control.
Cuando yo pierdo el
control de una realidad, yo tengo la impresión de morir. En el mundo político,
hay hacedores de imágenes que ejercen un control absoluto sobre lo que se dice
y se escribe sobre un personaje.
Por definición, el
controlador quiere conservar lo que existe, y de ese modo puede impedir que
lleguen realidades nuevas. Hay como una dialéctica entre el control de las
cosas y la verdad de las cosas.
Volvamos a Jesús. La mención del destino
trágico que le espera no es más que una manera de decir: “yo quiero permanecer fiel a mi verdad y a la realidad de las cosas,
mismo si eso implica que yo pierda el control sobre el destino de mi vida”. Debido
a que Él no ha tratado de controlar todo en su caminar, Él ha dejado advenir la
vida. Planificar su vida es una cosa, controlarla es otra. Hay como una semilla
de muerte en el control.
El proyecto de mi
vida, es aceptar de dejarme “quemar” por las palabras de mis hijos, de mis
colegas, de mi conyugue, de los medios, de todo aquello que puede contener una
capa de verdad, y eso implica aceptar no controlarlas, eso implica “olvidarse
de sí mismo”, de “desprenderse de su vida”.
He aquí mi meditación actual, he
aquí lo que nuestra sociedad y el conjunto de la Iglesia debería meditar. Es la
condición para dejar advenir una vida superabundante que uno no se imagina.
Reflexión Central:
1
Seguir
a Cristo hoy
A veces uno se
imagina que porque se ha aceptado seguir a Jesús, y se le ha dicho si, todo va
a ser color de rosa, pero las cosas no son así.
El Señor nos había
prevenido: “El que quiera venirse conmigo, que reniegue de sí mismo,
que cargue con su cruz y entonces me siga.”. Pero, lo que es maravilloso,
es la continuación del discurso de Jesús:
“Si alguno quiere poner a salvo
su vida, la perderá; en cambio, el que pierda su vida por causa mía, la pondrá al seguro”.
El ejemplo del profeta Jeremías es convincente en ese sentido. La exhortación
de Pablo a los Romanos va en la misma dirección. Y hoy la vida de una
gran cantidad de “enviados de Dios”, testimonia siempre esta misma verdad.
Y
como cristianos, no somos todos nosotros, en un sentido u otro, “enviados de
Dios”?
Proclamar la Palabra
y seguir a Jesús, una tarea infatigable
El profeta Jeremías
lo ha aprendido a base de esfuerzos. Anunciar el bien, está bien. Pero
denunciar el mal, es algo incómodo, cuestiona, esto suscita reacciones que a
veces, van demasiado lejos, mismo hasta la muerte. Jeremías un día, se ve en el
fondo de una cisterna, sumergido hasta el cuello…muchas veces, desanimado, ha
querido abandonar su vocación de profeta. Pero siempre, una voz le decía que él
no podía sustraerse de su misión y que el Señor le sostendría hasta el fin.
San Pablo, cuando
escribe a los Romanos, sabe de qué está hablando: Él mismo ha sido perseguido
una y otra vez: es sino leer los capítulos 11 y 12 de la segunda carta a los
Corintios para darse cuenta. Todos los apóstoles, a excepción de Juan, murieron
mártires. Y de igual manera, la historia reciente, está llena de esos testigos
que han anunciado Jesús hasta el don de su vida. Que se piense en Monseñor
Romero en El Salvador, en Girardi, en los obispos colombianos Jesús Emilio
Jaramillo e Isaías Duarte, en los monjes de Tiberina (Algeria) (cuya vida fue
llevada a la pantalla en la película: “De dioses y hombres” (“Des hommes et des
dieux”). Si ustedes reciben el correo internet de la Agencia Zenit,
pueden ver a menudo los anuncios o pequeñas noticias de mártires
contemporáneos por causa de la FE.
Jesús mismo nos ha
mostrado el camino, su agonía, su camino de la cruz (via-crucis), su muerte,
abandonado como un vulgar bandido, (de quien nosotros damos testimonio de la
Resurrección)…
El arrojo o valentía
para anunciar la Palabra y seguir a Jesús
Es el deber de todo
bautizado. La mayor parte del tiempo, no todos los cristianos lo hacen ante la
Asamblea Dominical, pero lo hacen de diversas maneras en la vida corriente…
Puesto que dar
testimonio del Evangelio de hoy exige con frecuencia coraje,
ese coraje que viene
de la fuerza del Espíritu de Jesús.
Coraje de tomar
partido por los más marginados de nuestra sociedad.
Coraje de manifestar
sin violencia, en contra de los poderes del dinero
y en contra de
las violencias armadas o no armadas,
que se ejercen en
contra de los pueblos impotentes y dominados,
Coraje de
manifestarse en contra de los explotadores sin escrúpulos,
en contra de los
abusadores de niños…
coraje para afirmar
los derechos de quienes no tienen voz,
de los sin
documentos, de los sin techo.
Coraje para no hacer
trampa, para no cometer fraude,
cuando otros lo hacen
sin vergüenza.
Coraje para no
blasfemar cuando todos alrededor lo hacen.
Coraje para ser fiel
a sus compromisos y responsabilidades en el matrimonio,
cuando otros los
desdeñan con facilidad.
Coraje de orar, de
detenerse al pasar ante la iglesia,
de ir a la misa del
domingo, cuando otros además de no ir también se mofan,
y ridiculizan a
quienes asisten.
Coraje para
permanecer de pie, siendo verdadero y justo, cuando los otros trepan.
Coraje de evangelio,
coraje de los profetas como Jeremías, como Jesús,
como los apóstoles,
como muchos hoy, quienes, a veces, lo pagan mismo con su vida.
Aquellos que siguen a
Jesús y toman su cruz no son abandonados por Dios, sino que por el contrario se
hacen más cercanos a Él.
Qué es lo que
sostiene a estos testigos de Dios y de Cristo? Qué es lo que hace que ellos
continúen proclamando la Palabra y viviendo a pesar de las dificultades? Es
por su fuerza de carácter? Acaso por qué tienen la cabeza dura? Acaso son
testarudos como mulas? O es por que son muy orgullosos para abandonarlo todo? No,
para nada. Es debido a que en primer lugar, ellos son sostenidos por la fuerza
del mismísimo Dios. Los testigos de Dios tienen sed de Dios y no pueden
evadirlo. Su sed es tan grande que ellos quieren a cualquier precio comunicarla
a los otros. Ellos han visto « la fuerza y la gloria » de Dios: ellos
han sido encandilados y ellos quieren que los demás sean encandilados como
ellos! Y todo esto, a pesar de las dificultades y las persecuciones, « la
alegría en los labios, ellos dicen la gloria de Dios ». Ellos creen que el
Señor es su « auxilio » y que « la diestra de Dios los
sostiene » (Salmo 63).
Por otro lado, ellos
se consuelan y se sienten seguros creyendo que el Reino de Dios pertenece a
aquellos que son perseguidos a causa del Señor. Jesús mismo no duda en
proclamarlos « bienaventurados » o « felices » (según la
traducción) (Mateo 5,10). Y promete: « Aquel que pierde su vida por mí la
guardará ».
Entre nosotros, no
todos estamos llamados a testimoniar de Jesús como Jeremías o como Pablo. Es
probable que la mayoría de nosotros no muramos mártires por el hecho de haber anunciado a
Jesús. Pero queda y es evidente, en nuestro mundo
impulsado por el dinero, el look, el poder y el placer, que aquellos que se muestran o aparecen como cristianos
que siguen a Jesús y el Evangelio, viven
consecuentemente y deben muy a menudo demostrar el coraje y arrojo
evangélico.
Seguir a Jesucristo
hoy como siempre, como en todo tiempo, demanda una FE profunda en su persona y
su misterio, una esperanza a toda prueba y un gran amor a Dios y a las
personas, sobre todo a las más desafortunadas.
Este coraje se obtiene contemplando
a Cristo regularmente en su vida y en sus enseñanzas, en su Eucaristía e
igualmente orándole a cada instante.
2
Vocación- Misión- Dar la vida- ganar la eternidad
Seguir a Jesús significa tomar (y o asumir) sus mismos
riesgos. Una opción cuando es fundamental conduce a tomar decisiones
y gestos concretos. Y esto puede suscitar la incomprensión, el juzgamiento y…LA
CRUZ, la misma que Jesús enfrentó.
Todos, en algún momento de nuestra vida nos hemos encontrado
una o varias veces con nosotros mismos y con esa voz profunda, superior, que
está más allá de nosotros mismos…Y que llamamos, La conciencia, Dios, o esa
inteligencia que busca entrar en contacto con nosotros…
Y en esa cita o esos encuentros quizás hemos puesto poco de
nuestra parte: atención, silencio, reflexión, ORACIÓN…
Muchas veces hemos oído hablar y hablamos de VOCACION, como
ese momento clave de la vida cuando nos dimos cuenta que nuestra existencia
estaba llamada a algo superior, a algo grande…cuando nos cercioramos que la
VIDA es un misterio y que no es solamente un suceso biológico o
accidental…que nuestra vida tiene un sentido, y que ella no debe vivirse con
facilidad, por vivirse, desprovista de todo sentido…
Y así los hombres y mujeres creyentes, que creemos tener la
fe en potencia, en embrión (porque naturalmente ha de desarrollarse,
evolucionar y madurar gradualmente) decimos que Dios nos llama, que estamos invitados
a hacer de nuestra vida una aventura de entrega, de amor y de búsqueda de lo
esencial todos los días…Y una búsqueda de realización afrontando las
dificultades, los obstáculos, el misterioso mal y hacer frente a la violencia
de quienes se oponen a los designios bondadosos y bienaventurados de
Dios.
Así yo describiría simplemente eso que llamamos VOCACION
CRISTIANA…pues después nos encontraríamos con Jesús y su evangelio y nos
sentimos identificados con su vida, su misión y su “aparente final “ que no es
más que “el principio de todo”.
El gran problema de todo ser humano es permanecer
voluntariamente sordo, ciego e insensible a los llamados y signos de Dios…
Su gran problema es guardarse la semilla o tirarla entre las
rocas y las espinas, su gran tragedia es enterrar la moneda (el talento) y
esperar con pasividad y negligencia la respuesta o reacción de Dios quien le ha
dispensado de la semilla y la moneda.
“TOMAR LA CRUZ”…Cuántas malinterpretaciones ha tenido a lo
largo de la historia esta expresión…seamos sinceros la hemos entendido como
“ser masoquistas”, “sufrir por sufrir…porque a Dios le agradan
quienes sufren y los lleva al cielo”. “sufrir es necesario para que Dios
perdone mis pecados de ahora (de mi juventud)”…El sufrimiento es entonces un
borrador, un límpido que me libera de todas las manchas, de las putrefacciones
de mi ser…Y no se trata de eso.
La liturgia de hoy centra la atención sobre las consecuencias
dolorosas del ministerio profético y del seguimiento de Jesús (Tomar la cruz).
Tanto Jeremías como Mateo llaman la atención sobre el conflicto que tienen que
afrontar tanto el profeta como Jesús.
Nuestro evangelio toma la continuación de la declaración de
Pedro a Jesús: “Tu eres el Mesias, el Hijo del Dios
vivo”. El texto nos presenta la confrontación de dos mentalidades: Pedro rechaza
el sufrimiento y el Señor afirma que no hay verdadero amor sin sacrificio. Y
esto es verdad en todas las relaciones de amor y amistad, en la vida de las
parejas, en el ejercicio de una profesión o en la realización de una misión.
En el evangelio nos encontramos con un bello esquema
catequético «sobre el discipulado como seguimiento de Jesús hasta la cruz».
Jesús pone de manifiesto a sus discípulos que el camino de la resurrección está
estrechamente vinculado a la experiencia dolorosa de la cruz. El núcleo
principal es el primer anuncio de la pasión. Pero aun los discípulos,
simbolizados en la persona de Pedro, no han comprendido esta realidad.
Ellos están convencidos del mesianismo glorioso de Jesús que
se enmarca dentro de las expectativas mesiánicas del momento. Jesús rechaza
enfáticamente esta propuesta, pues la voluntad del Padre no coincide con la
expectativa de Pedro y los discípulos. Por eso Pedro aparece como instrumento
de Satanás delante de Jesús para obstaculizar su misión.
El maestro invita al discípulo a continuar su camino detrás
de él porque aún no ha alcanzado la madurez del discípulo. Luego Jesús se
dirige a todos los discípulos para señalarles que el camino del seguimiento por
parte del discípulo también comporta la cruz. No hay verdadero discipulado si
no se asume el mismo camino del Maestro. El anuncio del evangelio trae
consigo persecución y sufrimiento. Tomar la cruz significa participar en la
muerte y resurrección de Jesús. La pérdida de la vida por la Causa de Jesús habilita
al discípulo para alcanzarla en plenitud junto a Dios.
En el Bautismo hemos sido consagrados sacerdotes profetas y
reyes. Por lo tanto la dimensión profética de nuestra fe es intrínseca a la
consagración bautismal. Hoy no podemos prescindir del profetismo en el
seguimiento de Jesús. Y sabemos que las consecuencias del profetismo, vinculado
estrechamente a la misión evangelizadora, son la oposición, la persecución, el
rechazo y el martirio. Muchos hombres y mujeres en distintas partes del mundo
se han jugado la vida por la fe y la defensa de los valores evangélicos. Si se
quiere seguir a Jesús en fidelidad tendremos que enfrentar muchas
contradicciones, caminar a contravía de lo que propone el orden establecido, la
cultura imperante y la globalización del mercado -que no es otra cosa que la
globalización de la exclusión-.
Quisiéramos vivir un cristianismo cómodo, sin sobresaltos,
sin conflictos. Pero Jesús es claro es su invitación: hay que tomar la cruz,
hay que arriesgar la vida, hay que perder los privilegios y seguridades que nos
ofrece la sociedad si queremos ser fieles al evangelio.
¿Cómo vivimos en la familia y en la comunidad cristiana la
dimensión profética de nuestro bautismo? ¿Estamos dispuestos/as a correr los
riesgos que implica el seguimiento de Jesús? ¿Conocemos personas que han vivido
la experiencia del martirio por el evangelio? ¿Ya no es tiempo para mártires, o
lo es para mártires de otra manera?
Oración :
Señor, cuando yo miro
a tus apóstoles
que te han seguido
con confianza y coraje
y que han muerto
mártires, yo me digo que
poner mis pasos sobre
tus pasos,
no es una invitación
al reposo o a la pereza.
Se ha de pensar dos
veces antes de montar en tu barca.
Tú no has mostrado un
camino lleno de rosas
a quienes quieren
seguirte.
Tú les has prevenido
y les has dicho
que como Tú debían
llevar la cruz.
Pero con el
mismo aliento y respiro,
Tú les has declarado
« felices » y Tú les has prometido
Que ellos estarían
contigo por siempre.
Yo he puesto mi
confianza en Ti y yo sigo tus pasos.
En los días sombríos,
haz que no me desanime.
Y en los días
luminosos,
Permíteme darte
gracias.
Amén.
3
Miedo a la cruz
«El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla?
Mateo 16:24–26
Justo antes de que Jesús diera
esta enseñanza, predijo a los Doce por primera vez que “sufriría mucho a causa
de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y sería asesinado,
y resucitaría al tercer día”.
Pedro, atemorizado, objetó diciendo: “¡Dios
no lo permita, Señor! Nunca te sucederá tal cosa”.
A la declaración
de Pedro, Jesús responde con firmeza: “¡Apártate de mí, Satanás! Eres un
obstáculo para mí. No estás pensando como Dios, sino como los seres
humanos”. ¡Qué difícil debe haber sido escuchar a Jesús!
Jesús estaba listo y dispuesto
a sufrir y morir por la salvación del mundo. Sabía que al morir
transformaría la muerte misma en el medio mismo de la salvación
eterna. Sabía que entregar su vida de esa manera era el mayor acto de amor
que podía ofrecer; por lo tanto, Jesús no dudó en absoluto. Él estaba
listo y dispuesto a dar su vida humana para que pudiéramos vivir.
Para entender esto debemos
darnos cuenta de tres cosas.
Primero, que al asumir nuestra naturaleza humana,
Jesús forjó un vínculo entre Dios y la humanidad.
Segundo, al compartir
nuestra muerte, Él hizo posible que nos aferráramos a Él en nuestra propia
muerte.
En tercer lugar, al resucitar de entre los muertos, Jesús hizo
posible que aquellos que se aferran a Él en la muerte también compartieran Su
resurrección.
Aunque sólo entenderemos plenamente este gran misterio de la
redención en el Cielo, debemos esforzarnos por comprenderlo lo mejor que
podamos aquí en la tierra.
Pedro no entendió esto, al
menos no en el momento en que Jesús lo reveló por primera vez. Pedro
permitió que el miedo lo tentara a interferir en el glorioso acto de salvación
de Jesús. Por eso Jesús lo reprendió con tanta fuerza. Fue una reprimenda
amorosa destinada a liberar a Pedro de su miedo y darle valor para abrazar el
Sacrificio que Jesús estaba a punto de ofrecer.
El pasaje citado anteriormente
sigue la reprimenda de Pedro y es la instrucción de Jesús sobre cómo todos
compartiremos su regalo de la salvación.
Para resucitar con Cristo,
debemos morir libremente con Él. Debemos negarnos a nosotros mismos, es
decir, todo egoísmo y pecado, e imitar el heroico sacrificio de Jesús de su
vida. El resultado será que estemos unidos a Él en Su muerte y en Su
Resurrección a una nueva vida.
El miedo puede
paralizarnos. Pero el miedo, en este caso, es una respuesta que se basa en
un error.
Aceptamos ese error cuando actuamos por egoísmo. Cada uno
de nosotros morirá. Es un hecho. La pregunta es cómo
moriremos. Podremos morir egoístamente, viendo nuestra vida terrenal como el
centro de todo. O podemos morir de manera abnegada con nuestro Señor
uniéndonos a Su acto de amor sacrificial.
Hacemos esto último, apartando la mirada
de nosotros mismos y buscando todas las formas en que podamos imitar la muerte
de Jesús.
Debemos esforzarnos por servir, vivir con sacrificio, anteponer
la voluntad de Dios a la voluntad humana, unirnos a Cristo y hacer del amor al prójimo nuestra
misión en la vida.
Esto es lo que hizo Jesús. Cuando hacemos esto,
tomamos nuestra cruz, lo seguimos, morimos con Él y estamos preparados para
participar en Su resurrección. Este es el único camino a la vida eterna.
Reflexiona hoy sobre las
palabras “Toma tu cruz y sígueme”.
Esta es la instrucción más sagrada de
Jesús para todos nosotros sobre cómo debemos vivir y cómo compartiremos su
regalo de la vida eterna.
¿A qué cruz en tu vida tienes miedo? ¿Qué
acto de sacrificio evitas?
El verdadero amor duele en el sentido de que
siempre es desinteresado. Debemos morir a nosotros mismos.
Reflexiona
sobre cualquier forma en la que no lo hagas y permite que la reprimenda de
Jesús a Pedro también te reprenda a ti para que seas liberado del temor de este
santo amor sacrificial que te unirá a nuestro Señor.
Mi Señor sacrificial, Tú no
temiste dar Tu vida sagrada por todos nosotros. Abrazaste Tu misión de
amor al entrar en la muerte misma para que pudiéramos morir contigo y así
compartir Tu Resurrección. Por favor líbrame de todo temor a las cruces en
mi vida y ayúdame a abrazar plenamente una vida de amor
sacrificial. Jesús, en Ti confío.
Referencias Bibliográficas:
http://vieliturgique.ca
http://prionseneglise.ca
http://paroissesaintefamilledevalcourt.org
http://mystereetvie.com
HETU, Jean-Luc. Les Options de Jésus
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