El Señor de los Milagros de Buga que ilumina nuestra liturgia de hoy, nos recuerda toda la misericordia y el amor que Jesucristo desde la cruz derramó sobre el mundo, pues a propósito en otras partes del mundo, este día se consagra a la veneración de la santa cruz que nosotros en Colombia, celebramos el 3 de mayo.
(Lucas 6, 27-38) Por el poder del Espíritu, podemos vivir en el amor ilimitado de Dios. Lo que nos pide no está más allá de nuestras fuerzas, porque Él mismo viene a apoyarnos. Solo nos queda abrirnos a la inmensidad de su amor.
PRIMERA LECTURA
Por encima de todo, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 12-17
Hermanos:
Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada.
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo.
Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente.
Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Palabra de Dios
Sal 150, 1-2. 3-4. 5
R. Todo ser que alienta alabe al Señor.
Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza. R.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
Alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas. R.
Alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor. R.
EVANGELIO
Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 27-38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen.
Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante.
La medida que uséis, la usarán con vosotros.»
Palabra del Señor
1
Vestir la misericordia entrañable y ceñirse con el cinturón del amor
En los tiempos de Pablo y los primeros cristianos, el vestido era algo muy sencillo: constaba prácticamente de una túnica de una sola costura, ceñida o amarrada a la altura de la cintura con un cíngulo o cinturón.
Pablo ve en ese camisón o túnica, a la misericordia, acompañada de otras actitudes que pueden ser sus sinónimos: bondad, humildad, dulzura, comprensión. Por su parte el cinturón es el amor que lleva a la unidad.
Recordamos el mensaje del Papa Francisco que nos visitó en septiembre del 2017 y nos invitaba también a ser misericordiosos, amorosos, respondiendo a los desafíos concretos que se nos plantean después de tantos años de violencia y en un camino que estamos haciendo hacia la reconciliación y la paz.
El Señor de los Milagros de Buga que ilumina nuestra liturgia de hoy, nos recuerda toda la misericordia y el amor que Jesucristo desde la cruz derramó sobre el mundo, pues a propósito en otras partes del mundo, este día se consagra a la veneración de la santa cruz que nosotros en Colombia, celebramos el 3 de mayo.
En el Evangelio, Jesús nos dice que el amor de Dios da el tono, da la clave de cómo debemos amar. Pues ya que Dios ama gratuitamente, nosotros hemos de hacer lo mismo.
El Papa Francisco en su visita a nuestro país, nos sugería entre otras cosas, que es posible vivir juntos, amar sin esperar nada a cambio, y mismo es posible dar el primer paso hacia los enemigos.
El ideal de vida propuesta a los discípulos puede parecer ingenua o aberrante. Pero un verdadero amor, como aquel de los padres hacia los hijos, permite con frecuencia, dar más allá de toda razón o de todo juzgamiento o juicio. Dios ama infinitamente! Qué perspectiva para la vida de cada uno de nosotros!
2
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Lucas 6: 29-30
Esto debe haber sido impactante para los primeros discípulos de Jesús. En primer lugar, recuerde que Jesús enseñó estas palabras con una autoridad espiritual que dejó a los que tenían un corazón abierto con la convicción de que lo que Jesús enseñó era la verdad. Recuerde también que Jesús enseñó estas profundas lecciones espirituales en el contexto de la realización de numerosos milagros. Entonces, por estas razones, sus nuevos seguidores habrían sabido que lo que Jesús enseñó era verdad. Pero ¿cómo podrían aceptar plenamente tales enseñanzas?
Aunque muchos comentaristas intentarán señalar los principios espirituales más profundos que Jesús estaba enseñando, primero trate de tomar sus palabras al pie de la letra. Realmente dijo que debes ofrecer la otra mejilla a quien te golpee, darle tu túnica al que te robe tu manto, y dársela a todo el que te pida, sin exigir jamás lo que te quita. ¡Estas no son lecciones fáciles de aceptar!
Una cosa que nos enseñan estas poderosas lecciones es que hay algo mucho más importante en la vida que la humillación de ser golpeado en la mejilla y que le roben sus pertenencias. ¿Qué es eso más importante? Es la salvación de las almas.
Si tuviéramos que pasar por la vida exigiendo justicia terrenal y retribución por los agravios recibidos, no podríamos concentrarnos en lo más importante. No podríamos concentrarnos en la salvación de aquellos que nos han hecho daño. Es fácil amar a quienes son amables con nosotros. Pero nuestro amor debe extenderse a todos, ya veces la forma de amor que debemos ofrecer a otro es la libre aceptación de las injusticias que cometen contra nosotros. Hay un gran poder en este acto de amor. Pero solo podremos amar a otro de esta manera si nuestro profundo deseo es su salvación eterna. Si todo lo que queremos es justicia terrenal y satisfacción por los errores cometidos, podemos lograrlo. Pero puede ocurrir a expensas de su salvación.
A veces podemos caer en la trampa de pensar que todo mal debe corregirse aquí y ahora. Pero eso claramente no es lo que enseñó Jesús. Su sabiduría es mucho más profunda. Sabía que un acto profundo de misericordia y perdón hacia otro, especialmente cuando nos ha herido profundamente, es uno de los mayores regalos que podemos dar. Y es una de las acciones más transformadoras que también podemos hacer por nuestras propias almas. Cuando el amor duele, en el sentido de que nos cuesta nuestro orgullo terrenal, especialmente al dejar ir por completo la injusticia, entonces nuestro acto de amor por esa persona tiene un gran poder para cambiarla. Y si ese acto los cambia, entonces esta será la causa de su gozo por la eternidad.
Reflexione hoy sobre cualquier forma en que esta dura enseñanza de Jesús le resulte difícil. ¿Quién le viene a la mente al reflexionar sobre esta enseñanza? ¿Se rebelan sus pasiones contra este mandamiento de amor de Jesús? Si es así, entonces ha descubierto el área específica donde Dios quiere que crezca. Piense en cualquier persona con quien tenga un agravio y medite si desea su salvación eterna. Sepa que Dios puede usarlo para esta misión de amor si ama en la forma en que nuestro Señor lo ordena.
Mi misericordioso Señor, Tu amor está más allá de mi propia capacidad de comprender. Tu amor es absoluto y siempre busca el bien del otro. Dame la gracia, querido Señor, para amar con tu corazón y perdonar en la medida en que tú has perdonado. Úsame, especialmente, para ser un instrumento de salvación y misericordia para aquellos que más lo necesitan en mi vida. Jesús, en Ti confío.
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