19 de septiembre del 2021: 25o Domingo del Tiempo Ordinario (B)
«El que acoge a un niño me acoge a mí»
Los doce primeros que siguieron a Cristo les tomó mucho tiempo
comprender lo que significaba ser discípulos suyos.
Hoy, Jesús nos muestra sin
duda el aspecto más importante: servir a su manera!
Descubramos lo que significa servir a la manera de Jesús. Aprendamos de
Él que la primera manera de servir, es acoger!
PRIMERA
LECTURA
LECTURA
DEL LIBRO DE LA SABIDURÍA 2, 12.17-20
Se
dijeron los impíos: "Acechemos al justo, que nos resulta incomodo: se
opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende
nuestra educación errada; declara que conoce a Dios y se da el nombre de hijo
del Señor; es un reproche para nuestras ideas y solo verlo da grima; lleva una
vida distinta de los demás y su conducta es diferente; nos considera de mala
ley y se aparta de nuestras sendas como si fueran impuras; declara dichoso el
fin de los justos y se gloria de tener por padre a Dios. Veamos si sus palabras
son verdaderas, comprobando el desenlace su vida. Si es el justo hijo de Dios,
lo auxiliará, y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la
prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su
paciencia; lo condenamos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa
de él."
Palabra de Dios
SALMO
RESPONSORIAL
SALMO
53
R.- EL SEÑOR SOSTIENE MI VIDA.
Oh
Dios, sálvame por tu nombre,
sal
por mi con tu poder.
Oh,
Dios, escucha mi súplica,
atiende
a mis palabras. R.-
Porque
unos insolentes se alzan contra mí,
y
hombres violentos me persiguen a muerte
sin
tener presente a Dios. R.-
Pero
Dios es mi auxilio,
el
Señor sostiene mi vida.
Te
ofreceré un sacrificio voluntario
dando
gracias a tu nombre que es bueno. R.-
LECTURA DE LA CARTA DEL
APÓSTOL SANTIAGO 3, 16-4, 3
Queridos hermanos:
Donde hay envidia y
rivalidad, hay turbulencias y todo tipo de malas acciones.
En cambio, la sabiduría
que viene de lo alto es, en primer lugar intachable, y además es apacible,
comprensiva, conciliadora, llena de misericordia y buenos frutos, imparcial y
sincera.
El fruto de la justicia
se siembra en la paz para quienes trabajan por la paz.
¿De dónde proceden los
conflictos y las luchas que se dan entre vosotros? ¿No es precisamente de esos
deseos de placer que pugnan dentro de vosotros? Ambicionáis y no tenéis;
asesináis y envidiáis y no podéis conseguir nada, lucháis y os hacéis la
guerra, y no obtenéis porque no pedís.
Pedís y no recibís,
porque pedís mal, con la intención de satisfacer vuestras pasiones.
Palabra de Dios
ALELUYA 2
Tes 2, 14
Dios
nos llamó por medio del Evangelio, para que sea nuestra la gloria de nuestro
Señor Jesucristo
EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN
MARCOS 9, 30-37
En aquel tiempo, Jesús y sus
discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que
nadie se enterase porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía:
-- Hijo del Hombre va a ser
entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y después de muerto, a los
tres días resucitará.
Pero no entendían aquello, y les
daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó:
-- De que discutíais por el camino
Ellos no contestaron, pues por el
camino habían discutido quien era el más importante. Jesús se sentó, llamó a
los Doce y les dijo:
-- Quien quiera ser le primero, que
sea el último de todos y el servidor de todos.
Y acercando a un niño, lo puso en
medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
-- El que acoge a un niño como éste
en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al
que me ha enviado.
Palabra del
Señor.
A guisa de introducción:
Niños de hoy vs niños del tiempo
de Jesús
Jesús nos invita a “ser como niños” y
a menudo alguien nos grita: “deje de ser niño! Madure que está muy
grandecito!” Qué ironías, qué complejidad en la
comprensión de los términos y la diferencia de contextos.
Se nos dificulta entender lo que quería decir cuando
ha tomado aquel niño entre sus brazos y lo propone como ejemplo de lo que se
debía hacer para llegar a ser “grande” en nuestro mundo.
Y es más, es necesario decir de entrada que
cuando Jesús pone este niño en el centro para clarificar su mensaje no se
estaba refiriendo al “rey” o al “mimado” en que se ha convertido el infante de
nuestros días y de nuestra sociedad occidental.
Los niños en el mundo de hoy están en el centro de las
preocupaciones de nuestra sociedad y de algunos movimientos o asociaciones
pro-infantiles.
El niño ha llegado ha convertirse en el rey en un
mundo donde todo gira alrededor suyo. Ha llegado a ser el tipo o modelo de
consumidor que las marcas buscan seducir … y ha tomado tal importancia que el
chaval llega hasta influir y orientar en el gusto de sus propios padres.
No puede uno esconder la “rabiecita” de constatar como
tantos niños de nuestro entorno familiar, pequeños hijos de amigos son quienes
“manipulan”, toman decisiones y hacen lo que quieren con el beneplácito
inmaduro, “idiota” e “inconsciente” de sus progenitores y hasta de sus
instructores o mal llamados “maestros”. No se dan cuenta los cuervos que están
criando y más cuando los dejan avanzar en gestos de egoísmo, de irrespeto al
otro, de hacer valer su fuerza y su “poder” mismo en situaciones injustas (en
el juego, en la vida diaria de colegio, con sus compañeritos y hermanos, sus
vecinos…)
“Esos locos bajitos”, los llama en una de sus
canciones más sabias el legendario cantautor español JOAN MANUEL SERRAT…Pero
como él dice en su mensaje cantado, es responsabilidad de sus padres y
adultos que los crían el producto final y depende de como les domestiquen:
Esos locos bajitos que se incorporan
con los ojos abiertos de par en par,
sin respeto al horario ni a las costumbres
y a los que, por su bien, (dicen) que hay que domesticar.
Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma,
con nuestros rencores y nuestro porvenir.
Por eso nos parece que son de goma
y que les bastan nuestros cuentos
para dormir.
Nos empeñamos en dirigir sus vidas
sin saber el oficio y sin vocación.
Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones
con la leche templada
y en cada canción...
Un niño aprende rápidamente. Desde sus primeras
interacciones con el otro, muy temprano comprende que el primero en llegar es
el primero en ser servido. Ya sea para obtener lo mejor de un refrigerio, el
más bello juguete, el mejor lugar, el niño sabe que debe llegar primero, gritar
muy fuerte y o más fuerte que los otros, y mismo en algunas ocasiones
“empujar” o “estrujar” al otro para obtener lo que él quiere.
Ante este hecho, nuestra fibra parental nos incita a
intervenir. Viene la delicada pero necesaria tarea de educar nuestro niño
por el bien de él mismo y de los demás. Es necesario arrancarlo de la
tiranía del egoísmo y de la rivalidad que tiene tendencia a eliminar el otro, a
considerarlo como un adversario (el relato de Caín y Abel, simboliza y explica
esta realidad humana).
“El primero en llegar, primero en ser servido”, llega
a ser entonces “Primer servido, está bien así, pero déjale a los demás”.
Qué diferencia de los niños “mimados” de hoy a
los infantes de la época de Jesús…Los niños en ese tiempo y en todo el
mundo de Oriente, no contaban para nada. Eran los primeros entre los
“despreciados”. No son el objeto de ninguna consideración, sino más bien de
continuos desprecios y rechazos. En la tradición de la Biblia, ellos son más
bien un símbolo de debilidad e insignificancia que de inocencia.
Ellos representaban entonces a todos aquellos que no contaban para nada en la
sociedad, que no tenían poder, ni dinero, ni palabra.
Jesús abraza este niño que no cuenta, le da una marca
de deferencia y de estima, y llega hasta identificarse con este pequeño ser,
“débil” e “insignificante”. No solo se identifica con este niño, sino con
todos los despreciados, los no reconocidos, los seres anónimos, los
abandonados, los marginados de la sociedad: “aquel que acoge en mi nombre (retengamos
la precisión “en mi nombre”, superemos y o cambiemos la filantropía por
el “espíritu de Jesús”) un niño como éste, es a MI quien acoge”…Y más
aun! A través de mi, él acoge al Padre que me ha enviado.
La verdadera grandeza consiste en servir.
La lógica del Reino va todavía más lejos. Jesús afirma
que para ser el primero hay que llegar a ser el servidor de todos.
El testimonio de su vida prueba que eso no solamente
es posible sino que también es liberador. Así el privilegio del primero,
consiste en dejar subir los otros, sobre la misma escala de la DIGNIDAD.
He aquí todo un aprendizaje, una apuesta a retener,
una esperanza a concretizar.
Vemos entonces que el gesto de Jesús es completamente
revolucionario y tiene un valor de protesta a la cual deberíamos abrirnos hoy…
En un mundo donde la consigna es “cada quien para si
mismo”, dejémonos interpelar por la realeza de Cristo que consiste antes que
nada en ponerse al servicio de los otros.
Aproximación psicológica del evangelio:
La inocencia infantil antes de ser contaminada por
la sabiduría adulta
Comprendiendo el contexto en el cual Jesús pone al
niño como ejemplo, uno se pregunta enseguida en qué o por qué un niño puede dar
un ejemplo de grandeza. Si los niños no tenían instrucción y no sabían nada. EL
no tenía ningún ejemplo para dar aparte su ingenuidad. No comprendemos tampoco
en qué los niños podrían darnos lecciones en asuntos o materia de
fe. Como se podría ser grande ante los ojos de Dios comportándose como un niño?
Los niños no son adultos en miniatura. Ellos no
piensan como adultos, y tampoco reaccionan como ellos. Ellos tienen
comportamientos que les son propios. Ellos tienen particularmente una facultad
de maravillarse y sorprenderse que no tienen los adultos. Como contrapartida,
los adultos tienen el saber y la ciencia. Ellos cuentan también con la
sabiduría, o al menos eso se piensa.
Hoy, como ayer, a los niños se les imparte una
educación religiosa para que puedan adquirir las nociones elementales de la fe.
Para hacer parte de una comunidad cristiana y antes de tener acceso a responsabilidades
en la Iglesia y tomar parte en la Santa Cena (o Eucaristía) de manera
oficial, es necesario haber hecho todas las etapas del catecismo.
Los adultos legítimamente competentes son los
encargados de enseñar a los niños y son a la vez maestros y los guardianes de
la tradición. Era la misma situación en la época de Jesús. Era necesario
conocer los 616 artículos de la ley o al menos los 10 mandamientos que era
necesario respetar para poder crecer en la fe. Es a propósito de este
punto que Jesús parece estar en desacuerdo con nosotros y los adultos de su
tiempo. Parece que critica o protesta el hecho que para ser un hombre de fe sea
necesario haber adquirido la experiencia cerca de los más sabios que por si
mismo
El niño más que el adulto sabe observar lo que ocurre
en él. Él descubre muy rápido que su corazón está habitado por pensamientos
buenos y pensamientos malos. Él sabe cuáles sentimientos recorren su alma. Él
tiene un sentido la belleza, de la justicia, de aquello que es recto.
Pero él no sabe poner un nombre sobre el origen de esos fenómenos, no sabe que
Dios trabaja en él, pero constata los efectos en su inocencia. Por lo
tanto, muy pronto, los adultos intervienen para explicarle esos misterios y
para indicarle el buen camino a seguir y el niño pierde su candor.
Muy rápido también, sus padres y después sus maestros
van a enseñarle dominar el impulso de sus emociones y ellos van a enseñarle al
mismo tiempo todo lo que es necesario saber sobre Dios, sobre el pecado, sobre
la ley y el niño pasa de la espontaneidad infantil a la razón del adulto.
El niño va entonces aprender lo que los hombres saben
después de siglos sobre Dios, y es así como él llegara a ser un adulto bien
educado y un creyente honesto de cara a Dios.
Mas Jesús percibe que las cosas van muy rápido y que
uno no se detiene ni se da el tiempo suficiente a esta inocencia que le
permite escuchar a Dios y de referenciarlo mismo antes que se le
enseñe a hacerlo.
Así pues, sin que los adultos, padres o
educadores lo recuerden, su primer contacto con Dios se ha hecho a partir de
observaciones y de experiencias de vida interior que ellos han hecho cuando
eran niños y que las han guardado para si mismos debido a la incapacidad que
tenían para poderla expresar.
Este Dios total al interior de ellos mismos ha cedido
el lugar muy rápido a un Dios exterior a ellos mismos y quien tenía las
apariencias que el mundo de los adultos le habían bien querido dar.
Cualquiera que sea el modo en que los niños
escuchen hablar de Dios por los adultos, esto ocurre siempre de la misma
manera. Los adultos dan una información sobre Dios sin preocuparse por dar
importancia a las experiencias que puede haber tenido el pequeño niño en su
vida interior.
Jesús sabe bien, en cuanto a Él y por su
vivencia, que son las experiencias de la vida interior que nos llevaran
los unos y los otros a un conocimiento personal de Dios. Él invita entonces a
aquellos que lo escuchan a descender al fondo de ellos mismos con la misma
inocencia o ingenuidad que lo haría un niño que no sabe aun como expresarse y
que descubre que “eso” habla en su interior, mismo si no sabe que es Dios quien
se le manifiesta.
Como lo hizo Samuel de
niño en el santuario (1 Samuel 3-10).
Dios nos invita a redescubrir una espontaneidad
interior que ha sido alterada por aquello que la educación ha aportado al niño
y que hace de Dios una realidad exterior a él mismo. Siendo ya adulto, el
hombre no sabe más escuchar cuando Dios le habla en lo más profundo de su alma.
Jesús no desprecia por lo tanto la enseñanza de la ley, él no rechaza la
tradición transmitida por los “padres”, ellos son guías indispensables para
hacernos progresar en sabiduría. Pero él también dice que nosotros no
podemos progresar en la fe si no tratamos de conversar con Dios en nuestra
intimidad con Él, allí donde nadie puede acompañarnos ni venir con nosotros.
Si hoy muchos hombres y mujeres se alejan de Dios, la
razón es porque se les ha enseñado a referirse a un Dios que habla al exterior
de ellos mismos o a través de textos y tradiciones. Ellos descubren que ese
Dios, no esta en adecuación con el mundo moderno.
Aquellos que se desesperan por no encontrar en el Dios
que predican los hombres el camino de su salvación, de todos modos
lo encontrarán si tratan de rencontrar un corazón de niño que se maraville por
la acción de Dios escuchando lo que Él les dice de ellos mismos en lo más
profundo de su persona.
Reflexión Central:
Servir sin ser
serviles
Los primeros
discípulos se nos parecen. Ellos discutían con el fin de saber quién era el más
grande. Entre ellos había tensiones y rivalidades. Como ocurre con
todo grupo, después de cierto tiempo de constitución y de
desplazamientos, es probable que diferentes funciones hubieran sido
distribuidas entre los discípulos…Así alcanzamos a percibir un poco en los
evangelios que Judas era el tesorero y que Felipe era quien acercaba a Jesús
personas extranjeras, quizás por su conocimiento del griego, pero quién
se ocupaba de la seguridad, de la comida, del lugar para dormir, de las
reuniones públicas? El grupo se constituía, tomaba forma. No era todavía una
Iglesia, y Jesús asumía la dirección indiscutible del grupo. Pero como se creía
que Él restablecería el Reino de Dios, cada uno se preguntaba qué lugar, qué
puesto ocuparía en dicho Reino. Se tendría en cuenta la antigüedad, la edad, la
fortuna personal, la pertenencia familiar, las cualidades personales? Son
cuestiones, preguntas, bien normales. A quién de entre nosotros le gustaría
trabajar 30 años en una empresa y terminar en el mismo nivel o cargo que
comenzó? Hay concursos, hay promociones, oportunidades de ascenso (que lo digan
mis colegas docentes, que saben tanto de esto…).
Los discípulos
discuten de estas funciones o cargos entre ellos. Cuando Jesús les pregunta de
qué hablan, ellos se callan, un poco incómodos.
Entonces Jesús toma
la delantera y les propone una paradoja desconcertante: aquel que quiera ser el
primero, que sea el último de todos, que llegue a ser el servidor de todos.
Jesús promueve la inversión de los valores. El proclama bienaventurado al pobre
y desgraciado al rico. Él aclama los pacíficos, los afligidos, los sedientos de
justicia, los artesanos de la paz. Jesús no dice que no habrá primeros ni jefes
en su Reino. Él tampoco anuncia la democracia o la puesta en pie del proceso de
consultación o de concertación. A la pregunta sobre la determinación de
quién será el jefe, no responde. Es decir, que Él da una respuesta en el orden
de la moral y de la espiritualidad. Aquel que quiera ser el primero que se haga
el último. Aquel que quiera mandar que se haga servidor de todos. De
hecho, quién ha hecho eso? Jesús, Él mismo. « Jesús no
reivindicó el derecho que tenia de ser igual a Dios, al contrario se despojó de
su rango, haciéndose obediente hasta la muerte y una muerte de cruz » (Filipenses
2,6-8). Jesús ha tomado el último lugar. Charles de Foucault a quien hemos
celebrado este 15 de septiembre le gustaba decir “que Jesús se ha apoderado tan
bien de último lugar que nadie ha podido quitárselo”.
Esta lección de Jesús
sobre el último puesto y sobre el servicio es una de sus grandes enseñanzas. El
texto de Marcos dice que Jesús ha llamado los doce y se ha sentado para
hablarles. He aquí una enseñanza muy solemne del maestro. Desde aquel día,
nosotros repetimos que la autoridad es un servicio. Las funciones de autoridad
son extremamente difíciles de asumir, sobre todo en nuestros días. Todo el
mundo se cree mejor que el patrón, más informado, más inteligente, más decidido
o más flexible que él. Pero cualquiera sea el estilo puesto en obra, es
necesario que la autoridad asuma las tareas que le son propias y que son a
menudo resumidas en las 4 funciones de la administración: planificación, organización,
dirección, control. Aquel o aquella que bajo pretexto de parecerse a Jesús,
quiera asumir la autoridad permaneciendo “último” y negándose a planificar, a
organizar, a dirigir, a controlar, éste o ésta, faltará con su deber y hará a
la gente o personal que dirige infeliz, al mismo tiempo que empuja la
organización al fracaso. Mas, en el plano moral, querer llegar a ser el primero
exige tomar el último rango. Para Jesús, esto quiere decir ponerse al
servicio de todos. Es una prioridad del amor. No se trata de dominar, de
aterrorizar los otros o de aprovecharse de ellos. Se trata de servir…
Jesús no ha condenado
las funciones de autoridad. Él pide simplemente que uno las asuma como un
servicio ofrecido, como una responsabilidad en el amor. Lo que quiere decir que
también uno las pueda abandonar sin drama, ni rasgaduras cuando llegue el
tiempo de hacerlo. En el fondo, el ideal es aprender a servir sin someterse,
puesto que en la vida todo es gracia, y es necesario aprender a devolver gracia
por gracia. Así, Jesús nos da el amor del Padre. Y el amor recibido nos incita
al amor dado, entregado.
Este es un ideal
difícil de alcanzar. La autoridad es un servicio. Nosotros lo sabemos. Pero la
autoridad implica también un poder, y el ejercicio del poder tiende a
cambiarnos. Se toma la habitud del poder, a uno le gusta y uno se amarra.
Llegamos a tomarlo como un derecho (que lo digan los presidentes “tiranos”
africanos, que elegidos democráticamente, hacen lo posible cada cierto tiempo
por ser reelegidos…y entonces se creen reyes…reyes de sus países de por vida).
Esto hace que tanta gente, en el trabajo como en las organizaciones de
beneficencia, tiene tanta dificultad de irse cuando llega el momento de
ceder la plaza o el puesto a otros.
Para ilustrar su enseñanza, Jesús toma un niño, lo
coloca en medio de los 12, lo abraza y les dice:
«El que acoge a un niño como éste en mi nombre me
acoge a mí”
(Marcos 9,37)
Para los judíos, un
niño era un ser despreciado. La infancia de otrora no tiene el estatuto de
“pequeño rey contemplado”, que hay en nuestra sociedad de hoy. Es un ser que no
tiene derechos y que se corrige con toda la dureza…Para los judíos, es un ser
todavía despreciable, ya que no conoce la ley y no es todavía digno de hacer parte
de la sociedad.
Cuando estábamos
jóvenes, nuestros padres nos decían a cada uno de nosotros: “Escuche cuando los
adultos hablan; usted hablara cuando tenga barba y pelos en el pecho”. Es
quizás por ello que el castigo físico, era moneda corriente. Se percibía
al infante como portador de instintos salvajes al que era necesario domesticar.
“El que detiene el castigo, a su hijo
aborrece; Mas el que lo ama, desde
temprano lo corrige.”, dice el
libro de Proverbios (13,24) y este dicho ha atravesado la historia.
Cuantas madres dicen aun a sus hijos pequeños: “Si tu mama te pega, es porque
te ama”?
Otra
razón puede explicar la actitud severa y a veces despreciable de los adultos
hacia los niños. Es un reflejo de defensa para protegerse del dolor de perder
un hijo a corta edad. En otro tiempo, los niños pequeños morían mucho. Mientras
no se estuviera seguro de que el niño sobreviviría, uno no se permitía
demasiado de amarlo. Esto puede explicar el vocabulario con frecuencia
despreciativo para designar a los niños: chinche, gamín, mocoso, entumido,
inútil…
En
tiempos de Jesús, el niño es la figura o símbolo de aquel que no tiene un
lugar, un puesto, como el pobre, la viuda, el marginado. Al tomar el niño, al
abrazarlo, al ponerlo en medio de los doce, Jesús una vez más transgrede las
reglas de su tiempo. Hace un gesto profético que sacude las conveniencias.
Todavía peor, Jesús asocia su presencia a la del niño.
«El que acoge a un niño como éste en mi nombre me
acoge a mí”
Es
así como Jesús ha tomado el primer lugar. Aquí se anuncia ya el gran cuadro o
escena del juicio final que Mateo describirá (Mateo 25,31-46). Acoger un niño
en nombre de Jesús, es acoger Jesús y también al Padre: he aquí quien
trastorna, cambia el orden de las cosas. Es una visión mística. Jesús no ha
dado reglas precisas sobre el arte de ejercer la autoridad. Él ha dicho
simplemente qué era ponerse en estado de servicio. Él tampoco ha dejado un
Tratado sobre el arte de criar o educar los niños. Su época era probablemente
muy severa, cuando la nuestra es probablemente demasiado permisiva.
Sin
embargo, Jesús ha cambiado nuestra mirada tanto sobre la autoridad como sobre
los niños y los marginados de la vida. La autoridad es un servicio. Los dejados
aparte, abandonados son a la imagen de Jesús y los reveladores de su presencia.
Es tomando el último lugar o puesto como Jesús ha testimoniado el amor que Dios
nos tiene.
Cristo
resucitado nos reúne en esta Eucaristía y nos invita a volver a poner en el
centro de nuestra vida la necesidad de servir a los más pequeños entre
nosotros. Que esta celebración nos permita tomar conciencia de nuestra
fragilidad y de nuestra necesidad de apoyarnos en Dios.
OBJETIVO
DE VIDA PARA LA SEMANA
· Le doy la oportunidad a
una persona de “ocupar el primer lugar”, cuando esto podría corresponderme por
derecho.
· Cuando presto un
servicio, con anterioridad, seré consciente de hacerlo con todo el
amor del que soy capaz.
· En mi comunidad o mi
medio donde vivo acogeré con mucha atención a una persona con la que
tenga tendencia a ser negligente o poco amable.
Oración
Avanzar, buscar a ser el mejor, ocupar el primer
lugar,
es una lucha diaria y necesaria, Señor.
Yo vivo en un mundo donde se me exige
demostrar cuanto valen mis fuerzas y mis
capacidades.
Debo luchar para triunfar y salir adelante.
Por lo tanto, hoy, al escuchar
que son los más débiles que son los más grandes, me
siento culpable y no muy orgulloso.
Tu me obligas a tomar conciencia…Qué es lo esencial?
Lo más importante?
Como es que yo evaluó la grandeza de las personas?
Que es lo que acojo verdaderamente en mi vida?
Estoy totalmente preocupado por mis ambiciones,
que no soy siempre sensible a las necesidades de los
más débiles.
A veces pareciera que no los veo…
Tu Señor, Tu el más grande,
Tu has privilegiado los más pequeños y los más
débiles;
has decido darles el primer lugar en tu Reino.
Dime cual niño me corresponde a mi acoger?
Es acaso ese hombre de la calle sin abrigo
que previniendo una ola de frio ,
prepara su casa de cartón
detrás un viejo edificio de mi ciudad?
O esta tía que sufre de Alzheimer
o aquel viejo tío que no cesa de repetir las mismas
cosas?
O es ese joven , victima de acoso y manoteo en el
colegio?
o quizás aun mi viejo colega de trabajo que se muere
en el hospital
Y que desearía que yo lo visite?
Señor, yo quiero también ocupar el primer lugar en tu
Reino.
Yo te lo pido., permíteme contemplar los más
vulnerables
Y abrirles mi corazón…
Amen.
REFERENCIAS:
HTTP://BETANIA.ES Para las lecturas
HÉTU,
Jean-Luc. Les options de Jésus.
BEAUCHAMP,
André. Comprendre la Parole, année B. Novalis, 2007. Québec.
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