9 de septiembre del 2021: jueves de la vigésima tercera semana del tiempo ordinario- Memoria de San Pedro Claver
Memoria de San Pedro Claver
San Pedro Claver.
Nacido en 1580 en Verdú, cerca
de Barcelona, España, Pedro Claver ingresó en los jesuitas en 1602. Por
influencia de San Alfonso Rodríguez, en Mallorca, decidió ser misionero. Llegó
a Colombia en 1610, fue ordenado sacerdote en 1616 y luego permaneció en
Cartagena donde, por voto, dedicó su vida a los esclavos negros. Murió el 8 de
septiembre de 1654.
(Lucas
6, 27-38) Por el poder del Espíritu, podemos vivir en el amor ilimitado de
Dios. Lo que nos pide no está más allá de nuestras fuerzas, porque Él mismo
viene a apoyarnos. Solo nos queda abrirnos a la inmensidad de su amor.
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los
Colosenses (3,12-17):
Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia
entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y
perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado:
haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor
de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro
corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos.
La palabra de Cristo habite en vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a
otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de
corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o
de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios
Padre por medio de él.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 150
R/. Todo
ser que alienta alabe al Señor
Alabad al Señor en su templo,
Alabadlo en su fuerte firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza. R/.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas. R/.
Alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas
(6,27-38):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «A los que me escucháis os
digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a
los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una
mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica.
A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los
demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman,
¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis
bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo
hacen. Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También
los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. ¡No! Amad
a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran
premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y
desagradecidos. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y
no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis
perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada,
remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros.»
Palabra del Señor
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite
la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo
tuyo, no se lo reclames.
Esto debe haber sido impactante para los
primeros discípulos de Jesús. En primer lugar, recuerde que Jesús enseñó
estas palabras con una autoridad espiritual que dejó a los que tenían un
corazón abierto con la convicción de que lo que Jesús enseñó era la verdad. Recuerde
también que Jesús enseñó estas profundas lecciones espirituales en el contexto
de la realización de numerosos milagros. Entonces, por estas razones, sus
nuevos seguidores habrían sabido que lo que Jesús enseñó era verdad. Pero
¿cómo podrían aceptar plenamente tales enseñanzas?
Aunque muchos comentaristas intentarán señalar
los principios espirituales más profundos que Jesús estaba enseñando, primero
trate de tomar sus palabras al pie de la letra. Realmente dijo que debes
ofrecer la otra mejilla a quien te golpee, darle tu túnica al que te robe tu
manto, y dársela a todo el que te pida, sin exigir jamás lo que te quita. ¡Estas
no son lecciones fáciles de aceptar!
Una cosa que nos enseñan estas poderosas
lecciones es que hay algo mucho más importante en la vida que la humillación de
ser golpeado en la mejilla y que le roben sus pertenencias. ¿Qué es eso
más importante? Es la salvación de las almas.
Si tuviéramos que pasar por la vida exigiendo
justicia terrenal y retribución por los agravios recibidos, no podríamos
concentrarnos en lo más importante. No podríamos concentrarnos en la
salvación de aquellos que nos han hecho daño. Es fácil amar a quienes son
amables con nosotros. Pero nuestro amor debe extenderse a todos, ya veces
la forma de amor que debemos ofrecer a otro es la libre aceptación de las
injusticias que cometen contra nosotros. Hay un gran poder en este acto de
amor. Pero solo podremos amar a otro de esta manera si nuestro profundo
deseo es su salvación eterna. Si todo lo que queremos es justicia terrenal
y satisfacción por los errores cometidos, podemos lograrlo. Pero puede
ocurrir a expensas de su salvación.
A veces podemos caer en la trampa de pensar
que todo mal debe corregirse aquí y ahora. Pero eso claramente no es lo
que enseñó Jesús. Su sabiduría es mucho más profunda. Sabía que un
acto profundo de misericordia y perdón hacia otro, especialmente cuando nos ha
herido profundamente, es uno de los mayores regalos que podemos dar. Y es
una de las acciones más transformadoras que también podemos hacer por nuestras
propias almas. Cuando el amor duele, en el sentido de que nos cuesta
nuestro orgullo terrenal, especialmente al dejar ir por completo la injusticia,
entonces nuestro acto de amor por esa persona tiene un gran poder para
cambiarla. Y si ese acto los cambia, entonces esta será la causa de su
gozo por la eternidad.
Reflexione hoy sobre cualquier forma en que
esta dura enseñanza de Jesús le resulte difícil. ¿Quién le viene a la
mente al reflexionar sobre esta enseñanza? ¿Se rebelan sus pasiones contra
este mandamiento de amor de Jesús? Si es así, entonces ha descubierto el
área específica donde Dios quiere que crezca. Piense en cualquier persona
con quien tenga un agravio y medite si desea su salvación eterna. Sepa que
Dios puede usarlo para esta misión de amor si ama en la forma en que nuestro
Señor lo ordena.
Mi misericordioso Señor, Tu amor está más allá
de mi propia capacidad de comprender. Tu amor es absoluto y siempre busca
el bien del otro. Dame la gracia, querido Señor, para amar con tu corazón
y perdonar en la medida en que tú has perdonado. Úsame, especialmente,
para ser un instrumento de salvación y misericordia para aquellos que más lo
necesitan en mi vida. Jesús, en Ti confío.
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