5 de septiembre del 2021: 23 Domingo del Tiempo Ordinario (B)


Ábrete!

La sordera y el mutismo no siempre son físicos; ellos también pueden afectar lo espiritual, al corazón. Es en este plan que Jesús se sitúa cuando dice "Ábrete!. Él nos invita a salir de nosotros mismos,  a derribar muros, barreras, a  ir más allá de nuestras "fronteras".




EVANGELIO   
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 7, 31-37

En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron a un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó le lengua: Y mirando al cielo, suspiró y le dijo:
-- Effetá (esto es, "ábrete").
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia proclaman ellos. Y en el colmo del asombro decían:
-- Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.

Palabra del Señor



A guisa de introducción:

Qué vemos, qué escuchamos?

Actualmente las noticias y diarios nos reportan los muertos y heridos por inundaciones y terremotos, nos hablan de la gran crisis migratoria en Europa. Escuchamos noticias de las consecuencias del COVID...  Los problemas de inseguridad en las distintas ciudades, las masacres y asesinatos de hermanos y hermanas ...  Yo personalmente me pregunto qué relevancia tiene para nosotros las noticia de estos sucesos?…Mismo nosotros que nos decimos creyentes, con fe, llevamos estos sufrimientos de otros hermanos a la oración? Nos preguntaremos si podremos hacer algo más que quedarnos como simples espectadores lacónicos, tímidos y paralizados ante las pantallas o bien podemos pensar en hacer algo y aportar una solución?

Acaso no seremos más dados a interesarnos más por las noticias frívolas, la farándula, el deporte y el fútbol especialmente?

Esto muestra como lo diremos en esta reflexión, qué tan selectivos somos en lo que escuchamos y vemos no solo por querer personal sino porque los medios de comunicación nos imponen y comunican lo que ellos solo quieren…

De ahí la importancia de saber lo que leemos, lo que escuchamos, filtrar y alimentarnos de lo que enriquece el alma (y no lava el cerebro como dirían los necios).

Por qué seremos tan sordos, tan selectivos de manera negativa en lo que escuchamos? …Por qué se nos pasan las horas hablando sandeces y utilizando la lengua para juzgar, para denigrar de los otros (sin mirar la propia paja antes de mirar la ajena) y nos privamos de crecer personalmente, hacer grandes a los otros y construir una sociedad, un mundo más humano, justo y feliz?  ¿Por qué?  Simple y llanamente porque la mayor parte del tiempo, Dios no está presente en nuestros diálogos, en nuestra comunicación, en nuestras palabras…Preferimos llenarnos de perjuicios, alimentarnos de las mentiras que mil veces repetidas (por los periodistas, los foristas malintencionados, los soberbios y necios que abundan por todo lado) las asumimos como verdades…

Estar con Dios y confiarse a Él es la garantía de poder ser escuchados y hablar como debe ser…

Este domingo la lección a aprender es fácil: dejarnos llevar aparte por Jesucristo, dejarnos impulsar por su Espíritu que está siempre presto a empujarnos y hablarnos al oído y así poder escuchar su Palabra de Vida,  dejar meter sus dedos en nuestra lengua para desenredarla, purificarla y hacernos comunicadores de su amor y su ternura.

Esta sanación (signo o milagro) del sordomudo, revela la SALVACIÓN que Dios ofrece a todos los humanos. Jesús nuestro Salvador ha venido para establecer la comunicación entre Dios y nosotros.

Jesús nos dice a todos y a cada uno  de nuevo “Effata”, ábrete, despliega todos tus sentidos y compromételos en la construcción del mundo nuevo mientras esperas mi segunda venida.


Por los sacramentos que son acciones concretas y bien sensibles, el Señor nos toca, nos habla y nos sana hoy... 



Aproximación psicológica y política al texto del Evangelio

Realización personal y justicia social

Leía una frase esta semana que decía “uno no será libre mientras haya un esclavo” o en otras palabras “No hay libertad para nadie cuando alrededor alguien permanece esclavo”.  Cuando hay todavía muestras o brotes de esclavitud, esto quiere decir que no hay “Justicia social” en el sentido pleno de la palabra. 

En la Biblia, la presencia de la injusticia social llevaba a Job (el paciente, el santo, como muchos le llamamos) a dudar, sino de la existencia de Dios al menos de su sabiduría…Si existía, entonces no era tan inteligente:

Job se queja de que Dios es indiferente ante la maldad.  Puesto que no son ocultos los tiempos al Todopoderoso,  ¿Por qué los que le conocen no ven sus días?  (Job 24).

A la luz del conjunto de la Revelación, este reclamo parece justificado, puesto que Dios ha efectivamente definido su intervención en la historia en términos de salvación para los oprimidos y los alienados de todo tipo.

En efecto, la gran corriente profética nos muestra muy claramente que Dios ha unido de manera indisoluble la pareja justicia social y liberación personal. En este sentido, veamos un texto extraído de Isaías:

Ciertamente, un rey reinará con justicia,
Y príncipes gobernarán con rectitud.
Cada uno será como refugio contra el viento
Y un abrigo (amparo) contra la tormenta,
Como corrientes de agua en tierra seca,
Como la sombra de una gran peña en tierra árida.
No se cegarán entonces los ojos de los que ven,
Y los oídos de los que oyen escucharán.  

El corazón de los imprudentes discernirá la verdad,
Y la lengua de los tartamudos se apresurará a hablar claramente…

(Isaías 32,1-4).

La situación que Dios entrevé, entonces,  es la siguiente: ”hombres y mujeres protegidos “por la justicia” y “por el derecho (O “rectitud”)   (…) contra el viento y “contra la tormenta” de los egoísmos y de las opresiones individuales y colectivas, de los hombres y mujeres realizados, satisfechos, con el ojo abierto y el oído atento  y con el corazón ávido de comprender, y capaces de expresarse…

He aquí descrito el sueño de Dios, en términos sorprendentes por su actualidad política y sicológica. El  liberador que Dios anuncia y envía, inicia la empresa o tarea a su manera para realizar este sueño, de una parte echando por tierra un poder religioso fuertemente opresor (a nivel político), y por otro lado haciendo a las personas amantes de la justicia, del derecho (a nivel sicológico).

Pero por razones que permanecen misteriosas, la realización de este sueño de liberación total se convierte en un proceso o camino que tomará mucho tiempo, será a largo término.

Cada uno de los evangelistas dice a su manera, nos muestra que el proceso ha comenzado con Jesús, y este es el sentido del presente relato de la curación del sordo mudo.

Tres capítulos después del pasaje citado más arriba. Isaías evoca de nuevo el proyecto de liberación de Dios, en un contexto político, aquel de la liberación del exilio en Babilonia y en términos psicológicos:  

Entonces se abrirán los ojos de los ciegos,
Y los oídos de los sordos se destaparán.
El cojo entonces saltará como un ciervo,
Y la lengua del mudo gritará de júbilo, 
(Isaías 35,5-6)

Marcos presenta en Jesús al gran agente de esta liberación total, reportando la curación del sordo mudo, en términos que reenvían directamente a Isaías. (Ejemplo: el adjetivo “hablaba apenas”  o “con dificultad” no se encuentra que dos veces en la Biblia griega, ya sea aquí, en Marcos 7,32, y la otra en Isaías 35,6).

El combate que Jesús ha sostenido y que ha dejado como legado a sus discípulos, ésta responsabilidad de continuar, debe entonces ser conducida de frente en el plano político como en el plan psicológico. Y cuando somos tentados de disociar esta pareja, realización personal y liberación social, es bueno escuchar a Jesús advertirnos de no separar lo que Dios ha unido!





Reflexión Central :

"Abrirse"  o   ser  prisionero de su cuerpo?



Los textos bíblicos que nos presenta este 23º domingo ordinario, podrían resumirse en una sola palabra; “ábrete”. Y antes que nada ÁBRETE A LA ESPERANZA. A veces tenemos la impresión que el mal siempre se impone, que el hombre es un eterno condenado al sufrimiento y que mañana será  aun mucho peor que hoy. Y de manera inconsciente nos decimos “no hay nada que hacer”, “Nada ganamos con preocuparnos o hacer algo que al final de cuentas será irrelevante…”Y ahí es cuando aparecen los mecanismos de defensa, nos decimos “falsas verdades”: ”ser caritativo no paga”, “no hay que patrocinar la mendicidad”, “es prohibido dar limosna”; “si está en la calle es un delincuente”…nos alienamos, llenando nuestro tiempo y nuestra mente con chats, conversaciones o discusiones irrelevantes, visualizaciones de emisiones light, de series fantásticas y bodrios que nada bueno construyen…

Pero he aquí que tenemos la respuesta, la invitación del profeta Isaías en la primera lectura: “«Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona, resarcirá y os salvará.»

No podemos, ni debemos equivocarnos sobre el sentido de estas palabras. Nosotros tendemos a pensar en la venganza contra aquellos que nos hacen mal como “dulce” o como dicen los franceses “un plato que se come frío”. Aquí no se trata de esto. El profeta no habla de venganza contra los hombres sino contra el mal. Él anuncia la victoria del amor de Dios contra el odio, la violencia. Es un estimulo, una fuerza motivadora para aquellos que han vivido entre el miedo. La revancha de Dios es suprimir el mal, hacer de tal modo que los ciegos vean y los sordos escuchen. La buena noticia es este amor infinito de Dios por toda la humanidad. Y es a esta esperanza que hemos de abrirnos.

La Carta de Santiago (2ª lectura) nos aporta una luz nueva cobre esta Buena Noticia: ella nos invita a reaccionar contra ciertas actitudes que son contrarias al Evangelio. Nosotros hablamos de igualdad y fraternidad, pero nos dejamos encandilar, enceguecer por todo aquello que brilla. Durante este tiempo, los pobres son dejados de lado. El apóstol nos recuerda que no debemos hacer “diferencia entre nosotros”. No es el dinero ni la pobreza que constituyen el valor de una persona sino la fe. La fe es la acogida de Dios en toda nuestra vida. Él No está contra nadie. Si queremos estar en comunión con Él es necesario que seamos abiertos y acogedores para con todos, mismo si ellos son diferentes. Esta precisión de Santiago se dirige también hoy a nosotros. Se trata de tener la misma mirada de Dios sobre todos aquellos que nos rodean.

En el Evangelio vemos a Jesús en pleno territorio pagano. Él no lo piensa dos veces y sale más allá de las fronteras de Israel. Es una forma de decir que la Buena Noticia no está reservada solo  a algunos sino al mundo entero. Lo hallamos aquí entonces en medio de todo ese mundo que no tiene oídos  para escuchar la Palabra de Dios ni boca para proclamar sus alabanzas. Como sus ídolos, ellos “tienen una boca y no hablan…orejas y no escuchan”  (Salmo 113). Vemos como el evangelio nos revela una lamentable ilustración de este mundo pagano: un sordo mudo es llevado ante Jesús.

Cuando uno lee los evangelios por primera vez, se sorprende de ver varias curaciones y variados milagros, así como por el clima maravilloso que reina al momento de suceder el signo. Por lo tanto, a la larga, al momento de releer, uno se da cuenta que los relatos de milagros no son muchos. Uno encuentra los mismos relatos en un evangelio y otro con ligeras variantes.

Finalmente, los evangelistas cuentan pocas curaciones, algunas decenas…

Hoy Marcos, nos hace el relato de un sordomudo que es conducido para que vea a Jesús. Él es probablemente mudo debido a su sordera. Para estar en esta condición, poca cosa habría bastado: una herencia genética deficiente, un choque o una caída, una otitis mal tratada. Basta con mirar un niño para comprender la enorme dificultad que se experimenta para arribar a decir lo que se escucha.

Cuántas veces es necesario escuchar y cuántos ensayos son requeridos  para llegar a reproducir en su boca el sonido escuchado!  (que lo digamos también quienes hemos estudiado lenguas) Para los pequeños bebes es muy largo el tiempo antes que pueda hacer realidad el sonido articulado. Es necesario ubicar bien la lengua, mover las mejillas, cerrar los labios, todo a la vez que se abre la boca y se lanza un respiro. Y cuando por primera vez se reconoce la palabra: papá o mamá (oh qué maravilla!), yo no conozco padres que no hayan derramado al menos una lagrima luego de esta primera victoria de su bebé sobre el sonido articulado.

La relación con nuestro cuerpo es algo extraordinario. El cuerpo no es una parte de nuestro ser. El cuerpo, somos nosotros. Si yo me tropiezo y me lastimo, soy yo quien siente dolor. El cuerpo y el alma no son dos partes separadas e independientes. El cuerpo es la dimensión carnal de mi alma. Mi alma es la dimensión espiritual de mi cuerpo. Mi cuerpo soy yo. Pero al mismo tiempo es necesario que yo aprenda a habitar mi cuerpo. Pasa mucho tiempo antes que la persona tome posesión de su cuerpo, haga cuerpo con su cuerpo (haga cuerpo de su cuerpo), si se permite el pleonasmo.  El cuerpo permanece pesado, lento, opaco, y es necesario un enorme trabajo en sí mismo para hacer de su cuerpo un instrumento de luz y de expresión.

Es así como un niño requiere años de trabajo para aprender a controlar sus esfínteres (y por lo tanto tenemos esto de común con los mamíferos), para caminar, permanecer de pie, correr, hablar.

Hablar es muy complicado puesto que se requiere a la vez dominar el sonido y agarrar la dinámica y la construcción del lenguaje: poner juntos un sujeto, un verbo, un complemento, a veces un adjetivo y un adverbio.

Diferenciar lo masculino de lo femenino, distinguir entre el singular y el plural, el pasado, el presente, el pluscuamperfecto y el futuro…

Para llegar a ser un bailarín o digamos un patinador, se necesitan varios años de trabajo. La misma cosa si uno quiere ser músico o cantante. En este sentido, hay una distancia entre sí mismo  y su cuerpo, entre la persona que es su cuerpo y la capacidad para el cuerpo de servir como vehículo de todo lo vivido por la persona. Algunos se sienten dando manotazos, otros se sienten bien.

Dentro de este contexto, se puede decir que nuestros sentidos son puertas abiertas al mundo. El ojo permite ver, percibir la luz y en consecuencia nos proporciona un instrumento formidable para conducirnos y tener control-dominio del espacio. Por lo tanto, personas ciegas llegan a desenvolverse bien en el espacio, a pesar de no poder ver. Pero para nosotros, en general, ser privado de los ojos, es como tener una casa con una ventana  que permanecería siempre cerrada y escondida tras unas sábanas opacas. Es lo mismo que ocurre con la oreja que percibe el mundo según su dimensión sonora…Y así con cada sentido: del ojo, de la oreja, de la nariz, de la boca, de la piel. Los sentidos nos informan sobre el mundo exterior. Ellos nos transmiten informaciones  y experiencias, nos permiten aprender, experimentar o tener placer, de actuar en consecuencia o en respuesta, de tener experiencias. El parapléjico se ve privado de experiencias importantes. Lo mismo le ocurre al cojo, al manco. Esto no quiere decir que las personas privadas de uno o varios sentidos sean desgraciados o infelices. Por suerte, las personas llamadas hándicaps tienen una facultad de adaptación y de superación extraordinarios (algunos, con todos los sentidos completos,  ya les gustaría tener ese coraje). Ellos aprenden a vivir con sus limitaciones, a integrarse, a superarse, desarrollando otros aspectos de su personalidad. Pero lo que importa, y lo que queda, el ideal es poder estar en posesión de todos sus sentidos..

Es por ello, me parece, que los profetas del Antiguo Testamento insisten siempre en decir que cuando Dios vendrá para librar su pueblo, los sordos escucharan, los ciegos verán,   los cojos saltaran como cabritos…La era mesiánica significara la curación de todos los hándicaps. La era mesiánica le dará al ser humano la plenitud de su vida. Y es por esto que los milagros de Jesús insisten en estas curaciones de ciegos, de sordos, de mudos, de paralíticos. Son milagros simbólicos de la condición humana misma.  Lo repito: nuestros sentidos son ventanas abiertas al mundo. Pero espiritualmente, nuestros sentidos están atrofiados. Nosotros vemos sin ver, oímos sin escuchar, caminamos sin ir a algún lado. El salmo 113B (115) se complace en esta crítica sarcástica de los ídolos:

tienen boca, y no hablan;
tienen ojos, y no ven;
tienen orejas, y no oyen;
tienen nariz, y no huelen;
tienen manos, y no tocan;
tienen pies, y no andan;
no tiene voz su garganta.

Las curaciones que Jesús realiza procura a las personas concretas un bienestar esperado. Pero sobre todo, ellos simbolizan la curación espiritual de la humanidad en su búsqueda de la vida en plenitud…

Qué concluir de todo esto? Una lección que atraviesa tanto el evangelio de Marcos como los otros: Jesús cura, sana nuestros sentidos. Libera los prisioneros que nosotros somos, prisioneros de su cuerpo enfermo. Quizás nosotros somos sensuales a nivel primario. Nuestra vista es buena y nuestro olor, y nuestra escucha. Nuestro sexo puede pagarse todos los fantasmas. Igualmente este es un mercado muy importante (que lo digan los adictos a la pornografía, al proxenetismo o la prostitución) . Espiritualmente, nuestros sentidos están atrofiados…Engullidos en la dimensión estrictamente carnal de la existencia, ellos son poco despiertos  a otras dimensiones. Es de este hándicap  que Jesús nos cura. Quien escucha su palabra abre sus sentidos a la dimensión espiritual de su presencia. Entonces nuestros ojos se iluminan, nuestros ojos se abren, nuestras manos palpan.

Es interesante notar los gestos realizados por Jesús. Uno le pide imponer las manos. Jesús lleva la persona hándicap aparte, le introduce los dedos en los oídos, después toma saliva y le toca la lengua. Si alguien hiciera eso hoy, se le iniciaría un proceso jurídico. Pero se entendía en las costumbres de la época, ya que se pensaba que un medico debía luchar contra la enfermedad extendiendo su cuerpo sano contra el órgano enfermo. Para la gente de esta época, el contacto físico de una parte sana con una parte enferma podía aportar la sanación.

Después de esto, el texto dice que Jesús elevó los ojos al cielo. Es un momento solemne de imprecación. Después él suspira, lo que parece manifestar estrés o un momento incomodo (pero también podíamos interpretarlo como efusión del Espíritu), después Él dice “effata”, es decir, ábrete.

Volvamos  a mirar los gestos: imposición de las manos, puesta aparte, dedo en la oreja, saliva en la lengua, effata. Estos son, todavía casi los mismos gestos del bautismo. Uno como ministro, no se atreve ya más a poner la saliva. Pero uno puede tocar las orejas, la nariz, los labios. El bautizado es liberado de  sus trabas, de lo que lo obstaculiza y puede saborear a Dios profundamente, a través de todos los sentidos.

Esto es justamente la liturgia. No es una acción solamente intelectual, cerebral. Es algo de ver, de escuchar. Esto son los gestos, los vestidos, las procesiones, los ritos, un espacio sagrado, los cantos, el incienso, la palabra, el pan y el vino, un beso de paz, un estrechón de manos. La liturgia es la oración que toma cuerpo, son los sentidos que se abren a Dios.

Es usted prisionero de su cuerpo?  Yo lo confieso que lo fui por mucho tiempo. Un día, muy joven, desde la edad de 33 años, fui ordenado sacerdote, y me he visto obligado a aprender a celebrar la Eucaristía ante la gente. La liturgia ha sido para mí un bello proceso de sanación y maduración.

Es esta sanación que Jesús nos aporta, variable, de acuerdo a cada uno. En la liturgia, Dios se hace perceptible a nuestros sentidos, Nuestra relación con nuestro cuerpo es compleja. Es difícil aprender a estar bien en su cuerpo, "a sentirse confortable en su piel" ("se sentir bien dans sa peau", dicen los franceses) . Es formidable aprender que el Cuerpo lleva a Dios.

En este día hagamos nuestra esta oración:

“Abre mis ojos Señor a las maravillas de tu amor, yo soy el ciego del camino, cúrame, yo quiero verte.

Haz que yo escuche, Señor, todos los días a mis hermanos que me suplican. A su sufrimiento y a sus llamados, que mi corazón no sea sordo”…Amén!



 Referencias:


http://ciudadredonda.org

HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus

http://dimancheprochain.org



BEAUCHAMP, André. Comprendre la parole, année C. Novalis, 2007. Québec 

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