10 de septiembre del 2021: viernes de la vigésima tercera semana del tiempo ordinario
(Lucas 6.39-42) En ocasiones me sucede que encuentro las debilidades de mi prójimo muy chocantes. ¡Sus problemas me parecen tan fáciles de solucionar! En esos momentos, yo no veo mis propias debilidades. Jesús me invita a salir de esta ceguera para mirarme mejor dentro de mí y ver las cosas de otra manera.
Primera lectura
Salmo
"¿Por
qué notas la astilla en el ojo de tu hermano, pero no percibes la viga de
madera en el tuyo?"
Santa Teresa de Ávila, una de
las más grandes escritoras espirituales y doctoras de la Iglesia, explica en su
obra maestra espiritual “Castillos interiores”, que uno de los primeros pasos
en el camino de la santidad es el autoconocimiento. El autoconocimiento
produce humildad, porque la humildad es simplemente tener una opinión verdadera
sobre uno mismo. Cuando una persona no se conoce a sí misma desde la
verdadera perspectiva de la mente de Dios, entonces se expone a muchos errores
de juicio. Uno de esos errores es que puede obsesionarse fácilmente con
los pecados que percibe de los demás.
El pasaje del Evangelio de hoy
describe a una persona que carece gravemente de autoconocimiento. ¿Por
qué? Porque ella “no percibe la viga de madera” en sus propios ojos, es
decir, no ve su propio pecado. Como resultado, Jesús explica que esta
persona también se fija en la “mota” en el ojo de su hermano.
Cuando considera sus propios
pensamientos, ¿de qué se preocupa más durante todo el día? ¿Mira usted
honestamente hacia adentro, buscando conocerse a sí mismo como Dios lo
conoce? ¿O pasa demasiado tiempo pensando en los demás, analizando y
juzgando sus acciones? Ésta es una pregunta importante que debe hacerse y
responder con honestidad.
La mejor manera de conocerse a
sí mismo es mirar a Jesús. Cuando Él se convierta en el centro de su
atención a lo largo del día, no solo llegará a conocerlo, sino que también
llegará a conocerse a sí mismo más honestamente. Contemplar la belleza y
la perfección de nuestro Señor tendrá el doble efecto de conocerlo y conocerse
a sí mismo a través de Sus ojos. También le ayudará a conocer a los demás
como Él los ve.
¿Cómo mira Jesús a los que le
rodean a usted? Los mira con eterna misericordia. Es cierto que al
final de cada vida, cuando pasemos de este mundo al siguiente, nos encontraremos
con nuestro juicio particular de nuestro Señor. Pero mientras estemos aquí
en la tierra, Dios nos mira continuamente con misericordia. Por eso, la
misericordia debe convertirse en nuestra misión diaria, y debemos construir el
hábito de mirar a todos en nuestra vida con los ojos de la misericordia.
Reflexione hoy en nuestro
Señor. Mírelo, contémplelo, busque conocerlo y conviértalo en el centro de
su atención. Mientras lo hace, trate de descartar de su proceso de
pensamiento sus propios juicios percibidos de los demás. Permita que su
mirada sobre nuestro Señor le ayude no solo a verlo a Él, sino también a ver a
los demás a través de Sus ojos. Desarrolle este hábito y estará en la vía
rápida hacia el camino de la santidad.
Mi misericordioso Jesús, que
pueda construir un humilde y verdadero hábito de contemplarte en Tu esplendor y
belleza. Mientras te veo, día tras día, por favor también ayúdame a verme
a mí mismo a través de Tus ojos de misericordia para que yo también crezca en
humildad. Por favor, quita todo juicio de mi corazón para que sea libre de
conocer y amar a todas las personas como Tú las conoces y las amas. Jesús,
en Ti confío.
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