jueves, 28 de julio de 2022

29 de julio del 2020: Santa Marta de Betania



(Juan 11, 19-27) Ante la enfermedad o la muerte, mi primera reacción sin duda es de miedo o de rechazo. Como Marta, yo he de descubrir que el amor de Dios es lo bastante fuerte para transformar lo que parece ser un fin en un nuevo comienzo.





 Día de 

Santa Marta


Es conmovedora la seguridad que tiene Marta en la certeza de la resurrección. Como toda buena judía, esta convicción la mueve a la esperanza. Marta se nos presenta hoy nuevamente no solo como modelo de acogida y servicio sino también como prototipo de la fe inmensa y decida en la resurrección de Jesús.




Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (4,7-16):

Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él.

Palabra de Dios



Salmo

Sal 33

R/. Bendigo al Señor en todo momento

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.

Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada. R/.



Lectura del santo evangelio según san Juan (11,19-27):

En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.»
Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.»
Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»
Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»

Palabra del Señor

                                              


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Dios es amor


El amor del cual nos habla en su Carta San Juan no tiene nada que ver con el sentimiento amoroso, reducido, meramente pasional…. Es una bondad, es una preocupación y cuidado y estima por los demás (ágape en vez de eros). Cuando entramos en esta dimensión y nos disponemos a amar así, nos damos cuenta que cualquier cosa se dilata en nosotros y nos abre a otra cosa más grande que nosotros. Dios que es amor es fuente de todo amor. Un amor que Él ha manifestado enviándonos a Jesús, su Hijo. Un amor del cual Jesús testimonia en palabras y en actos.


En el Evangelio, vemos cómo de entrada al llegar Jesús a casa de la familia de Lázaro, avisado de la muerte de su amigo, Marta, la hermana del difunto le reprocha a Jesús por no haber estado presente en los últimos momentos de su agonía y no haber hecho algo para evitar su muerte. Enseguida, ella expresa lo que ella cree como muchos judíos de su tiempo: sí, habrá una resurrección en el último día. En fin, ella se pone entre las manos de Aquel que reconoce como el Hijo de Dios.



2

Comentario del evangelio de San Lucas  10, 41-42


A los pies de Jesús


“Marta, Marta, estás ansiosa y preocupada por muchas cosas. Solo se necesita una cosa. María ha elegido la mejor parte y no se la quitarán”. 



Al honrar hoy a Santa Marta, debemos reconocer el hecho que la mayoría de nosotros probablemente se parezca mucho más a ella que a María. María eligió la mejor parte. Nosotros, con demasiada frecuencia, elegimos la parte ansiosa y preocupante.

Marta fue profundamente amada por Jesús. Esto es evidente incluso en el pequeño detalle de Jesús diciendo su nombre dos veces. "Marta, Marta ..." Esta es una señal de afecto. Pero su amor por ella era tal que quería señalarle también la mejor parte. Él quería que ella, como María, descansara de su ansiedad y preocupación y descansara con Él.

Claro, quedaba mucho por hacer. Había una cena para preparar e invitados para alimentar; Jesús es el invitado más importante. Pero Jesús corta todas las partes normales de la hospitalidad y se enfoca en la parte más importante. Se enfoca en el amor. Honra a María por arrodillarse ante Él y alienta a Marta a hacer lo mismo.

Quizás haya muchas veces durante nuestros días ocupados que esta invitación de Jesús debería ser escuchada. Hay muchas ocasiones en las que simplemente necesitamos parar y escuchar, estar presentes y adorar. Entrar en silencio y quietud con Jesús suele ser mucho más "productivo" que hacer, hacer, y hacer. A menudo podemos esforzarnos por encontrar nuestro valor en todo lo que hacemos cuando Jesús dice que nuestro valor se encuentra realmente en quienes somos. ¿Y quiénes somos?  Somos personas llamadas a estar en la presencia constante de nuestro Señor, amándolo y siendo alimentados por Él.

Reflexiona hoy sobre tu vida diaria de oración. Rezas, Quizás digas algunas oraciones aquí y allá. ¿Pero oras? ¿Tomas tiempo para detener todo lo demás, caer de rodillas y estar en presencia de nuestro divino Señor? Hacer esto hará más por tu vida y la de los demás que si trabajaras sin parar las 24 horas, los 7 días de la semana.

Señor, ayúdame a buscar tu silenciosa presencia. Ayúdame a rendirme ante mi ansiedad y preocupación. Jesús, báñame en tu gracia y ayúdame a reenfocarme cada día en ti. Jesús te amo. Jesús, confío en ti.








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