sábado, 9 de marzo de 2024

14 de marzo del 2021: cuarto domingo de Cuaresma

 

A pesar de nuestras infidelidades, Dios nos concede el perdón y la salvación. Que esta celebración sea nuestra respuesta a quien nos llama de las tinieblas al reino de su maravillosa luz.

 

No hay certeza en las cosas del mundo. En Dios, sí. Tres certezas nos son reveladas por su palabra de este domingo.


 

Primera lectura

 Lectura del segundo libro de las Crónicas (36,14-16.19-23):


En aquellos días, todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, según las costumbres abominables de los gentiles, y mancharon la casa del Señor, que él se había construido en Jerusalén. El Señor, Dios de sus padres, les envió desde el principio avisos por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión de su pueblo y de su morada. Pero ellos se burlaron de los mensajeros de Dios, despreciaron sus palabras y se mofaron de sus profetas, hasta que subió la ira del Señor contra su pueblo a tal punto que ya no hubo remedio. Los caldeos incendiaron la casa de Dios y derribaron las murallas de Jerusalén; pegaron fuego a todos sus palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos. Y a los que escaparon de la espada los llevaron cautivos a Babilonia, donde fueron esclavos del rey y de sus hijos hasta la llegada del reino de los persas; para que se cumpliera lo que dijo Dios por boca del profeta Jeremías: «Hasta que el país haya pagado sus sábados, descansará todos los días de la desolación, hasta que se cumplan los setenta años.»
En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la palabra del Señor, por boca de Jeremías, movió el Señor el espíritu de Ciro, rey de Persia, que mandó publicar de palabra y por escrito en todo su reino: «Así habla Ciro, rey de Persia:
"El Señor, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra. Él me ha encargado que le edifique una casa en Jerusalén, en Judá. Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, ¡sea su Dios con él, y suba!"»

Palabra de Dios

 

 

Salmo

 Sal 136,1-2.3.4.5.6

R/. Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti


Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras. R/.

Allí los que nos deportaron
nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a divertirlos:
«Cantadnos un cantar de Sión.» R/.

¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha. R/.

Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías. R/.

 

 

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (2,4-10):

Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo –por pura gracia estáis salvados–, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él. Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir. Pues somos obra suya. Nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicásemos.

Palabra de Dios

 

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (3,14-21):

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.»

Palabra del Señor



Meditación


Salvados por el amor



En las lecturas bíblicas de este domingo se hace referencia muchas veces a la palabra SALVACIÓN. El primer texto del libro de Las Crónicas es una relectura de sucesos del pasado de la historia del pueblo de Israel. Los jefes de los sacerdotes y todo el pueblo multiplicaban las infidelidades. Ellos imitaban los sacrilegios de las naciones paganas. Esta conducta fue la causa de su perdición. El templo de Jerusalén ha sido destruido; el pueblo ha sido deportado al exilio. Pero Dios permanece eternamente fiel a su alianza, mientras que el hombre no cesa de traicionarlo. Dios envía mensajeros porque tiene piedad de su pueblo y no cesa de ofrecerle su amor generoso.

Esto es importante para nosotros hoy. Vivimos en una sociedad que busca construirse, desarrollarse descartando toda referencia religiosa. Dios es el gran ausente de nuestro mundo y si lo hacemos de lado, nosotros corremos también hacia la catástrofe y la ruina. Pero Dios no cesa en su empeño de querernos salvar. Él nos llama sin cansancio a volver a Él con todo nuestro corazón: "Conviértanse y crean en la Buena Noticia (El Evangelio)". Nuestro Dios no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y viva. Este es el llamado que estamos invitados a acoger. Dios es amor y  nunca ha dejado de amarnos.

Esta misma revelación también la encontramos en la Carta de San Pablo a los Efesios (segunda lectura): "Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo…" Esta es la Buena Noticia que se nos anuncia a lo largo de toda la Cuaresma: Dios es amor, ÉL nos ama a todos con un amor apasionado. Todo lo que nos sucede por Cristo viene de esta misericordia de Dios; esto no viene de nosotros ni de nuestros actos. San Pablo que ha encontrado a Cristo en el camino de Damasco sabe de qué nos habla. Él conoce lo que es la vida renovada por el amor.

Ahora, respecto al Evangelio que acabamos de escuchar, digamos que existen en la historia momentos de altos valores religiosos y humanos. El encuentro de Jesús con Nicodemo es uno de esos momentos. Cristo le revela al fariseo en búsqueda de verdad que Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.

Dios ama nuestro mundo, nos ama a pesar de nuestras violencias, nuestras injusticias, nuestras debilidades y nuestros pecados. "Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él."

La humanidad está enferma y sufre por las fuerzas del mal y de la muerte: guerras, destrucción, violencia. Pero existe otra fuerza, una fuerza de vida que une en lugar de dividir, tranquiliza en lugar de angustiar, sana en lugar de herir. Esta fuerza nos invita a trabajar y hacer lo posible porque haya más justicia, paz y fraternidad.

"Tanto amó Dios al mundo". Estas palabras expresan todo el mensaje cristiano de la Redención. El escritor francés Paul Claudel escribía: "No somos cristianos porque amemos a Dios sino porque creemos que Dios nos ama".

Nosotros sabemos que solos no podemos vencer las dificultades y además mientras   más envejecemos, esta verdad se hace evidente. Yo no se si ustedes hayan visto ya una película donde una persona trata por sus propias y únicas fuerzas, salir de las arenas movedizas, y entre más ella luche, se mueva, las arenas se la van tragando más. Solamente una mano exterior, puede ayudarla a salir. Todos nosotros vivimos entre arenas movedizas y la mano de Dios es nuestra única salvación.

Albert Camus (1913-1960) , escritor francés de origen algeriano, en su célebre novela "La Peste", describe el estado miserable y fatal del ser humano. Él utiliza la peste como metáfora para indicar el mal que se esconde en nosotros: "Yo se…que cada uno de nosotros lleva en su corazón esta peste y que nadie está inmunizado". En las Escrituras, con frecuencia Dios es presentado como el "médico" que puede curarnos de esta enfermedad mortal.

En nuestros días, y como lo advertía  el papa Francisco en su mensaje para la Cuaresma de 2018, muchos son los que sienten una especie de pesimismo de cara al mal presente en nuestro mundo…en otras palabras, el corazón tiende a enfriarse y con él nuestra caridad y deseos de trabajar por un mundo mejor. Muchos dicen "el mundo está perdido"…"no hay nada por hacer: violencias, secuestros, egoísmos colectivos, fraudes gigantescos, depravación moral, droga, vicios, dependencias, guerras…"

A veces tenemos la impresión que el mundo atraviesa una época glacial donde falta el calor del amor. Pero el amor de Dios está siempre presente en ese frío invernal.

Gracias a su Hijo y al Espíritu Santo, el Padre quiere volverle a dar a nuestro mundo una vida nueva, para permitirnos pasar de las tinieblas a la luz, del pecado a la gracia, del odio al amor, de la incredulidad a la fe, del desaliento y pesimismo a la esperanza, de la muerte a la vida.

Nicodemo que encuentra al Señor durante la noche es un buscador de Dios. Al ser miembro del sanedrín, defenderá a Jesús luego de su proceso judicial el viernes santo, después de su muerte en la cruz, lo ubicará en una tumba nueva. Este buscador de la luz en medio de la noche de sus miedos y dudas, ha presentido una lucecita de esperanza en Jesús.

Cada domingo la comunidad cristiana se reúne para recordar el proyecto de Dios. Cada domingo, Dios nos invita a aceptar su amor, a actuar como Él para darle a nuestro mundo más alegría, paz y amor.

Ser discípulo de Cristo, es tratar de marchar tras sus pasos, seguir su ejemplo, actuar como Él mismo lo ha hecho. San Pablo decía a los Efesios: "muéstrense entre ustedes buenos y compasivos los unos con los otros, perdonándose mutuamente, como Dios los ha perdonado en Cristo" (Efesios 4,32).

El mensaje de Cuaresma es un mensaje de esperanza: nuestra vida no es un viaje sin objetivo o meta y sin esperanza. Nuestra vida no es una "pasión inútil", como lo afirmaba el otro filósofo francés Jean Paul Sartre.

Alrededor del pan y de la Palabra de Dios, nos reunimos cada domingo para celebrar nuestra esperanza cristiana: "Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él."

Que la Santísima Virgen María, Nuestra Señora de los Dolores, ella que estuvo al pie de la Cruz, fija la mirada en su Hijo, nos ayude a nosotros también a transformar el dolor, el sufrimiento…que podamos vivir el dolor, el sufrimiento desde el amor y le demos sentido así a nuestra vida y a nuestra compleja realidad…dando así testimonio de la fe en su Hijo Jesucristo Nuestro Señor…Amén!




ORACIÓN

Dios Padre Nuestro,
Tú no cesas de darnos a tu Hijo.
En esta Eucaristía, Tú nos lo ofreces:
En la Palabra que nos revela tu misterio,
en el pan y en el vino
que nos dice su presencia,
en nuestra comunidad,
su Cuerpo vivo en el mundo.
Alabado seas Padre,
pues somos indignos de un tal don,
permítenos solamente atrevernos  a creer.
Así encontraremos en tu alegría,
esta alegría que nada ni nadie podrá quitarnos.

Amén!

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