5 de marzo del 2024: martes de la tercera semana de cuaresma
Puentes de perdón
(Mateo
18, 21-35) Ofensas, riñas, oposiciones
asaltan nuestra vida. En tiempos de crisis relacional, cuando todo parece
desdibujarse, la Cuaresma nos invita a atrevernos a la experiencia fraterna del
perdón. Sí, la oración y el diálogo pueden permitirnos superar el
resentimiento y las discusiones. Entrar en la forma de pensar que otros
despliegan significa crear puentes en lugar de levantar muros que
dividan. Y es caminar juntos hacia la santidad.
Jean-Paul Musangania, sacerdote
asuncionista
(Mateo 18, 21-35) En la fe, el perdón no se basa en la pureza de aquel que lo otorga, sino más bien en la experiencia personal de la misericordia de Dios que uno tiene. El perdón de Dios pasa así de una persona a otra ...
Primera lectura
Lectura de la profecia de Daniel (3,25.34-43):
EN aquellos días, Azarías, puesto en pie, oró de esta forma; alzó la voz en medio del fuego y dijo:
«Por el honor de tu nombre,
no nos desampares para siempre,
no rompas tu alianza,
no apartes de nosotros tu misericordia.
Por Abrahán, tu amigo; por Isaac, tu siervo;
por Israel, tu consagrado;
a quienes prometiste multiplicar su descendencia
como las estrellas del cielo,
como la arena de las playas marinas.
Pero ahora, Señor, somos el más pequeño
de todos los pueblos;
hoy estamos humillados por toda la tierra
a causa de nuestros pecados.
En este momento no tenemos príncipes,
ni profetas, ni jefes;
ni holocausto, ni sacrificios,
ni ofrendas, ni incienso;
ni un sitio donde ofrecerte primicias,
para alcanzar misericordia.
Por eso, acepta nuestro corazón contrito
y nuestro espíritu humilde,
como un holocausto de carneros y toros
o una multitud de corderos cebados.
Que este sea hoy nuestro sacrificio,
y que sea agradable en tu presencia:
porque los que en ti confían
no quedan defraudados.
Ahora te seguimos de todo corazón,
te respetamos, y buscamos tu rostro;
no nos defraudes, Señor;
trátanos según tu piedad,
según tu gran misericordia.
Líbranos con tu poder maravilloso
y da gloria a tu nombre, Señor».
Palabra de Dios
Salmo
Sal 24,4-5ab.6.7bc.8-9
R/. Recuerda, Señor, tu ternura
V/. Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.
V/. Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R/.
V/. El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,21-35):
EN aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le contesta:
«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”.
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo:
“Págame lo que me debes”.
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”.
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:
“¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”.
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».
Palabra del Señor
Perdonar y ser perdonado
El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”.
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda
Esta es una historia sobre dar y recibir perdón. Curiosamente, a menudo es más fácil perdonar que pedir perdón. Pedir perdón sinceramente requiere que usted reconozca honestamente su pecado, lo cual es difícil de hacer. Es difícil asumir la responsabilidad de lo que hemos hecho mal.
En esta parábola, el hombre que pide paciencia con su deuda parece ser sincero. Él “se postró” ante su amo pidiendo misericordia y paciencia. Y el amo respondió con misericordia perdonándole toda la deuda que era más de lo que el sirviente había pedido.
Pero ¿el sirviente era realmente sincero o solo era un buen actor? Parece que era un buen actor porque en cuanto le perdonaron esta enorme deuda, se topó con otro sujeto que en realidad le debía dinero y en lugar de mostrar el mismo perdón que le mostraron, nos dice que “y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo: “Págame lo que me debes”.
El perdón, si es real, debe afectar todo lo que nos rodea. Es algo que debemos pedir, dar, recibir y volver a dar. Aquí hay algunos puntos para que usted considere:
· ¿Puede ver usted honestamente su pecado, experimentar dolor por ese pecado y decir, “Lo siento” a otro?
· Cuando usted es perdonado, ¿Qué le ocurre? ¿Tiene el efecto de hacerlo más misericordioso con los demás?
· ¿Puede usted a su vez ofrecer el mismo nivel de perdón y misericordia que espera recibir de Dios y de los demás?
·
Si no puede responder "Sí" a todas estas preguntas, entonces esta historia fue escrita para usted. Fue escrita para ayudarle a crecer más en los dones de la misericordia y el perdón. Estas son preguntas difíciles de enfrentar, pero son preguntas esenciales que debemos asumir si queremos liberarnos de las cargas de la ira y el resentimiento. La ira y el resentimiento pesan mucho sobre nosotros y Dios nos quiere libres de ellos.
Reflexione, hoy, sobre estas preguntas anteriores y, en oración, examine sus acciones. Si encuentra alguna resistencia a estas preguntas, entonces concéntrese en lo que le llama la atención, llévelo a la oración y deje que la gracia de Dios entre para lograr una conversión más profunda en esa área de su vida.
Señor misericordioso, reconozco mi pecado. Pero lo reconozco a la luz de Tu abundante gracia y misericordia. Al recibir esa misericordia en mi vida, por favor hazme igualmente misericordioso con los demás. Ayúdame a ofrecer el perdón libre y plenamente, sin retener nada. Jesús, en Ti confío.
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