14 de marzo del 2024: jueves de la cuarta semana de cuaresma
El camino
alternativo
(Juan 5, 31-47) Recibir la gloria unos de otros o buscar la gloria que viene de Dios, esta es la alternativa para liberarnos de lo que nos impide reconocer a Cristo presente y activo en nuestras vidas. Un camino que pasa por el cuidado de la Palabra y conduce a ella.
Porque
podemos escudriñar en vano las Escrituras –sin escuchar esta palabra que nos
lleva a Cristo– si nos contentamos con buscar allí la justificación de nuestras
posiciones, rechazando cualquier interrogación que traiga renovación. ■
Emmanuelle
Billoteau, ermitaña
(Juan 5, 31-47) Unámonos cada vez más al misterio de Cristo en el que se funda la relación indestructible con el Padre y con la vida eterna. Sepamos reconocer los signos del Espíritu en medio de los vaivenes de la vida, gracias al amor que habita en nosotros y que nos impulsa a actuar y servir con esperanza y con fe.
Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (32,7-14):
EN aquellos días, el Señor dijo a Moisés:
«Anda, baja de la montaña, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: “Este es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto”».
Y el Señor añadió a Moisés:
«Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo».
Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios:
«¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta? ¿Por qué han de decir los egipcios: “Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra”? Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo. Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo: “Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre”».
Entonces se arrepintió el Señor de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 105,19-20.21-22.23
R/. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo
V/. En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen
de un toro que come hierba. R/.
V/. Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en la tierra de Cam,
portentos junto al mar Rojo. R/.
V/. Dios hablaba ya de aniquilarlos;
pero Moisés, su elegido,
se puso en la brecha frente a él,
para apartar su cólera del exterminio. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan (5,31-47):
EN aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:
«Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es verdadero el testimonio que da de mí.
Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio en favor de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz.
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado.
Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su rostro, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no lo creéis.
Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros.
Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ese sí lo recibiréis.
¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?».
Palabra del Señor
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El testimonio de las obras de Dios
"las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado."
Las obras realizadas por Jesús ofrecen testimonio de la misión que le encomendó el Padre del Cielo. Comprender esto nos ayudará a abrazar nuestra propia misión en la vida.
En primer lugar, veamos el hecho de que las obras de Jesús ofrecieron testimonio. En otras palabras, Sus obras transmitieron un mensaje a otros acerca de quién era Él. El testimonio de sus acciones reveló su esencia misma y su unión con la voluntad del Padre.
Así que esto plantea la pregunta: "¿Qué obras ofrecieron este testimonio?" Uno podría concluir inmediatamente que las obras de las que Jesús estaba hablando eran sus milagros. Cuando las personas fueron testigos de los milagros que realizó, se habrían convencido de que fue enviado por el Padre que está en los cielos. ¿De verdad? Realmente no. El hecho es que hubo muchos que vieron a Jesús realizar milagros y permanecieron tercos, negándose a aceptar sus milagros como prueba de su divinidad.
Aunque sus milagros fueron extraordinarios y fueron señales para aquellos que estaban dispuestos a creer, la “obra” más profunda que realizó fue la de su amor humilde y genuino. Jesús fue genuino, honesto y puro de corazón. Exudaba todas las virtudes que uno podía tener. Por lo tanto, el testimonio que sus acciones ordinarias de amor, cuidado, preocupación y enseñanza dieron fue lo que habría conquistado muchos corazones en primer lugar. De hecho, para aquellos que estaban abiertos, Sus milagros fueron, en cierto sentido, solo la guinda del pastel. La “torta” era su presencia genuina que revelaba la misericordia del Padre.
No puedes hacer milagros de Dios (a menos que tengas un carisma extraordinario para hacerlo), pero puedes actuar como testigo de la Verdad y compartir el Corazón del Padre en el Cielo si humildemente buscas ser puro de corazón y permites que el Corazón del Padre en el Cielo brille a través de ti en tus acciones diarias. Incluso la acción más pequeña de amor genuino dice mucho a los demás.
Reflexiona, hoy, sobre tu llamado a dar testimonio del Padre Celestial. Estás llamado a compartir el amor del Padre con todos los que conoces. Si abrazas esta misión, en formas grandes y pequeñas, el Evangelio se manifestará a otros a través de ti, y la voluntad del Padre se cumplirá más plenamente en nuestro mundo.
Mi genuino y santo Señor, te pido que yo actúe como testigo del amor que brota de Tu Corazón. Dame la gracia de ser real, genuino y sincero. Ayúdame a convertirme en un instrumento puro de Tu Corazón misericordioso para que todas mis obras den testimonio de Tu misericordia. Jesús, en Ti confío.
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