6 de abril del 2022: miércoles de la quinta semana de Cuaresma


(Juan 8, 31-42) Es viniendo entre nosotros que Dios nos libra del mal. Jesús, su Hijo, por el don de su vida, por su misericordia y su deseo de reconciliar todo en su Padre, es la fuente de la verdadera libertad.



Primera lectura

Lectura de la profecía de Daniel (3,14-20.91-92.95):


EN aquellos días, el rey Nabucodonosor dijo:
«¿Es cierto, Sidrac, Misac y Abdénago, que no teméis a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que he erigido? Mirad: si al oír tocar la trompa, la flauta, la cítara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás instrumentos, estáis dispuestos a postraros adorando la estatua que he hecho, hacedlo; pero, si no la adoráis, seréis arrojados inmediatamente al horno encendido, y ¿qué dios os librará de mis manos?».
Sidrac, Misac y Abdénago contestaron al rey Nabucodonosor:
«A eso no tenemos por qué responderte. Si nuestro Dios a quien veneramos puede librarnos del horno encendido, nos librará, oh rey, de tus manos. Y aunque no lo hiciera, que te conste, majestad, que no veneramos a tus dioses ni adoramos la estatua de oro que has erigido».
Entonces Nabucodonosor, furioso contra Sidrac, Misac y Abdénago, y con el rostro desencajado por la rabia, mandó encender el horno siete veces más fuerte que de costumbre, y ordenó a sus soldados más robustos que atasen a Sidrac, Misac y Abdénago y los echasen en el horno encendido.
Entonces el rey Nabucodonosor se alarmó, se levantó y preguntó, estupefacto, a sus consejeros:
«¿No eran tres los hombres que atamos y echamos al horno?».
Le respondieron:
«Así es, majestad».
Preguntó:
«Entonces, ¿cómo es que veo cuatro hombres, sin atar, paseando por el fuego sin sufrir daño alguno? Y el cuarto parece un ser divino».
Nabucodonosor, entonces, dijo:
«Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que envió un ángel a salvar a sus siervos, que, confiando en él, desobedecieron el decreto real y entregaron sus cuerpos antes que venerar y adorar a otros dioses fuera del suyo».

Palabra de Dios

 

 

Salmo

 Dn 3,52.53.54.55.56



R/. A ti gloria y alabanza por los siglos


V/. Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres.
Bendito tu nombre, santo y glorioso. R/.

V/. Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R/.

V/. Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/.

V/. Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas
los abismos. R/.

V/. Bendito eres en la bóveda del cielo. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (8,31-42):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él:
«Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres».
Le replicaron:
«Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?».
Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre».
Ellos replicaron:
«Nuestro padre es Abrahán».
Jesús les dijo:
«Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios; y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre».
Le replicaron:
«Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo padre: Dios».
Jesús les contestó:
«Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió».

Palabra del Señor

 



Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres.

 

Juan 8:34–36

 

 

Jesús quiere liberarte, pero ¿quieres ser liberado? A nivel intelectual, esta debería ser una pregunta fácil de responder. ¡Claro que quieres tu libertad! ¿Quién no? Pero en un nivel práctico, esta pregunta es más difícil de responder. En términos prácticos, muchas personas se sienten muy cómodas viviendo en pecado. El pecado ofrece una satisfacción engañosa de la que puede ser difícil alejarse. El pecado puede hacer que te “sientas” bien en el momento, aunque los efectos a largo plazo son los que te quitan la libertad y el gozo. Pero muy a menudo esa “satisfacción” momentánea es suficiente para que muchas personas sigan reincidiendo.

 

¿Y qué me dices de ti? ¿Quieres ser libre para vivir como hijo o hija del Dios Altísimo? Si respondes "Sí", prepárate para que esto sea doloroso, pero de una manera agradable. Vencer el pecado requiere purificación. El proceso de “dejar ir” el pecado requiere verdadero sacrificio y compromiso. Requiere que te vuelvas al Señor con absoluta confianza y abandono. Al hacerlo, experimentas una especie de muerte para ti mismo, para tus pasiones y para tu propia voluntad egoísta. Esto duele, al menos en el nivel de tu naturaleza humana caída. Pero es como una cirugía que tiene como objetivo extirpar el cáncer o alguna infección. La cirugía en sí puede doler, pero es la única forma de liberarte de la enfermedad que tienes. El Hijo es el Cirujano Divino y la forma en que te libera es a través de Su propio sufrimiento y muerte. 

 

La crucifixión y la muerte de Jesús trajeron vida al mundo. Su muerte destruyó la enfermedad del pecado, y nuestra aceptación voluntaria del remedio de Su muerte significa que debemos dejar que Él destruya la enfermedad del pecado dentro de nosotros a través de Su muerte. Debe ser "cortado", por así decirlo, y eliminado por nuestro Señor.  

 

La Cuaresma es un tiempo, más que ningún otro, en el que debes enfocarte honestamente en tu pecado con el fin de identificar aquellas cosas que te mantienen atado, para que puedas invitar al Médico Divino a entrar en tus heridas y sanarte. No dejéis pasar la Cuaresma sin hacer un profundo y honesto examen de conciencia y arrepentirte de tus pecados de todo corazón. ¡El Señor quiere que seas libre! Deséalo tú mismo y entra en el proceso de purificación para que seas liberado de tus pesadas cargas.

 

Reflexiona hoy sobre tu actitud hacia tus propios pecados personales. Primero, ¿puedes admitir humildemente tu pecado? No los racionalices ni culpes a otros. Enfréntalos y acéptalos como tuyos. Segundo, confiesa tus pecados. 

 

Reflexiona sobre tu actitud hacia el Sacramento de la Reconciliación. Este es el Sacramento de la libertad. Es muy fácil. Simplemente entra, admite todos tus pecados, expresa tristeza y se libre. Si encuentras esto difícil, entonces estás confiando en tus propios sentimientos de miedo en lugar de en la verdad. Tercero, regocíjate en la libertad que te ofrece el Hijo de Dios. Es un regalo más allá de lo que merecemos. 

 

¡Reflexiona sobre estas tres cosas hoy y durante el resto de la Cuaresma, y ​​tu Pascua será una de verdadera acción de gracias!

 

 

Señor, deseo ser libre de todo pecado para poder vivir en la libertad de ser Tu hijo. Ayúdame, querido Señor, a enfrentar mi pecado con honestidad y apertura. Dame el valor que necesito para admitir mi pecado en el Sacramento de la Reconciliación, para que pueda regocijarme en todo lo que me has dado a través de Tu sufrimiento y muerte. Jesús, en Ti confío.


 ************


 La verdad os hará libres



(Daniel 3, 14-20.91-92.95) Nuestra confianza y nuestra fidelidad hacia Dios, a pesar de las pruebas, ayudan a revelarlo al mundo.



…dijo Jesús a los judíos que habían creído en él:
«Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres».

 Juan 8: 31–32

 

 

Estas palabras tienen el potencial de marcar una diferencia transformadora en nuestras vidas. Tenga en cuenta que Jesús dijo estas palabras "a los judíos que creían en él". Es decir, aquellos que habían aceptado Su palabra y eran, por tanto, Sus verdaderos discípulos. Nosotros, que también creemos en Jesús, debemos considerar estas palabras con detenimiento. El corazón de esta enseñanza es doble: debes llegar a "conocer la verdad" para que la verdad que llegues a conocer "te haga libre". 

Esta enseñanza de Jesús es excepcionalmente útil tanto a nivel psicológico como espiritual. En primer lugar, a un nivel puramente psicológico, una de las mayores ayudas para una buena salud mental es la verdad. La mayoría de las veces, cuando uno lucha con varias formas de depresión, es porque está viendo aspectos de su vida con confusión. "¿Por qué esta persona me hizo esto?" O "¿Cómo voy a superar esto?" O "Mi vida es un desastre y no hay salida". Estos y otros pensamientos similares conducirán inevitablemente a la depresión por una simple razón: se basan en pensamientos erróneos.

 

Una de las mejores formas de asesoramiento psicológico es lo que podría llamarse "terapia de la verdad". Cada pregunta desesperada que tenemos y cada conclusión deprimente a la que hemos llegado en la vida deben ser reexaminadas a la luz de la mente de Dios. ¿Qué piensa Dios? ¿Qué hay en la mente de Dios a este respecto? Esas verdades que esperan ser descubiertas son la verdad que "los hará libres". La depresión se supera más fácilmente cuando miramos nuestra vida de la forma en que Dios la mira. Esto produce esperanza, y la esperanza trae libertad a las cadenas de la depresión y la confusión.

 

A nivel espiritual, estos principios se aplican aún más. La verdad sobre el pecado, el perdón, la salvación y el cielo debe conocerse profundamente y aceptarse plenamente. Cuando negamos la verdad del pecado o el perdón, vivimos dentro de una mentira y permanecemos atados por esa mentira. La verdadera libertad espiritual que conduce a la salvación y la eternidad en el cielo se obtiene solo cuando abrazamos de todo corazón la santa y perfecta verdad espiritual que Dios nos ha dado. Debemos conocer claramente nuestro pecado, arrepentirnos de él, buscar el perdón de Dios, enmendar nuestras vidas y vivir la nueva vida de gracia a la que estamos llamados.

 

Reflexione hoy sobre esta poderosa transformadora enseñanza de Jesús: "conozca la verdad, y la verdad lo hará libre". ¿Qué verdades psicológicas y espirituales necesita conocer más profundamente? ¿Qué confusión o ceguera queda? Busque el remedio de la Verdad tal como está en la mente de Dios y sepa que la libertad aguarda.



Dios de toda Verdad, Tu Palabra es liberadora, transformadora y nos llena de esperanza. Que pueda volver mi mente hacia Ti y Tu santa Palabra para que pueda conocer la Verdad a medida que Tú la pronuncias y permitir que esa Verdad transformadora me libere. Jesús, en Ti confío.

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