12 de octubre del 2022: miércoles de la vigesimoctava semana del tiempo ordinario

 

(Lucas 11, 42-46) Qué cargas pesan sobre los hombres y mujeres de hoy? ¿Cuántos son oprimidos, aislados, marginalizados en nuestras sociedades basadas en la efectividad del trabajo y el poder? ¿Podemos nosotros aligerar todos esos pesos que llevamos sobre nuestros hombros y los que llevan los otros? Si así es, ¿Cómo haremos para lograrlo?



Primera lectura

 Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (5,18-25):


Si os guía el Espíritu, no estáis bajo el dominio de la ley. Las obras de la carne están patentes: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, enemistades, contiendas, envidias, rencores, rivalidades, partidismo, sectarismo, discordias, borracheras, orgías y cosas por el estilo. Y os prevengo, como ya os previne, que los que así obran no heredarán el reino de Dios. En cambio,
el fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí. Contra esto no va la ley.
Y los que son de Cristo Jesús han crucificado su carne con sus pasiones y sus deseos. Si vivimos por el Espíritu, marchemos tras el Espíritu.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 1,1-2.3.4.6



R/.
 El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.
 R/.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin
R/.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal
R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,42-46):

En aquel tiempo, dijo el Señor: «¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que practicar, sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la calle! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo!»
Un maestro de la Ley intervino y le dijo: «Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros.»
Jesús replicó: «¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!»

Palabra del Señor

 

 

1

 

Pablo le dice a los Gálatas y a nosotros hoy que libertad no es laxismo o libertinaje. Al igual que Jesús, el apóstol recuerda lo que es el corazón de la Ley: amar a su prójimo. Todo lo que contribuye al amor ente hermanos viene del Espíritu Santo. Todo lo que divide e aísla, todo aquello que destruye, alcohol, drogas, malos deseos, se opone al Espíritu Santo.

Es un combate interior el que sostiene cada uno. ¡Nos corresponde a nosotros hoy, escuchar al buen consejero!

En el Evangelio, vemos que ritos, tazas, obligaciones, todo eso es demasiado! La obsesión por estas reglas hace perder el objetivo de la Ley dada por Dios: vivir en la justicia y el amor. Los fariseos y los doctores de la Ley caen en el perfeccionismo, imponiendo un respeto meramente formal de estos ritos. Jesús rechaza toda lectura al pie de la letra. Él vuelve a darle espíritu a la Ley  dentro de una visión más humana y más social. La regla de la pureza es donar (v.41).

 

2

 

"¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo!»
Un maestro de la Ley intervino y le dijo: «Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros.»
Jesús replicó: «¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!»

 

Lucas 11:44-46

 

Qué interesante y sorprendente intercambio entre Jesús y este erudito de la ley. Aquí, Jesús está recriminando severamente a los fariseos y uno de los eruditos de la ley trata de corregir a Jesús por ser ofensivo. ¿Y qué hace Jesús? No se da atrás ni se disculpa por ofenderlo; más bien, sigue firme en Su severa reprimenda al erudito de la ley. ¡Eso debe haberle sorprendido!

 

Lo interesante es que el erudito de la ley señala que Jesús los está "insultando". Y lo señala como si Jesús estuviera cometiendo un pecado y necesitando una reprimenda. Entonces, ¿estaba Jesús insultando a los fariseos y eruditos de la ley? Sí, probablemente lo era. ¿Eso fue un pecado por parte de Jesús? Obviamente no. Jesús no peca.

 

El misterio al que nos enfrentamos aquí es que a veces la verdad es "insultante", por así decirlo. Es insultante para el orgullo de una persona. Lo más interesante es que cuando alguien es insultado, primero tiene que darse cuenta de que es insultado por su orgullo, no por lo que la otra persona dijo o hizo. Incluso si alguien era demasiado duro, sentirse insultado es el resultado del orgullo. Si uno fuera verdaderamente humilde, entonces una reprimenda sería realmente bienvenida como una forma útil de corrección. Lamentablemente, el erudito de la ley parece carecer de la humildad necesaria para dejar que la reprimenda de Jesús profundice en él y lo libere de su pecado.

 

Reflexiona, hoy, sobre si eres lo suficientemente humilde como para recibir corrección de otro. Si alguien señala tu pecado, ¿te ofendes? ¿O lo tomas como una corrección útil y le permites ayudarte a crecer en santidad?


 

Señor, por favor dame la verdadera humildad. Ayúdame a no sentirme ofendido cuando me corrijan los demás. Que reciba las correcciones de los demás como gracias para ayudarme en mi camino hacia la santidad. Jesús, confío en Ti.

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