26 de octubre del 2022: miércoles de la trigésima semana del tiempo ordinario
(Lucas 13,
22-30) Debemos ser los primeros en todo y amados por todos,
pensamos. Jesús nos enseña que Dios no nos mira con este tipo de criterios
y que el último de los últimos puede estar más cerca que aquel que cree
tener sus "entradas" adquiridas en el Reino.
Primera lectura
Lectura de la carta
del apóstol san Pablo a los Efesios (6,1-9):
Hijos, obedeced a vuestros padres como el Señor quiere, porque eso es justo.
«Honra a tu padre y a tu madre» es el primer mandamiento al que se añade una
promesa: «Te irá bien y vivirás largo tiempo en la tierra.» Padres, vosotros no
exasperéis a vuestros hijos; criadlos educándolos y corrigiéndolos como haría
el Señor. Esclavos, obedeced a vuestros amos según la carne con temor y
temblor, de todo corazón, como a Cristo. No por las apariencias, para quedar
bien, sino como esclavos de Cristo que hacen lo que Dios quiere; con toda el
alma, de buena gana, como quien sirve al Señor y no a hombres. Sabed que lo que
uno haga de bueno, sea esclavo o libre se lo pagará el Señor. Amos,
correspondedles dejándoos de amenazas; sabéis que ellos y vosotros tenéis un
amo en el cielo y que ése no es parcial con nadie.
Palabra de Dios
Salmo
Sal
144,10-11.12-13ab.13cd-14
R/. El Señor es fiel a sus palabras
Que todas tus criaturas te den gracias,
Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.
Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R/.
Lectura del santo
evangelio según san Lucas (13,22-30):
En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y
aldeas enseñando.
Uno le preguntó: «Señor, ¿serán pocos los que se salven?»
Jesús les dijo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos
intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la
puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor,
ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois." Entonces
comenzaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en
nuestras plazas." Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos
de mí, malvados." Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando
veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y
vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y
del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que
serán primeros, y primeros que serán últimos.»
Palabra del Señor
Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí,
malvados."
Jesús deja en claro que habrá
algunos que vendrán a Él presumiendo su entrada al Cielo, pero su presunción se
encontrará con estas palabras aterradoras: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados."
La presunción es un pecado
peligroso. Es peligroso por dos razones. Primero, cuando la gente es
presuntuosa, vive negando la verdad. Con respecto a Dios, la presunción
significa que las personas actúan como si estuvieran en una relación con Dios
cuando no es así. Pueden decir cosas santas, actuar en santidad e incluso
creer que son santos, cuando en realidad no conocen a nuestro Señor en
absoluto. Así, la presunción es cuando se vive en la negación de la
verdad.
Segundo, la presunción es
peligrosa porque la persona presuntuosa no se arrepentirá de su propio
pecado. Esto se debe a que su negación les impide admitir su
pecado. Sin admitir su pecado, no pueden admitir posteriormente su
necesidad de cambiar. Permanecen sumergidos en su pensamiento falso y su
pecado.
Jesús presenta esta enseñanza
no para revelar que Él es duro con los presuntuosos; más bien, lo presenta
como un acto de gran misericordia para aquellos atrapados en este
pecado. Se necesita esta sorprendente revelación para sacudir a una
persona y liberarla de este pecado. En este caso, es el temor de escuchar
un día estas palabras de Jesús lo que ayudará a aquellos que están atrapados en
la presunción a liberarse y enfrentar la verdad.
Reflexiona hoy sobre cualquier
manera en la que no estés siendo honesto contigo mismo o con los
demás. Deja que el impacto del resultado final de cualquier presunción en tu
vida te libere de este pecado para que puedas humillarte ante Dios ahora, antes
de que sea demasiado tarde. Recuerda cuán profundamente te ama nuestro
Señor y deja que ese amor te ayude a enfrentar tu vida con honestidad e
integridad.
Mi amado Señor, te amo
profundamente y rezo para que mi amor sea siempre honesto, genuino y
completo. Ayúdame a ver, en mi vida, las formas en las que dejo de amarte
con todo mi corazón. Te entrego mi vida, amado Señor, sin
reservas. Jesús, en Ti confío.
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