3 de octubre del 2022: lunes de la vigésima séptima semana del tiempo ordinario-año II
(Lc 10,
25-37) Orientar la propia vida a la luz del amor evangélico es también
simplificarla. Para ello, basta estar cerca, preocuparse por quien está
abandonado o sufriendo. ¿Por qué dejar que nuestra existencia se llene
de costumbres, leyes y valores que nos impiden acercarnos y cuidar a los demás?
Primera lectura
Lectura de la carta
del apóstol san Pablo a los Gálatas (1,6-12):
Me sorprende que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó a la gracia de
Cristo, y os hayáis pasado a otro evangelio. No es que haya otro evangelio, lo
que pasa es que algunos os turban para volver del revés el Evangelio de Cristo.
Pues bien, si alguien os predica un evangelio distinto del que os hemos
predicado –seamos nosotros mismos o un ángel del cielo–, ¡sea maldito! Lo he
dicho y lo repito: Si alguien os anuncia un evangelio diferente del que
recibisteis, ¡sea maldito! Cuando digo esto, ¿busco la aprobación de los
hombres o la de Dios? ¿Trato de agradar a los hombres? Si siguiera todavía
agradando a los hombres, no sería siervo de Cristo. Os notifico, hermanos, que
el Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; yo no lo he recibido ni
aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.
Palabra de Dios
Salmo
Sal
110,1-2.7-8.9.10c
R/. El Señor recuerda siempre su alianza
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman. R/.
Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud. R/.
Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible.
La alabanza del Señor dura por siempre. R/.
Lectura del santo
evangelio según san Lucas (10,25-37):
En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y
le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para
heredar la vida eterna?»
Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?»
Él contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma
y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.»
Él le dijo: «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.»
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: «¿Y quién
es mi prójimo?»
Jesús dijo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos
bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo
medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo,
dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel
sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de
viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le
vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia
cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos
denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes
de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se
portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?»
Él contestó: «El que practicó la misericordia con él.»
Díjole Jesús: «Anda, haz tú lo mismo.»
Palabra del Señor
Ser
portadores de Misericordia
¿Cuál de estos tres
te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?»
Él contestó: «El que practicó la misericordia con él.»
Díjole Jesús: «Anda, haz tú lo mismo.»
Aquí tenemos la conclusión de
la conocida historia del Buen Samaritano. Primero, los ladrones lo
golpearon y lo dieron por muerto. Luego pasó un sacerdote y lo
ignoró. Y entonces un levita pasó también ignorándolo. Finalmente, el
samaritano pasó y lo cuidó con gran generosidad.
Curiosamente, cuando Jesús
preguntó a los discípulos cuál de estos tres actuaba como prójimo, no
respondieron “el samaritano”. Más bien, respondieron: “El que lo trató con
misericordia”. La misericordia fue el enfoque clave.
Es tan fácil ser crítico y
duro con los demás. Si lees los periódicos o escuchas a los comentaristas
de noticias, no puedes evitar escuchar juicios y condenas
continuos. Nuestra naturaleza humana caída parece prosperar al criticar a
los demás. Y cuando no somos críticos, a menudo nos vemos tentados a
actuar como el sacerdote y el levita de esta historia. Estamos tentados a
hacer la vista gorda con los necesitados. La clave debe ser mostrar
siempre misericordia y mostrarla en sobreabundancia.
Reflexiona, hoy, sobre el
llamado que Dios te hace a mostrar misericordia. La misericordia, para ser
verdadera misericordia, debe doler. Debe “doler” en el sentido de que
requiere que dejes de lado tu orgullo, egoísmo e ira y elijas mostrar amor en
su lugar. Eliges mostrar amor hasta el punto de que duele. Pero ese
dolor es una verdadera fuente de sanación porque te limpia de tu pecado.
Se cita a Santa Madre Teresa
diciendo: "He encontrado la paradoja de que, si amas hasta que duele,
no puede haber más dolor, solo más amor". La misericordia es el
tipo de amor que puede doler al principio, pero al final solo deja amor.
Señor misericordioso, hazme un
instrumento de tu amor y misericordia. Ayúdame a mostrar misericordia
especialmente cuando la vida es difícil y cuando no tengo ganas. Que esos
momentos sean momentos de gracia en los que me transformes en Tu regalo de
amor. Jesús, en Ti confío.
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