lunes, 29 de septiembre de 2025

29 de septiembre del 2025: Fiesta de los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

 

Santo del día:

San Miguel, San Gabriel, San Rafael

Los nombres de estos tres arcángeles, mensajeros de Dios, significan en hebreo “quién como Dios” (Miguel), “Dios muestra su fuerza” (Gabriel) y “Dios sana” (Rafael).

 

 

Mensajeros

(Juan 1,47-51) Festejamos a los ángeles: Miguel, que significa “¿quién como Dios?”; Gabriel, “la fuerza inaudita de Dios”; y Rafael, “Dios sana”.
“Verás cosas más grandes todavía”, dice Jesús a Natanael.
El cielo está abierto y unos mensajeros nos muestran el camino.
Recibamos de ellos la fuerza para combatir todos los dragones que nos roban la semejanza, el impulso que hace de nosotros también mensajeros de lo inaudito de Dios y los ojos abiertos para maravillarnos.»

Colette Hamza, xavière

 


Primera lectura

 Dan 7, 9-10. 13-14 (opción 1)

Miles y miles lo servían

Lectura de la profecía de Daniel.

MIRÉ y vi que colocaban unos tronos. Un anciano se sentó.
Su vestido era blanco como nieve,
su cabellera como lana limpísima;
su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas;
un río impetuoso de fuego brotaba y corría ante él.
Miles y miles lo servían, millones estaban a sus órdenes.
Comenzó la sesión y se abrieron los libros.
Seguí mirando. Y en mi visión nocturna
vi venir una especie de hijo de hombre entre las nubes del cielo.
Avanzó hacia el anciano y llegó hasta su presencia.
A él se le dio poder, honor y reino.
Y todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieron.
Su poder es un poder eterno, no cesará.
Su reino no acabará.

Palabra de Dios.


Ap 12, 7-12a (opción 2) 

Miguel y sus ángeles combatieron contra el dragón

Lectura del libro del Apocalipsis.


HUBO un combate en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron contra el dragón, y el dragón combatió, él y sus ángeles. Y no prevaleció y no quedó lugar para ellos en el cielo.
Y fue precipitado el gran dragón, la serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el que engaña al mundo entero; fue precipitado a la tierra y sus ángeles fueron precipitados con él.
Y oí una gran voz en el cielo que decía:
«Ahora se ha establecido la salvación y el poder y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo; porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos lo vencieron en virtud de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio que habían dado, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por eso, estén alegres, cielos, y ustedes, que habitan en ellos».

Palabra de Dios.

 

Salmo

Salmo 137, 1-2a. 2b-3. 4-5. 7c-8

R. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.

V. Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti;
me postraré hacia tu santuario. 
R.

V. Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. 
R.

V. Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande. 
R.

 

Aclamación

R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Bendigan al Señor, ejércitos suyos, servidores que cumplen sus deseos. R. 

 

Evangelio

Jn 1, 47-51

Verán a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:
«Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño».
Natanael le contesta:
«¿De qué me conoces?».
Jesús le responde:
«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi».
Natanael respondió:
«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».
Jesús le contestó:
«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores».
Y le añadió:
«En verdad, en verdad les digo: verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

Palabra del Señor.



1

 

Homilía para la Fiesta de los Santos Arcángeles

1. Introducción

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy la Iglesia celebra a los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, mensajeros de la gracia y de la misericordia divina. Ellos nos recuerdan que no estamos solos en el camino de la fe, que el cielo está abierto y que la comunión entre lo visible y lo invisible se manifiesta como un canto de esperanza. En este Año Jubilar, bajo el lema “Peregrinos de la esperanza”, se nos invita a contemplar la acción de Dios que nos envía mensajeros para guiarnos, consolarnos y fortalecernos en la lucha espiritual.

2. La visión del cielo abierto

La primera lectura, tomada del profeta Daniel, nos muestra al Anciano de días sentado en su trono y rodeado de millares de seres celestiales (Dn 7,9-10). Esta imagen nos recuerda que la historia humana no está abandonada al azar, sino que se encuentra bajo la mirada de Dios, que juzga con justicia y abre caminos de vida. El Apocalipsis, por su parte, nos habla de la batalla en el cielo donde Miguel y sus ángeles vencen al dragón (Ap 12,7-12a). Aquí se nos revela que la lucha contra el mal no es una metáfora poética, sino una realidad espiritual en la que cada creyente está implicado. No se trata de tener miedo, sino de confiar en que “¿quién como Dios?” (Mika-El) es la respuesta definitiva frente a todo poder destructor.

3. Los nombres que son misión

Cada arcángel revela un aspecto del misterio de Dios:

  • Miguel: “¿Quién como Dios?” Nos recuerda que ningún poder, ni humano ni espiritual, puede ocupar el lugar de Dios. Su misión es defendernos del orgullo y de los ídolos que pretenden usurpar el corazón.
  • Gabriel: “La fuerza de Dios”. Es el mensajero de la Encarnación, el ángel que anunció a María la Buena Nueva. Su presencia nos enseña que la fe es siempre respuesta a la iniciativa de Dios que sorprende.
  • Rafael: “Dios sana”. En el libro de Tobías lo vemos como compañero de viaje y médico de las heridas. Él nos recuerda que Dios no es indiferente a nuestro dolor, sino que sale al encuentro para restaurar lo roto.

En este sentido, los arcángeles no son figuras lejanas, sino compañeros que caminan con nosotros.

4. El Evangelio: “Verás cosas más grandes”

En el Evangelio, Jesús promete a Natanael: “Verás el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre” (Jn 1,51). Aquí Cristo mismo se revela como el verdadero puente entre el cielo y la tierra. Los ángeles nos acompañan, pero el centro es siempre Jesús, el Hijo del Hombre, que abre el acceso al Padre. En Él contemplamos la gloria de Dios y descubrimos que nuestra vida está llamada a ser un lugar de encuentro entre lo humano y lo divino.

5. Aplicación al Año Jubilar

Como peregrinos de la esperanza, estamos invitados a vivir con los ojos abiertos para reconocer los signos de la presencia de Dios en medio de nuestra historia. Los arcángeles nos inspiran:

  • A luchar con valentía contra los “dragones” de nuestro tiempo: la indiferencia, la violencia, la corrupción, el egoísmo.
  • A anunciar con alegría la Buena Noticia, como Gabriel, en nuestras familias, comunidades y ambientes sociales.
  • A sanar heridas, como Rafael, siendo instrumentos de reconciliación, de ternura y de consuelo, especialmente hacia quienes han perdido la esperanza.

6. Intención orante por los difuntos

Hoy elevamos una oración especial por todos nuestros hermanos difuntos. Los encomendamos al Señor de la vida, confiando en que los ángeles los acompañen hasta la morada eterna. Como dice el salmo: “Te doy gracias, Señor, de todo corazón, porque tu amor es eterno” (Sal 138). Que Miguel los defienda, que Gabriel los conduzca con la Buena Nueva de la salvación, y que Rafael los lleve a la plenitud de la sanación en el cielo.

7. Conclusión

Queridos hermanos, celebremos esta fiesta con gratitud y esperanza. No estamos solos. El cielo está abierto. Cristo es el puente, y los ángeles nos acompañan como mensajeros y protectores. Que esta Eucaristía nos fortalezca para ser nosotros también mensajeros del amor inaudito de Dios, defensores de la vida y consoladores de los que sufren. Y que, al caminar como peregrinos de esperanza, mantengamos firme la certeza de que “cosas más grandes todavía veremos”.

 

2

 

“Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor”

 

1) Introducción

Hermanos, hoy celebramos a Miguel, Gabriel y Rafael, signos de que el cielo está abierto y Dios no deja sola a su Iglesia. En este Año Jubilar, somos peregrinos de esperanza: caminamos sostenidos por la gracia, guiados por la Palabra y acompañados por los mensajeros del Altísimo.

2) Daniel 7: El tribunal del cielo y el Hijo del Hombre

La primera lectura (Dn 7,9-10.13-14) nos sitúa en la sala del trono: “Colocaron unos tronos y un Anciano se sentó… Un río de fuego brotaba de delante de Él; miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes…”. Esta visión enseña tres cosas:

1.    Dios gobierna la historia: no estamos a merced del caos; existe un juicio santo que desenmascara toda soberbia.

2.    La comunión angélica: los “miles y miles” que sirven ante Él no son decoración celestial; son colaboradores reales de su designio.

3.    El Hijo del Hombre: “Vi venir sobre las nubes del cielo como un Hijo de hombrese le dio imperio, honor y reino; su dominio es eterno”.
Aquí confluyen profecía y Evangelio: el Hijo del Hombre es Cristo. Por eso, cuando Jesús promete a Natanael “verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre” (Jn 1,51), está diciendo: Yo soy el puente vivo entre el tribunal de Daniel y la tierra. Los ángeles sirven ese señorío de Cristo y ejecutan, como mensajeros, las sentencias de misericordia y de verdad que brotan del trono.

Aplicación: ante los “imperios bestiales” de cada época (violencias, corrupciones, ídolos), no cedamos al miedo. Con Miguel proclamamos: “¿Quién como Dios?”; con Gabriel acogemos la novedad de la gracia; con Rafael sanamos las heridas del camino.

3) El Salmo propio (Sal 138[137]): Liturgia de la tierra que responde a la del cielo

Hoy la Iglesia pone en nuestros labios el responsorio: “Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor” (R. 1c).
Es programa espiritual:

·        “Te doy gracias, Señor, de todo corazón”: la Eucaristía es acción de gracias que sintoniza con la liturgia celestial de Daniel 7.

·        “Me postraré hacia tu santo templo”: la postración reconoce que sólo Dios es Dios (clave de Miguel).

·        “Cuando te invoqué, me escuchaste; acreciste el valor en mi alma”: la fuerza de Dios (Gabriel) sostiene al cansado.

·        “Si camino en medio de la angustia, tú me das vida… tu derecha me salva”: resuena la sanación (Rafael) que alcanza incluso las sombras de la muerte.

·        “El Señor completará sus favores conmigo… no abandones la obra de tus manos”: esperanza jubilar; Dios no deja inconclusa su obra en nosotros ni en nuestros difuntos.

Invitación pastoral: que nuestra asamblea “taña” —cante, ore, sirva— delante de los ángeles; que nuestra liturgia parroquial sea eco de la sinfonía del cielo.

4) Evangelio (Jn 1,47-51): La escalera definitiva

Jesús dice a Natanael: “Verás el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre”.
La “escalera” de Jacob encuentra aquí su cumplimiento: Cristo es el Betel definitivo, la Puerta por la que transitan los mensajeros divinos. En la Eucaristía, el cielo se abre en lo cotidiano: el altar es el lugar donde la gracia desciende y nuestra ofrenda sube. Por eso, la piedad a los ángeles nunca aparta de Jesús; nos conduce más hondamente a Él.

5) Los tres Arcángeles en clave jubilar

·        San Miguel (Ap 12): combate el dragón. Para nosotros: combatir lo que roba la semejanza con Dios (pecado, resentimiento, idolatrías). Práctica: examen, confesión, reparación.

·        San Gabriel (Lc 1; Dn 8–9): trae la Palabra que crea futuro. Práctica: escuchar, meditar y anunciar el Evangelio con lenguaje comprensible hoy.

·        San Rafael (Tb 5–12): acompaña el viaje y cura. Práctica: cercanía concreta a enfermos, dolientes, migrantes, familias heridas.

6) Intención orante por los difuntos

Hoy, de modo especial, encomendamos a nuestros difuntos. Que Miguel los defienda y los introduzca en la asamblea del cielo; que Gabriel les anuncie la plenitud de Cristo; que Rafael sane toda herida y los conduzca a la luz sin ocaso.
Al rezar el salmo digamos con fe por ellos y por nosotros: “Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor”. Que esta Eucaristía sea súplica y esperanza: “El Señor completará sus favores conmigo; tu misericordia es eterna”.

7) Conclusión: Peregrinos de esperanza

Entre el tribunal de Daniel y el cielo abierto de Juan, la Iglesia camina confiada. No estamos solos: el Hijo del Hombre reina, los ángeles sirven, y nosotros participamos de esa obra viviendo la caridad, la verdad y la esperanza.
Que esta Misa nos haga mensajeros del amor de Dios, luchadores contra el mal y sanadores de heridas. Y que, mientras peregrinamos, mantengamos el canto del salmo como lema jubilar:
“Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.”

 

 

29 de septiembre:

Santos Miguel, Gabriel y Rafael, Arcángeles — Fiesta

Patronazgos

  • San Miguel: soldados, policías, paramédicos, enfermos y moribundos.
  • San Gabriel: mensajeros, carteros, locutores y madres gestantes.
  • San Rafael: viajeros, ciegos, trabajadores de la salud y casamenteros.


Cita

La existencia de los seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura suele llamar “ángeles”, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición.
¿Quiénes son ellos? San Agustín dice: “‘Ángel’ es el nombre de su oficio, no de su naturaleza. Si buscas el nombre de su naturaleza, es ‘espíritu’; si buscas el nombre de su oficio, es ‘ángel’: por lo que son, ‘espíritu’; por lo que hacen, ‘ángel’” (San Agustín, Enarrationes in Psalmos 103, 1, 15: PL 37, 1348).

Con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Porque “ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos” son los “poderosos ejecutores de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra” (Mt 18,10; Sal 103,20). Como criaturas puramente espirituales, los ángeles poseen inteligencia y voluntad: son criaturas personales e inmortales, que superan en perfección a todas las criaturas visibles, como lo atestigua el esplendor de su gloria.


~Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 328–330


Reflexión

En los siglos V o VI, un importante teólogo de la Iglesia, conocido como Pseudo-Dionisio Areopagita, utilizó las muchas referencias de la Sagrada Escritura para articular claramente lo que se convirtió en la comprensión tradicional de la jerarquía de los ángeles. En el siglo XIII, Santo Tomás de Aquino profundizó esa enseñanza. Ambos sostuvieron que hay nueve coros angélicos, divididos en tres tríadas:

  • Primera tríada: serafines, querubines y tronos, dedicados exclusivamente al servicio de Dios, adorándolo sin cesar.
  • Segunda tríada: dominaciones, virtudes y potestades, encargados del gobierno del mundo creado y del universo entero.
  • Tercera tríada: principados, arcángeles y ángeles, los más cercanos a la humanidad, actuando como mediadores entre Dios y los hombres.

Son los arcángeles a quienes hoy honramos.

A lo largo del Antiguo y Nuevo Testamento abundan las menciones a los espíritus celestiales. En el Antiguo Testamento, custodiaron la entrada del Paraíso, guiaron a Abraham, detuvieron su mano en el sacrificio de Isaac, destruyeron Sodoma y protegieron a Lot, hablaron y lucharon con Jacob, precedieron a Moisés y a Israel, e intervinieron en la vida de los reyes y profetas. En el Nuevo Testamento, el arcángel Gabriel anunció los nacimientos de Juan el Bautista y de Jesús. Jesús habló frecuentemente de los ángeles en su predicación. Lo asistieron en Getsemaní, estuvieron en la Resurrección y liberaron a Pedro de la cárcel. San Pablo también habló varias veces de la jerarquía angélica.

Santo Tomás de Aquino enseñó que cada ser humano tiene un ángel custodio. Los arcángeles, siguientes en la jerarquía, sirven directamente a la humanidad en las tareas más importantes. Los tres arcángeles que hoy honramos son los únicos mencionados por nombre en la Biblia. No obstante, las tradiciones judías antiguas hablaban de siete arcángeles, y se especula que existe una multitud de ellos a los que Dios encomienda aspectos clave de nuestra vida. El mismo Rafael se presenta como uno de los siete que están delante de Dios.


San Miguel

Su nombre significa “¿Quién como Dios?”. Se lo menciona varias veces en la Biblia:

  • En Daniel como príncipe protector de Israel (Dn 10,13; 10,21; 12,1).
  • En la Carta de Judas luchando contra Satanás por el cuerpo de Moisés (Jud 1,9).
  • En el Apocalipsis, combatiendo y expulsando al dragón del cielo (Ap 12,7–8).

Por estos textos, Miguel es visto como defensor contra Satanás, protector de la Iglesia y Príncipe de los ángeles. Aunque Santo Tomás lo ubica en uno de los coros inferiores, otros Padres (Basilio, Roberto Belarmino, Buenaventura) especularon que dirige a todos los ángeles, ocupando el lugar que dejó Lucifer. La famosa oración a San Miguel fue compuesta por el Papa León XIII y rezada después de cada misa hasta el Concilio Vaticano II; hoy sigue siendo usada en muchas comunidades.


San Gabriel

Su nombre significa “Dios es mi fuerza” o “Hombre fuerte de Dios”.

  • En Daniel interpreta visiones (Dn 8,15–27; 9,20–27).
  • En el Nuevo Testamento anuncia a Zacarías el nacimiento de Juan (Lc 1,5–20) y a María la Encarnación (Lc 1,26–38).
  • Posiblemente también habló en sueños a José (Mt 1,18–25).

Por ello suele representarse con trompeta, signo de quien comunica mensajes divinos y participa en momentos decisivos de la historia.


San Rafael

Su nombre significa “Dios ha sanado”. Solo aparece en el libro de Tobías:

  • Acompaña a Tobías en su viaje disfrazado de Azarías.
  • Lo protege del demonio que atormentaba a Sara y lo une en matrimonio con ella.
  • Sana la ceguera de Tobit.
  • Finalmente se revela: “Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están delante de la Gloria del Señor” (Tb 12,15).

Se lo identifica también con los siete ángeles de Ap 8,2 que reciben las trompetas.


Conclusión espiritual

Aunque permanece un gran misterio sobre la naturaleza y funciones de estos espíritus gloriosos, lo cierto es que Dios los ha usado en la historia de la salvación. Hoy podemos afirmar con confianza que Dios sigue derramando su gracia a través de ellos, especialmente por medio de Miguel, Gabriel y Rafael. Sus nombres nos fueron revelados para que invoquemos su mediación. No solo interceden: ejecutan la voluntad de Dios en favor nuestro.

  • A través de Miguel, busquemos la protección de Dios.
  • A través de Gabriel, acojamos su revelación.
  • A través de Rafael, pidamos su sanación.

Oración

Gloriosos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, me encomiendo a su mediación angélica. Pongan en marcha el plan de Dios en mi vida, protéjanme del maligno, tráiganme la Palabra santa de Dios y sanen mis heridas. Les agradezco las gloriosas tareas que cumplen en la misión divina y confío en ustedes.
Santos Miguel, Gabriel y Rafael, rueguen por mí e intercedan la gracia de Dios para mi vida. Jesús, en Ti confío.

 

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