Santo del día:
San Miguel, San Gabriel, San Rafael
Los nombres de estos tres
arcángeles, mensajeros de Dios, significan en hebreo “quién como Dios”
(Miguel), “Dios muestra su fuerza” (Gabriel) y “Dios sana”
(Rafael).
Mensajeros
(Juan 1,47-51) Festejamos
a los ángeles: Miguel, que significa “¿quién como Dios?”; Gabriel, “la fuerza
inaudita de Dios”; y Rafael, “Dios sana”.
“Verás cosas más grandes todavía”, dice Jesús a Natanael.
El cielo está abierto y unos mensajeros nos muestran el camino.
Recibamos de ellos la fuerza para combatir todos los dragones que nos roban la
semejanza, el impulso que hace de nosotros también mensajeros de lo inaudito de
Dios y los ojos abiertos para maravillarnos.»
Colette Hamza, xavière
Primera
lectura
Miles y miles
lo servían
Lectura de la profecía de Daniel.
MIRÉ y vi que colocaban unos tronos. Un anciano se sentó.
Su vestido era blanco como nieve,
su cabellera como lana limpísima;
su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas;
un río impetuoso de fuego brotaba y corría ante él.
Miles y miles lo servían, millones estaban a sus órdenes.
Comenzó la sesión y se abrieron los libros.
Seguí mirando. Y en mi visión nocturna
vi venir una especie de hijo de hombre entre las nubes del cielo.
Avanzó hacia el anciano y llegó hasta su presencia.
A él se le dio poder, honor y reino.
Y todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieron.
Su poder es un poder eterno, no cesará.
Su reino no acabará.
Palabra de Dios.
Ap 12, 7-12a
(opción 2)
Miguel y sus
ángeles combatieron contra el dragón
Lectura del libro del Apocalipsis.
HUBO un combate en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron contra el dragón,
y el dragón combatió, él y sus ángeles. Y no prevaleció y no quedó lugar para
ellos en el cielo.
Y fue precipitado el gran dragón, la serpiente antigua, el llamado Diablo y
Satanás, el que engaña al mundo entero; fue precipitado a la tierra y sus
ángeles fueron precipitados con él.
Y oí una gran voz en el cielo que decía:
«Ahora se ha establecido la salvación y el poder y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo; porque fue precipitado el acusador de nuestros
hermanos, el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos lo vencieron en virtud de la sangre del Cordero y de la palabra del
testimonio que habían dado, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por eso, estén alegres, cielos, y ustedes, que habitan en ellos».
Palabra de Dios.
Salmo
R. Delante de los ángeles tañeré para
ti, Señor.
V. Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti;
me postraré hacia tu santuario. R.
V. Daré
gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R.
V. Que te den
gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande. R.
Aclamación
V. Bendigan al
Señor, ejércitos suyos, servidores que cumplen sus deseos. R.
Evangelio
Verán a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre
Lectura del santo Evangelio según san Juan.
EN aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:
«Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño».
Natanael le contesta:
«¿De qué me conoces?».
Jesús le responde:
«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi».
Natanael respondió:
«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».
Jesús le contestó:
«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas
mayores».
Y le añadió:
«En verdad, en verdad les digo: verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios
subir y bajar sobre el Hijo del hombre».
Palabra del Señor.
1
Homilía para la Fiesta de los
Santos Arcángeles
1. Introducción
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy la Iglesia celebra a los Santos Arcángeles
Miguel, Gabriel y Rafael, mensajeros de la gracia y de la misericordia
divina. Ellos nos recuerdan que no estamos solos en el camino de la fe, que el
cielo está abierto y que la comunión entre lo visible y lo invisible se
manifiesta como un canto de esperanza. En este Año Jubilar, bajo el lema “Peregrinos
de la esperanza”, se nos invita a contemplar la acción de Dios que nos
envía mensajeros para guiarnos, consolarnos y fortalecernos en la lucha
espiritual.
2. La visión del cielo abierto
La primera lectura, tomada del profeta Daniel, nos
muestra al Anciano de días sentado en su trono y rodeado de millares de
seres celestiales (Dn 7,9-10). Esta imagen nos recuerda que la historia humana
no está abandonada al azar, sino que se encuentra bajo la mirada de Dios, que
juzga con justicia y abre caminos de vida. El Apocalipsis, por su parte, nos
habla de la batalla en el cielo donde Miguel y sus ángeles vencen al dragón (Ap
12,7-12a). Aquí se nos revela que la lucha contra el mal no es una metáfora
poética, sino una realidad espiritual en la que cada creyente está implicado.
No se trata de tener miedo, sino de confiar en que “¿quién como Dios?”
(Mika-El) es la respuesta definitiva frente a todo poder destructor.
3. Los nombres que son misión
Cada arcángel revela un aspecto del misterio de
Dios:
- Miguel: “¿Quién como Dios?” Nos
recuerda que ningún poder, ni humano ni espiritual, puede ocupar el lugar
de Dios. Su misión es defendernos del orgullo y de los ídolos que
pretenden usurpar el corazón.
- Gabriel: “La fuerza de Dios”. Es el
mensajero de la Encarnación, el ángel que anunció a María la Buena Nueva.
Su presencia nos enseña que la fe es siempre respuesta a la iniciativa de
Dios que sorprende.
- Rafael: “Dios sana”. En el libro
de Tobías lo vemos como compañero de viaje y médico de las heridas. Él nos
recuerda que Dios no es indiferente a nuestro dolor, sino que sale al
encuentro para restaurar lo roto.
En este sentido, los arcángeles no son figuras
lejanas, sino compañeros que caminan con nosotros.
4. El Evangelio: “Verás cosas más
grandes”
En el Evangelio, Jesús promete a Natanael: “Verás
el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del
Hombre” (Jn 1,51). Aquí Cristo mismo se revela como el verdadero puente
entre el cielo y la tierra. Los ángeles nos acompañan, pero el centro es
siempre Jesús, el Hijo del Hombre, que abre el acceso al Padre. En Él
contemplamos la gloria de Dios y descubrimos que nuestra vida está llamada a
ser un lugar de encuentro entre lo humano y lo divino.
5. Aplicación al Año Jubilar
Como peregrinos de la esperanza, estamos
invitados a vivir con los ojos abiertos para reconocer los signos de la
presencia de Dios en medio de nuestra historia. Los arcángeles nos inspiran:
- A
luchar con valentía contra los “dragones” de nuestro tiempo: la
indiferencia, la violencia, la corrupción, el egoísmo.
- A
anunciar con alegría la Buena Noticia, como Gabriel, en nuestras familias,
comunidades y ambientes sociales.
- A
sanar heridas, como Rafael, siendo instrumentos de reconciliación, de
ternura y de consuelo, especialmente hacia quienes han perdido la
esperanza.
6. Intención orante por los
difuntos
Hoy elevamos una oración especial por todos
nuestros hermanos difuntos. Los encomendamos al Señor de la vida,
confiando en que los ángeles los acompañen hasta la morada eterna. Como dice el
salmo: “Te doy gracias, Señor, de todo corazón, porque tu amor es eterno”
(Sal 138). Que Miguel los defienda, que Gabriel los conduzca con la Buena Nueva
de la salvación, y que Rafael los lleve a la plenitud de la sanación en el
cielo.
7. Conclusión
Queridos hermanos, celebremos esta fiesta con
gratitud y esperanza. No estamos solos. El cielo está abierto. Cristo es el
puente, y los ángeles nos acompañan como mensajeros y protectores. Que esta
Eucaristía nos fortalezca para ser nosotros también mensajeros del amor
inaudito de Dios, defensores de la vida y consoladores de los que sufren. Y
que, al caminar como peregrinos de esperanza, mantengamos firme la certeza de
que “cosas más grandes todavía veremos”.
2
“Delante de los ángeles tañeré
para ti, Señor”
1)
Introducción
Hermanos,
hoy celebramos a Miguel,
Gabriel y Rafael, signos de que el cielo está abierto y
Dios no deja sola a su Iglesia. En este Año
Jubilar, somos peregrinos
de esperanza: caminamos sostenidos por la gracia, guiados por la
Palabra y acompañados por los mensajeros del Altísimo.
2)
Daniel 7: El tribunal del cielo y el Hijo del Hombre
La
primera lectura (Dn 7,9-10.13-14) nos sitúa en la sala del trono: “Colocaron unos tronos y un Anciano se
sentó… Un río de fuego brotaba de delante de Él; miles y miles le servían,
millones estaban a sus órdenes…”. Esta visión enseña tres cosas:
1.
Dios gobierna la historia: no estamos a merced
del caos; existe un juicio santo que desenmascara toda soberbia.
2.
La comunión angélica: los “miles y miles”
que sirven ante Él no son decoración celestial; son colaboradores reales de su
designio.
3.
El Hijo del Hombre: “Vi venir sobre las nubes del cielo como
un Hijo de hombre… se
le dio imperio, honor y reino; su dominio es eterno”.
Aquí confluyen profecía y Evangelio: el Hijo
del Hombre es Cristo. Por eso, cuando Jesús promete a Natanael
“verán el cielo abierto y a
los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre” (Jn
1,51), está diciendo: Yo
soy el puente vivo entre el tribunal de Daniel y la tierra. Los
ángeles sirven ese señorío de Cristo y ejecutan, como mensajeros, las
sentencias de misericordia y de verdad que brotan del trono.
Aplicación:
ante los “imperios bestiales” de cada época (violencias, corrupciones, ídolos),
no cedamos al miedo.
Con Miguel
proclamamos: “¿Quién como
Dios?”; con Gabriel
acogemos la novedad de la gracia; con Rafael
sanamos las heridas del camino.
3)
El Salmo propio (Sal 138[137]): Liturgia de la tierra que responde a la del
cielo
Hoy
la Iglesia pone en nuestros labios el responsorio:
“Delante de los ángeles tañeré
para ti, Señor” (R. 1c).
Es programa espiritual:
·
“Te doy gracias, Señor, de todo corazón”: la Eucaristía es acción de gracias que
sintoniza con la liturgia
celestial de Daniel 7.
·
“Me postraré hacia tu santo templo”: la postración reconoce que
sólo Dios es Dios (clave de Miguel).
·
“Cuando te invoqué, me escuchaste; acreciste el valor en mi
alma”:
la fuerza de Dios
(Gabriel) sostiene al cansado.
·
“Si camino en medio de la angustia, tú me das vida… tu
derecha me salva”:
resuena la sanación
(Rafael) que alcanza incluso las sombras de la muerte.
·
“El Señor completará sus favores conmigo… no abandones la
obra de tus manos”:
esperanza jubilar; Dios no deja inconclusa su obra en nosotros ni en nuestros
difuntos.
Invitación
pastoral: que nuestra asamblea “taña” —cante, ore, sirva— delante de los ángeles;
que nuestra liturgia parroquial sea eco de la sinfonía del cielo.
4)
Evangelio (Jn 1,47-51): La escalera definitiva
Jesús
dice a Natanael: “Verás el
cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre”.
La “escalera” de Jacob encuentra aquí su cumplimiento: Cristo es el Betel definitivo, la Puerta por la que
transitan los mensajeros divinos. En la Eucaristía,
el cielo se abre en lo cotidiano: el altar es el lugar donde la gracia
desciende y nuestra ofrenda sube. Por eso, la piedad a los ángeles nunca aparta
de Jesús; nos conduce más
hondamente a Él.
5)
Los tres Arcángeles en clave jubilar
·
San Miguel (Ap 12): combate el
dragón. Para nosotros: combatir lo que roba la semejanza con Dios (pecado, resentimiento,
idolatrías). Práctica: examen, confesión, reparación.
·
San Gabriel (Lc 1; Dn 8–9): trae
la Palabra
que crea futuro. Práctica: escuchar, meditar y anunciar el Evangelio con
lenguaje comprensible hoy.
·
San Rafael (Tb 5–12): acompaña el
viaje y cura.
Práctica: cercanía concreta a enfermos, dolientes, migrantes, familias heridas.
6)
Intención orante por los difuntos
Hoy,
de modo especial, encomendamos
a nuestros difuntos. Que Miguel
los defienda y los introduzca en la asamblea del cielo; que Gabriel les anuncie la plenitud de Cristo; que Rafael sane toda herida
y los conduzca a la luz
sin ocaso.
Al rezar el salmo digamos con fe por ellos y por nosotros: “Delante de los ángeles tañeré para ti,
Señor”. Que esta Eucaristía sea súplica y esperanza: “El Señor completará sus favores
conmigo; tu misericordia es eterna”.
7)
Conclusión: Peregrinos de esperanza
Entre
el tribunal de Daniel
y el cielo abierto de Juan,
la Iglesia camina confiada. No
estamos solos: el Hijo del Hombre reina, los ángeles sirven, y
nosotros participamos de esa obra viviendo la caridad, la verdad y la
esperanza.
Que esta Misa nos haga mensajeros
del amor de Dios, luchadores
contra el mal y sanadores
de heridas. Y que, mientras peregrinamos, mantengamos el canto del salmo como
lema jubilar:
“Delante de los ángeles
tañeré para ti, Señor.”
29 de septiembre:
Santos Miguel, Gabriel y Rafael,
Arcángeles — Fiesta
Patronazgos
- San
Miguel: soldados, policías, paramédicos, enfermos y moribundos.
- San
Gabriel: mensajeros, carteros, locutores y madres gestantes.
- San
Rafael: viajeros, ciegos, trabajadores de la salud y casamenteros.
Cita
La existencia de los seres espirituales, no
corporales, que la Sagrada Escritura suele llamar “ángeles”, es una verdad de
fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la
Tradición.
¿Quiénes son ellos? San Agustín dice: “‘Ángel’ es el nombre de su oficio, no de
su naturaleza. Si buscas el nombre de su naturaleza, es ‘espíritu’; si buscas
el nombre de su oficio, es ‘ángel’: por lo que son, ‘espíritu’; por lo que
hacen, ‘ángel’” (San Agustín, Enarrationes in Psalmos 103, 1, 15: PL 37, 1348).
Con todo su ser, los ángeles son servidores y
mensajeros de Dios. Porque “ven continuamente el rostro de mi Padre que está en
los cielos” son los “poderosos ejecutores de sus órdenes, atentos a la voz de
su palabra” (Mt 18,10; Sal 103,20). Como criaturas puramente espirituales, los
ángeles poseen inteligencia y voluntad: son criaturas personales e inmortales,
que superan en perfección a todas las criaturas visibles, como lo atestigua el
esplendor de su gloria.
~Catecismo
de la Iglesia Católica, nn. 328–330
Reflexión
En los siglos V o VI, un importante teólogo de la
Iglesia, conocido como Pseudo-Dionisio Areopagita, utilizó las muchas
referencias de la Sagrada Escritura para articular claramente lo que se
convirtió en la comprensión tradicional de la jerarquía de los ángeles. En el
siglo XIII, Santo Tomás de Aquino profundizó esa enseñanza. Ambos sostuvieron
que hay nueve coros angélicos, divididos en tres tríadas:
- Primera
tríada:
serafines, querubines y tronos, dedicados exclusivamente al servicio de
Dios, adorándolo sin cesar.
- Segunda
tríada:
dominaciones, virtudes y potestades, encargados del gobierno del mundo
creado y del universo entero.
- Tercera
tríada:
principados, arcángeles y ángeles, los más cercanos a la humanidad,
actuando como mediadores entre Dios y los hombres.
Son los arcángeles a quienes hoy honramos.
A lo largo del Antiguo y Nuevo Testamento abundan
las menciones a los espíritus celestiales. En el Antiguo Testamento,
custodiaron la entrada del Paraíso, guiaron a Abraham, detuvieron su mano en el
sacrificio de Isaac, destruyeron Sodoma y protegieron a Lot, hablaron y
lucharon con Jacob, precedieron a Moisés y a Israel, e intervinieron en la vida
de los reyes y profetas. En el Nuevo Testamento, el arcángel Gabriel anunció
los nacimientos de Juan el Bautista y de Jesús. Jesús habló frecuentemente de
los ángeles en su predicación. Lo asistieron en Getsemaní, estuvieron en la
Resurrección y liberaron a Pedro de la cárcel. San Pablo también habló varias
veces de la jerarquía angélica.
Santo Tomás de Aquino enseñó que cada ser humano
tiene un ángel custodio. Los arcángeles, siguientes en la jerarquía, sirven
directamente a la humanidad en las tareas más importantes. Los tres arcángeles
que hoy honramos son los únicos mencionados por nombre en la Biblia. No
obstante, las tradiciones judías antiguas hablaban de siete arcángeles, y se
especula que existe una multitud de ellos a los que Dios encomienda aspectos
clave de nuestra vida. El mismo Rafael se presenta como uno de los siete que
están delante de Dios.
San Miguel
Su nombre significa “¿Quién como Dios?”. Se lo
menciona varias veces en la Biblia:
- En
Daniel como príncipe protector de Israel (Dn 10,13; 10,21; 12,1).
- En
la Carta de Judas luchando contra Satanás por el cuerpo de Moisés (Jud
1,9).
- En
el Apocalipsis, combatiendo y expulsando al dragón del cielo (Ap 12,7–8).
Por estos textos, Miguel es visto como defensor
contra Satanás, protector de la Iglesia y Príncipe de los ángeles. Aunque Santo
Tomás lo ubica en uno de los coros inferiores, otros Padres (Basilio, Roberto
Belarmino, Buenaventura) especularon que dirige a todos los ángeles, ocupando
el lugar que dejó Lucifer. La famosa oración a San Miguel fue compuesta por el
Papa León XIII y rezada después de cada misa hasta el Concilio Vaticano II; hoy
sigue siendo usada en muchas comunidades.
San Gabriel
Su nombre significa “Dios es mi fuerza” o “Hombre fuerte
de Dios”.
- En
Daniel interpreta visiones (Dn 8,15–27; 9,20–27).
- En
el Nuevo Testamento anuncia a Zacarías el nacimiento de Juan (Lc 1,5–20) y
a María la Encarnación (Lc 1,26–38).
- Posiblemente
también habló en sueños a José (Mt 1,18–25).
Por ello suele representarse con trompeta, signo de
quien comunica mensajes divinos y participa en momentos decisivos de la
historia.
San Rafael
Su nombre significa “Dios ha sanado”. Solo aparece
en el libro de Tobías:
- Acompaña
a Tobías en su viaje disfrazado de Azarías.
- Lo
protege del demonio que atormentaba a Sara y lo une en matrimonio con
ella.
- Sana
la ceguera de Tobit.
- Finalmente
se revela: “Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están delante
de la Gloria del Señor” (Tb 12,15).
Se lo identifica también con los siete ángeles de
Ap 8,2 que reciben las trompetas.
Conclusión espiritual
Aunque permanece un gran misterio sobre la
naturaleza y funciones de estos espíritus gloriosos, lo cierto es que Dios los
ha usado en la historia de la salvación. Hoy podemos afirmar con confianza que
Dios sigue derramando su gracia a través de ellos, especialmente por medio de
Miguel, Gabriel y Rafael. Sus nombres nos fueron revelados para que invoquemos
su mediación. No solo interceden: ejecutan la voluntad de Dios en favor
nuestro.
- A
través de Miguel, busquemos la protección de Dios.
- A
través de Gabriel, acojamos su revelación.
- A
través de Rafael, pidamos su sanación.
Oración
Gloriosos
arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, me encomiendo a su mediación angélica.
Pongan en marcha el plan de Dios en mi vida, protéjanme del maligno, tráiganme
la Palabra santa de Dios y sanen mis heridas. Les agradezco las gloriosas
tareas que cumplen en la misión divina y confío en ustedes.
Santos Miguel, Gabriel y Rafael, rueguen por mí e intercedan la gracia de
Dios para mi vida. Jesús, en Ti confío.
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