sábado, 6 de septiembre de 2025

7 de septiembre del 2025: vigésimo tercer domingo del tiempo ordinario- Ciclo C

 

“Apostar por Jesús

«Grandes multitudes seguían el camino con Jesús.» Lejos de alegrarle, esa muchedumbre parece más bien preocuparle. Más interesado en definir quiénes son realmente sus discípulos que en contabilizarlos, Jesús opta por la calidad antes que por la cantidad. Subiendo a Jerusalén para entregar su vida, se toma el tiempo de enseñarnos cómo seguirle.

Más que hacer cosas con Jesús o para Él, lo esencial es dejar que Él actúe en nosotros.

Cuando el Señor atrapa nuestro corazón, desea habitarlo por completo, hasta transformar nuestra forma de pensar y vivir.

Pablo dice a Filemón que ahora puede acoger a su esclavo fugitivo Onésimo «como a un hermano muy amado».

El libro de la Sabiduría indica que el Espíritu Santo «enviado desde lo alto» nos permite ver el mundo de otro modo. Nadie llega al cielo apostando solo por sus riquezas o por la fuerza de su ejército.

Seguir a Jesús exige renunciar a ambos. Ése es el gran contraste del Evangelio: apostar por Jesús, lanzarse a la aventura de la fe sin preferir nada por encima de Dios, y aceptar morir a uno mismo, soltando poco a poco todo aquello que entorpece nuestro caminar. Se trata de ser libres al desatar los vínculos que nos impiden construir nuestra vida sobre Cristo.

Jesús pide que abandonemos nuestros deseos de competir, que arriesguemos también nuestra vida sobre su palabra y sus obras, confiando en su amor.

¿He decidido seguir a Jesús?

¿Es el Evangelio para mí una opción de vida personal?


¿Transforman su palabra y sus obras nuestra manera de ser con los demás, nuestra visión del mundo y el sentido de nuestra existencia?”

Vincent Leclercq, prêtre assomptionniste

 


Primera lectura

Sb 9,13-18

¿Quién se imaginará lo que el Señor quiere?

Lectura del libro de la Sabiduría.

¿QUÉ hombre conocerá el designio de Dios?,
o ¿quién se imaginará lo que el Señor quiere?
Los pensamientos de los mortales son frágiles
e inseguros nuestros razonamientos,
porque el cuerpo mortal oprime el alma
y esta tienda terrena abruma la mente pensativa.
Si apenas vislumbramos lo que hay sobre la tierra
y con fatiga descubrimos lo que está a nuestro alcance,
¿quién rastreará lo que está en el cielo?,
¿quién conocerá tus designios, si tú no le das sabiduría
y le envías tu santo espíritu desde lo alto?
Así se enderezaron las sendas de los terrestres,
los hombres aprendieron lo que te agrada
y se salvaron por la sabiduría.

Palabra de Dios.

 

Salmo

Sal 90(89),3-4.5-6.12-13. 14 y 17 (R. cf. 12b) 

R. Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación.


V. Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornen, hijos de Adán».
Mil años en tu presencia son un ayer que pasó;
una vela nocturna. 
R.

V. Si tú los retiras
son como un sueño,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. 
R.

V. Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. 
R.

V. Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
Sí, haga prósperas las obras de nuestras manos. 
R.

 

Segunda lectura

Flm 9b-10.12-17

Recóbralo, no como esclavo, sino como un hermano querido

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Filemón.

QUERIDO hermano:
Yo, Pablo, anciano, y ahora prisionero por Cristo Jesús, te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien engendré en la prisión. Te lo envío como a hijo.
Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en nombre tuyo en esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo: así me harás este favor, no a la fuerza, sino con toda libertad.
Quizá se apartó de ti por breve tiempo para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino como algo mejor que un esclavo, como un hermano querido, que si lo es mucho para mí, cuánto más para ti, humanamente y en el Señor.
Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí.

Palabra de Dios.

 

Aclamación

R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, enséñame tus decretos. R.

 

Evangelio

Lc 14,25-33

Aquel que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
«Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:
“Este hombre empezó a construir y no pudo acabar”.
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Así pues, todo aquel de entre ustedes que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».

Palabra del Señor.

 

1

1. Apuesta por Jesús: más calidad que cantidad

Nos encontramos ante una escena donde Jesús, rodeado por grandes multitudes, no se deja llevar por la apariencia. No busca seguidores por su número. Más bien, su preocupación es quiénes cargan con Él desde el corazón, sin seguirlo solo como fenómeno o noticia curiosa. Esta elección del discípulo apasionado, no casual, es el centro del Evangelio. (Diocèse de Paris, Working Preacher from Luther Seminary)

Apostar por Jesús significa entregarle la vida, dejar que Él reforme desde adentro nuestra manera de pensar, de actuar, de amar. Como dices bellamente: no se trata de hacer cosas con Él o para Él, sino de dejar que Él actúe en nosotros.


2. Aventura de transformación: renuncia, cruz y libertad

Jesús demanda: “quien no renuncia a todo lo que posee, no puede ser discípulo mío” y “quien no carga con su cruz y viene detrás de mí, no puede serlo” (Working Preacher from Luther Seminary). Es una pedagogía de lo esencial:

  • Renunciar a seguridades humanas: bienes, familia, lazos, individualismo. Lo que antes fue nuestro se convierte en territorio para construir vida nueva.
  • Cargar la cruz: no una cruz inmóvil, sino una marcha de entrega en comunidad, una vida compartida con la Pasión de Cristo.
  • Ser libres: al soltar lo que pesa y nos ata, nos abrimos al Reino, construyendo vida sobre la roca viva que es Cristo.

3. Sabiduría, fraternidad, conversión del corazón

La sabiduría no es autoayuda ni conspiración; nace del Espíritu que nos abre a ver de otra manera, como afirma la Sagrada Escritura. (archisevilla.org, Working Preacher from Luther Seminary)
En Filemón, Pablo nos muestra cómo esa misma sabiduría reconstruye relaciones: recibe a Onésimo no como esclavo, sino como hermano amado. (dominicos.org)

En este Año Jubilar de gracia, Dios nos ofrece sabiduría para ver más allá de nosotros mismos, misericordia para transformar vínculos y audacia para apostar por Él, aunque ello demande morir al yo antiguo.


4. Aplicaciones en clave de Año Jubilar

  • En comunidad: revisa qué estructuras o modos de hacer están vacíos de evangelio. ¿Son meros rituales o experiencias de encuentro vivo con Jesús?
  • En familia o con amigos: ¿supera mi relación con ellos mi relación con Jesús o Él está primero?
  • Personalmente: ¿arriesgo mi vida sobre la Palabra, invirtiendo tiempo, talento, recursos en el Reino?

Este Jubileo nos invita a abrir puertas: no solo físicas, sino interiores. ¿Permitimos que Jesús habite nuestro corazón hasta transformar nuestra visión del mundo y el sentido de nuestra vida? (Catholic.net)


Conclusión

Hermanas y hermanos: hoy se nos presenta una invitación profunda. Sin tomar el Evangelio como una propuesta ligera, se nos muestra el camino real de la libertad: apostar por Jesús sin reservas, dejar que Él reforme nuestro corazón, nuestras relaciones, nuestra existencia.
La fe no es una emoción pasajera: es la apuesta más radical y valiente que podemos hacer. Apostar no contra algo, sino a favor de Alguien que es vida, sabiduría, fraternidad, futuro.

Que en este Año Jubilar, nuestra vida sea testimonia de esa apuesta: que caminemos con Jesús, en renuncia, cruz y entrega, descubriendo que solo Él basta.

Amén.

 

2

 

Introducción: un pasaje que choca y despierta

Nos encontramos hoy ante un texto del Evangelio de Lucas que golpea por su radicalidad: “Si alguno viene a mí y no renuncia a su padre, madre, esposa, hijos, hermanos y hasta a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Y el que no lleva su cruz y me sigue, no puede ser mío.” Este lenguaje, crudo y directo, podría llevarnos a pensar que Jesús exige de sus discípulos una renuncia casi inhumana.

La sabiduría humana frente al misterio divino

Pero antes de zambullirnos en este pasaje, escuchemos lo que dice la Sabiduría en la primera lectura: “Los pensamientos de los mortales son mezquinos… apenas conocemos lo que está a mano…”—solo gracias al Espíritu Santo se nos conceden caminos rectos y sabiduría divina (servicioskoinonia.org).
Esto nos recuerda que la comprensión humana puede quedarse corta; necesitamos acoger esta palabra con humildad, abiertos a que su sentido nos desborde.

La pasión amorosa: una analogía del corazón entregado

Tu reflexión encuentra luz —y qué bella luz— en la vida conyugal: cuando dos personas sellan un compromiso profundo, lo que antes era “mío” o “tuyo” se vuelve “nuestro”. Los viejos hábitos de soltería quedan atrás, las decisiones dejan de ser individuales, y todo: lo humano, lo material, lo espiritual, se comparte en mirada común, impulsados por esa pasión amorosa que construye hogar.

Esa misma pasión encarna lo que Jesús quiere decir: no es una renuncia hostil, sino una entrega total, donde el afecto por él se vuelve más fuerte que cualquier otro lazo. “Llevar la cruz” no es quedarse pegado a un sufrimiento inmóvil, sino avanzar con todo lo que somos, disponibles para el Reino.

Año Jubilar: conversión, renacimiento y misión

Este año de gracia, el Jubileo 2025, centraliza el lema “Peregrinos de Esperanza” (Wikipedia, Archdiocese of Denver, Diario AS). Es tiempo de reconciliación, de misericordia, de caminar con el corazón renovado hacia la plena comunión con Dios y el hermano (Scholas Ocurrentes, Diocese of Charlotte).
En este marco, nuestra “cruz” no es un peso que nos hunda, sino la pasión viva de encontrarnos con Cristo de modo radical. Es la puerta abierta hacia una existencia nueva: renunciamos a lo que nos ata para abrazar un amor que nos libera.

¿Cómo se vive esa pasión hoy?

  • En la familia: cuando padres eligen amar con paciencia y entrega a sus hijos adolescentes, incluso en la rebeldía, y no se rinden.
  • En el hogar: cuando la pareja, ante tormentas como adicciones o dificultades, sigue construyendo y acompañando desde el sufrimiento compartido.
  • En la comunidad: cuando un empleador fomenta dignidad, verdad y confianza, antes que solo resultados.
    Estas acciones manifiestan esa pasión amorosa que no reniega del contexto ni de las dificultades, y las transforma desde la fuerza del amor que se entrega.

Lectura de Filemón: fraternidad que renueva

En la segunda lectura, Pablo apela a Filemón por Onésimo —un hermano, antes esclavo— no solo como esclavo, sino como alguien amado “como a mí mismo” (planebogota.com, preacherexchange.com).
Esto nos habla de esa misma lógica: ya no tratamos lo humano con lógica de “lo mío o lo tuyo”, sino desde la comunión, la reconciliación, la fraternidad apasionada.

Conclusión: peregrinos que aman, siguen y transforman

Amadas hermanas y hermanos, hoy se nos invita a preguntarnos:
¿Qué me apasiona de tal modo que lo haría más fuerte que cualquier vínculo?
¿Estoy dispuesto a llevar la cruz, no como condena, sino como signo de que Jesús me acompaña y me da vida?

En este Año Jubilar, se abren las Puertas Santas como símbolo de un corazón que se deja tocar y transformar (Wikipedia, Diario AS). Recibamos esta palabra como llamada a convertir nuestra vida en una peregrinación de esperanza, donde nuestra entrega no se aparta del mundo, sino lo llena de Cristo.

Que nuestra vida —familiar, profesional, comunitaria— sea plena pasión por Jesús, de tal modo que su Evangelio marque nuestros vínculos, nuestras decisiones, nuestro modo de amar. Y así, paso a paso, seamos verdaderamente discípulos suyos, llevando la cruz con gozo y libertad hacia una vida nueva.

Amén.

 

3

 

1. Contexto y desafío radical del Evangelio

Jesús, rodeado de grandes multitudes, pronuncia palabras que desconciertan: “Si alguno viene a mí sin ‘odiar’ a su padre, madre, esposa, hijos, hermanos y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío.” ¿Qué significa ese “odiar” tan extremo? Este lenguaje no busca alienar, sino despertar: sacudir de nuestra tibieza, señalar qué o quién debe ocupar el primer lugar en nuestra vida.

Como explican los comentaristas, se trata de una hipérbole semítica: no se trata de cultivar resentimiento, sino de renunciar a toda preferencia que opaque nuestra fidelidad a Cristo. Es una llamada alejar aquello que compite por nuestro corazón. (Working Preacher from Luther Seminary, Crossway, Wikipedia)

Jesús no medita en palabras suaves, sino que reclama total entrega. Lo mismo afirma san Mateo: “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí.” (Reddit, Crossway)


2. Contar el costo: imágenes que hablan de renuncia y compromiso

Acto seguido, el Evangelio recurre a dos parábolas: el constructor de torre y el rey que evalúa fuerzas antes de la batalla. Ambas imágenes subrayan que ser discípulo exige prever el costo, no emprender el camino solo por impulso. (Working Preacher from Luther Seminary, Sacred Heart Catholic Church, Wikipedia)

Esta renuncia no es renegar del mundo, sino ordenar nuestro amor, dejando que Jesús sea el fundamento. Es la asunción diaria de la cruz, la coherencia de vida que nace de la fe apasionada, no de una espiritualidad ligera.


3. Año Jubilar: pasión que transforma vínculos

Este Año Jubilar —“peregrinos de conversión y esperanza”— nos llama a la conversión profunda. Dios abre puertas físicas y espirituales para que nuestra entrega afiance nuestra libertad. ¿Qué significa, hoy, “odiar” lo que amo? Significa soltar aquello que ocupa el centro de mi existencia, para permitir que Cristo vuelva a ser la luz que da sentido.

·        En nuestra familia y comunidad, la fe legítima no se impone, pero pide ser vivida sin tapujos.

·        En nuestra misión, la “hipérbole” de Jesús no es amenaza, sino impulso de amor total que reconstruye desde adentro.

·        En nuestra vocación, el reto es clamar: “Señor, que ni mi amor humano, ni mis proyectos personales, ni mis vínculos me impidan hacerte mi todo.”


4. Aplicación pastoral en clave de libertad y coherencia

·        Para discípulos jóvenes: es urgente que descubran una fe que no se acomode en esquemas sociales, sino que invite a la entrega radical.

·        Para familias: renunciar no significa quebrarse, sino reencontrar su esencia, vivida sobre Cristo, no sobre clichés culturales.

·        Para la comunidad eclesial: que esta palabra sacuda nuestras rutinas. Renovar espacios de encuentro donde Jesús, no una agenda, sea el primero.

·        Para ti, sacerdote: que este Jubileo sea tu experiencia de dejar que Él actúe en ti, creando comunidades vivas, no grupos administrados.


Conclusión

Hermanas y hermanos, hoy Jesús nos propone una fe con piel de libertad, no de ataduras. Nos llama a amarle sobre todo y sobre todos, no para rechazar lo humano, sino para vivir todo desde Él. En este Año Jubilar, atracemos nuestra vida a esta verdad: que Cristo sea el fundamento de toda relación, entrega y proyecto.

Que vivamos el Evangelio como apuesta radical por el amor que nos hace libres.

Amén.

 

4

 

 “Contar el costo… para amar más”

 

1) El primer lugar en el corazón

“Grandes multitudes seguían con Jesús…” (Lc 14,25). Jesús no se entusiasma con la cantidad; le importa la calidad del discipulado. Por eso lanza palabras que sacuden: “Si alguno viene a mí y no ‘odia’ a su padre y madre… y aun su propia vida, no puede ser mi discípulo” (14,26). No es odio afectivo ni resentimiento; es hipérbole semita que significa “amar menos”, “poner en segundo lugar” todo lo que compita con Dios. Mateo traduce el sentido: “El que ama a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí” (Mt 10,37). En Jesús, el amor se ordena: a todos se los ama mejor cuando Dios va primero. (Catholic Productions)

El Libro de la Sabiduría hoy nos baja de la nube de la autosuficiencia: nuestros cálculos son mezquinos; sólo el Espíritu “enviado desde lo alto” nos da la perspectiva de Dios (Sab 9,13-18b). El Salmo 90 nos enseña a “contar nuestros días” para adquirir corazón sensato. Y Filemón muestra la consecuencia práctica: Pablo invita a recibir a Onésimo “como a un hermano querido”; el Evangelio transforma los vínculos y los reordena en Cristo (Flm 9-10.12-17). (USCCB, evdiomessage.org)

2) Contar el costo: dos parábolas y una decisión

Jesús propone dos imágenes: el constructor de la torre y el rey que evalúa fuerzas. No es un “arrechón espiritual”; es una decisión pensada, rezada y sostenida. Ser discípulo implica prever: habrá renuncias, combates interiores, desprendimientos concretos. Pero el cálculo no se hace desde el miedo, sino desde la confianza en Aquel que nos amó primero. (St. Paul Center)

En clave jubilar, esto suena a examen de conciencia pastoral: ¿a qué me apego que impide que Cristo sea el centro? ¿Qué hábitos, agendas o seguridades me pesan más que la cruz? El Jubileo no es un eslogan; es una visitación de gracia para reordenar la vida a Cristo y dar pasos visibles de conversión. (evdiomessage.org)

3) Cuatro condiciones (en lenguaje de hoy)

Inspirado en la síntesis de Fr. Tony, Jesús hoy nos pide:
(a) Priorizar a Dios sobre la familia: no es amar menos a los tuyos; es amarles mejor, desde Dios. (b) Desapego de bienes: la libertad interior para compartir bendiciones. (c) Cargar la cruz: asumir, con amor, dolores y luchas que nacen de la fidelidad (dominio de vicios, coherencia pública, servicio sacrificado). (d) Calcular el costo: decidirse por un sostenido, de por vida. (Fr Tony's Homilies)

4) Tres historias que iluminan el Evangelio

Historia 1: “Te vamos a taladrar… y otra vez”
Cada inicio de temporada, un entrenador avisa a los aspirantes: “Habrá disciplina, dolor de músculos, nada de drogas o alcohol; sólo el que se esfuerza entra”. El deporte serio cuesta tiempo, hábitos, renuncias. ¿Por qué nos sorprende que el discipulado también tenga costo? Jesús nos lo dice antes de alistarnos, no para ahuyentar, sino para purificar intenciones. (Fr Tony's Homilies)

Historia 2: Santo Tomás Moro — “Servidor del rey, pero de Dios primero”
Padre, esposo, jurista, escritor de Utopía, canciller de Inglaterra. Cuando la corona le exigió jurar contra su conciencia, su familia le rogó ceder. Tomás eligió a Dios: prisión, enfermedad, silencio… y finalmente el martirio (1535). Subiendo al cadalso, resumió su vida: “Del rey, buen siervo; pero de Dios, primero.” Poner a Cristo por encima de todo no destruye la familia: la salva de idolatrías. (Encyclopedia Britannica)

Historia 3: Renoir — “El dolor pasa; la belleza permanece”
Artritis feroz; el pincel atado a la mano para seguir pintando. ¿Por qué insistir con dolor? “El dolor pasa; la belleza permanece.” El discípulo persevera porque ha visto una Belleza mayor: Cristo. La cruz no es masoquismo; es el paso hacia una vida más alta. (Goodreads)

5) Exégesis pastoral de Lc 14: el “odiar” que significa amar

Volvamos a la palabra incómoda: “odiar”. En el marco bíblico, es recurso retórico para expresar preferencia radical: Dios primero (véase el paralelo de Mt 10,37). Cuando Dios es el centro, los otros amores se ordenan y crecen; cuando Dios no es el centro, todo se desordena, incluso el amor a los más cercanos. Por eso, Jesús no pide “odiar personas”, sino odiar la tentación que nos separa de Él (apegos, manipulaciones, chantajes afectivos, autoengaños). (Catholic Productions)

6) Filemón y Onésimo: el Evangelio reconfigura los vínculos

Pablo devuelve a Onésimo a Filemón, pero con una carta de pólvora evangélica: recíbelo como hermano. Aquí se ve el costo real: renuncias recíprocas, riesgo social, transformación de relaciones. El discipulado no es intimismo; alcanza la justicia, la fraternidad y la dignidad del otro. (evdiomessage.org)

7) “Gracia barata” vs. “gracia costosa”

Bonhoeffer alertaba: hay una “gracia barata” (perdón sin conversión, sacramentos sin discipulado, cruz sin Jesús) y una “gracia costosa” que nos toma la vida… pero nos da la Vida. El Jubileo no es barata indulgencia de calendario; es gracia costosa que nos configura con Cristo. (Goodreads, C.S. Lewis Institute)

8) Itinerario práctico (estilo Fr. Tony, aterrizado a tu comunidad)

1.    Recarga diaria: oración personal y lectio; el Salmo 90 en los labios: “Enséñanos a calcular nuestros años…” (Sal 90). (USCCB)

2.    Eucaristía frecuente y reconciliación agradecida: fuerza real para sostener el . (evdiomessage.org)

3.    Desapego: revisar gastos, tiempo y talentos; compartir con los necesitados y con la misión parroquial. (Fr Tony's Homilies)

4.    Cruz cotidiana: dominar hábitos que esclavizan; confesar públicamente la fe; servir cuando no conviene. (Fadaochigbo - Sunday Homily Series)

5.    Coherencia vocacional: fidelidad matrimonial, justicia en el trabajo, honestidad fiscal; “sí” pastoral creativo en clave jubilar. (St. Paul Center)

6.    Acompañamiento fraterno: como Pablo con Filemón y Onésimo; sanar vínculos, abrir oportunidades y tejer comunión. (evdiomessage.org)

9) Para rezar (final jubilar)

Señor Jesús, danos tu Sabiduría para contar el costo y elegirte primero; tu Espíritu para ordenar nuestros amores y soltar lo que nos ata; tu Pan para caminar con la cruz y servir con alegría. Que en este Año Jubilar crucemos tu Puerta con decisiones visibles: Dios primero, familia mejor amada, bienes compartidos, cruz asumida, misión encendida. Amén. (evdiomessage.org)

 

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