Fundados en la fe
(Colosenses 1, 21-23) Para
los colosenses, como para nosotros mismos, se trata de tomar la medida de lo
que la presencia de Cristo ha cambiado en nuestras vidas. Quizás esto sea más
fácil para los conversos recientes o para quienes retoman el camino de la fe,
que para otros cristianos. Sea como sea, todos debemos permanecer «sólidamente
fundados en la fe», sin «apartarnos» de la «esperanza» que hemos recibido «al
escuchar el Evangelio». Ahí está el combate espiritual del cual nadie puede
eximirse.
Emmanuelle Billoteau, ermite
Primera lectura
Col 1,21-23
Dios los ha
reconciliado para ser admitidos a su presencia santos y sin mancha
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses.
HERMANOS:
Ustedes, en otro tiempo, estaban también alejados y eran enemigos por sus
pensamientos y malas acciones; ahora en cambio, por la muerte que Cristo sufrió
en su cuerpo de carne, Dios los ha reconciliado para ser admitidos a su
presencia santos, sin mancha y sin reproche, a condición de que permanezcan
cimentados y estables en la fe, e inamovibles en la esperanza del Evangelio que
han escuchado: el mismo que se proclama en la creación entera bajo el cielo,
del que yo, Pablo, he llegado a ser servidor.
Palabra de Dios.
Salmo
R. Dios
es mi auxilio.
V. Oh Dios,
sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.
Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras. R.
V. Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
dando gracias a tu nombre, que es bueno. R.
Aclamación
V. Yo soy el
camino y la verdad y la vida -dice el Señor- nadie va al Padre sino por mi. R.
Evangelio
¿Por qué
hacen en sábado lo que no está permitido?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
EN sábado, iba Jesús caminando por medio de un sembrado y sus discípulos
arrancaban y comían espigas, frotándolas con las manos.
Unos fariseos dijeron:
«¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?».
Respondiendo Jesús, les dijo:
«¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros sintieron hambre?
Entró en la casa de Dios, y tomando los panes de la proposición, que solo está
permitido comer a los sacerdotes, comió él y dio a los que estaban con él».
Y les decía:
«El Hijo del hombre es señor del sábado».
Palabra del Señor.
1
Introducción
Queridos hermanos, nos reunimos este sábado con el
corazón puesto en Cristo y con la mirada confiada en la Virgen María. El
sábado, día mariano por excelencia, la Iglesia nos invita a contemplar a
aquella mujer que mejor que nadie permaneció “sólidamente fundada en la fe”
(Col 1,23). En este Año Jubilar, llamados a ser Peregrinos de la Esperanza,
la Palabra de Dios ilumina nuestro caminar para no perder el rumbo y
sostenernos en medio de las pruebas.
1. Fundados en la fe (Col
1,21-23)
San Pablo recuerda a los colosenses —y a nosotros—
que antes vivíamos alejados de Dios, atrapados en nuestras obras malas, pero
que Cristo nos reconcilió por su cruz. Ahora el desafío no es simplemente haber
sido bautizados, sino permanecer firmes en la fe, estables, sin dejarnos
arrancar de la esperanza que el Evangelio ha sembrado en nosotros.
Aquí se juega el verdadero combate espiritual.
La fe no es un acontecimiento del pasado, sino una relación viva que exige renovación
diaria. Los recién convertidos lo experimentan con entusiasmo; los que llevamos
más tiempo en la vida cristiana corremos el riesgo de acostumbrarnos. Por eso
el Jubileo es ocasión de volver a lo esencial, de redescubrir la alegría
de creer.
2. El Evangelio que transforma
(Lc 6,1-5)
El evangelio de este sábado nos presenta a Jesús y
a sus discípulos en medio de la controversia sabática. Los fariseos se
escandalizan porque arrancan espigas y las comen. Jesús responde con firmeza: “El
Hijo del hombre es Señor del sábado”.
El mensaje es claro: la fe no se reduce a normas
vacías, sino que brota de una relación viva con Cristo, que da sentido y
plenitud a todo. Lo importante no es un ritualismo frío, sino dejarse transformar
por el Señor de la vida. Estar fundados en la fe es tener el corazón anclado en
Él, no en costumbres rígidas que sofocan el amor.
3. María, modelo de esperanza
Hoy recordamos a la Virgen María, la mujer que supo
mantenerse en pie junto a la cruz, cuando muchos abandonaban. Ella encarna lo
que Pablo nos pide: firmeza en la fe, constancia en la esperanza, fidelidad al
Evangelio.
En medio de nuestras pruebas, María nos enseña a esperar
contra toda esperanza. Cuando la vida nos golpea, cuando la rutina
espiritual nos adormece, cuando la sociedad relativiza los valores, ella nos
recuerda: “Hagan lo que Él les diga” (Jn 2,5).
4. Aplicación actual (dimensión
jubilar y pastoral)
- En
el Jubileo: Se
nos invita a volver a la raíz de nuestra fe. Ser peregrinos de esperanza
significa redescubrir que no caminamos solos, que Cristo nos acompaña y
María intercede.
- En
la vida personal:
Permanecer fundados en la fe exige oración constante, escucha de la
Palabra, participación fiel en la Eucaristía, servicio humilde en la
comunidad.
- En
la vida comunitaria: Como Iglesia, debemos mostrar al mundo la alegría del Evangelio.
La fe no se mide solo en ritos, sino en gestos de cuidado, misericordia y
compromiso con los más pobres.
5. Una anécdota iluminadora
Cuenta un escritor que un niño en África, recién
bautizado, le decía a su catequista: “Antes yo tenía miedo de la oscuridad.
Ahora sé que Jesús está conmigo y ya no me asusta la noche”. Eso es estar fundado
en la fe: la certeza de que, aunque lleguen las sombras, hay una luz que no
se apaga.
Nosotros, en nuestras comunidades, necesitamos
redescubrir esa confianza sencilla y total en Cristo.
Conclusión
Hermanos, en este sábado mariano, pidamos la gracia
de permanecer firmes en la fe, alegres en la esperanza y generosos en la
caridad. Que la Virgen María nos acompañe en este combate espiritual y que
el Año Jubilar sea un tiempo de gracia para cimentar nuestra vida en Cristo.
Oración final (para la homilía)
Señor
Jesús,
Tú eres el Señor del sábado,
la plenitud de nuestra esperanza y el fundamento de nuestra fe.
Que en este Año Jubilar no nos apartemos de tu Evangelio,
y que, sostenidos por la Virgen María,
sepamos dar testimonio de alegría,
de misericordia y de fidelidad,
hasta alcanzar contigo la gloria del Padre.
Amén.
2
Introducción
Queridos hermanos,
la Palabra de este día nos invita a ponernos en
camino, a avanzar en la vida cristiana, como lo exhortaba San Pablo a los
colosenses: “permanezcan cimentados y firmes en la fe, sin apartarse de la
esperanza” (Col 1,23). El cristianismo no es inmovilismo ni simple
cumplimiento de normas, sino una vida dinámica, que nos impulsa a crecer, a
dejarnos transformar y a caminar siempre hacia adelante, siguiendo a Cristo.
En este sábado, con la mirada puesta en María,
modelo de peregrinación en la fe, reflexionamos sobre lo que significa ser
peregrinos de esperanza en medio de una sociedad que a menudo se queda
atrapada en legalismos, miedos o rutinas.
6. ¡Vayan adelante! (Col 1,21-23)
San Pablo anima a los creyentes de Colosas a ponerse
en camino, a permanecer unidos a Cristo. La vida cristiana es un llamado a
no quedarnos anclados en el pasado, ni en nuestros pecados ni en nuestras
glorias de ayer, sino a crecer continuamente en santidad.
El apóstol sabe que hay tentaciones que nos
paralizan:
- la
rutina de una fe sin pasión,
- el
miedo a equivocarnos,
- el
refugio en prácticas externas que no transforman el corazón.
Pero Pablo nos recuerda que la verdadera firmeza se
encuentra en Cristo mismo, y que caminar con Él nos convierte en hombres
y mujeres erguidos, capaces de avanzar incluso en medio de las pruebas.
2. ¿Está permitido hacer esto en
sábado? (Lc 6,1-5)
El Evangelio de hoy nos sitúa en la polémica del
sábado. Jesús y sus discípulos arrancan espigas para comer, los fariseos los acusan,
y Él responde recordando a David que, en una situación de necesidad, también
transgredió las normas rituales para salvar a sus compañeros.
La enseñanza es clara: para Jesús la prioridad
es la vida. El sábado, instituido como día de descanso y de alabanza a
Dios, se había convertido en un campo de discusiones sin fin, donde la letra de
la ley parecía más importante que el bienestar de las personas.
Jesús no desprecia la ley, sino que la devuelve a
su sentido original: ser instrumento al servicio de la vida, signo de la
libertad y de la comunión con Dios.
3. Ley, fe y libertad
A veces, cuando una persona está insegura, se
aferra rígidamente a las normas, creyendo que en ellas encontrará seguridad
interior. Pero cuando la ley se convierte en un fin en sí misma, en una cortina
entre Dios y el pueblo, pierde su sentido.
Las leyes son necesarias, pero siempre deben estar
subordinadas al mandamiento supremo del amor y de la vida. En palabras de
Jesús: “El Hijo del hombre es Señor del sábado”.
La pregunta clave para nosotros hoy sería:
- ¿Vivimos
la fe como camino que libera, o como un peso que esclaviza?
- ¿Nuestras
comunidades son lugares de vida y esperanza, o espacios dominados por la
rigidez y el miedo?
4. María, mujer en camino
En este sábado mariano, contemplamos a la Virgen
María como la primera peregrina de la fe. Ella avanzó siempre, aún en la
oscuridad de la cruz, permaneciendo erguida junto a su Hijo. No se refugió en
seguridades humanas, sino que confió plenamente en la Palabra de Dios.
Ella nos enseña que la verdadera seguridad está
en abandonarse a Dios, no en la acumulación de normas. Como buena madre,
nos recuerda: “Hagan lo que Él les diga” (Jn 2,5).
5. Aplicación jubilar y pastoral
En este Año Jubilar, el Papa nos llama a ser Peregrinos
de la Esperanza. Eso significa:
- No
detenernos en nostalgias o rigideces, sino caminar hacia adelante con
Cristo.
- Redescubrir
la centralidad de la Palabra y de la Eucaristía.
- Construir
comunidades que sean espacios de libertad, de misericordia y de vida.
- Revisar
nuestras prácticas religiosas, para que no sean un obstáculo, sino un
camino de encuentro con Dios.
6. Una anécdota que ilumina
Un joven, al salir de misa, le decía a su párroco: “Padre,
a veces siento que mi fe es como una bicicleta estática: pedaleo mucho, pero no
avanzo”. El sacerdote le respondió: “Eso sucede cuando tu fe se reduce a
cumplir normas. La fe verdadera es como una bicicleta de montaña: a veces
cuesta, pero siempre te lleva más lejos”.
Así es la vida cristiana: no un ejercicio estéril,
sino un camino que nos hace avanzar hacia la plenitud de Cristo.
Conclusión
Hermanos, el Evangelio de hoy nos invita a vivir la
fe como camino y no como carga, a dejarnos transformar por Cristo, a caminar
erguidos y con esperanza.
Que María, mujer en camino, nos enseñe a avanzar
confiados, a poner la vida por encima de la letra, y a ser en este Jubileo
testigos de una fe que da alegría y libertad.
Oración final
Señor
Jesús,
Tú eres el Señor de la vida y de la historia,
enséñanos a avanzar siempre hacia adelante,
firmes en la fe, alegres en la esperanza.
Que tu Evangelio no sea peso, sino libertad,
y que María, tu Madre, nos acompañe
en este camino jubilar,
para que nuestras comunidades sean signo de vida y de amor.
Amén.
3
Introducción
Queridos hermanos,
en el Evangelio de hoy escuchamos una de esas
frases breves y tajantes de Jesús que marcan un antes y un después en la vida
de la fe:
“El Hijo del hombre es Señor del sábado” (Lc 6,5).
Con estas palabras, Cristo nos recuerda que la Ley
de Dios no es un peso ni un obstáculo, sino un camino que conduce a la vida. Él
mismo, como Señor de la Ley, le da su pleno sentido. En este sábado, día
dedicado a la Virgen María, somos invitados a dejarnos guiar no por nuestras
interpretaciones humanas o por rigideces vacías, sino por la voz del Señor, que
nos libera y nos conduce a la esperanza.
1. La Ley divina: don y camino de
vida
El Tercer Mandamiento nos pide “santificar el
sábado”, es decir, consagrar un día a Dios, reconocerlo como Creador y
Señor de la historia. Este mandamiento tiene un sentido profundo:
- Es
un don de descanso, que nos recuerda que no somos esclavos de la
producción ni del trabajo.
- Es
un camino de vida, porque nos invita a reconocer que la existencia
tiene un centro: Dios mismo.
El problema surge cuando la Ley de Dios es
encerrada en interpretaciones humanas excesivas, como hicieron los fariseos,
que llenaron de normas y prohibiciones el día sagrado hasta volverlo un peso
insoportable. Jesús denuncia este legalismo y nos recuerda que la verdadera
fidelidad consiste en poner a Dios en el centro, no en aferrarse a
interpretaciones humanas que sofocan el espíritu.
2. Cristo, Señor de la Ley
Cuando Jesús proclama que es “Señor del sábado”,
no está anulando la Ley, sino revelando su verdadero sentido. La Ley no existe
para esclavizar, sino para liberar. No se trata de reglamentos que buscan
controlar la vida del pueblo, sino de un don divino que nos abre a la comunión
con Dios.
Cristo se presenta, entonces, como el intérprete
definitivo de la Ley. Él es la Palabra viva del Padre. Y sólo en Él la Ley
alcanza su plenitud. Esto significa que nuestra referencia última no son
nuestros propios criterios, tradiciones o interpretaciones, sino Jesús mismo.
3. El riesgo de absolutizar
nuestras opiniones
Todos corremos el peligro de confundir la voluntad
de Dios con nuestras propias convicciones personales. Nos afectan las
emociones, las costumbres, las ideologías, la presión social, los medios de
comunicación. Y, poco a poco, podemos terminar defendiendo ideas que no
coinciden con la verdad de Dios, pero que asumimos como si fueran
incuestionables.
Cuando eso ocurre, la fe se convierte en un campo
de batalla de opiniones y no en un camino de vida en el Espíritu. La invitación
de hoy es a la humildad: reconocer que sólo Cristo es la Verdad, y que
debemos estar dispuestos a rectificar nuestras convicciones cuando Él nos
muestre otro camino.
4. María, mujer dócil a la
Palabra
Hoy, en memoria de la Virgen María, recordamos a la
mujer que supo escuchar y guardar la Palabra en su corazón. Ella no absolutizó
sus propios planes, no se aferró a sus seguridades humanas, sino que se dejó
guiar por Dios: “Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38).
María es el ejemplo perfecto de cómo vivir la Ley
de Dios: no como un código frío, sino como una relación de amor y de confianza.
Ella nos enseña a permanecer abiertos, humildes y dóciles al Señor, incluso
cuando no comprendemos todo lo que sucede.
5. Dimensión jubilar y pastoral
En este Año Jubilar “Peregrinos de la Esperanza”,
el Evangelio nos pide:
- Revisar
nuestras actitudes religiosas: ¿son fuente de vida o peso para los demás?
- Volver
a la esencia: la
fe como encuentro con Cristo, no como un cúmulo de reglamentos.
- Vivir
la esperanza:
dejar que el Evangelio nos libere de miedos, rigideces y errores para
caminar con gozo hacia adelante.
Ser peregrinos de la esperanza significa dejarnos
guiar por Aquel que es Señor de la Ley, para que nuestra vida sea signo de
libertad y alegría cristiana.
6. Una imagen para meditar
Un maestro de Biblia decía a sus alumnos: “La
Ley de Dios es como una brújula. Si en lugar de mirar la brújula para
orientarnos hacia el norte, nos quedamos discutiendo entre nosotros sobre cómo
es la aguja o de qué material está hecha, nunca llegaremos al destino”.
Así sucede con la fe: si absolutizamos nuestras
opiniones y discusiones, perdemos de vista a Cristo. Él es el verdadero Norte
que orienta nuestra vida.
Conclusión
Hermanos, hoy Jesús nos recuerda que sólo Él es
Señor de la Ley. No absoluticemos nuestras ideas, no nos aferremos a legalismos
estériles, no convirtamos la fe en un peso. Más bien, vivamos en la libertad de
los hijos de Dios, dejándonos guiar por Cristo y por María.
Oración final
Señor
Jesús,
Tú eres el Señor del sábado y de la vida,
haz que no nos aferremos a normas vacías
ni a nuestras propias opiniones,
sino que permanezcamos siempre dóciles a tu Palabra.
Que María, tu Madre, nos enseñe a vivir la Ley como un don de amor,
y que este Año Jubilar nos fortalezca
para ser peregrinos de la esperanza,
libres, alegres y fieles en tu seguimiento.
Amén.
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