12 de enero del 2014: Bautismo del Señor (A)
Por su bautismo, Jesús nos abre
grandes las puertas de la familia de Dios.
EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGUN SAN MATEO 3,13-17
EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
SEGÚN SAN MATEO CAPITULO 3, VERSICULOS 13 AL 17
Por entonces vino
Jesús de Galilea al Jordán, para encontrar a Juan y para que éste lo bautizara.
Juan quiso disuadirlo y le dijo:
«¿Tú vienes a mí? Soy yo quien necesita ser bautizado por ti.»
Jesús
le respondió: «Deja que hagamos así por ahora. De este modo respetaremos el
debido orden.» Entonces Juan aceptó.
Una
vez bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los Cielos y
vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma y se posaba sobre él.
Al mismo tiempo se
oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo, el Amado; éste es mi
Elegido.»
A guisa de introducción
Navidad en la vida
ordinaria
Alguno que otro niño se mostrará perplejo diciendo hoy algo
así como lo siguiente: “como así…la
Navidad se terminó ya? Ahora no es más que un recuerdo? Todo pasa demasiado
rápido”.
Uno podría decir que el nacimiento de Jesús es un “sujeto
tabú” después de haber pasado el 25 de diciembre.
Es injusto, necio y algo inconsciente. Les diré por qué.
Si bien es cierto que las organizaciones que explotan nuestra
fiesta nos “engolosinan”, se hacen “extravagantes” desde el 1º de noviembre, personalmente, yo apenas si estoy entrando en la verdadera
fiesta, que mi “alegría”, mi placer, no es cosa del pasado.
Al cuarto de San Alejo, o a la pieza de “reblujos” (trebejos)
o al garaje van a parar el falso árbol de navidad, las luces artificiales que
titilan y las bolas de colores brillantes frágiles.
Esos niños o personas con corazón de niño tienen razón al
expresar su perplejidad.
Dos maneras de vivir la Navidad cohabitan difícilmente en
nuestro mundo y nuestra sociedad. Los dos meses antes de la Navidad, pertenecen
al comercio y los organismos interesados en explotar esta fiesta o en hacer –de
modo positivo- sus actos de beneficencia.
Por otro lado, las comunidades cristianas, depositarias del
mensaje de Navidad, logran difícilmente
captar la atención para transmitir la esencia de su mensaje, durante el corto
tiempo litúrgico de Navidad, o sea al fin de diciembre y comienzos de enero.
Mas el domingo del Bautismo del Señor llega para rescatarnos!
Para recordarnos el sentido eterno de la Navidad! En el Evangelio admiramos un
Jesús adulto, solidario de la humanidad. Él confía en el rito de pasaje
(pascua) de cambio ofrecido por Juan Bautista a sus compatriotas.
Cristo se presenta de este modo como uno de nosotros,
compartiendo plenamente nuestra condición humana, como en Navidad!
Esta prolongación de la fiesta inaugura una nueva etapa de la
vida de la Iglesia. “El tiempo ordinario” en el cual entramos hoy y que no tiene nada
de “ordinario” ni de banal. La solidaridad del Hijo de Dios nos incitará a
hacer mejor el mundo…No la guardemos en el cuarto de San Alejo, en la pieza de
chécheres o en el garaje con los árboles artificiales y las guirnaldas
brillantes!
Aproximación
psicológica al texto del evangelio:
LA DECISIÓN DE COMPROMETERSE
Aquellos que no esperaban
nada más de la vida, aparte de lo que ya poseían, no iban para recibir el
bautismo de Juan.
Aquellos que tenían una
buena conciencia absoluta y que no se cuestionaban por nada de lo que ellos
hacían, pensaban o hablaban, estos tampoco
iban para recibir el bautismo de Juan.
Aquellos que no se
preocupaban por encontrarle sentido a la vida y por vivir una vida plena
de sentido y que fuera animada por la fe y que por ello la existencia fuera fecunda, ellos
tampoco iban para recibir el bautismo de Juan.
Ya que Juan anunciaba un
evento que sucedería y que implicaba
cuestionarse personalmente y adoptar una
disponibilidad interior. Para abrirse a este evento, hacía falta ser consciente
de que se puede ser y hacer más y estar preparado
a comprometerse para esa marcha (o empresa o tarea, o misión).
Y por razones que responden a la inercia
humana, a la resistencia al cambio, uno se abstiene voluntariamente y no se compromete.
Cierto, no todo el mundo iba a Juan para
recibir su bautismo, pero había al menos una buena cantidad, parece. Y entre
ellos estaba Jesús. Nada autoriza a pensar que Jesús venga al bautismo de Juan por razones que
serían completamente diferentes a las de los otros.
Jesús va al bautismo porque
Él también quiere ir al encuentro de ese Reino que llegaba. El también desea
cuestionarse en su vida como carpintero, y preguntarse si su fidelidad está
presente todavía en su vivir (en lo que hace). El también, anhela una práctica
que dé frutos, y vivir una vida
que tenga sentido.
Esto hacia ver suficientes
buenas razones para emprender esta ruta de fe.
Sin embargo los versículos
13 al 17 no se centran
sobre las motivaciones de la acción de Jesús (su
bautismo), sino sobre lo que paso en aquel momento. A menudo, cuando uno
se compromete en una empresa (misión, camino, tarea) que en apariencia nos
llevará lejos, uno se descubre con una nueva mirada, uno aprende muchas cosas
sobre sí mismo que no sabía, o no percibía al
menos de manera clara.
Mateo nos habla quizás
de una revelación parecida acá. Es seguro que el evangelista no se ha
preocupado por aquello que Jesús ha vivido interiormente en el momento de este
episodio, y a él no le interesa sino ver y expresar de manera clara
que Jesús era el Hijo Bien Amado del Padre. Pero se puede pensar por lo mismo
que Jesús vivió una experiencia espiritual- cualquiera que sea- como
una confirmación de aquello a lo cual Él se sentía llamado a vivir.
Igual si las
preocupaciones teológicas marcan fuertemente el relato en su forma actual, el
bautismo de Jesús pervive como una experiencia humana y espiritual que no está
lejana (ni es diferente) de aquellas que nosotros mismos
podemos vivir en ciertos momentos de nuestra vida.
EL BAUTISMO mucho Más QUE UN “AFFAIRE SOCIAL”:
Desde hace 5 años, acá en mi comunidad, fuera de Colombia,
donde comparto mi fe y alegría de vivir , gracias a mi ministerio, vengo
acogiendo las jóvenes parejas que piden a la Iglesia católica con timidez pero
con audacia ante todo, el bautismo de sus pequeños hijos.
La mayor parte son parejas, donde los dos se dicen “creyentes
pero no practicantes”, esto para justificar de entrada su ausencia en la
liturgia y el culto dominical. Sin embargo, lo primero que uno valora de estos
jóvenes progenitores es su decisión de confiar aun en la Iglesia de sus
abuelos, de sus padres y todos sus ancestros…Y digo “aún” por la historia
accidentada, movida y compleja de una Iglesia que desde los años 60 y caracterizada
antes por su perpetua presencia e influencia en los espíritus de esta provincia
canadiense, que comienza a decaer, a
vivir crisis, y sobre la cual se cierne
la oscuridad, caracterizadas por la poca asistencia al culto dominical, pérdida
de autoridad e influencia de los pastores, poca frecuentación de los sacramentos
de la confesión y matrimonio, pérdida del sentido de la misa (el sacrificio eucarístico).
En todas partes, y sobre todo hoy se entiende la “práctica” religiosa,
como la participación asidua a la misa, sobre todo a la del domingo, y entonces
yo les respondo a los que se dicen “creyentes pero no practicantes”, para que
vean más allá, “no digan que no son practicantes, pues ustedes aman, se aman en
familia, sirven a sus semejantes, son caritativos, PRACTICAN EL AMOR…y mejor, confiésense “no creyentes”, “faltos de fe”, porque si creyeran en verdad, se
dejarían inundar por la Gracia de Dios recibida primeramente en el Bautismo, y
la aprovecharían, pues ella se nos ofrece abundantemente después en los sacramentos, sobretodo en la
Eucaristía. Si fueran creyentes correrían a la iglesia el domingo para comulgar
el cuerpo y la sangre de Cristo verdaderamente presentes en un pedazo de pan y
una copa de vino…Ellos ríen, mientras momentáneamente, parecieran decir, “padre,
tiene usted razón”.
Todo esto para decir que nuestro proceso de inserción en
Cristo, de comunión con Él se queda en un primer peldaño…que curiosamente se
reactiva años más tarde y se quiere ascender a una segunda escala, para buscar
la primera comunión del infante…después 5 0 6 años más tarde sucede con la confirmación…el
matrimonio.
La vivencia y práctica
de la fe, sufre una crisis que yo llamaría “litúrgica”, es en la participación en
el culto donde no se ve interés, sino apatía, sin sentido, falta de entusiasmo
y alegría por estar. No nos digamos mentiras, sobretodo en la Iglesia Católica
la mayor parte de los fieles buscan la recepción de los sacramentos (Bautismo, confirmación,
matrimonio) solamente como un “affaire social” y no como un asunto de “fe
personal y convencida”.
La prueba de este desencanto litúrgico y visión de no sentido
y gracia espiritual individual y comunitaria de los sacramentos se nota cuando solo se ve una amplia participación en los ritos de bautismo,
matrimonios y funerales (todo por quedar bien socialmente, ser diplomático,
mostrar amistad, y entonces uno ve como muchos “tristemente” toman la sagrada
hostia como si fuera una galletica de coctel o de fiesta )…Uno diría que la
gente no haya vínculos, relación entre el hecho de ser bautizado y el de
reunirse el día del Señor (Domingo) para orar en comunidad, dar gracias, pedir perdón
y hallar el alimento y la fuerza para vivir ese compromiso adquirido el día de
nuestra filiación a Dios y a su familia
comunidad (la Iglesia).
Y es que son tantas cosas que podríamos decir del bautismo.
Su teología y sentido es tan amplio, tan rico que no bastan
las palabras ni una bonita reflexión ni una corta homilía para develar su
sublimidad, su esencia y profundo significado en nuestra vida cristiana.
Y eso es lo irónico del bautismo, que quienes pueden
explotar al máximo sus bendiciones, gracias y efectos son millones sobre el
planeta, si porque están bautizados, pero no han tomado la decisión de
asumirlo, no han tomado la decisión de comprometerse, como nos lo muestra Jesús
y se los he hecho remarcar en la primera parte de esta reflexión.
Es triste y paradójico ver donde hemos caído. Hay una gran confusión
en el mundo, en nuestra sociedad que se dice “feliz”, no hay más que desencanto, todo por no querer vivir con fuerza y profundidad esa filiación bautismal: “por el bautismo nos decidimos a ser
verdaderos hijos de Dios, a pensar como su Hijo Jesucristo, a adorar solo a
Dios, a ponerlo en el centro de nuestra vida por la oración, la compasión, las
obras de bien, por el compromiso con la paz, con la justicia”.
El acelere, el facilismo, la tecnología, el internet, las redes sociales,
los medios de comunicación “mandan la parada” y es el parlante donde no solo
habla Dios, sino también el enemigo…Lamentablemente
parece ser que este tuviera mayor influencia a pesar del esfuerzo de tantos
creyentes cristianos por estar presentes en esos modernos areópagos.
Llamen al enemigo como quieran: diablo, espíritu inmundo,
tentador, sembrador de división, patrocinador de confusión…al final es el
mismo.
Él se manifiesta:
Cuando no acentuamos este reconocimiento de filiación divina
dada en el bautismo,
Cuando no somos conscientes del amor de Dios y hasta dónde puede ir
por amor a nosotros,
Cuando relativizamos y por lo mismo menospreciamos y no nos
esforzamos por conocer y practicar la fe
heredada y adquirida gracias a nuestros
padres,
Cuando nos negamos a practicar nuestra identidad cristiana, y
lo justificamos, aduciendo que las religiones están mandadas a recoger y que
son causantes de guerras, de todo odio y división,
Cuando pretendemos refugiarnos en “falsas espiritualidades”
más bien dadas al egoísmo, a la relajación de los valores morales, a la insensibilidad,
a la falta de compromiso comunitario- humano, al “cada quien que se defienda
como pueda”,
En fin, cuando no tenemos conciencia de ser bautizados en
Jesús.
Es cierto que hay hijos que no piensan en sus padres, ser
bautizado en Jesús es reconocer a Dios como Padre y a la familia, comunidad de
creyentes como sus hijos, nuestros hermanos (Iglesia, Asamblea).
El bautismo implica toda la existencia.
No es un evento del pasado, no es meramente un rito de iniciación
llámese "religiosa” o “espiritual”. El Bautismo es una realidad cotidiana.
Con toda seguridad, en el plano de la conciencia psicológica,
nosotros lo olvidamos, pero la fiesta de hoy debe actualizar esta percepción y hacernos
comprender a la vez nuestra cercanía de Dios y nuestra infinita dignidad.
En los tiempos de guerra y de violencia en los que estamos
viviendo, nos enteramos por las noticias de los asesinatos a sangre fría, con alevosía,
y a veces con torturas…Cómo es posible que todavía en pleno siglo XXI ocurran
estas cosas, cuando se tiene la pretensión de que representamos la generación, época
o edad del bien, del madurez y de la civilización?
En nuestro medio, yo pienso igualmente en cosas terribles: la pornografía infantil, el comercio de mujeres (trata de blancas),
de seres humanos con fines sexuales, los tratamientos indignos de larga duración,
infligidos a veces a los enfermos, ancianos y desvalidos en los hospitales.
Yo creo que una persona bautizada que ha comprendido el
sentido de la paternidad de Dios no puede considerar más a los demás como números
o instrumentos de placer, de violencia o de dinero.
Al pensar en el bautismo administrado en nuestra comunidad
eclesial, es importante recordar la seriedad de las exigencias del bautismo.
Muchos de entre nosotros hemos sido bautizados en un ambiente
y o contexto cristiano o de catolicidad. La fe cristiana hacía parte de la
cultura de base, la práctica era generalizada, y el bautismo se impartía apenas
se estaba recién nacido.
Hoy las cosas no marchan así, y todo bautismo debe ser el
objeto de una preparación minuciosa de los padres, tanto en lo que concierne o
toca a la fe misma, como a la preparación inmediata de la celebración.
Del Papa Francisco
en la “La Evangeli Gaudium” (La alegría
del Evangelio)
En virtud
del Bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se ha convertido en
discípulo misionero (cf. Mt 28,19). Cada uno de los bautizados,
cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de ilustración de su fe,
es un agente evangelizador, y sería inadecuado pensar en un esquema de
evangelización llevado adelante por actores calificados donde el resto del
pueblo fiel sea sólo receptivo de sus acciones. La nueva evangelización debe
implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados. Esta convicción
se convierte en un llamado dirigido a cada cristiano, para que nadie postergue
su compromiso con la evangelización, pues si uno de verdad ha hecho una
experiencia del amor de Dios que lo salva, no necesita mucho tiempo de
preparación para salir a anunciarlo, no puede esperar que le den muchos cursos
o largas instrucciones. Todo cristiano es misionero en la medida en que se ha
encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús; ya no decimos que somos
«discípulos» y «misioneros», sino que somos siempre «discípulos misioneros». Si
no nos convencemos, miremos a los primeros discípulos, quienes inmediatamente después
de conocer la mirada de Jesús, salían a proclamarlo gozosos: «¡Hemos encontrado
al Mesías!» (Jn 1,41). La samaritana, apenas salió de su diálogo
con Jesús, se convirtió en misionera, y muchos samaritanos creyeron en Jesús
«por la palabra de la mujer» (Jn 4,39). También san Pablo, a partir
de su encuentro con Jesucristo, «enseguida se puso a predicar que Jesús era el
Hijo de Dios» (Hch 9,20). ¿A qué esperamos nosotros?
OBJETIVO DE VIDA PARA LA SEMANA :
-
Ahora que la Iglesia recomienza el
tiempo litúrgico Ordinario, busco cómo mi fe en Jesús, Hijo de Dios, puede
impregnar mi vida cotidiana.
-
Comparto un poco mi experiencia de fe
con una persona que duda en reconocer la importancia del mensaje de Jesús.
-
Ofrezco mi voz de ánimo a una familia
que se prepara para bautizar próximamente un miembro de la familia. O bien yo
aliento a un adulto que se prepara para celebrar su bautismo.
ORACIÓN-REFLEXIÓN:
Bautizados en el Nombre del Padre,
hacemos parte de la Gran Familia de
los Hijos de Dios.
Hijos e hijas de un mismo Padre,
nosotros reconocemos en todo hombre y
en toda mujer
un hermana y una hermana habitados
por la ternura de Dios.
Bautizados en el nombre de Hijo,
queremos aprender de Él,
verdadero Dios, Verdadero Hombre,
a vivir plenamente nuestra humanidad
bajo la mirada del Padre y sirviendo
a nuestros hermanos.
Bautizados en el nombre del Espíritu,
abrimos nuestros corazones a su gran
soplo de libertad.
Él es nuestra fuerza y nuestra
consolación,
nuestro apoyo en las dificultades y
la fuente de todas nuestras alegrías.
Él sólo nos abre a la libertad total
y nos preserva en la unidad.
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
nosotros te pedimos:
que nada en el mundo nos separe de la
vida,
del amor y de la Gracia
que ustedes nos han dado y
compartido,
para a nuestro turno, compartir...
Una entrada anterior sobre este mismo evangelio en mi blog antiguo:
http://gusqui.blogspot.ca/2011/01/enero-9-del-2011-fiesta-del-bautismo-de.html
REFERENCIAS:
Pequeño Misal “prions en Église”, editions
Québec, 2011-2014.
HÉTU,
Jean-Luc. Les Options de Jésus.
Exhortación Apostólica Evangeli
Gaudium, Papa Francisco, 2013,
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