lunes, 9 de enero de 2023

12 de enero del 2020: Solemnidad del Bautismo de Jesús (A)



Bautizado por nosotros

Jesús se hace bautizar para que se cumpla el deseo divino de salvación.
El Espíritu desciende sobre Él y el Padre lo revela como su Hijo Bien-Amado. Por su ministerio, el hace el bien por todas partes y realiza actos poderosos. Su bautismo reaviva el nuestro y nos llama a comprometernos mucho más.

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En este día  en que rememoramos el bautismo de Jesús, el Señor nos abre su casa para que podamos entrar en comunión con Él. Lleguemos hasta Él con alegría, abracemos su designio y o deseo de salvación y seamos dóciles a su Espíritu.




LECTURAS

 PRIMERA LECTURA

DEL LIBRO DE ISAÍAS 42, 1-4.6-7

Así dice el Señor:

--Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones: No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará hasta implantar el derecho en la tierra y sus leyes, que esperan las islas. Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he tomado de la mano, te he formado y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas.



Palabra de Dios



SALMO RESPONSORIAL

SALMO 28

R.- EL SEÑOR BENDICE A SU PUEBLO CON LA PAZ

Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado. R.-

La voz del Señor sobre las aguas,
el señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente, 
la voz del señor es magnífica. R.- 

El Dios de la gloria ha tronado.
El Señor descorteza las selvas.
En su templo un grito unánime: ¡Gloria!
El Señor se siente por encima del aguacero,
el Señor se sienta como rey eterno. R.-



 SEGUNDA LECTURA 

DEL LIBRO DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES 10, 34-38


En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: 

-- Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y práctica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los israelitas anunciando la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos. Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que paso haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él.

Palabra de Dios



ALELUYA Mc 1, 11

Los cielos se abrieron y se oyó la voz del Padre: Este es mi hijo, el amado; escuchadle


EVANGELIO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 3, 13- 17

En aquel tiempo, fue Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Pero Juan intentaba disuadirle diciéndole:

-- Soy yo el que necesita que tú me bautices, ¿y acudes a mí?

Jesús le contestó:

-- Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere.

Entonces Juan se lo permitió. 

Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo que decía:

-- Este es mi hijo, el amado, mi predilecto.


Palabra del Señor.
 



A GUISA DE INTRODUCCIÓN:


Navidad en la vida ordinaria



Alguno que otro niño se mostrará perplejo diciendo hoy algo así como lo siguiente: “como así…la Navidad se terminó ya? ¿Ahora no es más que un recuerdo? ¡Todo pasa demasiado rápido!”.

Uno podría decir que el nacimiento de Jesús es un “sujeto tabú” después de haber pasado el 25 de diciembre.

Es injusto, necio y algo inconsciente. Les diré por qué.

Si bien es cierto que las organizaciones que explotan nuestra fiesta nos “engolosinan”, se hacen “extravagantes” desde el 1º de noviembre, personalmente, yo apenas si estoy entrando en la verdadera fiesta, que mi “alegría”, mi placer, no es cosa del pasado.

Al cuarto de San Alejo, o a la pieza de “reblujos” (trebejos) o al garaje van a parar el falso árbol de navidad, las luces artificiales que titilan y las bolas de colores brillantes frágiles.

Esos niños o personas con corazón de niño tienen razón al expresar su perplejidad.

Dos maneras de vivir la Navidad cohabitan difícilmente en nuestro mundo y nuestra sociedad. Los dos meses antes de la Navidad, pertenecen al comercio y los organismos interesados en explotar esta fiesta o en hacer –de modo positivo- sus actos de beneficencia.

Por otro lado, las comunidades cristianas, depositarias del mensaje de Navidad, logran difícilmente captar la atención para transmitir la esencia de su mensaje, durante el corto tiempo litúrgico de Navidad, o sea al fin de diciembre y comienzos de enero.

Pero por suerte, ¡el domingo del Bautismo del Señor llega para rescatarnos! ¡Para recordarnos el sentido eterno de la Navidad! En el Evangelio admiramos un Jesús adulto, solidario de la humanidad. Él confía en el rito de pasaje (pascua) de cambio ofrecido por Juan Bautista a sus compatriotas.

Cristo se presenta de este modo como uno de nosotros, ¡compartiendo plenamente nuestra condición humana, como en Navidad!

Esta prolongación de la fiesta inaugura una nueva etapa de la vida de la Iglesia. “El tiempo ordinario” en el cual entramos hoy y que no tiene nada de “ordinario” ni de banal. La solidaridad del Hijo de Dios nos incitará a hacer mejor el mundo…No la guardemos en el cuarto de San Alejo, ¡en la pieza de chécheres o en el garaje con los árboles artificiales y las guirnaldas brillantes!


La belleza del bautismo

Si, aquello debió haber sido un bello bautismo…Yo imagino Jesús entre los penitentes que se presentan ante Juan. Él baja al Jordán como lo hacen los demás, se sumerge en sus aguas. Cuando sale del agua, ¡he aquí que el cielo se abre! Dios entonces se hace oír con toda la fuerza de su voz y su ternura. Dios Padre identifica el Hijo del carpintero de Nazaret como su Hijo Bien Amado.  Y es cierto, seguramente que Jesús no tenía necesidad de cumplir con este rito de conversión, El, el santo.  Pero Dios tenía la ocasión ideal de manifestar su deseo de hacerse cercano a nosotros y a nuestra humanidad que tiene tanta necesidad de esperanza y de renovación. El presenta su Jesús, que viene a levantarnos y a sanarnos. ¡Que maravillosa gracia!

Nuestro bautismo también fue de una admirable belleza. Es seguro que la mayoría de nosotros no se acuerda de haber sido bautizado, a menos que haya sido bautizado en su adolescencia o en la edad adulta. Aquel día, por tanto, el cielo se abrió en nuestro corazón. Dios ha puesto en nosotros todo su amor, dejándonos tomar parte en su divinidad. ¡No es poco decir!

Avanzando en el camino del tiempo, yo me pregunto… ¿Qué he hecho yo del don maravilloso que he recibido? ¿Tengo conciencia de mi responsabilidad, de ser testigo de la misericordia, de la paz y de la alegría de Dios? ¿Es que yo me paso haciendo el bien como Jesús? Que el Espíritu Santo me inspire a vivir como un hijo bien amado del Dios vivo…


 VINCULO ENTRE LAS LECTURAS

JESÚS CUMPLE A PLENITUD LA VOLUNTAD DE SU PADRE

Implantar justicia en toda la tierra: Is 42,1-4.6-7.

Isaías presenta la misión que Dios encomienda a su Siervo: “Llevar el derecho a las naciones” con fidelidad y sin desfallecer ni desalentarse hasta que su justicia se implante en toda la tierra. Dios elige a su Siervo, en Él se complace, lo sostiene y pone sobre Él su Espíritu; Dios quiere que su justicia y su luz imperen en todas las naciones por medio de la debilidad del Siervo. Dios no actúa en la historia sin la acción del ser humano, Dios y el ser humano son protagonistas de la Historia de Salvación.

Su pueblo es la humanidad entera: Hch 10,34-38.

En la casa de Cornelio, centurión romano, Pedro afirma que Dios envía a Jesucristo para salvar a toda la humanidad sin hacer ninguna acepción. Jesús, ungido con el poder del Espíritu Santo, cumple su mandato anunciando la Buena Noticia con hechos y palabras: “Él pasó haciendo el bien y sanando a todos los que habían caído en poder del demonio”.

Jesús cumple a cabalidad la voluntad del Padre: Mt 3,13-17.

El bautismo que realizaba Juan en el Jordán era un rito de penitencia para purificar los pecados e iniciar una nueva vida. Juan tenía muchos seguidores y él los bautizaba. Jesús pide este bautismo, humildemente se pone en la fila de los pecadores, quiere sumergirse en el río de la humanidad. Dios quiere que su justicia y su luz imperen en todas las naciones por medio de la humanidad de su Hijo, su enviado. Jesús es Hijo en cuanto cumple la voluntad del Padre y esto se hace evidente cuando se abren los cielos y se oye: “Éste es mi Hijo querido, en quien tengo puesta toda mi predilección”. Jesús cumple a cabalidad la voluntad del Padre; con sus palabras y hechos inicia un nuevo tiempo, el del Reino de Dios, un Reino donde prima la justicia y la paz.

PREGUNTA DE REFLEXIÓN

¿Estás dispuesto a cumplir la voluntad de Dios y hacer presente su justicia y su amor en tu familia y en el lugar de tus actividades diarias?




Aproximación psicológica al texto del evangelio:



LA DECISIÓN DE COMPROMETERSE


Aquellos que no esperaban nada más de la vida, aparte de lo que ya poseían, no iban para recibir el bautismo de Juan.

Aquellos que tenían una buena conciencia absoluta y que no se cuestionaban por nada de lo que ellos hacían, pensaban o hablaban, estos tampoco iban para recibir el bautismo de Juan.

Aquellos que no se preocupaban por encontrarle sentido a la vida y por vivir una vida plena de sentido y que fuera animada por la fe y que por ello la existencia fuera fecunda, ellos tampoco iban para recibir el bautismo de Juan.

Ya que Juan anunciaba un evento que sucedería y que implicaba cuestionarse personalmente y adoptar   una disponibilidad interior. Para abrirse a este evento, hacía falta ser consciente de que se puede ser y hacer más y estar preparado a comprometerse para esa marcha (o empresa o tarea, o misión).

Y por razones que responden a la inercia humana, a la resistencia al cambio, uno se abstiene voluntariamente y no se compromete.

Cierto, que no todo el mundo iba a Juan para recibir su bautismo, pero parece que al menos había una buena cantidad,. Y entre ellos estaba Jesús. Nada autoriza a pensar que Jesús venga al bautismo de Juan por razones que serían completamente diferentes a las de los otros.

Jesús va al bautismo porque Él también quiere ir al encuentro de ese Reino que llegaba. El también desea cuestionarse en su vida como carpintero, y preguntarse si su fidelidad está presente todavía en su vivir (en lo que hace). El también, anhela una práctica que dé frutos, y vivir una vida que tenga sentido.

Esto hacia ver suficientes buenas razones para emprender esta ruta de fe.

Sin embargo, los versículos 13 al 17 no se centran sobre las motivaciones de la acción de Jesús (su bautismo), sino sobre lo que paso en aquel momento.  A menudo, cuando uno se compromete en una empresa (misión, camino, tarea) que en apariencia nos llevará lejos, uno se descubre con una nueva mirada, uno aprende muchas cosas sobre sí mismo que no sabía, o no percibía al menos de manera clara.

Mateo nos habla quizás de una revelación parecida acá. Es seguro que el evangelista no se ha preocupado por aquello que Jesús ha vivido interiormente en el momento de este episodio, y a él no le interesa sino ver y expresar de manera clara que Jesús era el Hijo Bien Amado del Padre. Pero se puede pensar por lo mismo que Jesús vivió una experiencia espiritual- cualquiera que sea- como una confirmación de aquello a lo cual Él se sentía llamado a vivir.

Igual si las preocupaciones teológicas marcan fuertemente el relato en su forma actual, el bautismo de Jesús pervive como una experiencia humana y espiritual que no está lejana (ni es diferente) de aquellas que nosotros mismos podemos vivir en ciertos momentos de nuestra vida.



UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO. 

Cuando revisamos los diarios y encontramos reportajes de la violencia o de los índices de pobreza que no ceden, podemos experimentar cierta sensación de desamparo. Pareciera que las salidas se agotan y que el margen de maniobra para modificar todo aquello que degrada las condiciones de vida de las personas se acorta. La desesperanza campea por todas partes, produciendo individualistas furibundos que persiguen su propio bienestar a costa del país y de los otros. Escasa solidaridad y escasa confianza en los demás. Las figuras proféticas siguen siendo indispensables, son nuestros críticos implacables, como Juan el Bautista y como Jesús de Nazaret, y a la vez son nuestros pedagogos que nos alientan a vivir en clave de esperanza. Los retos son enormes, pero el amor a la vida, a las personas, a la creación entera son un acicate para salir de nuestra zona de confort y buscar lo mejor para nosotros y para nuestra comunidad.


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¿Por qué bautizamos a los recién nacidos en la Iglesia Católica?

La fiesta del Bautismo del Señor que concluye el tiempo de Navidad es Epifanía del comienzo de la vida pública de Jesús y de su ministerio mesiánico. Jesús de Nazaret bajó al Jordán como si fuese un pecador (“compartió en todo, nuestra condición humana, menos en el pecado”), para santificar el agua y salir de ella revelando su divinidad y el misterio del nuevo bautismo. El espíritu de Dios descendió sobre él y la voz del Padre se hizo oír desde el cielo para presentarle como su Hijo amado.

El Bautismo es puerta de la vida y del reino, Sacramento de la fe, signo de incorporación a la Iglesia, vínculo sacramental indeleble, baño de regeneración que nos hace hijos de Dios. El Bautismo es el gran compromiso que puede adquirir el hombre. Y los compromisos verdaderos surgen en la libertad y en la decisión responsable de los adultos. Por eso, al recordar el Bautismo de Jesús en edad adulta, más de uno se puede plantear el sentido del Bautismo de los niños. ¿Se puede bautizar a un niño que aún está privado de responsabilidad personal? ¿Se le puede introducir en la iglesia sin su consentimiento? Estos interrogantes igualmente provocan una cascada de preguntas: “¿Quién nos pidió permiso para traernos a la existencia? ¿Por qué tuve que nacer en un ambiente y en unas condiciones determinadas de cultura y de clima? ¿Por qué he nacido en esta familia concreta que me dejará una huella propia?” etc. Es el juego de la vida y el misterio de la existencia. Al hombre siempre le queda la aceptación, la respuesta y la aportación posterior.
La Iglesia, que ya desde los primeros siglos bautizó también a los niños, siempre entendió que los niños son bautizados en la fe de la misma Iglesia, proclamada por los padres y la comunidad local presente. Lo que la Iglesia pide a los padres y padrinos no es que comprometan al niño, sino que se comprometan ellos a educarlos en la fe que supone el Bautismo. En el Bautismo la Iglesia da un voto de confianza, hace nacer a la vida de Hijo de Dios, siembra una semilla, hace un injerto, pone un corazón nuevo, que tendrá que crecer, desarrollarse y latir por propia cuenta y bajo personal responsabilidad algún día.

Con el Bautismo, la Iglesia nos sumerge en la corriente de salvación, como se puede recoger un recién nacido abandonado en la calle fría, para llevarlo a un hogar caliente, sin esperar a preguntar al niño, cuando sea mayor, si quería que se le hubiese salvado y ayudado, porque entonces sería demasiado tarde. ¿Por qué no dar a un niño, nacido en un hogar cristiano, la simiente de la vida cristiana? El cultivo de esa simiente de fe será necesario, sobre todo, hasta que esa nueva vida llegue a la auto comprensión y autorresponsabilidad. La Iglesia, pues, bautiza a los niños con esperanza de futuro, contando con una comunidad cultivadora y garante de la fe cristiana.


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-      El bautismo de Juan y el Bautismo de Jesús



Un buen número de hermanos nos han hecho esta pregunta: ¿Jesús fue bautizado? ¿Cómo entender su bautismo si Él es el Hijo de Dios y fuente de los Sacramentos de la Iglesia? Aquí van nuestras respuestas: La palabra ‘bautismo’ En lengua griega se dice báptisma, derivada del verbo baptizeim, de baptein que significa ‘sumergirse’, ‘lavar’, ‘purificarse’. El bautismo indica de forma simbólica una purificación que se da por medio del agua y está a menudo presente en el Antiguo Testamento (2Re 5,14; Lev 6,27-28; 8,6; Lev capítulos 11; 13; 14; 15; 16; 17; 22,1-6; Num 8,7-21 etc.). El verbo se emplea para denotar la purificación ceremonial de los judíos antes de comer y antes de otras acciones. 

El bautismo de los prosélitos (paganos que se convierten a la religión judía) pasaba por un baño de inmersión que los limpiaba ritualmente de su vida pasada. Todo prosélito debía someterse al triple rito: de la circuncisión, el bautismo-inmersión y una ofrenda quemada (Num 15,14-16). 

El Bautismo de Juan es totalmente distinto de las abluciones judías y del ‘bautismo’ de los prosélitos. Juan ejerce el rito de la inmersión, del sumergirse en el agua (baptizeiem), se dirige a las multitudes (judíos y no judíos) que acudían necesitadas de conversión. Tenía lugar en el río Jordán (Mc 1,4-5). Se trataba de un bautismo escatológico (últimos tiempos), con él proclamaba que estaban a punto de llegar los últimos tiempos y el juicio venidero. Por esto, los Evangelios mencionan una y otra vez como bautismo de arrepentimiento o de conversión (Mc 1,4; Lc 3,3; Hech 13,24; 19,4). Exigía confesión de pecados (Mt 3,6) y frutos de conversión (Mt 3,8; Lc 3,8). Anuncia el Reino de los cielos que viene ya y a ‘alguien que es más fuerte que él (Mt 3,11), quien bautizará en el Espíritu Santo y Fuego.

El Bautismo de Jesús

Jesús fue bautizado por Juan, aunque al principio Juan no quería hacerlo (Mt 3,14) pues lo identifica y reconoce como Aquél que bautiza en el Espíritu y el Fuego. Con este rito, Jesús inaugura el tiempo de la Alianza en el Espíritu. Jesús no se bautiza fingiendo que es pecador, si no reconociendo que el don otorgado a Israel es pura gratuidad por parte de Dios, que, aun siendo Hijo, no tiene ningún derecho, que todo le ha sido dado por puro amor y gracia del Padre.’ Así se somete Él mismo a este rito de la Alianza que, por sus resonancias, significa inmersión y muerte, así como resurgimiento y vida. De esta manera cumple toda justicia (Mt 3,15).

 Su Bautismo es la ocasión de su ungimiento por el Espíritu Santo para su ministerio público. Lleno del Espíritu Santo y ungido como ‘Hijo-Siervo de Dios’, Jesús puede proclamar la Buena Nueva de la salvación al pueblo y restablecer la soberanía de Dios (Mc 1,14-15.21-28; Lc 4,16-19; 7,17-23). “El cielo se abrió” indica un nuevo tiempo de una comunicación profética interrumpida desde hacía varios siglos (Lc 3,21-22). 

En el Bautismo de Jesús desaparece la separación entre Cielo y Tierra, desaparece toda separación entre Dios y la humanidad…El tiempo nuevo, el tiempo de la salvación comienza con Jesús pasando el rito de la inmersión en las aguas del río Jordán. Las diferencias entre el Bautismo de Juan y el Bautismo de Jesús son profundas y decisivas.



Para la oración de los fieles


- Para que todos los hombres y mujeres, sean de la religión que sean, acepten y fomenten el Amor, la Justicia y el Derecho, roguemos al Señor…

- Por todos los seguidores de Jesús, para que se distingan siempre –como el Mesías en el que creen- por su amor a la paz, a la concordia, a la justicia y al derecho…

- Para que aprendamos de todos los hombres y mujeres, de cualquier religión, que han descubierto el imperativo absoluto de los derechos humanos, que vienen a ser “derechos divinos” …

- Para que todos renovemos nuestro bautismo: nuestra decisión de seguir a Jesús y comprometernos con su proyecto mesiánico de “implantar el Derecho en el mundo” …

- Para que la Iglesia resuelva de la mejor manera posible la problemática inherente a la pastoral del bautismo de niños…



Objetivos de vida para la semana:

-         1, Tomo conciencia de que Dios no se esconde entre las nubes. Él ha abierto su cielo, Él se ha mostrado en Jesús y Él se hace siempre cercano y disponible.

-         2, Identifico personas, momentos, sucesos, por los cuales, Dios viene a mi encuentro y le doy gracias.

-         3, Tengo en cuenta en mis oraciones a los niños, los jóvenes y los adultos que serán bautizados en el transcurso de este año.




ORACIÓN-REFLEXIÓN:

Bautizados en el Nombre del Padre,
hacemos parte de la Gran Familia de los Hijos de Dios.
Hijos e hijas de un mismo Padre,
nosotros reconocemos en todo hombre y en toda mujer
un hermano y una hermana habitados por la ternura de Dios.

Bautizados en el nombre de Hijo,
queremos aprender de Él,
verdadero Dios, Verdadero Hombre,
a vivir plenamente nuestra humanidad
bajo la mirada del Padre y sirviendo a nuestros hermanos.

Bautizados en el nombre del Espíritu,
abrimos nuestros corazones a su gran soplo de libertad.
Él es nuestra fuerza y nuestra consolación,
nuestro apoyo en las dificultades y la fuente de todas nuestras alegrías.
Él sólo nos abre a la libertad total
y nos preserva en la unidad.

Padre, Hijo y Espíritu Santo, nosotros te pedimos:
que nada en el mundo nos separe de la vida,
del amor y de la Gracia
que ustedes nos han dado y compartido, 
para a nuestro turno, compartir...




REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:


Pequeño Misal “prions en Église”, editions  Québec, 2011-2014.

HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.

Diversas hojas dominicales virtuales 2020 




Una entrada anterior sobre este mismo evangelio en mi blog antiguo:


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