sábado, 17 de febrero de 2024

21 de febrero del 2021: Primer Domingo de Cuaresma (B)



Entremos en el Nuevo Mundo

Después de algunos días, nos hemos puesto en camino hacia la Pascua. En este primer domingo de Cuaresma, Dios nos reitera su proyecto de hacer alianza con toda la humanidad. Para entrar en este itinerario, seamos fieles al llamado de Jesús: “Conviértanse y crean en el Evangelio. Aprovechemos entonces la Cuaresma para despojarnos de todo aquello que nos estorba y renovemos los compromisos de nuestro bautismo.



† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (1, 12-15)
En aquel tiempo, el Espíritu impulsó a Jesús a retirarse al desierto, donde permaneció cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivió allí entre animales salvajes, y los ángeles le servían. Después de que, arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía:
“Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio”.
Palabra del Señor.

A guisa de introducción:

Sufrir para medir su potencial
“Cuando un hombre tiene un por qué vivir, soporta cualquier cómo”. (Nietzsche)
Nosotros sabemos cuán importantes son los “tests”. pruebas- exámenes antes de lanzar una nueva invención o producto sobre el mercado, ya que se procede a realizar diversos ensayos en las condiciones más diversas y más difíciles. Es lo mismo que se hace para el empleo de numerosos materiales de construcción. De la misma manera los deportistas son sometidos a entrenamientos fuertes y prolongados antes de comenzar una temporada o competencia importante.
Mientras una persona no sea sometida por largo tiempo al sufrimiento, a duros entrenamientos o no enfrente dificultades, ella no sabe verdaderamente de qué es capaz. El sufrimiento o dificultad es la ocasión para alguien de ensayar, de probarse, de evaluarse, de ver de qué es capaz…
La vida es el desafío de ir hasta el máximo de sus capacidades. Como en una actividad física sobre la pista de patinaje, como un atleta en los juegos olímpicos, se tiene la tentación de recular, de echarse para atrás, se tiene la tentación de no ir hasta el final y dar todo aquello de lo que uno es capaz, se tiene la tentación de creerse mejor de lo que se es y no poner el esfuerzo requerido como humano, como cristiano.
La vida me dice que hay exigencias a encontrar:
- mejor alimentación
- ejercicios físicos
- relaciones humanas más realizadas
- vida espiritual más profunda
Dios no nos llama a “alimentarnos mal”, a no hacer nada, a hacer pereza, ni a despreciar la oración, a morir…
Dios nos llama a vivir y a tener el gusto de vivir.
Dios nos llama a ser libres, a realizarnos, a ser felices.
Él nos ha mostrado sus caminos, por su Palabra, por su Eucaristía (Dinamismo vital para llegar hasta el fin).
Que estemos llenos de iniciativas para mejorar nuestro medio o ambiente social en calidad humana y en vida de grupo.
El futuro de la Iglesia, de la Comunidad creyente y orante, no sólo depende de la originalidad del pastor; ella también depende sobre todo de la toma en mano de la Iglesia por los mismos bautizados.

El evangelio de este domingo comienza diciéndonos que Jesús fue empujado al desierto por el Espíritu…Y es más, Marcos nos cuenta que Jesús acaba de ser bautizado y va al desierto en seguida donde permanece por 40 días (símbolo de la vida, toda la existencia en su totalidad), tentado por Satán (o sea las fuerzas o tendencias del mal le asediaron como a todo ser humano). Él vivía entre las bestias salvajes (en comunión con la naturaleza, la sociedad donde hay lobos y corderos), y los ángeles le servían (las personas que influirían en su vocación, le consolarían, le darían un sentido a su vida y su misión y le acompañarían…)
Todos nosotros, al igual que Jesús vivimos el desierto a intervalos o a veces nos sumimos por grandes periodos en él…El desierto no solo hemos de verlo con connotaciones negativas, el desierto no es más que la ausencia de lo esencial para nuestra vida (el agua, la comida, el amor y la amistad (relaciones humanas u otro le llamaría filantropía …) pero es irónico que allí en el desierto también podemos discernir y reflexionar a propósito de lo que es esencial para nuestra vida…la ausencia de relación y de ruido podemos convertirlo en oración de escucha, nuestras sed y hambre descubrimos pueden ser saciadas por otras realidades aparte del pan y del agua (la comida y bebida), “No solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que nace de Dios”, responderá Jesús en otro evangelio ante una de las tentaciones del diablo.
Henos aquí de nuevo comenzando otro periodo de cuaresma, ojala logremos silenciarnos, callarnos y re-descubrir lo esencial lo que nos hace crecer, ser más humanos, fraternos y felices y de paso desechar lo que entorpece nuestros proyectos de felicidad y salvación…cada quien conoce sus defectos, sus pecados, lo que le aleja de Dios y los hermanos, lo que nos hace sumir en el más detestable y miedoso de los desiertos…
Y no olvidemos es durante toda nuestra vida que las tentaciones (invitaciones o seducciones del mal tocan a nuestra puerta), y a cada quien le incumbe caer o no en aquello que a la larga le hará infeliz y desdichado…
confianza, animo…Jesús nos dice una vez más: “Yo he vencido al mundo…”

Vivir la experiencia del desierto con Jesús (2)


Primera Lectura
Lectura del libro del Génesis
(9, 8-15)
En aquellos días, dijo Dios a Noé y a sus hijos:
“Ahora establezco una alianza con ustedes y con sus descendientes, con todos los animales que los acompañaron, aves, ganados y fieras, con todos los que salieron del arca, con todo ser viviente sobre la tierra. Esta es la alianza que establezco con ustedes:
No volveré a exterminar la vida con el diluvio ni habrá otro diluvio que destruya la tierra”.Y añadió:
“Esta es la señal de la alianza perpetua que yo establezco con ustedes y con todo ser viviente que esté con ustedes. Pondré mi arco iris en el cielo como señal de mi alianza con la tierra, y cuando yo cubra de nubes la tierra, aparecerá el arco iris y me acordaré de mi alianza con ustedes y con todo ser viviente. No volverán las aguas del diluvio a destruir la vida”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Segunda Lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (3, 18-22)
Hermanos:
Cristo murió, una sola vez y para siempre, por los pecados de los hombres; él, el justo, por nosotros, los injustos, para llevarnos a Dios; murió en su cuerpo y resucitó glorificado.
En esta ocasión, fue a proclamar su mensaje a los espíritus encarcelados, que habían sido rebeldes en los tiempos de Noé, cuando la paciencia de Dios aguardaba, mientras se construía el arca, en la que unos pocos, ocho personas, se salvaron flotando sobre el agua. Aquella agua era figura del bautismo, que ahora los salva a ustedes y que no consiste en quitar la inmundicia corporal, sino en el compromiso de vivir con una buena conciencia ante Dios, por la resurrección de Cristo Jesús, Señor nuestro, que subió al cielo y está a la derecha de Dios, a quien están sometidos los ángeles, las potestades y las virtudes.
Palabra de Dios.


Aproximación psicológica al texto del Evangelio:
Ponte en nuestro lugar!
Es seguro que Jesús se hizo gritar muchas veces: “Si estas tan seguro de que el Reino ha llegado, pruébalo! Si quieres que te creamos, muéstranos algún signo! (Lucas 11,29; Juan 6,30; Mateo 16,1; Mateo 11,3…)”.
“Tú estas muy convencido de tener razón, pero es necesario que tú nos muestres en qué te basas para afirmar que el Reino ha llegado.
El Reino de Dios lo esperamos tanto como tú, al igual que tú nos preparamos por la oración y la observación de la ley. Ya estamos hartos de predicadores que se creen Mesías, cocuyos que se creen luciérnagas. No queremos dejarnos llevar por el entusiasmo de un iluminado que al final va decepcionarnos otra vez. Ponte en nuestro lugar…”
Esa necesidad de ver signos o señales aparece justificado a primera vista.
Para Jesús, era muy grande la tentación de darles razón a los fariseos y a los otros. Pero he aquí, que se nos dice “que Él lucha (combate) durante 40 días” contra esa tentación. Finalmente Él está convencido de la llegada del Reino, pero ya ha tomado su decisión: No ensayará por prodigios espectaculares, por señales irrefutables.
Y de hecho, es admirable constatar la sobriedad en los comienzos de la vida pública de Jesús: Es el tiempo, dice, Dios se ha acercado a nosotros; dense cuenta de ello y actúen en consecuencia. Punto. Ningún gesto protagónico, de impacto, nada de revelaciones fulgurantes, pero sí da lugar a las bienaventuranzas, a las parábolas, a algunas sanaciones (o curaciones) consentidas, tiene algunos acercamientos con los escribas, apenas comprensible en este tiempo cuando el deporte nacional es discutir en las esquinas de la calle.
Pero a través de todo esto, se manifiesta antes que nada una pasión profunda por el ser humano, por el reconocimiento de su dignidad, por él mismo y por el poder después. Una posición de enojo, inconforme frente a todo lo que aliena al hombre, en particular las instituciones que lo pisotean.
Hay en los inicios de la vida pública de Jesús, un suceso que ha sido muy trascendente y que lo ha marcado de manera profunda, que ha tenido un gran impacto en su estilo de vida y sobre su acción. En el momento de su bautismo, Jesús es literalmente golpeado (sacudido) por este pasaje de Isaías: “Miren a mi servidor que yo sostengo, mi elegido (a quien yo prefiero)” (Marcos 1,9-10).
Ahora miren el contenido de ese pasaje: “Yo he puesto sobre él mi Espíritu para que aporte a las naciones el derecho. El no grita, el no sube el tono de la voz…de manera fiel Él aporta el derecho” (Isaías 42,1-3).
Esta es la toma de conciencia que tiene Jesús al momento de su bautismo. Y Marcos agrega “después de esto el Espíritu lo empuja al desierto”, como quien dice para profundizar en esta toma de conciencia. Jesús comprende y asiente concentrarse sobre sí mismo para comprender cómo va a revelar este gran desafío: aportar concretamente la justicia en un determinado lugar sin activar la violencia, liberar a la humanidad sin ponerlos o enfrentarlos unos contra otros.
Y he aquí el desafío de la fe: La sola prueba de que el Reino de Dios está cerca, es que un hombre se compromete “fielmente” para “aportar el derecho”!
El primer domingo de Cuaresma nos sitúa entonces con Jesús en el desierto. Toda la tradición bíblica ha visto el desierto como el lugar de los primeros amores de Dios con su pueblo.
La etimología de la palabra hebrea nos ubica en la raíz misma de la experiencia religiosa del judío-cristianismo. El desierto se dice en hebreo “mi-debar” es decirlo que es “min” (m) “fuera de” “davar” “La palabra”, el lugar vacío de palabra, “la confusión” inicial (Génesis 1,2), donde todo es aun informe y vacío. Es el lugar sin palabras y en consecuencia sin vida, donde la palabra se deja escuchar y donde llama cada cosa a la existencia, cada una por su nombre. El desierto llega a ser el lugar de la creación. Y este paso de Dios, este desplazamiento suyo tiene alguna cosa distinta a sí mismo, pero que depende totalmente de Él para existir, este flujo de vida, es su soplo, “ruah”, el viento “que planea sobre la superficie de las aguas”, el desierto es entonces el vacío que Dios aspira en la plenitud de su ser y este llamado de vida y de amor por las creaturas, es su palabra creadora. Él dice “que se haga la luz y la luz fue”.
Con Cristo “llevado por el Espíritu al desierto”, en el corazón del desierto de nuestro mundo de injusticias y violencias, de este desierto que se encuentra también al interior de cada uno de nosotros, somos conducidos al encuentro de Aquel que nos crea y nos re-crea sin cesar. “Conviértanse y crean en el Evangelio”. Es hoy que debemos ponernos de nuevo en las manos del Creador”.
Hemos recibido la ceniza sobre nuestra fuente. Ella no simboliza solamente lo efímero, la fragilidad, el vacío de nuestras existencias. Bajo la ceniza incuba o pervive el fuego. En el desierto de la locura destructiva de los hombres, el Soplo de Vida reanima el fuego y la Vida. La Buena Noticia (Marcos 1,1) es aquella de una humanidad nueva, que practica la justicia y el amor y viviendo en paz. Si los hombres renuncian a la injusticia y a la guerra, si ellos se convierten, es decir, dejan a Dios transformar su corazón, entonces se realizará plenamente la alianza representada por el Arco-Iris. (primera lectura). Entonces podremos “participar así en la Resurrección de Jesucristo que ha subido al cielo, que está más arriba de los Ángeles y de todas las potestades invisibles, a la derecha de Dios" (segunda lectura).

40 días de desierto (3)


Reflexión Central

40 días de desierto
Desde el miércoles pasado hemos entrado en Cuaresma. Y a pesar que no ya no es tan rigurosa como en años anteriores, la Cuaresma es siempre un tiempo fuerte de nuestra vida de FE.
La Iglesia nos propone 40 días para prepararnos a celebrar la Resurrección de Cristo que ha dado su vida por amor a nosotros.
40 días de desierto para volver a lo esencial y renovar nuestra relación con Dios y con los otros.
Jesús en el desierto
El relato de las tentaciones de Jesús está unido a su Bautismo. “Una vez bautizado”, Jesús fue llevado al desierto. En el momento de su Bautismo, comprendemos que Jesús es el Mesías. En el desierto, vemos qué tipo de Mesías Él será.
Por qué el desierto? Su Bautismo en el Jordán evocaba el pasaje que Israel ha vivido en el Mar Rojo antes de entrar en el desierto del Sinaí. Empujado hacia el desierto, Jesús revive las tentaciones del pueblo de Dios. Como un Nuevo Moisés, como tal realiza o cumple un nuevo Éxodo. Durante 40 días, es tentado por Satán, quien se opone al establecimiento del Reino de Dios.
El relato de Marcos es muy breve. Es el único evangelista que no habla de hambre ni de un dialogo con Satanás. Tampoco dice nada sobre la naturaleza de las tentaciones. Marcos quiere afirmar simplemente la victoria de Jesús sobre las fuerzas del mal. “Vivía entre las bestias salvajes y los Ángeles le servían”. Alusión a la era mesiánica anunciada por el profeta Isaías: “el lobo habitará con el cordero…(Isaías 11,61) Los Ángeles significan la asistencia divina.
La Buena Nueva de Dios
Jesús solo comienza su misión una vez Juan Bautista es hecho prisionero. Él va primero a Galilea y no a la gran ciudad de Jerusalén, como pudiera esperarse. La Galilea es el distrito de las naciones. Marcos subraya que es allí donde se cumple la profecía mesiánica de Isaías: “El pueblo que caminaba en tinieblas, ha visto elevarse una gran luz…” (Isaías 9,1) Jesús proclama la Buena Noticia que viene de Dios. La salvación de Dios ha encontrado en Jesús su realización. En Él, el Reino de Dios está cerca, y está trabajando. Y Marcos concluye poniendo en los labios de Cristo un llamado insistente y que urge a convertirse, a acoger en la FE este feliz acontecimiento.
Más tarde, el anunciador de la Buena Noticia de Dios llegará a ser él mismo, el objeto de este anuncio.
Nuestra Cuaresma
Jesús se ha solidarizado con nosotros en el bautismo. Es con todo el peso de nuestra humanidad herida por el pecado que Él ha ido al desierto. Como Jesús, nosotros tampoco podemos, escapar de las tentaciones, como bautizados, enfrentamos todos los días el mal que arriesga con sumergirnos como las aguas del diluvio.
Por suerte, nosotros podemos contar con Cristo. En cada una de nuestras tentaciones y pruebas, en cada uno de nuestros desiertos, nosotros podemos contar con su presencia. Empujado por el Espíritu, podremos vivir los 40 días que vienen con la certeza de que caminamos avanzando hacia la Resurrección. Podemos hacer de nuestras vidas desfiguradas por el pecado, el trampolín de la gracia en nosotros dejándonos transfigurar. Nuestras palabras y nuestros gestos llegarán a ser Buena Noticia para las personas que nos rodean. Llegaremos a ser cuidadosos y afectuosos con los otros como Él.


**********

…el Espíritu impulsó a Jesús a retirarse al desierto, donde permaneció cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivió allí entre animales salvajes, y los ángeles le servían

 

Marcos 1: 12-13




El evangelio de Marcos hoy nos presenta una versión corta de la tentación de Jesús en el desierto. Mateo y Lucas dan muchos más detalles, como la triple tentación de Satanás por parte de Jesús. Pero Marcos simplemente declara el hecho de que Jesús fue conducido al desierto durante cuarenta días y fue tentado.

 

Lo interesante de notar es que fue “El Espíritu” quien condujo a Jesús al desierto. Jesús no fue allí contra Su voluntad; Fue allí libremente de acuerdo con la voluntad del Padre y bajo la dirección del Espíritu Santo. ¿Por qué el Espíritu llevaría a Jesús al desierto para este tiempo de ayuno, oración y tentación?

 

En primer lugar, este tiempo de tentación tuvo lugar inmediatamente después de que Juan bautizara a Jesús. Y aunque Jesús mismo no necesitó espiritualmente ese bautismo, estas dos series de eventos nos enseñan mucho. La verdad es que cuando elegimos seguir a Cristo y vivir nuestro bautismo, recibimos una nueva fuerza para luchar contra el mal. La gracia está ahí. Como nueva creación en Cristo, tienes toda la gracia que necesitas para vencer al maligno, el pecado y la tentación. Jesús, por tanto, nos dio el ejemplo para enseñarnos esta verdad. Fue bautizado y luego fue conducido al desierto para enfrentar al maligno y decirnos que también podemos vencerlo a él y a sus malas mentiras.

 

Mientras Jesús estaba en el desierto soportando estas tentaciones, "los ángeles le servían". Lo mismo ocurre con nosotros. Nuestro Señor no nos deja solos en medio de nuestras tentaciones diarias. Más bien, Él siempre nos envía Sus ángeles para proveernos y ayudarnos a derrotar a este vil enemigo. 

 

¿Cuál es tu mayor tentación en la vida? Quizás luchas con un hábito de pecado que fallas una y otra vez. Tal vez sea una tentación de la carne o una lucha contra la ira, la justicia propia, la deshonestidad o algo más. Sea cual sea tu tentación, debes saber que tienes todo lo que necesitas para vencerla gracias a la gracia que te ha dado tu Bautismo, fortalecida por tu Confirmación y alimentada regularmente por tu participación en la Santísima Eucaristía.

 

Reflexiona hoy sobre cualesquiera que sean sus tentaciones. Mira a la Persona de Cristo enfrentando esas tentaciones contigo y dentro de ti. Debes saber que Su fuerza te le da si confías en Él con una confianza inquebrantable.

 

Mi Señor tentado, te permitiste soportar la humillación de ser tentado por el mismo satanás. Lo hiciste para mostrarme a mí y a todos Tus hijos que podemos vencer nuestras propias tentaciones a través de Ti y con Tu fuerza. Ayúdame, querido Señor, a acudir diariamente a Ti con mis luchas para que Tú vengas en mí. Jesús, en Ti confío.

twitter:  @gadabay


Referencias:

vieliturgique.ca
paroissesaintefamilledevalcourt.org
Pequeño misal “Prions en Eglise”, Novalis, Québec, 2012-2015
Hétu, Jean-Luc. Les Options de Jésus.

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