martes, 13 de febrero de 2024

13 de febrero del 2024: martes de la sexta semana del tiempo ordinario (año par)


La prueba de la carencia

 

(Marcos 8, 14-21) La vida a veces nos enfrenta a nuestros límites o a nuestras propias inconsistencias, poniéndonos a prueba. Dios no está para tentarnos sino para apoyarnos en estos caminos en los que debemos comprender que él sólo quiere la vida para nosotros, a pesar de la carencia que nos asedia y nos hace perder el equilibrio. Es este tipo de prueba la que enfrentan los discípulos en el evangelio de hoy. ■

Jean-Marc Liautaud, Fondacio


(Santiago 1, 12-18) No debemos negar nuestros anhelos profundos: son vida. Pero dejarse llevar por todos estos deseos efímeros que van y vienen y que remarcan la publicidad, las modas y demás trampas del materialismo, es ilusionarse, es engañarse.


 (Marcos 8, 14-21) comer, beber, descansar. Las necesidades mundanas de la vida diaria. Si no elevo un poco la mirada por encima de estas realidades, ¿cómo puedo discernir la presencia de Dios en la mano que me tiende para darme un poco de pan o para pedirme un poco?



Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol Santiago (1,12-18):

Dichoso el hombre que soporta la prueba, porque, una vez aquilatado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman. Cuando alguien se ve tentado, no diga que Dios lo tienta; Dios no conoce la tentación al mal y él no tienta a nadie. A cada uno le viene la tentación cuando su propio deseo lo arrastra y seduce; el deseo concibe y da a luz el pecado, y el pecado, cuando se comete, engendra muerte. Mis queridos hermanos, no os engañéis. Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del Padre de los astros, en el cual no hay fases ni periodos de sombra. Por propia iniciativa, con la palabra de la verdad, nos engendró, para que seamos como la primicia de sus criaturas.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 93,12-13a.14-15.18-19

R/.
 Dichoso el hombre a quien tú educas, Señor

Dichoso el hombre a quien tú educas,
al que enseñas tu ley,
dándole descanso tras los años duros. R/.

Porque el Señor no rechaza a su pueblo,
ni abandona su heredad:
el justo obtendrá su derecho,
y un porvenir los rectos de corazón. R/.

Cuando me parece que voy a tropezar,
tu misericordia, Señor, me sostiene;
cuando se multiplican mis preocupaciones,
tus consuelos son mi delicia. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (8,14-21):

En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó llevar pan, y no tenían mas que un pan en la barca.
Jesús les recomendó: «Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes.»
Ellos comentaban: «Lo dice porque no tenemos pan.»
Dándose cuenta, les dijo Jesús: «¿Por qué comentáis que no tenéis pan? ¿No acabáis de entender? ¿Tan torpes sois? ¿Para qué os sirven los ojos si no veis, y los oídos si no oís? A ver, ¿cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil? ¿Os acordáis?»
Ellos contestaron: «Doce.»
«¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil?»
Le respondieron: «Siete.»
Él les dijo: «¿Y no acabáis de entender?»

Palabra del Señor


¿Cuál es tu levadura?


Jesús les recomendó: «Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes.»

 

Marcos 8:15

 

¿Qué es esta “levadura” de la que habla Jesús? Después de dar esta advertencia a sus discípulos, Jesús les da una explicación de lo que quiere decir y lo que no quiere decir. Pero incluso la explicación parece estar por encima de sus cabezas. Así que concluye diciendo: "¿Aún no entienden?" Hasta el día de hoy, Jesús sigue haciéndonos esta pregunta a cada uno de nosotros.

 

Este era ciertamente Jesús tratando de hacerlos pensar, escuchar y mirar más profundamente. Les estaba advirtiendo: “¡Cuidado!” Cuidado con esta levadura. Es una advertencia de amor para ayudarlos a ver y comprender un peligro muy real.

 

Todo el que hornea pan conoce el efecto de un poco de levadura (como la levadura) en la masa. Agregue solo un poco y afecta a todo el pan. Si un niño está ayudando a hornear, este niño puede regresar varias veces, viendo cómo la masa sube poco a poco. Puede convertirse en algo fascinante de ver. Y todo resultó de esta pequeña levadura.

 

Entonces, ¿qué es esta levadura de los fariseos y Herodes? Son las malas palabras, las malas intenciones y los errores que difunden. Para los fariseos, puede ser que sea solo un pequeño concepto erróneo o una tergiversación de lo que Jesús dijo o hizo. Pueden torcer Sus palabras o simplemente dar opiniones no verbales a otros. Esto es contagioso y tiene el potencial de afectar a todos. Poco a poco, sus pequeñas semillas de duda y disidencia pasan factura a los demás.

 

Es posible que tendamos a pensar en todas “esas” personas que conocemos que hacen esto. Pero perderíamos una importante oportunidad de crecimiento si no nos miramos primero a nosotros mismos. ¿Hago esto a veces? ¿Digo cosas que inducen a error de forma pequeña o sutil? ¿O engaño a los demás con mis actitudes negativas no verbales? ¿Soy una “persona negativa” a veces?

 

No es necesario que nos sintamos culpables o nos deprimamos si nos sentimos culpables. Más bien, debemos mirar esta pequeña lección de Jesús para darnos cuenta del gran poder de nuestras palabras. La más pequeña de las palabras puede hacer mucho daño con el tiempo.  

 

Pero eso no es todo en lo que debemos centrarnos. Es igualmente importante darse cuenta de que las pequeñas palabras de amor que decimos también tienen el potencial de marcar una gran diferencia con el tiempo. Tal vez sea solo esa pequeña sonrisa que damos o una acción amable que creemos que pasa desapercibida. Estas pequeñas acciones y palabras son la levadura del Evangelio. Marcan la diferencia y también pueden volverse contagiosos.  

 

Reflexiona, hoy, sobre las pequeñas cosas de la vida. Debes saber que estos pequeños pecados y actos de amor hacen una gran diferencia al final.

 

 

Mi atento Señor, ayúdame a ser honesto y ver qué tipo de levadura siembro todos los días. Ayúdame a ser limpiado de lo malo y lleno de lo bueno. Que me inspires a ser esa buena levadura en todas las muchas interacciones diarias que tengo. Jesús, en Ti confío.

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