1 de febrero del 2024: jueves de la cuarta semana del tiempo ordinario (año par)
Para venir al mundo
(Marcos
6, 7-13) Jesús envía a sus discípulos a los caminos, como María había partido para una Visitación. Se envían de dos en
dos, sin llevarse nada. Nada, excepto aquel que hizo en ellos su morada,
como en María embarazada de su Dios, para donarlo al mundo. Llevad sólo un
bastón –la fe como apoyo– y unas sandalias –el impulso para anunciar el
Evangelio de la paz. Discípulos saliendo como Dios, para venir al mundo y
experimentar allí la hospitalidad. ■
Colette Hamza, Javiera
(1
Reyes 2, 1-4.10-12) David muere después de una vida de lealtad e
infidelidades a Dios, seguida de muchas conversiones. Sus cuarenta años de
poder sobre su gente le enseñaron una cosa que desea transmitir a su hijo
Salomón: seguir sin descanso los caminos del Señor respetando todo lo que está
escrito en la Ley de Moisés.
Primera lectura
Lectura del primer libro de los Reyes
(2,1-4.10-12):
Estando ya próximo a morir, David hizo estas recomendaciones a su hijo
Salomón: «Yo emprendo el viaje de todos. ¡Ánimo, sé un hombre! Guarda las
consignas del Señor, tu Dios, caminando por sus sendas, guardando sus
preceptos, mandatos, decretos y normas, como están escritos en la ley de
Moisés, para que tengas éxito en todas tus empresas, dondequiera que vayas;
para que el Señor cumpla la promesa que me hizo: "Si tus hijos saben
comportarse, caminando sinceramente en mi presencia, con todo el corazón y con
toda el alma, no te faltará un descendiente en el trono de Israel."»
David fue a reunirse con sus antepasados y lo enterraron en la Ciudad de David.
Reinó en Israel cuarenta años: siete en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén.
Salomón le sucedió en el trono, y su reino se consolidó.
Palabra de Dios
Salmo
1Cro 29,10.11ab.11d-12a.12bcd
R/. Tú
eres Señor del universo
Bendito eres, Señor,
Dios de nuestro padre Israel,
por los siglos de los siglos. R/.
Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra. R/.
Tú eres rey y soberano de todo.
De ti viene la riqueza y la gloria. R/.
Tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos
(6,7-13):
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos,
dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para
el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la
faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.
Y añadió: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel
sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo
de los pies, para probar su culpa.»
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con
aceite a muchos enfermos y los curaban.
Palabra del Señor
Un
proceso de tres pasos
llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles
autoridad sobre los espíritus inmundos.
Lo primero que vale la pena
señalar en este pasaje es que Jesús “llamó” a los Doce. Esto significa que
Él los trajo a Sí mismo. Claro, podemos leer esto simplemente como que Él,
en cierto sentido, convocó una reunión con ellos. Pero deberíamos mirar
más profundo. Deberíamos ver en esta convocatoria el hecho de que Jesús no
solo estaba llamando a una reunión, sino que los estaba atrayendo hacia Su
misma persona. En este acto de convocatoria, los Apóstoles se encontraban
personalmente con Jesús, recibiendo Su gracia y poder, y siendo ellos mismos
transformados.
De allí los envió de dos en
dos. Esto también es significativo. Jesús conoce nuestra debilidad
humana. Sabe que por nosotros mismos lo más probable es que fracasemos,
pero con el apoyo cristiano de otro nos fortalecemos grandemente. Esto se
debe a que la misión de Jesús no es solo algo que hacemos nosotros mismos, es
algo que también es comunitario. Cada uno de nosotros somos una pieza en
Su misión. Sin embargo, para cumplir esa misión, necesitamos el amor y el
apoyo de los demás. Tenemos que ir de dos en dos a la batalla.
Entonces, ¿qué pasa con esta
autoridad que Jesús les dio? A menudo no se aprecia por lo que
es. Jesús realmente quiere darnos autoridad sobre el maligno y sus
secuaces, ya que son mucho más poderosos que nosotros. Entonces, si vamos
a tener una oportunidad en la batalla, necesitamos la autoridad de
Jesús. Esto no es solo un poder sobrenatural para expulsar
demonios; más bien, es mucho más extenso. Entonces, ¿qué es esta
autoridad y cómo la ejercemos?
Primero, es el poder de la
verdadera caridad cristiana. La caridad, o el amor, abruma al maligno y lo
deja impotente en nuestras vidas. El desinterés, el sacrificio, la
humildad, la fe, la verdad, etc., están entre las armas más poderosas de
nuestra batalla. El maligno no sabe qué hacer con estos. No
necesariamente tenemos que involucrarnos en algún tipo de guerra espiritual
dramática para luchar. ¡Simplemente ama a Dios y vive ese amor en tu vida
diaria y, en cierto sentido, estarás expulsando demonios a diestra y
siniestra! Tendremos la victoria en nuestro vivir cristiano porque Dios se
encargará de todo lo demás. Es Su misión y Él es quien nos llama y nos
envía. ¡Así que no tengas miedo de seguir su ejemplo!
Reflexiona, hoy, sobre este
proceso de tres pasos que Jesús inicia con Sus Apóstoles y has de saber que Él
desea lo mismo contigo:
1)
Él te convoca, diariamente, a Sí mismo;
2)
Él te envía a llevar Su amor a los
demás;
3) Él te da la autoridad y el poder que
necesitas para cumplir Su voluntad. Ábrete a este proceso y nuestro Señor
lo usará abundantemente.
Mi Señor que me llamas, dame
el amor, el coraje y la fuerza que necesito para vivir Tu plan
divino. Escucho que me llamas y elijo responder con
generosidad. Acepto voluntariamente la autoridad de esa gracia en mi vida
para que puedas lograr todo lo que deseas. Jesús, en Ti confío
Hola hermanito...
ResponderEliminarMuy lindo pasaje, a ve es necesitamos de alguien para fortalecernos.
Dios te bendiga