17 de febrero del 2021: Miércoles de Ceniza- Inicio de la Cuaresma
(2
Corintios 5, 20 — 6, 2) Ha llegado el tiempo de dejarnos reconciliar
con Dios. ¡Qué bello llamado! Dejarnos reconciliar, es dejarnos moldear,
dejarnos transfigurar por el amor misericordioso de Dios.
Primera lectura
Lectura de la profecía de Joel (2,12-18):
AHORA —oráculo del Señor—,,
convertíos a mí de todo corazón,
con ayunos, llantos y lamentos;
rasgad vuestros corazones, no vuestros vestidos,
y convertíos al Señor vuestro Dios,
un Dios compasivo y misericordioso,
lento a la cólera y rico en amor,
que se arrepiente del castigo.
¡Quién sabe si cambiará y se arrepentirá
dejando tras de sí la bendición,
ofrenda y libación
para el Señor, vuestro Dios!
Tocad la trompeta en Sion,
proclamad un ayuno santo,
convocad a la asamblea,
reunid a la gente,
santificad a la comunidad,
llamad a los ancianos;
congregad a los muchachos
y a los niños de pecho;
salga el esposo de la alcoba
y la esposa del tálamo.
Entre el atrio y el altar
lloren los sacerdotes,
servidores del Señor,
y digan:
«Ten compasión de tu pueblo, Señor;
no entregues tu heredad al oprobio
ni a las burlas de los pueblos».
¿Por qué van a decir las gentes:
«Dónde está su Dios»?
Entonces se encendió
el celo de Dios por su tierra
y perdonó a su pueblo.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 50,3-4.5-6a.12-13.14.17
R/. Misericordia,
Señor: hemos pecado
V/. Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.
V/. Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad en tu presencia. R/.
V/. Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.
V/. Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R/.
Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a
los Corintios (5,20–6,2):
HERMANOS:
Actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio
de nosotros. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Al que no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros
llegáramos a ser justicia de Dios en él.
Y como cooperadores suyos, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de
Dios. Pues dice:
«En el tiempo favorable te escuché,
en el día de la salvación te ayudé».
Pues mirad: ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Mateo
(6,1-6.16-18):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos
por ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial.
Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como
hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la
gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace
tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto,
te recompensará.
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en
las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres.
En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu
Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo
recompensará.
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus
rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han
recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu
ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu
Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».
Palabra del Señor
“Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y
ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo
recompensará.”
Una de las partes más importantes de la
verdadera oración es que tiene lugar en lo profundo de la habitación interior
de tu alma. Allí, en lo más profundo de tu ser, encontrarás a Dios. Santa
Teresa de Ávila, una de las más grandes escritoras espirituales de la historia
de nuestra Iglesia, describe el alma como un castillo en el que habita Dios. Encontrarlo,
orarle y tener comunión con Él requiere que entremos en la cámara más profunda
e íntima dentro de este castillo de nuestra alma. Es allí, en la morada más
íntima, donde se descubre la gloria y la belleza plenas de Dios.
Dios no es solo un Dios que está “allá afuera”
muy lejos en el Cielo. Él es un Dios más cercano e íntimo de lo que jamás
podríamos imaginar. La Cuaresma es una época, más que cualquier otra época
del año, en la que debemos esforzarnos por hacer ese viaje hacia adentro para
descubrir la Residencia de la Santísima Trinidad.
¿Qué quiere Dios de ti esta Cuaresma? Es
fácil comenzar la Cuaresma con compromisos tan superficiales, como renunciar a
una comida favorita o hacer una buena acción adicional. Algunos eligen
usar la Cuaresma como un tiempo para ponerse en mejor forma física, y otros
deciden dedicar más tiempo a la lectura espiritual u otros ejercicios sagrados. Todo
esto es bueno y útil. Pero puedes estar seguro de que el deseo más
profundo de nuestro Señor para ti esta Cuaresma es que ores.
La oración, por supuesto, es mucho más que
rezar. No se trata solo de rezar el rosario, meditar en las Escrituras o
recitar oraciones bellamente compuestas. La oración es, en última
instancia, una relación con Dios. Es un encuentro con el Dios Trino que
habita dentro de ti.
La verdadera oración es un acto de amor entre ti y tu Amado. Es
un intercambio de personas: tu vida por la de Dios. La oración es un acto de
unión y comunión mediante el cual nos volvemos uno con Dios y Dios se vuelve
uno con nosotros.
Los grandes místicos nos han enseñado que hay
muchos niveles en la oración. A menudo comenzamos con la recitación de
oraciones, como la hermosa oración del rosario. Desde allí meditamos,
reflexionamos profundamente sobre los misterios de nuestro
Señor y Su vida. Llegamos a conocerlo más a fondo y, poco a poco,
descubrimos que ya no solo estamos pensando en Dios, sino que lo estamos
mirando cara a cara.
Al comenzar este tiempo santo de Cuaresma,
reflexiona sobre tu práctica de la oración. Si las imágenes de oración
presentadas aquí te intrigan, entonces comprométete a descubrir más. Comprométete
al descubrimiento de Dios en la oración. No hay límite ni fin a la
profundidad a la que Dios quiere llevarte a través de la oración. La
verdadera oración nunca es aburrida. Cuando descubres la verdadera
oración, descubres el misterio infinito de Dios. Y este descubrimiento es
más glorioso que cualquier cosa que puedas imaginar en la vida.
Mi divino Señor, me entrego a Ti esta Cuaresma. Atráeme para que pueda llegar a conocerte más. Revélame Tu divina presencia, morando profundamente dentro de mí, llamándome hacia Ti. Que esta Cuaresma, querido Señor, sea gloriosa mientras fortalezco mi amor y devoción a través del descubrimiento del don de la verdadera oración. Jesús, en Ti confío.
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