18 de febrero del 2024: primer domingo de Cuaresma
Encuentro en el desierto
El relato de las tentaciones de Jesús en el desierto según San Marcos es el más conciso de todos los evangelios. Jesús acaba de ser bautizado, lleno del Espíritu Santo y designado por el Padre como su Hijo. En otras palabras, Jesús es el Mesías enviado para anunciar el reino de Dios.
Identificar al Mesías va de la mano de recordar su misión y subrayar su continuidad con la historia del pueblo de Dios. Seguramente por eso Jesús permanece cuarenta días en el desierto. Desde el Éxodo, la migración de los hebreos cautivos en Egipto a Canaán, el desierto ha sido el lugar de encuentro con Dios, pero también de prueba.
Durante
este viaje de 40 años (Éx 16:35), Moisés permaneció cuarenta días y cuarenta
noches en el monte Sinaí conversando con Dios antes de recibir los 10 mandamientos (Éx 34:28).
Es un lugar y una duración simbólicos.
Como Moisés, Jesús se prepara para cumplir la misión recibida de Dios: anunciar el Evangelio.
Al inicio de la Cuaresma, la Iglesia nos invita a renovar nuestro deseo de cruzar el desierto. Porque es el lugar del encuentro con Dios, en la Escritura y en el servicio a los hermanos.
Es hora de dar nueva vida a nuestra oración, a nuestro ayuno y a nuestro compartir.
Y
porque el desierto es el lugar de la conversión más fundamental: la manera de
mirar a Dios. ¿Quién es él para nosotros? ¿Qué esperamos de él?
¿Cómo asumiré esta Cuaresma?
¿De qué medios me valdré para hacer tiempo para encontrarme con Dios?
Karem Bustica, editora jefe de Orar en la Iglesia
Lectura del libro del Génesis
(9, 8-15)
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (3, 18-22)
El Ministerio de los Ángeles
el Espíritu impulsó a Jesús a retirarse al desierto, donde permaneció cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivió allí entre animales salvajes, y los ángeles le servían.
Qué evento tan asombroso sobre el que reflexionamos hoy. Jesús, el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, se humilló de dos maneras en el pasaje citado anteriormente. Primero, se permitió soportar las tentaciones de satanás. En segundo lugar, permitió que su propia creación, los ángeles buenos, le sirvieran en Su forma humana.
En primer lugar, recordemos que satanás es un ángel caído. Fue creado por Dios y fue creado bueno. Pero el Libro del Apocalipsis (12:4) indica que un tercio de los ángeles creados fueron arrojados del cielo para vagar por la tierra. Estos demonios actúan bajo la dirección del ángel caído más elevado, satanás. Así, según el pasaje anterior, fue el mismo satanás quien tentó a Jesús en el desierto. Además, Jesús permitió que los ángeles buenos le sirvieran en Su naturaleza humana. Estos actos revelan la perfección de la virtud de la humildad dentro de la humanidad de nuestro Señor.
Según Santo Tomás de Aquino, los ángeles fueron creados por tres razones principales. El primero es con el propósito de adorar. La adoración a Dios produce comunión con Dios y permite que el amor perfecto fluya de Dios hacia cada ser angelical. En segundo lugar, los ángeles promulgan la voluntad de Dios en todas las cosas. Esto incluye la implementación de las leyes de la naturaleza y la impartición de la gracia que Cristo ganó en la Cruz. En tercer lugar, Dios usa ángeles como mensajeros.
Las Escrituras registran diversas formas en que los ángeles hablaron a los profetas, a nuestra Santísima Madre, a San José y a otros.
Santo Tomás de Aquino también creía que a cada uno de nosotros se nos ha asignado un ángel guardián particular cuya función no es sólo protegernos sino también comunicarnos la voluntad de Dios.
Como Dios, Jesús fue el Creador de todos los seres angelicales con el Padre y el Espíritu Santo. Como hombre, Jesús recibió tanto el ministerio de los ángeles buenos como los ataques de los ángeles caídos. Al someterse humildemente a los poderes naturales de estas criaturas angelicales, Jesús también nos estaba enseñando que nosotros debemos hacer lo mismo.
Uno de los principales poderes naturales de los ángeles buenos y malos es el poder de influencia y pensamiento sugestivo. Los seres angelicales tienen la capacidad de poner ante tu imaginación ideas destinadas a influir en ti para el bien (los ángeles buenos) o engañarte y llevarte al pecado (los ángeles malos).
Estas comunicaciones son reales y debemos ser conscientes de ellas.
En su libro Los Ejercicios Espirituales, San Ignacio de Loyola dedica mucho tiempo y energía al ministerio de los ángeles. Enseña cómo distinguir las mentiras y engaños de los ángeles caídos de la dirección consoladora comunicada por los ángeles buenos. En muchos sentidos, nuestro pasaje del Evangelio de hoy, en el que Jesús se sometió a las tentaciones y al ministerio de los ángeles, apoya mucho la importancia de tratar de comprender cómo estas criaturas angelicales nos influyen.
Reflexiona hoy sobre la asombrosa verdad de que tanto los ángeles como los demonios están constantemente activos en tu vida, buscando influir en ti. Mientras reflexionas sobre su papel espiritual en tu vida, considera las diversas formas en que puedes aprender más sobre ellos. Habla con tu ángel de la guarda. Pide la intercesión del más alto de los ángeles. Intenta unirte a ellos en su adoración divina. Oren por tu protección. Pídeles que te comuniquen la más elevada de las verdades de Dios. Procura estar atento a estos santos ángeles para que, a medida que aprendas a discernir sus voces, estés preparado para seguir la dirección que te den hacia Dios.
Mi Señor y Creador de Todo, Tú creaste el orden angelical con el glorioso propósito del amor y la adoración. También les diste la misión de realizar Tu santa voluntad y comunicarnos con nosotros en la tierra. Por favor ayúdame a ser más consciente de los engaños de los ángeles caídos y de la dirección de los ángeles buenos. Ángeles de Dios, oren por mí, protéjanme y guíenme hacia la perfecta voluntad de Dios. Jesús, en Ti confío.
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